—¿Que parte de “Echar un Vistazo” no entendiste Tass....?
La muchacha no contestó y se acurrucó aún más en el asiento como si quisiera desaparecer dentro.
Amanda suspiró profundamente. —Okey, de acuerdo... no vale la pena discutir sobre eso... ¿Que averiguaste?
Tass no respondió. Mientras tanto no dejó de operar la consola que tenía frente a ella. Las pantallas se sucedian en cascadas informando los procesos de verificación de los diferentes sistemas que se ponían en marcha. Amanda esperó pacientemente pero finalmente su genio se impuso.
—Tass, no estoy enojada contigo, solamente me preocupa los rumores que van a correr por la Colonia.
El sonido que los dedos de la muchacha hacían sobre el teclado de su consola se silenció mientras que giraba la cabeza para mirar a la mujer sentada por encima de ella. —¿Y?
—¿Cómo «y»? —Respondió perpleja Amanda mientras se enderezaba en el sillón del Capitán.
—Me importa un rábano lo que la gente de la Colonia diga.
—A vos no, pero a mi si me importa.
—¿Desde cuando tengo que llamarte «Mamá» Amanda..?
—Soy el Capitán de esta nave jovencita. —La mirada de Amanda era tan fria y penetrante que hizo estremecer a Tass en su asiento. —Que no se te olvide.
Tass abrió la boca para responder pero un zumbido acompañado de un mensaje parpadeante en la pantalla atrajo su atención.
—¿Que pasa?
—Es un mensaje automático seguridad, nada grave. —Dijo Tass cerrando la ventana y volviéndose nuevamente para confrontar a Amanda. —No sos la Capitana durante mis horas libres.
—Si lo soy, y tambien lo soy mientras duermo, asi que mas te vale que lo entiendas de una vez.
—Pero Amanda, es ridículo que me increpen por eso, no estoy saliendo con Jim, solamente lo acompañe por la Colonia para mostrarle el lugar ¿Que tiene eso de malo?
—Primero y principal, el es un Teniente de la NUNS y cuando estás en tu puesto no lo vas a llamar por su nombre y segundo.... ¿Otra vez?
El mismo zumbido y la misma alerta visual habían vuelto a aparecer en la pantalla de Tass. La joven se dió vuelta pero esta vez no cerró la ventana de aviso, sinó que abrió una ventana donde se desplegó un registro de datos en forma vertical.
—¿Que pasa Tass?
—Es un pequeño sistema de seguridad mío, no me acordaba que seguía activo, lo uso solamente cuando navego por ciertos lugares de la Red Galaxy.
Amanda levantó una ceja y miró con curiosidad la pantalla de Tazz. —¿Te molesta explicarme eso?
Tass suspiro como le pasaba siempre que tenía que explicarle algo a su jefa, no le gustaba hablar de su «personalización» del sistema informático de la Rainbow. —Es un programa de virtualización de redes, lo que hace es crear una pequeña red virtual falsa cuando ciertos programas intentan averiguar la localización del equipo que navega la Red Galaxy
—¿Y para qué necesitas hacer eso?
—Y... a veces es mejor no atraer ciertas miradas sobre la Colonia cuando se consulta «información delicada» en la Red.
Amanda se puso derecha en el asiento. Su posición privilegiada por encima de los demás puestos de control le permitian ver todo el puente y gran parte de la vista del Campo a través de los gruesos cristales que las separaban del espacio exterior.
El puente de mando de la Rainbow era una torre que se elevaba exactamente en la proa de la gigantesca nave. Dado que las naves como la Rainbow se construían en forma modular sobre la marcha, esa sección junto con el reactor eran las más antiguas de la nave. No obstante se notaba un excelente mantenimiento y una cuidada atención al aseo.
—Nadie duda de tu talento pero… —dijo haciendo una pausa. —Las medidas extremas de seguridad también pueden traer miradas indiscretas sobre nosotros.
Tass movió la cabeza sin quitar los ojos de la pantalla —Ya lo se, es por eso que este programa está destinado a desviar a los curiosos, no atraerlos.
—¿Desviarlos?
—En estos momentos los avanzados rastreadores de la NUNS están revisando la bases de datos de una nave de carga a cientos de años luz de distancia de nosotros.
Amanda sonrió y centró la mirada en la pantalla frente a ella; con todo lo que había sucedido en las últimas veinticuatro horas casi no había tenido tiempo para llevar a cabo las importantes tareas que le correspondian.
Al fin y al cabo no culpaba a la joven y hasta coincidia un poco (Solo un poco) con la opinión de Silvia, pero algo en su interior se revelaba contra la idea de que una persona extraña a la Colonia pudiera causar un efecto tan devastador en la confianza de su equipo.
Tass era una joven brillante y su habilidad con los sistemas informáticos era indiscutida. Había sido un golpe de suerte el que uno de los jóvenes que crecieron en la Colonia desarrollara tal habilidad y sacrificase un brillante futuro en cualquier otra flota o planeta de la galaxia para ejercer en la Rainbow.
Tass, Will, Mina… cada uno de esos niños había crecido en uno de los ambientes más difíciles de la esfera de expansión de la colonización humana, rodeados de más máquinas que de seres humanos y no obstante se habían convertido en un grupo de adolescentes y jóvenes maravillosos.
Sin pensar extrajo el pad de su bolsillo y examinó la foto que Silvia le había pasado el día anterior; hacía mucho tiempo que no tenia fotos recientes de la gente que quería. Con el dedo toco suavemente la superficie de la pantalla y la imagen se centró en el rostro de Mina, ocupando toda la pantalla. ¿Cuando se habia convertido su preciada hija en una joven mujer? ¿Cuando había dejado de ser una niña? Hacerse esas preguntas era doloroso para Amanda, porque comprendía que surgían del reconocimiento de su propio fracaso como madre. ¿Pero era su culpa realmente?
Amanda no había fracasado nunca, desde que la fundación Unity la había cobijado bajo su manto protector había obrado milagros para mantener a la Rainbow, no solo como un emprendimiento sustentable, sino como una verdadera comunidad de seres humanos al borde mismo de la galaxia.