Chatarra

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Error #404: No encontrado.
Jim volvió a escribir el nombre usando otras letras, a lo mejor se trataba de un error en cómo había escrito el nombre “Virya”. Tras varios intentos infructuosos suspiró y se dió por vencido. 
Estaba seguro que el nombre Virya era de origen Meltrán, al menos ese dato le daba una serie de pistas de donde ampliar su búsqueda. Resolvió cambiar su aproximación al asunto y tecleó “Queadlunn Rau Rojo” en el campo de búsqueda.
Como se lo imaginaba, la famosa armadura que pilotara la As Milia Fallyna apareció en pantalla en una sucesión de fotografías y notas de la más variada índole y temática posible. Al fin y al cabo era la más reconocida de todas. Jim resaltó el nombre de la conocida piloto y lo asignó como elemento a filtrar por el motor de búsqueda.
Al cabo de unos momentos aparecieron nuevos resultados, esta vez obviando toda relación con la famosa Meltran. La decepción de Jim era evidente, apenas una docena de artículos habían aparecido y el nombre de Virya no se mencionaba en ninguno de ellos.
Había varios Rau de color rojo de los que se conocía su ubicación en la actualidad, algunos de ellos en posesión de coleccionistas y otros en museos o exhibiciones permanentes. Uno de ellos estaba asignado a una conocida PMC con asiento en la flota Frontier. Jim sintió curiosidad y seleccionó la noticia, haciendo que una fotografía de la armadura junto con su piloto apareciera resaltada. Ni el rostro de la joven piloto de cabello azul ni su nombre le decían nada, además esa armadura era un Rhea, no un Rau, seguramente el autor de la nota los había confundido por su gran similitud. Jim cerró la nota y continuó su búsqueda en los otros artículos.
Nada. 
Había chocado contra un callejón sin salida ¿Estaría equivocada su corazonada? Tal vez se trataba de alguna historia de la Colonia completamente desconocida en el exterior y sin importancia para el Mando de la NUNS pero… algo hacía ruido en la cabeza de Jim y el se tomaba muy en serio esas cosas. 
Apagó la consola y desactivó los últimos sistemas antes de bajar de un salto hacia el piso del hangar. La cabina del caza se cerró unos momentos más tarde.
Jim contempló en silencio el VF-17, recordando todas las situaciones en las que se había involucrado con su caza en las últimas cuarenta y ocho horas. Dio unos pasos alrededor del ala izquierda, recorriendo el perfil con los dedos como si comprobara el filo de una antigua espada. Al llegar a un punto intermedio se inclinó por debajo de la misma y examinó uno de los lanzadores de señuelos del caza, sellado tras una compuerta rebatible que lo protegía de las inclemencias del espacio exterior. No le había quedado más remedio que configurar los lanzadores en modo manual, ya que el protocolo de vuelo le impedía modificar los valores establecidos por el control de misión, pero eso es lo que menos le preocupaba. ¿Cómo habían podido cometer un error tan grave? Rodarian un par de cabezas en la división de planificación, de eso estaba absolutamente seguro.

Sin nada más que hacer dio la espalda a su aeronave y se dirigió hacia uno de los transportes que los operarios que trabajaban alrededor de la Rio Grande habían dejado libre hacia algo más de una hora. Colocó su casco en el asiento del acompañante y realizó unos pocos ejercicios de estiramiento. Trabajar debajo del VF-17 hacía que uno esforzara su espalda al máximo.
Se tomó unos instantes para examinar la Rio Grande, un carguero de clase II era uno de los más comunes en toda la Galaxia. Fabricados en masa durante los comienzos de la expansión humana, la mayoría de los que estaban en manos civiles habían pertenecido en algún momento a una de las múltiples flotas que salían de La Tierra a la conquista del espacio. Esta nave sin embargo se revelaba muy diferente a las que Jim conocía, estaba en un estado de conservación casi perfecto, sin abolladuras o deformaciones del metal tan comunes en las enormes naves de carga que se amontonaban en cada uno de los puertos de las Colonias o Flotas del ejército. Definitivamente el Capitán sabía cómo cuidar su nave y Jim ya se había dado una fugaz idea al ver la extraordinaria pericia con la que había aterrizado en ese mismo lugar en forma completamente manual.
Realmente quería conocer a ese hombre.
Subió al vehículo de transporte y comprobó aliviado que el personal de mantenimiento había dejado programado una especie de GPS en la pantalla principal del panel de instrumentos. Aún no estaba familiarizado por completo con la enorme nave y no quería perder tiempo dando vueltas por callejones sin salida.
Aceleró y salió raudamente en dirección a las marcas centrales que se internaban en la oscuridad. Inmediatamente encendió las luces delanteras y navegó el laberinto de piezas y materiales de construcción que se elevaban a cada lado de la ruta principal. Pronto comenzaron las vueltas alrededor de las secciones más atestadas de maquinaria y Jim se alegró de tener el GPS bien configurado.
Pronto encontró la entrada al elevador y estaciono el vehículo en el espacio que se liberó al bajar las barreras de seguridad. Una vez que el transporte estuvo bien anclado en su sitio comenzó a elevarse lentamente hacia las partes habitables de la Colonia. 
Le tomó diez minutos llegar a la cubierta superior y a la vía principal de comunicación que usaban los habitantes de la Rainbow para ir de un lugar a otro. Jim se sorprendió al ver a tanta gente en las calles a esa hora del día, al parecer la llegada del carguero era un acontecimiento social muy esperado por todos los colonos.
Jim dejó su vehículo estacionado junto a los demás y se bajó a investigar el colorido mercado. La gente giraba la cabeza al verlo pasar vestido con su uniforme de piloto pero nadie lo molestó ni le dirigió ninguna mirada hostil. Algunos niños lo señalaban con curiosidad pero eso fue todo. Al parecer la noticia de que Ralph y el resto de los Recolectores estaban bien había corrido ya por toda la Colonia. Dejaron tranquilo a Jim y él se dedicó a recorrer el lugar.
La cubierta central desde donde partían las enormes escaleras que llevaban al parque se habían transformado en un pequeño bazar donde la gente iba a recoger las entregas frescas de frutas, verduras y carne que llegaban vaya uno a saber de qué punto de la galaxia. 
Con asombro vio que la gente tomaba lo que quería de los cajones donde los productos se exhibian, simplemente llenaban sus canastos y pasaban al siguiente puesto, no había ninguna clase de transacción comercial.
Había toda clase de frutas conocidas y desconocidas por Jim; pirámides de naranjas y mangos, mandarinas y pomelos resaltaban entre las demás por sus colores brillantes pero también había manzanas, bananas, kiwis, sandías, cerezas, ananás, ciruelas, fresas, frutillas, arándanos, uvas y limones.
En otro sector encontró frutos secos de todas clases y colores. Almendras y nueces de diferentes lugares, maní y ciruelas pasas, dátiles y semillas de todo tipo; hojuelas de maíz y diferentes cereales como la avena, la cebada, trigo y arroz, este último en grandes bolsas cerradas que muchos colonos cargaban en carritos especiales para llevar mercancía. El resto de la gente recogía pequeñas cantidades de cereales con unas cucharas para volcarlas en bolsitas individuales o mezclandolas para dejarlas listas para el desayuno.  



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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