Charlie

La camiseta nueva de Charlie

—¡Charlie! Anda cariño, ¡levántate! ¿No quieres desayunar? Hoy tenemos muchas cosas que hacer.

Su madre entró a su habitación y luchaba con el muchacho para sacarlo de la cama. La empleada doméstica necesitaba asear el cuarto de Charlie y esto era algo problemático ya que él era un poco obsesivo con sus cosas y con el orden en el que todo estaba arreglado. Esto es algo muy común en las personas con autismo; ya que son reacios a los cambios y a que las personas invadan sus espacios.

Rosa, la empleada de confianza de los Peterson, tenía más de siete años trabajando para ellos, cuando Charlie apenas tenía nueve años . Pero a pesar del tiempo y la confianza de la familia, el joven no era comunicativo con ella; aunque no significaba que no la reconociera o estimara.

—¿Le abro las cortinas, señora Olivia?

—Sí, eso le desagrada y lo animará a salir de la cama. —Le respondió la madre.

Y en efecto, cuando la empleada abrió las cortinas y la claridad de la mañana invadió la habitación de Charlie, este reaccionó casi como un vampiro sacudiéndose y cubriéndose con las almohadas.

—¡MAMÁ! ¡NO!

—¡Nada, Charlie! ¡A levantarse! ¿No quieres bañarte en la piscina más tarde?

Su mamá le quitó las almohadas, la sabana y todo aquello con lo que pudiera cubrirse. Al final sólo se veía a Charlie sentado en la cama con una notoria expresión de enojo en su rostro. Empezó a mecerse y sacudir la cabeza de un lado a otro evitando mirar de frente a su madre.

—¿Vamos a empezar el día con tan mal humor?

—¡¿Papá?!

—¡No! Hoy no vas a usar ese comodín de "llamar a papá" porque no está en casa, tuvo que ausentarse para encargarse de algunas cosas importantes. Así que tendrás que soportarme sólo a mi... ¡Anda, amorcito! Vamos al baño para que te asees... ¿Charlie?

La señora Olivia Peterson amaba a su hijo y estaba fielmente comprometida en apoyarlo y ayudarle a superar su condición. Desde que Charlie comenzó a manifestar los primeros síntomas de que sería un niño "diferente", ella inicio un largo y muy duro proceso hasta el diagnostico final. El grado severo de autismo de Charlie y la complicación de su trastorno de percepción sensorial fueron golpes muy fuertes para sus padres, ya que las expectativas iniciales de sus médicos tratantes eran muy negativas. Pero su madre, en vez de caer en la conmiseración, la rabia y la lastima; se trazó la meta de sacar a su hijo adelante pese a su diagnóstico; y su coraje, paciencia y determinación se vieron recompensadas por la evolución de Charlie.

Claro, estos "avances" quizás no eran muy notorios si apenas le conocías; pero hay que partir del hecho que cuando Charlie tenía entre seis y ocho años de edad aún no había pronunciado siquiera su primera palabra. También estaba completamente ensimismado, sin hacer contacto alguno con las personas a su alrededor, sin poder valerse por sí mismo para las cosas más básicas como su propia higiene. Al contrario de los niños de su edad, Charlie aun usaba pañales a esa edad y tenían que alimentarle como si fuera un bebé de dos años ya que rehusaba masticar alimentos sólidos. No respondía a ningún intento de comunicación y se pensaba que tenía una grave discapacidad intelectual, además del diagnóstico ya bastante crítico de su supuesta incapacidad de comunicación y expresión verbal.

Pero sus padres no se dieron por vencidos, y contra todo pronóstico médico, se entregaron por completo a buscar diferentes opciones que pudieran ayudarle. En ellos se hacía realidad el dicho de que "A veces hay que trabajar muy duro para alcanzar los milagros", y en su caso la fe, el amor y la esperanza daban sus frutos a diario.

—¡Charlie! No te quiero sacar de la cama a la fuerza, ¡pero lo haré si es necesario! Dame la mano... ¡Charlie!

Charlie se levantó de la cama, su mamá sonrió al ver que le obedeció a pesar de su mal humor. El joven movía la cabeza y con una mano se halaba una hembra de cabello. Su madre con delicadeza le sujetó la mano y la bajó, y luego le tomó de la barbilla para obligarlo a verle de frente. Charlie como estaba molesto evitaba mirarla directo a los ojos.

—¡Mírame, Charlie! ¿Ya no habíamos superado esa actitud evasiva? Mamá es dura contigo, pero porque te amo y quiero lo mejor para ti. ¿Charlie no ama a mamá? ¿Ni un poquito?

—Un poquito...—respondió Charlie en voz baja y sin mirarle a los ojos.

—¡Con eso puedo vivir! Ahora vamos al baño para que te asees.

Como todos los días, su madre permanecía junto al lavabo y le preparaba el cepillo con la pasta dental; aunque cuando lo hacía ese día, Charlie de pronto tomó el cepillo de su mano y trató de hacerlo por sí mismo.

—¡Vaya! ¿Quieres intentarlo tú? Toma...



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En el texto hay: lgbt, investigacion criminal

Editado: 03.04.2018

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