— ¿En verdad estás preparado para admirar lo que hay en el espejo? — escucha Charles y rápido voltea, de entre los árboles que rodean el claro, aparece un gato quien se acerca con el altivo paso que caracteriza a esta especie de animal. — Si fuera tú, no vería de frente ese espejo amigo — Continúa el felino - No eres el primero que pasa por este lugar y créeme cuando te digo que la mayoría de los que intentan cruzar el bosque de los pensamientos jamás salen de él.
— ¿Un gato parlante? — cuestiona Charles — creí que el bosque era extraño, pero esto rebasa mis expectativas.
— En verdad los humanos son tan tontos, mira, todos los gatos podemos hablar, lo que pasa es que nunca nos rebajamos a hacerlo frente a ustedes, pero por otro lado yo no vine a discutir banalidades, si lo deseas puedo ser tu guía por este lugar, claro, a cambio de algo ya que nada es gratis en este mundo.
— Lo siento amigo, no tengo dinero o algo que pueda interesarte, aunque la verdad no sé qué les interesa a ustedes los gatos.
— A los demás, no sé qué les interese, yo colecciono nombres, dame el tuyo en este momento y de inmediato te mostraré el camino a casa — comenta el felino mientras pasa restregándose entre las piernas de Charles.
— ¿Y si no quiero tu ayuda?
—No hay ningún problema, solo te dejaré mirar el espejo y el resto de lo que tenga que pasar, pasará, pero si en algún momento deseas mi guía solo piensa en mí y allí estaré, no te pediré el nombre completo, pero la parte que pida dependerá de la ayuda que necesites.
— Entonces que así sea, ya me dijiste que debo mirar el espejo, puedes irte, lo más seguro es que no te necesite.
Sin decir más el gato se comienza a alejar del lugar para pronto desaparecer entre los árboles, mientras Charles se queda solo y se dirige al espejo para saber qué es lo que le mostrará.
Una vez frente al espejo, no observa nada diferente hasta que de pronto, su reflejo le sonríe.
Editado: 08.07.2022