No exageraban cuando afirmaron que la Rainbow era grande.
Cinthya llevaba bastante tiempo caminando por un largo pasillo en donde no se veía el techo... tal vez no lo tuviera en absoluto, solo podía ver las placas metálicas del piso con unas pequeñas luces anaranjadas puestas a intervalos regulares. A ambos lados había puertas de todos los tamaños y formas, algunas eran como las de su camarote y otras eran pequeñas compuertas de acceso a pasillos o conductos de ventilación, pero eran las enormes compuertas de veinte o treinta metros de altura las que la intimidaban; cuando pasaba cerca de una de ellas sentía la necesidad de correr como temiendo que se abriera y la atrapara dentro.
Salvo esas extrañas puertas, el resto del escenario no le causaba ninguna sensación en particular. Sabía que estaba buscando algo y que eso, sea lo que fuese estaba al final del pasillo, pero no tenía prisa por llegar. Se pasó los primeros momentos probando de abrir algunas de las puertas más pequeñas, pero desistió a la vigésima quinta o sexta... deberian estar todas cerradas, incluso las grandes.
Mientras le echaba una mirada a una extraña escotilla circular similar a esas que aparecían en las fotos de los antiguos submarinos captó un ligero y fugaz movimiento al final del pasillo. Al levantar la vista creyó ver por un momento a una persona con cabello rojizo.
-¿Matt? -Se preguntó Cinthya en voz alta... si, ese era el nombre de ese joven, Matt, lo recordaba bien ¿Que estaba haciendo allí?
Aparentemente el pasillo hacia una curva más adelante porque el joven desapareció de pronto hacia la derecha. Cinthya sintió el impulso de correr pero se contuvo y siguió caminando al mismo ritmo de antes. Al llegar al lugar donde había visto desaparecer al joven comprobó que las luces del pasillo se apagaban en ese punto y lo que de lejos parecía una pared era el pasillo envuelto en tinieblas. Sobre la pared derecha había una compuerta de tamaño normal que estaba entreabierta. La joven no lo pensó dos veces y entró por ella.
Se encontró en medio de una habitación bien iluminada de medianas proporciones. El suelo estaba lleno de juguetes que se encontraban esparcidos sobre una alfombra de color rosa. Una ventana dominaba la pared del fondo mientras que una pequeña cama de madera, un placard empotrado en una pared y varias estanterías llenas de libros y más juguetes completaban el mobiliario. Naturalmente Cinthya conocía esa habitación y se encaminó hasta la ventana esquivando cuidadosamente las muñecas y demas juguetes que no reconocía. Con algo de esfuerzo consiguió levantar la hoja de la ventana y una ráfaga de viento agitó su cabello y las cortinas, obligándola a retroceder un poco.
Era exactamente la vista que recordaba, los mismos edificios, las ventanas de departamentos que se elevaban en la distancia de Ciudad Macross, el paisaje que se le había grabado en la memoria de tanto tiempo que pasaba en su habitación. El cielo estrellado estaba salpicado de puntos intermitentes que denotaban la presencia de grandes cruceros de batalla y las continuas estrellas fugaces, que volaban en formaciones de tres Valkyrias mientras realizaban el reingreso atmosférico. ¿Cuántas veces siendo una niña había pedido deseos a esas patrullas de cazas antes que su padre le explicara lo que eran en realidad?
Pero había algo diferente en el paisaje que Cinthya observaba. Al principio fué un ligero sonido que fue amplificandose hasta convertirse en un rugido que hacía que los cristales de los apartamentos cercanos vibrasen con alarmante intensidad. Entonces la vió: por sobre los edificios que ocultaban la vista de la ciudad comenzó a asomarse una gigantesca nave en pleno ascenso. Cinthya se tapó los oídos con las manos para protegerlos del estruendo mientras observaba fascinada como la enorme nave pasaba sobre su vecindario, toda envuelta en luces y dejando tras sí una estela de mariposas azules. ¿Mariposas? Estaba segura que eran mariposas azules, lo había visto en un video en una de sus clases de historia. Esa nave era la primera nave de colonización humana en abandonar el Planeta Tierra, la Megaroad 01.
La nave era tan grande que pasaron varios minutos hasta que el cielo volvió a estar despejado. Ahora volvían a aparecer las falsas estrellas y las estelas brillantes en la debilitada atmósfera del planeta. Cinthya suspiró y cerró la ventana, también corrió las cortinas mientras se decía a sí misma que eso formaba parte de una historia en la que ella no tenía protagonismo. Se dió vuelta y contempló la habitación con curiosidad, como buscando algo. Al examinar la cama vio que sentado en el borde del colchón se encontraba un pequeño muñeco de acción, de esos que les gusta tanto a los chicos de 8 o 10 años. Este muñeco vestía un traje amarillo con grandes rayas verticales negras, pero lo que más le llamaba la atención era el copioso pelo rojo que adornaba su cabeza.
Dió unos pasos hacia la cama y se propuso tomar el muñeco, mas cuando su mano estaba a punto de apresarlo este dió un salto y se plantó desafiante en medio de la cama.
Cinthya se sorprendió y retiró de inmediato la mano. El muñeco de acción estaba haciendo poses de combate, como si fuera uno de esos héroes que luchan contra monstruos gigantes en escenarios de miniatura.
La joven contempló maravillada como el muñeco de Matt saltaba y arrojaba patadas voladoras contra lo que parecían enemigos invisibles. Al dar una vuelta carnero hacia atrás se quedó de pronto haciendo equilibrio sobre una pierna justo al borde de la cama.
-¡Cuidado! -Exclamó Cinthya y se arrojó hacia adelante con las manos extendidas para intentar atrapar al muñeco que estaba a punto de caer.
El muñeco se elevó por los aires mientras Cinthya pasaba por debajo de él y caía al lado de la cama con un gran estruendo.
La joven se incorporó pesadamente apoyándose en el borde de la cama, al levantar la vista vio al muñeco levitando sobre la cama a escasos centímetros de su rostro. No estaba flotando realmente, en realidad parecía sujeto por finos hilos negros que envolvían sus brazos y piernas, como una marioneta.
Cinthya se puso de pie y retrocedió asustada mientras el muñeco volvió a hacer las poses de lucha ahora en el aire.
Atemorizada levantó la vista hacia el techo y contempló con horror una visión de pesadilla.
No había techo, nunca lo había habido. Allá arriba, en las alturas envueltas en niebla y penumbras un gigante, un Zentradi la contemplaba como si ella fuera una muñeca en una casa de juguete. De sus manos gigantes asomaban los hilos que sujetaban los brazos y piernas de Matt que ahora estaba bailando una extraña danza.
Cinthya gritó con todas sus fuerzas y las paredes de la casa de muñecas en la que estaba se abrieron hacia afuera. La oscuridad la rodeaba, estaba sola en un rectángulo de luz que era el piso alfombrado de su habitación. Retrocedió unos pasos y sintió que su pié aplastaba algo que con un crujido resonó en la oscura inmensidad.
Asustada levantó su pie izquierdo y vió que había aplastado un avión de juguete. El modelo le resultaba conocido, era azul y tenía una forma triangular, pero ahora yacía partido en tres pedazos, la cabina se había reventado por el peso de ella y el pequeño piloto de juguete estaba a un lado con la cabeza separada del cuerpo. Cinthya se agachó apresuradamente y tomó los pedazos del muñeco tratando con desesperación de encastrar la cabeza nuevamente al cuerpo, pero para su pesar solo conseguía que más pedazos se desprendieran del mismo. Al caérsele el casco pudo ver como los ojos violetas del piloto de juguete la miraban con terror.