Una suave brisa entra por la ventana y me despeina mientras termino mi jornada de trabajo en la mansión.
(Ya casi he terminado. Entonces podré salir a ver a Charles)
Desde nuestro encuentro fortuito en medio de mi viaje de compras, Charles-Henri y yo habíamos quedado siempre que teníamos tiempo. Para ser más exactos, parecía que cada vez que iba a la ciudad, Charles-Henri me encontraba misteriosamente. Pasábamos el rato charlando de cosas triviales y luego nos despedíamos con la mano. Se había convertido en algo habitual. Cuanto más disfrutaba del calor de su sonrisa, más se desvanecía la sombra de la ansiedad sobre mi corazón. Cada vez me resultaba más fácil sonreír. Me alegraba reconocer el cambio que había provocado.
(Charles dice que le gusta pasar tiempo conmigo, pero no creo que se dé cuenta de que me ha salvado en más de un sentido).
Fue una relación extraña, si lo pienso bien. A veces simplemente hacíamos el tonto como dos buenos amigos. Otras veces...
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CHARLES-HENRI- No necesito conocer a alguien desde hace mucho para que me guste o para querer ser amable con él. Quiero ser amable contigo, MC. Y si es posible, me encantaría verte sonreír. Eso es todo.
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(A veces parece ir tan en serio conmigo...)
No me sentía del todo bien llamándole amigo, pero tampoco podía ponerle otra etiqueta a la relación todavía.
MC- Bueno, ¿quién dice que tengo que ponerle una etiqueta a la fuerza?
En ese momento, oí los débiles acordes de una melodía procedente de la sala de música. El lastimero sonido me atrajo hacia el vestíbulo. Encontré a Mozart sentado frente a su piano blanco, con los dedos bailando sobre las teclas y Napoleón de pie a su lado. Mozart tocó las últimas notas y se llevó las manos al regazo. Al hacerlo, me vio.
MOZART- MC.
MC- No pretendía escuchar a escondidas... Es que sonaba tan bonito.
MOZART- No necesitas disculparte. Escribí este réquiem para que la recordara tanta gente como fuera posible.
(¿Un réquiem? ¿Quieres decir...?)
MC- Una canción para honrar a los muertos. ¿Para quién la has escrito?
NAPOLEÓN- María Antonieta. La reina del rey Luis XVI. Has oído hablar de ella, ¿verdad?
MOZART- Cuando vi las rosas floreciendo en el jardín esta mañana, me recordaron a ella.
MC- Oh... Ella era muy importante para ti, ¿verdad?
(Tan importante que, incluso ahora, pensar en ella te ha inspirado para escribir un réquiem...)
MOZART- No te hagas ideas raras. No estarás imaginando nada romántico, ¿verdad?
MC- ¡No! Quiero decir, los amantes no son las únicas personas importantes en nuestras vidas, ¿verdad?
MOZART- Sólo bromeo porque parecía que estabas a punto de estrecharme la mano y darme el pésame.
Mozart soltó una risita. Su mirada se desvió hacia la ventana, una mirada lejana en sus ojos.
MOZART- Tienes razón. No estábamos enamorados, pero ella era importante para mí. Era una mujer amable que amaba la música. Por eso tanta gente lamenta el cruel destino que sufrió.
MC- Murió durante la Revolución Francesa, ¿verdad?
MOZART- Ah, sí. Me he acostumbrado tanto a que vivas aquí, que a veces olvido que viniste del futuro. De hecho, sólo supe lo que había sido de ella cuando resucité. Me enteré de que la multitud se burló de ella hasta el cadalso, donde hicieron un espectáculo de su decapitación. Su verdugo fue un hombre conocido como el Dios de la Muerte... Charles-Henri Sanson.
(El verdugo conocido como el Dios de la Muerte... Charles-Henri Sanson)
Alguien con el mismo nombre que mi amigo Charles había ejecutado a una persona querida por Mozart.
MC- ¿Le guardas rencor a ese verdugo...?
MOZART- ...No. Francia en esa época estaba fuertemente dividida por clases. El linaje significaba todo. El hijo de un rey lo sucedería. Y el hijo de un verdugo crecería para convertirse en verdugo. Toda la vida de la gente estaba dictada por su nacimiento... nadie lo cuestionaba. El papel de verdugo había recaído en él, eso es todo. Así que... Así que...
NAPOLEÓN- Nadie tuvo la culpa. Tenemos que aceptarlo, ¿no?
Mozart asintió con la cabeza.
NAPOLEÓN- Un soldado que mata a sus enemigos en la batalla es llamado héroe, mientras que un verdugo que utiliza una guillotina es avergonzado y vilipendiado. Incluso con la perspectiva añadida de mi segunda oportunidad en la vida, no puedo decir con certeza qué está realmente bien o mal.
Esas palabras golpearon directamente mi corazón. Como los residentes de la mansión me trataban como a un igual, a veces lo olvidaba, pero todos tenían recuerdos de vidas pasadas. Algunos de esos recuerdos eran alegres, pero otros, sin duda, eran profundamente dolorosos.
(No sería correcto dar alguna respuesta trillada. Supongo que todo lo que puedo decir es...)
MC- Me gustaría creer que tu música, Mozart, y tus palabras, Napoleón, llegarán a las personas en las que piensas, estén donde estén. Podemos esperar eso, ¿verdad?
NAPOLEÓN- ...Supongo que sí.
MOZART- ...Es un alivio.
MC- ¿Qué es?
MOZART- Has estado melancólico desde que no pudiste volver a casa. Pero hoy pareces tú misma otra vez. Sé que no ha sido nadie de los que viven aquí quien te ha levantado el ánimo, ¿quién ha sido?
MC- ¿Eh?
NAPOLEÓN- ¿Pensabas que nadie se había dado cuenta? Cada vez que vas a la ciudad, vuelves flotando en el aire.
MC- Entonces... ¿todo el mundo lo sabe?
NAPOLEÓN Y MOZART- Todo el mundo.
(Qué vergüenza. No lo estaba ocultando, exactamente... Pero me siento como si mis hermanos leyeran mi diario secreto)
NAPOLEÓN- ¿Y? Háblanos de él.
(¿Cómo describiría a Charles?)
MC- Tiene una sonrisa preciosa. Cada vez que lo veo es como si me quitara un peso de encima.