Era el día después de que Vlad ofreciera a MC un trato para ganarse su libertad. Si podía enseñar a Charles-Henri el significado del amor, podría abandonar el castillo. Mientras MC lidiaba con la idea, Charles-Henri parecía tomárselo de otra manera. Su zumbido se oía en los pasillos del castillo.
CHARLES-HENRI- Tocino crujiente, jamón y huevos, tostadas francesas dulces y café con leche en abundancia. Mucha fruta para la ensalada... Allá vamos.
Fausto echó un vistazo a la mesa y luego miró a Charles-Henri.
FAUST- ¿Así que por fin te has decidido a abrir un restaurante?
CHARLES-HENRI- ¡Ajá, me gusta cómo suena eso! Tú, yo, MC y Lord Vlad podríamos abrir el mejor restaurante de la historia.
FAUST- Estaba bromeando. Si decides abrir uno, no cuentes conmigo. Veo que has recurrido a medidas desesperadas porque esa mujer apenas tocó su cena.
CHARLES-HENRI- Si ya lo sabes, no preguntes, gruñón.
Charles-Henri sonrió mientras colocaba artísticamente la fruta encima de la ensalada.
CHARLES-HENRI- Me sorprendió la primera vez que Vlad me explicó su trato, pero en cuanto lo pensé, me pareció perfecto.
FAUST- ¿Y tú?
CHARLES-HENRI- Si MC consigue cerrar el extraño agujero de mi pecho, me alegraré mucho, y ella también se alegrará de volver a esa mansión. Además, Lord Vlad obtendrá las respuestas que desea. ¡Todo el mundo gana!
FAUST- ...no creo que la felicidad sea el objetivo principal aquí. Aun así, hazlo lo mejor que puedas.
Fausto arrancó una fresa de una tostada y se la metió en la boca.
CHARLES-HENRI- ¡Ah, Docteur! Esa fresa era para Vero. Las tuyas y las de Lord Vlad están ahí.
FAUST- Nunca entenderé por qué te esfuerzas tanto en las comidas, cuando los vampiros sólo comen para divertirse.
CHARLES-HENRI- Porque me gusta. Me gusta cuando te comes lo que hago sin armar un escándalo. Muy bien, aquí tienes una fresa de repuesto para MC... ¡Como nueva! Voy a entregar la comida de MC. Espero que se la coma.
Fausto vio a Charles-Henri casi salir de la habitación con una bandeja para MC. Apenas se hubo marchado, el señor del castillo hizo su entrada.
VLAD- Sólo he venido por las fresas...
Los ojos de Vlad se entrecerraron. Agarró la barbilla de Fausto y le metió los dedos en la boca.
¡FAUST- ......!
VLAD- Ahora no te comerías mis fresas, ¿verdad, Fausto?
Miró dentro de la boca de Fausto hasta que éste apartó la mano.
FAUST- Tu parte está ahí, le Voivode.
VLAD- Oh. Qué bien.
Vlad sonrió y se dispuso a comer sus propias fresas con el entusiasmo de un niño al que le dan una ración doble de postre. Fausto lo observó. Aquel hombre era una contradicción viviente, con la grandeza de un dios y la inocencia de un niño.
FAUST- ¿Qué estás tramando?
VLAD- ¿Qué quieres decir?
FAUST- Estabas utilizando al dramaturgo, Shakespeare, para reunir información sobre esa mansión. En ese momento, parecía que no tenías el menor reparo en utilizar a esos grandes hombres como peones. Sin embargo, ahora has comenzado este experimento usando a MC y Charles. Si no estás tramando nada, tengo que asumir que te has vuelto senil.
VLAD- Ahaha, venenoso como siempre.
FAUST- Por no mencionar... ¿Cómo puede un hombre con pretensiones de divinidad dejarse influir por cosas tan insignificantes como un romance humano?
La sonrisa de Vlad se ensanchó. Jugueteó con una fresa antes de metérsela en la boca.
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Era la mañana siguiente a encontrarme atrapada en el castillo. Me desperté de un sueño agitado, sólo para rumiar la promesa que Charles-Henri y yo habíamos hecho la noche anterior.
(Acabé prometiendo enseñarle a Charles sobre el amor, y llenar ese agujero en su corazón...)
En primer lugar, no estaba segura de poder definir el amor. Había tantos tipos de amor: familiar, romántico, platónico. Tantas variaciones como personas.
(No estoy segura de poder enseñar esto, aunque lo intentara).
El amor no era algo que se pudiera ver o retener. No había un currículo común al que pudiera referirme.
(Tal vez debería empezar con la definición de amor de Charles)
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CHARLES-HENRI- Es algo que intercambias, creo. He recibido mucho amor desde que volví a la vida en este mundo.
MC- ¿Sí?
CHARLES-HENRI- Sí. Cuando voy por la noche al barrio rojo a hacer visitas a domicilio, hay gente sola por todas partes. Es como si tuvieran un escalofrío en el corazón. Sus ojos suplican que alguien, cualquiera, les dé calor. Así que les dejo que hagan conmigo lo que quieran. Siempre y cuando les haga sentir mejor. Jeje. Tienen tanto amor, tantas palabras dulces para dar. Y las vierten todas en mí.
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No había nada malo en que la gente que se preocupaba por el otro compartiera su amor. Era algo hermoso. De lo que hablaba Charles era diferente.
(Me pregunto si alguna de las personas a las que visita en esas visitas especiales a domicilio le quiere de verdad... Parece más bien gente que se utiliza mutuamente como distracción temporal de sus problemas...).
Eso no era necesariamente malo... Pero me dolía pensar que todo el afecto de su vida era efímero y nacido de poco más que la conveniencia.
(No sé la verdad, así que no debería hacer suposiciones. Quiero hablar de esto con Charles)
Necesito descubrir por mí misma ese lado oculto de Charles-Henri. Justo cuando tuve ese pensamiento, mi puerta se abrió, y una cabeza de color rosa polvoriento apareció.
CHARLES-HENRI- ¿Puedo pasar?
MC- Hola, Charles... Sí, pasa.
Charles entró trotando y cargando algo.
CHARLES-HENRI- ¡Ta-dah! El almuerzo especial casero de MC.