Una mujer llamada Marguerite se acercó a Charles-Henri en el barrio rojo y lo condujo a un almacén abandonado. Tumbada en una cama improvisada que no era más que un cajón de madera envuelto en una tela áspera, encendió un cigarrillo.
MARGUERITE- Docteur, ha estado fuera demasiado tiempo. Me sentía muy sola.
CHARLES-HENRI- Jaja, lo siento.
MARGUERITE- Disculparte no me llenará la barriga ni aliviará mi corazón roto. Si de verdad quieres compensarme...
Apagó el cigarrillo y empezó a desabrochar los botones del abrigo de Charles-Henri.
MARGUERITE- Hazme sentir tan bien que me olvide de todo lo demás. Y te amaré como a ti te gusta, Docteur.
El abrigo de Charles-Henri cayó al suelo y Marguerite lo abrazó.
CHARLES-HENRI- ...Ngh...
Charles-Henri recordó la última vez que lo habían abrazado así, el calor de MC y sus amables palabras...
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MC- No hago esto porque haya algo que quiera de ti, o algo que quiera que hagas por mí. Sólo quiero abrazarte. Quiero cuidarte, y quiero que nos entendamos, no importa el tiempo que nos lleve. Eso es todo.
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Marguerite miró con el ceño fruncido a Charles-Henri, que se había detenido por completo, inmóvil entre sus brazos.
MARGUERITE- ¿Docteur?
CHARLES-HENRI- ...¿Marguerite? ¿Por qué me abrazas ahora?
MARGUERITE- Porque vamos a hacer el amor, claro. Me amarás y yo te amaré, y esta horrible noche no parecerá tan solitaria.
CHARLES-HENRI- ¿Ya no nos sentiremos solos? ¿De verdad lo crees? Entonces, ¿por qué me siento tan vacío aquí?
Los dedos de Charles-Henri se clavaron en la tela que cubría su corazón. Sus ojos estaban llenos de confusión.
CHARLES-HENRI- La gente te quiere porque tú la quieres. Si quieres que alguien te quiera, tienes que quererle con todo lo que tienes. Eso es lo que siempre pensé, porque era el único tipo de amor que conocía.
MARGUERITE- ¿De qué estás hablando?
CHARLES-HENRI- Pero MC sigue diciendo que me equivoco.
Charles-Henri se quedó mirando al espacio, hablando como para sí mismo.
CHARLES-HENRI- Es como si cada cosa amable que hace por mí fuera una lección, mostrándome que hay una manera diferente. Me regaló un hermoso ramo sólo porque sí. No quería nada a cambio. Ni amor, ni placer, ni nada.
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CHARLES-HENRI- ¿Cuál es la ocasión, MC? ¿Por qué el hermoso regalo?
MC- Ninguna razón en particular. Pensé en sorprenderte y ver si podía hacerte sonreír.
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CHARLES-HENRI- Pensé que era tan importante devolverle el favor que le regalé un ramo a juego. Luego planté semillas para que crecieran nuevas flores para ella. Pero lo que la hizo feliz fue la pequeña flor silvestre que recogí de improviso.
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MC- ¡Gracias, Charles! Me encanta. Me encanta tanto, tanto. La cuidaré bien. Cuando se marchite, lo prensaré, así podré conservarlo para siempre.
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CHARLES-HENRI- Cuando MC es amable conmigo, nunca sé qué hacer conmigo mismo. No sé cómo devolverle su clase de amor. No sé, pero cada vez que estoy con ella, QUIERO hacerlo, tanto que duele. Quiero darle algo tierno y sin límites, como ella me da a mí. Algo como... ¿Como el amor?
Charles-Henri se quedó callado. Su mirada vaciló y la luz se encendió en sus ojos, antes apagados y sin vida.
CHARLES-HENRI- Espera... ¿De verdad me creo lo que ha estado diciendo sobre lo que es el amor? ¿Puede la gente amarte, si tú no los amas primero? ¿Estuve equivocado todo este tiempo?
Charles-Henri se miró las manos. Los dedos le temblaban sin control.
CHARLES-HENRI- Todo este tiempo, he... He...
La cara de Charles-Henri se arrugó.
CHARLES-HENRI- ¿Es que nunca he amado a nadie, ni me han amado, ni una sola vez?
MARGUERITE- Usted... No parece usted mismo esta noche, Docteur. ¿Ha trabajado demasiado?
CHARLES-HENRI- ......
MARGUERITE- Deja de torturarte con preguntas extrañas, y sigamos donde lo dejamos. Venga aquí, Docteur. Eso es...
Marguerite apretó sus labios carmesí contra la oreja de él.
MARGUERITE- Te amo.
Ella giró suavemente la cabeza de él... sus labios rojos como el rubí se acercaron lentamente a los suyos.
CHARLES-HENRI- ...Nh.
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MC- Cuando besas a alguien, es porque lo amas tanto, que sientes que se desbordará si no haces algo... Es como si... sellaras tus labios para evitar que el amor se escape.
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CHARLES-HENRI- ¡No! ¡No puedo!
Charles-Henri empujó a Marguerite lejos de él.
CHARLES-HENRI- Lo que intentas darme... no es amor. Lo que he estado empeñando con todo el mundo... No es amor. Nunca lo fue.
¿Qué estás diciendo?
Su voz pareció devolver la cordura a Charles-Henri.
CHARLES-HENRI- Yo... siento mucho haberte empujado... ¡Lo siento! Lo siento mucho.
MARGUERITE- ¡Docteur, espere!
Charles-Henri cogió su abrigo del suelo y echó a correr, sin prestar atención a nada a su alrededor. No paró de correr hasta que se encontró completamente solo. Miró al cielo oscuro, sin luna a la vista. Se había acostado con tanta gente, esperando ser amado, esperando saciar ese horrible vacío en su pecho. Pero el vacío no había hecho más que crecer cada vez que intentaba utilizar a otra persona para llenarlo. Ese vacío era tan enorme y distorsionado ahora, que sólo podía pensar en una persona que pudiera ser capaz de llenarlo.