Chatarra

37

Las luces de la plataforma donde el grupo de Virya y Exsedol se encontraba, ahora completamente solos, se habían ido atenuando hasta sumirlos en una penumbra brumosa. Los dos grupos de Meltrans habían abandonado el lugar por diferentes puertas pero Virya parecía estar demasiado enfrascada en sus pensamientos como para haberlo advertido. El propio Dortrad-Jen había dado por terminado el asunto y sin nada mas que agregar, volvió a elevarse en toda su altura y ahora parecía estar ocupado en otra cosa. Poderosos estampidos y relámpagos de luz se vislumbraban desde abajo, más el gigantesco Almirante pareció haberse olvidado de ellos.
Dortrad-Jen quería enfrentar a los tres mejores escuadrones de Meltrans en una batalla a muerte. No tenía ningún sentido. Estaban a punto de liberar el combate más grandioso en toda la historia de la flota y el Almirante decidia enfrentar… no, desperdiciar, esa era la palabra correcta. Desperdiciar a sus mejores guerreros en un inútil combate entre sí. ¿Era eso Estrategia? No, eso era locura, definitivamente.
—¿Por qué? —se dijo en voz baja mientras apretaba el puño, aunque en realidad ya sabía la respuesta: Eran ordenes.
Exsedol permanecia inmovil, con la vista clavada en algún punto de la enorme caverna, soltando de vez en cuando una especie de murmullo suave. Que estaba haciendo, ninguna de las guerreras podia adivinarlo.
Pasaron varios minutos antes que Virya respirara profundamente y se diese vuelta para mirar al Archivista a los ojos. —¿Cuales son las órdenes?— preguntó.
El aludido abrió lentamente los ojos y levantando la cabeza ligeramente miró a la guerrera como si ella no estuviese ahí. —Prepararse, eso es lo que deben hacer ahora— dijo con total desinterés.
—Capitan, estamos listas.—Dijo Tyna dando un paso al frente.
Virya sonrió y levantó el brazo con el puño cerrado. —Vamos —dijo.

Se pusieron en marcha inmediatamente, Virya al frente y el resto de las guerreras formado una fila compacta. La novata y el Archivista cerraban la fila en silencio. Habían salido de la plataforma por la misma abertura por la que habían llegado, más el camino que estaban recorriendo parecía ser completamente diferente. Luego de dar vueltas y vueltas sobre si mismo, la pasarela que cruzaba el enorme abismo negro comenzó a ascender en dirección a una plataforma que se extendía por sobre sus cabezas.
—Todo esto no estaba aquí cuando llegamos ¿No? —preguntó Rika.
—La fortaleza está cambiando . —La voz de Exsedol retumbaba con ecos en invisibles paredes de oscuridad absoluta. —Dortrad-Jen se prepara para combatir.
Una serie de enormes vainas de más de trescientos metros de largo comenzaron a descender lentamente desde las tinieblas sobre ellos. Estaban suspendidas por cables o lo que parecían ser filamentos de algún tipo de tejido biológico, cada uno moviéndose en una dirección diferente, pero manipulando el pesado objeto con una precisión milimétrica. Virya reconoció los objetos; eran cañones de energía, centenares de ellos colgando y balanceándose en la enorme caverna que conformaba las entrañas de la fortaleza.
Las enormes armas fueron colocadas en posición perpendicularmente a las paredes, momento en el cual una abertura surgió en el mismo material vivo de la estructura cavernosa, que engulló por completo el arma, dejando solo una serie de apéndices y filamentos conectados a una maraña aún más gruesa que se perdía en las alturas.
—Todo el casco externo debe estar recubiertos de cañones de energía. —balbuceó Melia con los ojos desmesuradamente abiertos.
Mientras el grupo de Virya avanzaba lentamente por el interior de la fortaleza, el exterior de la misma se había erizado completamente con las enormes armas, cada una de ellas fija en su posición pero tan numerosas y dispuestas de tal forma que ni un solo pedazo de espacio quedaba fuera de alcance del poder de fuego de Dortrad-Jen.

El grupo terminó de ascender por la pasarela y se encontró en la plataforma en la que habían dejado sus armaduras de combate. Del transporte que había traído al Archivista no había rastro alguno.
—Alto. —dijo Virya de pronto mientras levantaba el puño y lo movía en forma circular. El gesto fue interpretado en el acto por las guerreras que formaron un círculo alrededor de la Capitana y se pusieron de cuclillas con una rodilla apoyada en el piso. Maya reaccionó un poco más tarde e imitó a sus compañeras ocupando el lugar libre entre Melia y Rika
Exsedol permaneció afuera del círculo sin decir una palabra y abrió los ojos con asombro cuando vio que Virya le hacía señas con la mano para que se acercarse.
—¿Que sig….?—preguntó entre indignado y sorprendido por el gesto de la Meltran
—¿Usted es ahora mi Consejero, verdad? —preguntó la guerrera mientras clavaba su vista en el sorprendido Archivista.
—Eso no es… es… —El confundido Zentran miro a cada lado tratando de encontrar una respuesta a la pregunta, más la oscuridad que los rodeaba no le dio ninguna respuesta. —Creo que… eso parece. —Reconoció cerrando los ojos.
Virya se apartó un poco y el resto del círculo dejó lugar al nuevo miembro del equipo. Exsedol ocupó el lugar a la izquierda de Virya y miró sorprendido a las guerreras; en esa posición tenían todos la misma altura.
—Si usted ha sido creado para aconsejar, aconsejeme.— dijo Virya mirándolo a los ojos.—¿Que sabe de este combate y que trama el Almirante con esto?
La cabeza del Archivista latió con violencia y un destello de ira relampagueó en sus oscuros ojos oscuros. —No se nada mas de lo que usted sabe, «excelencia»— el sarcasmo que impregnó su voz al decir la última palabra fue como un golpe para Virya, pero el Archivista tenía razón, no podía exigir su colaboración. Abrió la boca para disculparse pero Exsedol continuó como si nada. —Los motivos que tenga nuestro Almirante para hacer lo que hace no son problema nuestro y con respecto a vuestro «consejo»… ¿Me equivoco al pensar que usted no lo necesita en lo más mínimo..?
Virya asintió en silencio. El resto del escuadrón guardaba un silencio sepulcral.
—Lo sabía— dijo Exsedol subiendo la cabeza mientras miraba los lejanos relámpagos verdes que refulgian allá arriba a lo lejos. —La mejor guerrera de toda la flota combinada, la única con la suficiente capacidad de mando para mantener un escuadrón completamente independiente de la cadena de mando, la única capaz de cargar con la responsabilidad de la vida y la muerte, no solo de sus subordinadas, sino de cualquier otro soldado amigo o enemigo… no— dijo sacudiendo la cabeza. —Capitán Virya, usted no necesita mi consejo ni los datos que tengo almacenados en mi cabeza.
—¿A que se refiere?— preguntó la guerrera apretando los puños.
—Usted sabe exactamente lo que debe hacer ¿O me equivoco?
Virya permaneció callada unos momentos sopesando las palabras del Zentran, luego se puso de pie y señaló las armaduras vacías.
—Se aliarán contra nosotros. ¿Verdad?
Exsedol cerró los ojos y asintió con la cabeza. —Asi es, la famosa guerrera Virya y su escuadrón serán el primer objetivo de los dos escuadrones rivales.
—Una alianza momentánea —Virya dio un par de pasos y se detuvo. —Nos atacaran primero y cuando nos hayan eliminado tratarán de matarse entre ellas. Es lo que cualquier estratega haría.
—Pero usted no es una estratega, Capitán Virya— exclamó Exsedol mirando hacia el centro del círculo. —¿Donde aprendió a pensar como tal?
—Nunca he pensado diferente— afirmó la guerrera volviendo a ocupar el lugar junto al Archivista. —Sé lo que sé porque fui creada con ese conocimiento.
Exsedol abrió un ojo y miró a la meltran con curiosidad, pero no dijo nada. Fué Tyna quien tomó la palabra.
—¿Eso significa que tendremos a dos atacantes por cada una de nosotras? —una pequeña sonrisa asomó en sus labios —No será la primera vez que nos superan numéricamente Capitán.
Virya asintió lentamente a la vez que miraba atentamente a cada una de sus guerreras. Llevaba tanto tiempo junto a ellas, las conocía a la perfección, tanto si estaban descansando de sus salidas o dentro de sus armaduras de combate. Eran parte de su cuerpo, una extensión natural de sus brazos y piernas que reaccionaban con la misma rapidez que su armadura lo hacía cuando ella la pilotaba. Meltrans como las que tenía enfrente en ese momento eran lo mejor de lo mejor de la raza Zentradi.
Y saber que casi con seguridad morirían ese mismo día la llenaban de terror.
Pero por un momento alejó ese pensamiento de su mente; las palabras de Exsedol la habían vuelto a turbar «¿Donde aprendió a pensar como tal?» había preguntado el Archivista y sin saberlo había desencadenado una serie de recuerdos en la mente de la guerrera, recuerdos que había borrado inconscientemente y ahora volvían como un torrente de preguntas sin respuestas.
No siempre había sido así y sabía exactamente desde qué momento había cambiado.



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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