Chatarra

25

No era la primera vez que Virya entraba en la nave de Kreegan, al menos no en forma oficial y los recuerdos de esa experiencia aún la mortificaban. Mientras atravesaba la enorme puerta del hangar se preguntaba si volveria a salir de allí alguna vez. El mensaje no especificaba si debía ir sola o con el resto de su escuadrón, asi que le dió igual que el resto de sus compañeras la siguieran hasta el hangar de la enorme nave. 
Una vez fuera de sus armaduras, fueron recibidas por un pelotón de soldados quienes las escoltaron por los pasillos de la nave. Si acaso esos Zentradis dieron muestra de asombro al ver que una de las pilotos estaba siendo llevaba a la rastra entre dos compañeras y al parecer estaba desmayada, no lo demostraron.
La recién reclutada piloto había experimentado una aceleración demasiado intensa y estaba momentáneamente fuera de combate, Virya estaba sorprendida de que la chica estuviese viva al sacarla de entre los despojos de su armadura, con semejante aceleración, pensaba encontrar los sesos de la joven entre sus piernas, pero al parecer la chica era resistente, un buen comienzo..
Las siete Meltran caminaron un largo trecho dentro de las entrañas de la nave hasta llegar un elevador. Los soldados que las acompañaban formaron a cada lado de la entrada y les indicaron que subieran solas. Una vez que todas estuvieron dentro la puerta de cristal se cerró y comenzaron a subir.
El puente de mando de la nave insignia de Kreegan estaba suspendido en una superestructura que dominaba la parte central de la nave. No había ninguna ventana al exterior, todas las órdenes, navegación y decisiones tácticas se hacían mediante pantallas y hologramas que danzaban frente al puesto del comandante suspendidas en el vacío.
Virya fue la primera en salir del elevador y caminó unos pasos dentro del puente de mando. Delante de ella estaba el mismo Kreegan, reclinado mientras miraba cierta información en las pantallas que Virya no comprendía.

-Capitán Virya-712 y escuadrón presentándose!. -Exclamó a viva voz mientras realizaba un saludo militar.
Kreegan se irguió y dio la vuelta. Virya nunca había visto a los comandantes Zentradis en persona, solamente conocía su aspecto por verlos en las pantallas y sabia un par de cosas sobre ellos, pero uno de esos rumores afirmaban que los Zentradis de la Clase Comandante eran grandes, mucho más grandes que los soldados rasos. Los individuos como Kreegan estaban creados de forma diferente, eran mas fuertes, mas resistentes, mas mortiferos. No solo sabían como luchar, sino que sabían cómo dirigir la poderosa maquinaria de guerra Zentradi como si de un instrumento de precisión se tratara.
-Tú! -Exclamó el Zentradi cerrando los puños. En tres zancadas se puso frente a la Capitana, le sacaba fácilmente dos cabezas de altura. Virya permaneció quieta a pesar de la amenazante figura que tenía delante. El Comandante la miraba fijamente a través de los implantes que reemplazaban sus ojos, por entre los diferentes encastres metálicos que formaban su cráneo se veía a la piel latir y estirarse con violencia.
-Tú! -Repitió y ante el asombro del resto de las Meltrandis tomó a Virya del cuello y la levantó por encima de su cabeza, como si estuviese hecha de aire.
Virya no se resistió, ni siquiera emitió un quejido al sentir la poderosa mano que aplastaba su garganta. Kreegan era el Comandante, tenía el poder de decidir quién vivia y quien moría en la flota ¿Qué podía hacer una simple Capitana salvo permanecer firme y morir en manos de su Comandante sin decir una palabra? Al fin y al cabo ese sería su final, todos morían eventualmente aunque… y esta pausa en su pensamiento sorprendió a la propia Virya… ¡No poder morir en combate! ¡Eso si que le gustaría! Morir acribillada por un piloto que fuera mejor que ella, sentir que había sido finalmente superada por alguien.. ¿Porqué sentía esa extraña sensación…? No conocía las palabras para definirla pero de alguna manera estaban relacionadas con la decepción ¿Decepción? ¿De quien? ¿De ella misma? La mano se cerraba con una fuerza terrible y finalmente el aire comenzó a faltarle, aparecieron unas manchas en sus ojos y sintió que algo húmedo le caía por la mejilla… sangre, si, seguro era sangre ¿Pero por que brotaria sangre de sus ojos…?
-Mi análisis indica que el castigo corporal ha sido suficiente, Comandante. -Dijo una voz de pronto y la presión cedió, un poco.
Virya tomó una bocanada de aire y respiró como nunca había respirado antes, entonces giró un poco la cabeza y vió al Zentradi que habia hablado.
Era un Zentradi, no cabia duda, pero era extrañamente pequeño, casi la mitad de altura de un soldado Zentradi y su cabeza extrañamente deformada, era mucho mas grande de lo normal y tenia varias protuberancias surcadas por venas superficiales. Virya nunca habia visto algo asi.
-Archivista Exsedol -Exclamó Kreegan sin soltar a su subordinada.
El recién llegado había salido desde un abertura circular en el piso del puente del mando, estaba montado en una especie de plataforma circular dotada de una barandilla que se plegó sobre si misma apenas el personaje salió del “elevador”. Vestia una extraña túnica negra que cubria todo su cuerpo, ocultando brazos y pies incluso. Virya no pudo observar más porque de pronto se vio arrojada contra una de las paredes del puente de mando. El golpe en su hombro derecho fue fuerte, pero no perdió el sentido y comenzó a tratar de ponerse de pie lentamente.
Kreegan le dió la espalda y miró al recién llegado.
-No admitiré su opinión en cuanto a cómo tratar a mis propios soldados. -Dijo tajantemente.
-Por supuesto que no Comandante. -Habló el Consejero inclinando levemente la cabeza. -Pero sería una pena perder a un elemento tan valioso como lo es la Capitana Virya. ¿No le parece?
Melia y Fanra habían dejado su puesto y corrieron para ayudar a su Capitana, pero Virya les hizo un gesto para que se detuvieran y volvieran al fondo del puente.
Estaba aturdida por el golpe y su garganta ardía como fuego, pero lo primero que hizo fue pasar su mano por el rostro y contempló con asombro que no era sangre lo que corría por sus mejillas, era agua.
-¿Que…? -Se preguntó sorprendida. -¿Qué es esto?
-Lágrimas. -Dijo el Consejero. -Una reacción de sobre-secreción del lagrimal disparado por un resabio de estímulos ancestrales. -Dijo de corrido. -No es nada de lo que debe preocuparse Capitana Virya.
-Ese elemento Valioso acaba de destruir un escuadrón completo de reclutas hace unos momentos. -Gritó el Comandante señalando a Virya, quien se había puesto finalmente de pie y mantenía su posición firme. -Y no solo eso. -Continuó. -También acabó con una instructora de combate, un recurso valioso de los que no estamos en condiciones de prescindir.
-Estoy al tanto de ello Comandante. -Dijo el Archivista. -Pero las órdenes son del propio Dortrad-Jen y sobre esto creo que la elección depende de mi.
Kreegan cerró los puños. Sin decir una palabra caminó hacia los controles y accionó una serie de instrumentos. Luego contempló los datos que se proyectaron en pantalla.
-Proceda, Consejero. -Dijo sin volver la cabeza.
-Gracias Comandante.
El Archivista caminó hacia el grupo de Meltrandis y las observó detenidamente en silencio. Caminó alrededor del grupo y se detuvo frente a Rika y Tyna, quienes sostenían a la inconsciente recluta.
De entre sus ropas salieron una serie de pálidos apéndices, como lianas entrelazadas que se proyectaron desde aberturas disimuladas entre los pliegues de la extraña vestimenta, hasta tocar delicadamente la cabeza y cuello de la piloto. Un tenue brillo iluminó el extremo de cada uno de las delicadas extremidades a medida que iban examinando las funciones vitales. Al cabo de unos momentos se retrajeron y volvieron a ocultarse bajo el manto del extraño personaje.
-Tú -Dijo volviéndose hacia Kiria. -Golpéala fuertemente en el estómago.
La piloto estaba acostumbrada a seguir órdenes y no vaciló un instante. Dió un paso al frente y descargó un fuerte gancho derecho al estómago de la desvanecida piloto. El efecto fue inmediato; la joven abrió los ojos y cayó hacia atrás debido a la fuerza del golpe. El grupo observó con atención como la recluta quedó de rodillas sujetándose el vientre mientras jadeaba fuertemente tratando de tomar aire.
-Bien, ahora que solucionamos eso, vamos a hablar de esta misión, siganme. -Dijo el Archivista caminando hacia el elevador.
Kiria tomó a la recluta por el cuello del traje espacial y la puso de pié de un tirón. -De pié. -Dijo. -La aturdida joven se tambaleó pero se mantuvo de pie en cuanto la soltaron. -Eso es chica. -Dijo Rika. -Siguenos y mantén la boca cerrada. Para sorpresa de ambas, la joven no dio muestras de desconcierto, frunció el ceño y movió la cabeza afirmativamente.
Virya ya estaba dentro del elevador y con gesto indicó que se apresuraran. Inmediatamente las siete guerreras estuvieron descendiendo junto con el Archivista.
-Creo que fué usted afortunada. -Dijo de pronto Exsedol. -Si hubiese llegado unos momentos más tarde su escuadrón hubiese vuelto a tener solo 6 elementos.
Virya se mantuvo en silencio, pero apretó los puños y este gesto no pasó desapercibido para los demás.
-Al contrario que nuestro Comandante, yo no la culpo por lo que hizo Capitán. -Continuó el Archivista. -Lo que siento es curiosidad por lo que hizo, verá… actos tan… espontáneos como el que usted realizó ahi afuera no son algo muy… corriente entre los pilotos de combate.
El elevador se detuvo y el grupo comenzó a caminar por un largo pasillo en dirección al hangar principal de la nave. Dicho hangar ocupaba casi un tercio de popa de la nave y la actividad era frenetica. Las armaduras de combate se ordenaban en interminables líneas, cruzadas aquí y allá por unas estaciones de reabastecimiento suspendidas al techo por enormes estructuras que incorporaban cintas transportadoras. La munición era enviada por líneas de distribución a lo largo del hangar y cargada en las máquinas de combate con increíble rapidez. Había más de quinientas armaduras Nousjadeul-Ger y unos trescientos Regult en ese momento, pero Virya sabía que un número igual estaba en esos momentos patrullando o realizando adiestramiento en ese momento.
Los seis Queadlunns del escuadrón de Virya estaban estacionados a un costado, al parecer ignorados por los cientos de tripulantes que recorrían el hangar de un lado a otro preparando sus propias máquinas de guerra.
Exsedol se detuvo y señaló las armaduras. -Primero tendremos que ocuparnos de darle a su nueva recluta una armadura nueva. -Se dió vuelta y miró a Virya a los ojos. -Reúna a su equipo y aborden sus armaduras, cuando estén listas salgan al espacio y esperen mi transporte, yo llevaré a esta recluta conmigo.
Virya se llevó el puño al pecho y con un gesto indicó que la siguieran. El Archivista y la joven recluta observaron en silencio como el grupo abordaba sus armaduras.
-Bueno. -Dijo Exsedol. -Vamos a nuestro transporte.
-Entendido. -Dijo la joven.
Caminaron por entre pertrechos de guerra y maquinaria. Muchas de las maquinas, gruas y plataformas yacian dañadas a un costado del hangar, dando testimonio de los incontables ciclos que la nave había estado en servicio. A un costado vieron también los restos del Queadlunn Nona de la recluta, la cabina había sido arrancada a la fuerza y yacía ahora como un cadáver descuartizado a la espera de unos carroñeros que jamás llegarían. Era seguro que allí se quedaría hasta el fin de la vida útil de la nave nodriza.
Al cabo de un rato llegaron a una zona de aterrizaje, donde un transporte los esperaba con las escotillas abiertas.



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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