FAUST- Si decides permanecer a su lado, no te resultará fácil.
(¿Por qué lo dijo así?)
MC- ¿Estás diciendo que crees que debería dejarle?
FAUST- No. La forma en que elijas vivir tu vida no tiene nada que ver conmigo. Sin embargo... Una mano vacilante no puede asir nada. Harías bien en recordarlo.
Con Fausto observando a Charles-Henri en mi lugar, salí al jardín para tomar un poco de aire fresco.
MC- Una mano vacilante no puede agarrar nada, ¿eh?
Levanté las manos hacia el cielo. Sus contornos se desdibujaban a la luz de la luna. ¿Habían sido alguna vez mis manos firmes?
(Quiero a Charles. Quiero entenderle. Al final, me gustaría que nos entendiéramos. Pero si él no busca culpa ni perdón, ¿realmente hay algo que yo pueda hacer por él?).
Y sigo queriendo proteger a todos en la mansión. "Una mano vacilante no puede asir nada". Esas palabras resonaron en mi mente. Suspiré como para expulsar los pensamientos que se arremolinaban en mi cabeza. Justo entonces, oí pasos.
SHAKESPEARE- Que Dios te dé suerte, MC.
MC- ¡Shakespeare! ¿Qué haces aquí?
SHAKESPEARE- Vengo con una misiva para ti. Pero, como no soy muy querido en este lugar, debo partir cuanto antes.
Con una mirada furtiva alrededor del jardín, Shakespeare extendió la mano. Deslizó algo en mi mano.
SHAKESPEARE- Completado mi encargo, me despido.
MC- ¿Qué... Shakespeare?
Shakespeare había desaparecido, como si se hubiera fundido en las sombras. No hubo respuesta cuando lo llamé por su nombre. Miré lo que me había dado.
MC- ¿Una carta?
(Me pregunto de quién será...)
Abrí el sobre y desdoblé la carta que había dentro. La letra me era familiar.
(Es de Napoleón)
Según la carta, Shakespeare había revelado todo lo que sabía sobre mi situación sólo a Napoleón. Napoleón me daba las gracias por haber luchado por mi cuenta para defender a todos en la mansión. Al final, decía: "Sé que has estado luchando todo este tiempo. Pero ya no tienes que lidiar con esto solo. Protegeré a todos aquí en la mansión, y a ti también. Así que vuelve con nosotros. Sólo espero que esta carta no te haga las cosas más difíciles".
(Honestamente, eso es lo último que necesitaba escuchar ahora, cuando ya estoy vacilando)
Le agradecí a Shakespeare que se arriesgara a traerme la carta. Y por la preocupación de Napoleón. Pero sólo hizo que mis sentimientos encontrados fueran más dolorosos. Quería proteger a mis amigos de la mansión. Pero también quería salvar a Charles-Henri de la interminable noche en la que estaba atrapado. Parecía imposible hacer ambas cosas, y la idea hizo que se me saltaran las lágrimas.
(Odio sentirme tan impotente. Necesito hacerme fuerte si quiero proteger a todos los que me importan, pero...)
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Una figura trotaba por los pasillos del castillo. El recién despertado Charles-Henri correteaba excitado, buscando a MC.
CHARLES-HENRI- ¡Ajá!
A través de una gran ventana que daba al jardín, la divisó.
CHARLES-HENRI- ¡Te encontré, MC!
Se dirigió hacia ella, pero se detuvo. MC no se había dado cuenta. Estaba sola, llorando en silencio.
CHARLES-HENRI- ¿Por qué llora?
El viento le arrebató un sobre de la mano. Se detuvo a los pies de Charles-Henri.
CHARLES-HENRI- ¿...?
Lo cogió y sus ojos se abrieron de par en par al ver el nombre escrito en el anverso.
CHARLES-HENRI- Napoleón Bonaparte. Entonces...
El papel que seguía agarrado en la mano de MC debía de ser una carta del héroe francés.
CHARLES-HENRI- Echaba de menos a la gente de la mansión...
La comprensión le sacudió. Mientras Charles-Henri miraba a un lado y a otro entre MC y el sobre que tenía en la mano, recordó algo.
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CHARLES-HENRI- ¿Me prometes algo? Estaré aquí para ti a partir de ahora. Así que, por favor. Prométeme que no volverás a llorar sola.
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CHARLES-HENRI- Te dije que no lloraras, pero... El que te hace llorar abrazándote aquí soy yo, ¿no?
Mientras la observaba, sus pálidos ojos azules parecían llenarse de la soledad del mundo entero.
CHARLES-HENRI- Ahaha... Ahora entiendo. Todo tiene sentido.
Sus ojos se entrecerraron, la resolución arrugando su frente.
CHARLES-HENRI- MC, si nos despedimos, podrás volver a sonreír, ¿verdad? No te preocupes, soy el Dios de la Muerte. Soy el Dios de la Muerte, odiado por todos. Estoy acostumbrado a estar solo.
Sus labios se estiraron en una expresión distorsionada como la sonrisa pintada de un Pierrot.
CHARLES-HENRI- Tengo que cortar todas las cuerdas que te atan. Todo lo que te causa dolor. Si no, nunca serás feliz, ¿verdad?
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FAUST- Puede que MC esté despertando en ti sentimientos de amor por primera vez. Pero la emoción que te embarga ahora es dominante, egoísta y cobarde. El amor en su verdadera forma es más...
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CHARLES-HENRI- Entiendo, Docteur. El verdadero amor es...
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Cuando me hube secado los ojos, volví a la habitación de Charles-Henri, donde Fausto me dijo que se había despertado.
Aliviada y emocionada, me apresuré a buscarlo.
MC- ¡Charles!
CHARLES-HENRI- MC.
MC- Me alegro tanto de que te hayas levantado. Estoy tan aliviada. ¿Cómo te encuentras? ¿Todavía te duele en alguna parte?
CHARLES-HENRI- No, estoy mejor. Le Docteur me dijo que me cuidaste todo el tiempo.