—Déjame mostrarte tu reflejo… Amo— dijo Chesshire y lo último lo dijo con voz más baja.
Tres espejos grandes se posicionaron rodeando al “Rey”
—¿Qué es esto gato?—preguntó el “Rey” sin soltar su espada esperando que de los espejos saliera algo..
—Esto…son los espejos del alma, del corazón y de la mente, sólo obsérvate, date una mirada en ellos – dijo ocultando su verdadero sentir con una confiada sonrisa. —Ese que observas es tu “yo” actual.
El Rey se observó en ellos y tiró su espada por la impresión, en el primer espejo apareció encadenado de cuello, manos y pies, en el segundo espejo tenía un agujero en su pecho del lado del corazón y en el tercer espejo varios hilos blancos tan finos como el hilo de una telaraña le tenían sujeto. Retrocedió asustado y se hincó.
Chesshire sonrió.
—¿Qué te parece tu aspecto? ¿Te es agradable?— preguntó malicioso.
—¡Maldito gato! ¡¿Qué ilusión es esta?!—le gritó molesto mientras intento destruir el espejo que no se quebraba ante los embates de su espada que volvió a recoger del piso..
—No podrás romperlos, solo yo puedo hacerlo— sonrió tratando de ocultar que le producía cierta nostalgia ver a su antiguo amo. —Vamos… no puedes seguir mintiéndote, tú mejor que nadie sabes que eso no es una ilusión.—
Cheeshire se acercó hacia él con paso lento.
—¿Por qué haces esto?—dijo el rey en un susurró.
—Saaa… ¿Por qué lo haré?— dijo él con fingido interés.
—¡¡Reyyy!! ¡¡No te dejes engañar! ¡El gato miente, solo quiere distraerte para matarte!!—gritó la chica a lo lejos.
Chesshire la miró con sumo odio, estiró su mano y la boca de ella desapareció.
—Por qué no guardas silencio, señorita, tu voz comienza a cansarme…— expresó con odio. Era la primera vez en todo su duelo que el pareció molestarse sumamente.
Tanto el Rey como la chica estaban sorprendidos del poder del gato, era cierto que habían cometido un error al subestimarlo. La chica tentó en su rostro el lugar donde debía estar su boca, parecía desesperada, quiso gritar pero a falta de boca solo pudo llorar.
El Rey bajó la cabeza y habló al gato.
—Devuélvele lo que le has robado—suplicó con voz solemne.
—No me apetece hacerlo— dijo Chesshire tajantemente.
—¡¡¿Por qué no le has dejado pasar por tu ajedrez?!!—gritó el Rey.— Ella solo quería cruzar para vivir conmigo en esta tierra ¡¿por qué eres tan egoísta y no nos dejas vivir aquí?! Si supieras lo que dice la gente del ajedrez sobre ti, todo mundo ¡¡TE ODIA!! ¡¡TE CREEN EL ASESINO DE LA DIOSA!! ¡¡¿LA MATASTE PARA USURPAR SU REINO, VERDAD?!!—
—¿Con qué la gente me odia?...—dijo Chesshire con voz baja y sonrió.
Chesshire se quedó observando un momento al rey y guardó silencio, con un movimiento de su mano desapareció los espejos que se fragmentaron en miles de pedazos brillantes y luego dirigió su vista hacia la joven.
—Puedes mentirte a ti mismo excepto a los demás… Por mucho que ames a alguien no cambiarás su naturaleza.— Susurró el gato para si mismo.
—¿A qué te refieres?— preguntó confundido el Rey.
—Escúchame chica— dijo el gato llamando a la joven e ignorando al Rey— Puedes pasar, pero el precio será tu boca, jamás te la regresaré.
Chesshire abrió el portal y se los mostró.
—Pueden pasar pero recuerden que ha sido por mi compasión.—
La joven corrió hacia el Rey y tomó sus manos, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. El rey acarició su cabello y la envolvió en un tierno abrazo.
Éste miró sus ojos y vio que no lloraba de felicidad sino de tristeza al ver que había perdido su boca.
—Por favor devuélvenos su boca— suplicó el Rey.
—Me niego— contestó Chesshire.— Ustedes perdieron, es por mi compasión que los dejó pasar.
El Rey suspiró, levantó a la chica con cuidado y caminó con ella hacia el portal.
Antes de adentrarse al portal, el Rey se detuvo un momento.
—Tú jamás has amado a nadie, por eso no conoces los sacrificios que se hacen por amor—-
—Tienes razón cómo podría sentir amor si lo último que me enseñaste... fue desprecio—dijo Chesshire sin voltear a verlo.— Alguien que ha sido odiado toda su vida como yo no puede sentir tales sentimientos. Yo jamás supe si ame a alguien, aprendí que el amor es voluble, que no se puede amar a alguien más sobre ti mismo…Y si hubo alguien que me amó fue esa mujer pero está muerta porque amó más a otros sobre su propia existencia... Ahora qué puedes decirme tú de sacrificios si todo lo abandonas tan fácilmente, incluso tu vida—
Editado: 03.04.2018