—Riges y juzgas todo bajo las reglas de tu ajedrez, ¿acaso la gente solo puede ser blanco o negro?—preguntó la chica tratando de calmar la ardiente ira que iba creciendo dentro de ella. Reconoció que para ganarle al gato, tenía que estar en calma y atenta.
El gato quedó en silencio antes de responder.
—Cuando conozco gente como tú solo puedo pintarlos de esos dos colores, llegaste exigiendo querer conocer mis secretos y a travesar el mundo de mi ajedrez.—luego levantó su pata y señalo las piezas de la chica—Usas a esas personas para lograr tus propósitos y por último, haces creer a ese Rey que ese es el lugar que tiene en tu corazón. ¿Riges y juzgas todo bajo tus reglas?—
—¿Qué tiene este Rey, gato? ¿Por qué deseas salvarlo de mi mano? ¿Acaso es alguien importante para ti?—sonrió confiada la chica, creyendo que había encontrado el punto débil de Chesshire.
—Yo ni siquiera conozco a esa persona—sonrió de lado.— No pienso dejarte pasar, así que deja de hablar niñita y mueve tus piezas.—
La chica chasqueó los dientes y alzó su mano delante del tablero, ordenándole al rey que avanzara hacia la pelea.
—Vas a lamentarlo gato.—
Chesshire sonrió, una amplia sonrisa tan larga como pudo, sus dientes y colmillos quedaron al descubierto. Subió sus patas al tablero y con la mirada dirigió a sus piezas.
Una pieza aquí, otra allá, una pieza ganada y otra perdida; el duelo estaba en su punto crítico. Tanto él como la chica no pensaban dar marcha atrás.
Cheshire había ganado varias de sus piezas, por cada una recuperada, la regresaba al mundo del ajedrez, solo faltaba el rey que parecía moverse por su propia cuenta complaciendo a la vez los deseos de la joven.
Chesshire había previsto aquello, no sería nada fácil dar el Jaque mate, por lo tanto, dispuso unas piezas en especial para su captura, las cuales fueron eludidas con gracia y gallardía por parte del rey.
—¿Qué no deseas dejar esa mano que ha osado manejarte?—pensó Chesshire. – ¿Dónde ha quedado tu dignidad?
La chica estaba asustada, bajo su mando ya solo quedaba el rey. Si esté era eliminado su cabeza iría a parar a la colección del gato. Por primera vez, sintió miedo del gran tamaño de este y mareada, se hincó a modo de súplica frente a la pieza del rey.
—¡Mata al gato y sácale el corazón! ¡Deseo que lo elimines! Haré lo que sea por mi pequeño deseo, cúmplelo amor mío, mi amado rey. ¡! Mata al gato dueño del tablero de ajedrez!!—gritó hacia la pieza.
Chesshire la miró sorprendida, era la primera vez que llamaba a la pieza del rey aparte.
La pieza del rey al escuchar el deseo de su dama, brilló con tal fuerza que deslumbró al gato y aprovechando el momento de confusión, la pieza expulso miles de cadenas de plata que apresaron el cuerpo del felino.
Chesshire trato de librarse con sus garras pero entre más lo hacía más dolorosa le resultaba, ya que por una cadena cortada diez más salían.
—Estos son los lazos que duelen gatito, lazos que tú no conoces—dijo la joven alzándose frente a él.
Editado: 03.04.2018