—¿Dormiste aquí? ¿Y esas maletas?
—Llegué en la madrugada. Esas maletas son tuyas. Tómalas y vete.
—¿Qué...? ¿Me estás echando, Johnny?
—Sí. Ahora vete.
Yo definitivamente no soy el tipo de hombre al que gustan los conflictos, no me gusta discutir, muchas veces prefiero ceder espacio o "perder" antes de entrar en una pelea con alguien. No es que sea un cobarde, es que por el contrario puedo ser muy violento y volátil si me provocan demasiado. Cuando me dejo dominar por la ira soy impredecible y puedo decir o hacer cualquier cosa, y como detective de homicidios sé muy bien lo que alguien es capaz de hacer en un arrebato pasional, y son acciones que luego no puedes remediar.
Matty se había burlado de mí. No se trataba solamente de que me era infiel con total descaro, es el hecho que se victimizaba y me hacía sentir miserable por "descuidarlo". Entretanto que él se aprovechaba de las ventajas de que yo lo mantuviera y viviera a sus anchas en mi departamento. Simplemente me usó, yo sólo le era conveniente.
—¡No puedes hacerme esto! ¿A dónde voy a ir? ¿Acaso te conseguiste a otro a quien tirarte y me botas?
—No voy a ponerme a discutir contigo. No me provoques. ¡Toma tus maletas y lárgate! Necesito dormir algo, estoy agotado.
Pero no se iría así de fácil. ¡No, para nada! Él no era así. Matty trataría de justificarse, buscaría la forma de hacerme sentir culpable, de achacarme la culpa de alguna forma. Porque él nunca cometía un error sino que todo lo malo que me hacía era porque yo me lo merecía o porque lo había provocado. Aun cuando quería intentar salir de todo este lastimoso asunto lo más rápido posible y sin peleas; en el fondo sabía que no sería así y que terminaría confrontándolo "a las malas".
—¿Quién mierdas te crees que eres para tratarme así? ¿Piensas que soy "desechable"? ¿Qué un día te aburriste de mí y simplemente me botas sin darme si quiera una explicación? ¡Eres un maldito cretino!
Fue entonces cuando se vino sobre mí para intentar golpearme. Por supuesto que esto fue una estupidez más de este niñito mimado que no se cansaba de actuar de forma inmadura e impulsiva. ¿Quién más en su cabal juicio intentaría golpear a un individuo que está entrenado para defenderse y tiene un arma cargada a un costado de su cintura? Pues Matty era así de provocador e irracional. Pero esa fue la última estupidez que le soporté: Cuando lo tuve cerca lo sujeté del cuello y empujé su cuerpo contra el refrigerador. Le apunté con mi arma en la cabeza y juro por Dios que ganas no me faltaban de jalar el gatillo.
—¿Te gusta el drama? ¿Quieres una maldita "escena"? ¿Eso es lo que quieres? ¡No me provoques, Matty! Porque podría cumplir tu deseo. Después de todo no sería el primer oficial de policía en ir a prisión por matar a su pareja infiel de un balazo en la cabeza. Te vi hoy en el Rainbow con esos hombres, y sé que no es la primera vez que te escabulles por allí en la noche mientras yo trabajo para revolcarte con quién sabe cuántos tipos. ¡Así que toma tus malditas maletas y sal de mi departamento y de mi vida para siempre!
Allí le vi palidecer. Nunca había sido violento con él, en el tiempo que duró nuestra relación jamás le puse una mano encima. Pero sabía que lo había descubierto y estaba furioso por sus infidelidades. Así que temiendo que pudiera cumplir mi amenaza, apenas le solté, Matty tomó sus maletas y salió de mi departamento en completo silencio.
Después de verle salir me enfundé el arma nuevamente y abrí el refrigerador para buscar una cerveza. Me sentía terriblemente deprimido, en especial porque pese a lo que me hizo, yo lo amaba y no era un sentimiento que podría arrancarme del pecho de la noche a la mañana.
Me fui a la cama luego, y en esa mezcla de tristeza, despecho y agotamiento físico y mental que tenía, me quedé dormido casi al instante.
Desperté más de doce horas después. Estaba muy hambriento, así que me dirigía a la cocina a buscar algo que comer. El problema es que abriendo el refrigerador no vi nada, así que me tocaba pedir una pizza.
Antes de que llegara el repartidor, decidí darme una ducha. Y no había terminado de sacarme la ropa y mojarme el cabello cuando mi teléfono comenzó a sonar. Me tocó que salir desnudo y mojado a buscar mi teléfono en la cocina.
—¿Gus...?
—¿Dónde andas metido? Deberías estar acá en la oficina.
—Soy un ser humano, ¿lo olvidas? Duermo, como, intento bañarme...
—¡Pues deja todo y vente para acá! Nos enviaron los resultados del ADN del semen encontrado en el trasero del chico del basurero. Y no sólo eso, ¡tenemos una coincidencia!
—¿Está registrado en el sistema?
—Sí, y es un conocido delincuente sexual de la ciudad. Están confirmando su dirección actual. Tenemos que ir por él.