—Manu! —gritó Akemi con la suficiente fuerza para que su amigo soltara de inmediato el emparedado que había tomado del plato.
—Tengo hambre! —se justificó el joven haciendo una mueca —¿Cuanto más se supone que vamos a esperar?
La joven no respondió, pero apartó el plato con los emparedados lejos del alcance de las manos de Manuel, quien hizo una especie de gruñido y sacó su Pad para matar el tiempo.
No había mucha gente en el parque, la mayoría permanecía en la plaza de la cubierta inferior y solo algunas parejas recorrian los senderos o se sentaban a conversar en los bancos de metal cerca de las barandillas. El mantel a cuadros donde Manuel y Akemi esperaban sentados a que llegaran los demás era el único Picnic de todo el parque.
—No deberían tardar mucho más Manu. —dijo la joven mientras colocaba servilletas al lado de cada platillo. Luego se sentó apoyando la espalda contra el tronco del árbol a la sombra del cual había extendido el mantel a la espera de sus amigos. Una ligera brisa producto de los acondicionadores y filtros de aire soplaba en ese momento, agitando levemente las pequeñas hojas pardas que aún no habían caído al suelo de esa especie de otoño simulado en la Colonia Rainbow.
Una pareja de niños perseguía una pelota entre los senderos. Sus gritos de entusiasmo era en verdad los únicos sonidos que llenaban la atmósfera del parque aunque todavía se escuchaba algún que otro murmullo proveniente de los colonos que se habían quedado hasta último momento en el mercado de frutos.
—Ah por cierto. —dijo Manuel levantando la vista de su Pad. —Tengo tu paquete.
El joven estiró el brazo y tomó una abultada mochila que había permanecido a un costado. Luego de revolver un poco sacó de su interior una caja envuelta en una bolsa sellada.
—Tus zapatillas nuevas supongo— dijo Manuel mientras le ofrecía el paquete.
—Gracias Manu. —respondió entusiasmada la joven tomando la caja con ambas manos. —Las estaba esperando.
Akemi rompió el precinto y abrió la caja ante la mirada curiosa de Manuel.
—¿Son de Running profesional? —preguntó
La joven asintió y comenzó a desabrocharse los cordones de sus viejas zapatillas. —Me las voy a probar ahora mismo. —agregó.
Ambos jóvenes estaban tan entusiasmados con el calzado que no vieron llegar a Mina, quien se detuvo a observarlos desde atrás con gesto divertido.
—Y yo preocupada por si estaban aburridos por mi demora— dijo.
Akemi había terminado de atarse las nuevas zapatillas y de un salto se puso de pie para darle un abrazo a su amiga. —¡Llegaron mis zapatillas! —exclamó mientras se apartaba y levantaba el pie derecho para mostrar el calzado.
—Estan geniales Akemi— contestó la joven mientras dejaba la cartera junto a la mochila de Manuel. —Perdona por haberte dejado sola organizando todo esto. —dijo
Akemi hizo un gesto con la mano restándole importancia al asunto. —No pasa nada, además Manu me ayudo un poco.
El joven levantó la vista de un catálogo que había venido incluido con las zapatillas. —¿Un poco? —dijo con un suspiro. —Tuve que subir toda la comida yo solo.
—Si, fue un milagro que no te cayeras por las escaleras. —respondió Akemi. —¿Que tal estuvo la mañana Mina?
La joven se sentó sobre el mantel y estiró sus brazos en un gesto cansado. —Interesante al menos— dijo pensativa. —Evans tiene algo nuevo para sus investigaciones sobre la herencia genética de la Protocultura.
Akemi se puso en cuclillas y usando sus dedos presiono con delicadeza un pequeño dispositivo sobre el empeine de cada una de sus zapatillas. Se oyó un leve silbido y el calzado pareció inflarse, cambiando su forma alrededor del pie de la joven.
—Wow. —exclamó Mina. —Parece que estuviesen vivas
—Es un material inteligente, se adapta automáticamente a la forma del pie y responde a los requerimientos de cada actividad. —explicó entusiasmada la joven.—Ahora que estoy en reposo adopta una forma más confortable. ¿Que decias de Evans?
—Que probablemente deje a Matt tranquilo por una temporada. —contestó.
Manuel dejó el catálogo dentro de la caja y se sentó derecho. —Evans está presionando demasiado a Matt con sus experimentos— dijo. —Antes acostumbraba a supervisar los ensayos una vez por mes o cada quince días… pero ahora cada vez que entro al salón de actos veo las pantallas de monitoreo encendidas o los paneles desplegados.
Mina asintió en silencio.
—Es cierto Mina. —opinó Akemi. —Deberías hablar con él sobre eso… o que interceda tu madre..
—Evans no tiene malas intenciones con Matt— respondió su amiga. —Es solo que se siente más cerca de lograr algo con sus investigaciones pero… —La joven bajó la vista hacia el mantel a cuadros. —No, tienes razón. —dijo finalmente. —Hablaré con el Doctor sobre eso, no creo que sea necesario recurrir a mi madre.
Manuel y Akemi se miraron un momento mientras Mina guardaba silencio pensativa.
Una nota musical quebró el silencio del parque, inmediatamente la voz de una mujer se escuchó desde lo alto, proveniente de altavoces disimulados entre las tuberías y conductos del techo.
—Se informa al público que el Mercado se encuentra ahora cerrado. —Culminó la voz seguida de otro tono musical.
—¿Ya son las dos de la tarde? —preguntó Mina mientras miraba su Pad.
—Espero que Cinthya no se haya perdido. —Dijo Akemi con preocupación. —Le dije que la esperábamos a la una.
—Tampoco hay señales de Matt. —Mina miró las pantallas donde se proyectaba el falso cielo. —Dijo que iba a visitar a Will al calabozo ¿No?
Manuel asintió. —Deben estar conspirando sobre ese Robot del astillero cuatro ¿Enserio no has podido disuadirlo todavia Mina?
—No. —contestó. —Pero después de lo que hizo Will el otro dia… no se atreverían a hacerlo, Will ha sobrepasado el limite esta vez.
—Crees… —Akemi tragó saliva. —¿Crees que los militares lo encarcelen?
La joven negó con la cabeza. —No— dijo. —No se que tan grave fue el incidente pero si hay algo que mi madre no quiere es justamente problemas con la NUNS. Estoy segura que encontrará la forma de solucionar el asunto dentro de la jurisdicción de la Colonia.
—¿Aunque eso implique dejar a Will varios años encerrado? —preguntó Manuel apoyando el Pad en el mantel.
—Probablemente… aunque me inclino más a pensar que podrían revocarle su licencia para desactivar y manipular explosivos.
Akemi y Manuel miraron a Mina con incredulidad. —Eso sería un duro golpe para Will. —comentó el joven. —Es un Otaku del armamento Zentradi.
—Sigue siendo mejor alternativa que terminar en una celda en vaya a saber qué planeta o colonia prisión usen los militares— dijo Mina encogiéndose de hombros.
Akemi asintió mientras sacaba su propio Pad de entre sus cosas. —Voy a llamar a Cinthya a ver si le ha sucedido algo.
Puso el dedo sobre la pantalla del aparato pero no llegó a seleccionar el contacto adecuado, en ese momento vió con alegría como Cinthya llegaba corriendo trayendo de la mano a Matt.
—¡Perdón por la demora! —exclamó la inspectora entre jadeos mientras prácticamente caía de rodillas en la hierba. —Vinimos corriendo desde la cubierta 11.
Matt también estaba sin aliento pero permaneció de pie junto al árbol. —Hola. —dijo saludando al grupo agitando la mano derecha.
La aparición de Matt había tomado a Mina por sorpresa, pero eso no fue nada a la sensación que le provocó el ver como Cinthya traía a su amigo agarrado de la mano.
—¿Donde rayos estaban ustedes dos? —preguntó Manuel soltando una carcajada. —¡Nos estamos muriendo de hambre!
—¿Y esa venda? —preguntó Mina mientras se ponía de pie. —¿Qué te pasó, Matt?
Akemi y Manuel miraron primero a la mano vendada de Matt y luego a Cinthya, quien había empezado a respirar con normalidad.
Matt se sonrojó y ocultó la mano detrás de la espalda mientras tomaba asiento sobre el mantel. —No es nada— dijo. —Es solo un cortecito.
Cinthya suspiró profundamente. —Me lo encontré vagando solo por el hangar con la mano sangrando… tuve que aplicarle primeros auxilios y llevarlo a la enfermería de la Colonia.
Manuel entornó los ojos como adivinando parte de la historia. —Eso de vagar por el hangar principal es totalmente algo que Matt haría— dijo señalando a su amigo. —Pero la parte de andar dejando un reguero de sangre por el piso es algo nuevo ¿Qué cuernos se te pasó por la cabeza?
Ante el silencio del joven Cinthya se puso de pie y volvió a tomar la palabra. —El Doctor David me aseguró que la herida no es grave, solamente está algo inflamada pero debería curarse pronto si no la mueve demasiado.
Mina había permanecido de pie y en silencio todo ese tiempo mirando inquisitivamente a Matt, algo indecisa sobre qué hacer con su amigo, finalmente se dió por vencida y volvió a sentarse en su sitio.
—Bueno bueno. —Dijo de improviso Akemi tratando de cambiar el tenso ambiente. —Yo me estoy muriendo de hambre ¿Y si empezamos a comer?
Los demás aplaudieron la idea y Cinthya se sentó en el mantel al lado de Manuel.
La joven había dispuesto casi una docena de platos diferentes en el enorme mantel a cuadros. Cinthya observó con deleite todos los platillos sin saber que saborear primero. Había bollos rellenos, langostinos fritos con su arroz blanco y rollitos de huevo ideales para comer con palillos pero también había manjares más tradicionales como emparedados y bocadillos, croquetas rellenas de queso y muchos snacks para elegir, aceitunas y pickles e incluso un pequeño calentador donde una ollita mantenía una Fondue a la temperatura ideal para sumergir los bocadillos y cubrirlos con dorado queso fundido.
Los cinco amigos se lanzaron a comer con avidez, intercambiando de vez en cuando algún comentario o carcajada sin dejar de probar uno u otro plato ante el deleite de Akemi.
—Trabajé toda la noche en esto— dijo con la boca llena. —Mas les vale comerlo todo.
Todos asintieron sin dejar de masticar y Manuel aplaudió entusiasmado. El chico realmente apreciaba la comida.
Matt permaneció en silencio durante la abundante comida y no porque tuviera la boca ocupada en masticar todo el tiempo. Cada tanto levantaba la cabeza y miraba a la inspectora con intención de decir algo pero desviaba la mirada si Cinthya lo miraba directamente.
Mina contemplaba a Matt mientras sostenía con fuerza su vaso de jugo y se sobresaltó cuando Manuel le pidió que le alcancen el frasco de mayonesa. Cada vez que Matt miraba a la inspectora la joven sentía una punzada de dolor en el pecho.
Akemi fue la primera en terminar de comer, dejó su plato en el mantel y se masajeó el estómago mientras suspiraba satisfecha —Estoy llenisima! —exclamó.
—Todo estuvo delicioso Akemi. —dijo Cinthya limpiándose los labios con una servilleta. —Eres una magnifica cocinera.
—Tuve una buena maestra. —contestó la joven mientras daba una palmada en la espalda de Mina, quien devolvió la sonrisa. —Creo que has aprendido más de Brad que de mi Akemi— dijo.
Manuel terminó su emparedado de un bocado y luego bebió un trago de jugo. —Ahhhh! —exclamó. —Valió la pena esperar todo ese tiempo. Oye Matt ¿Estas bien? Casi no has comido nada.
El joven pelirrojo pareció salir de un trance cuando escuchó su nombre. Miró a su amigo y esbozó una tenue sonrisa.
—¿Qué les parece si hacemos un brindis? —dijo Akemi de repente. —Traje algo especial para la ocasión.
Ante la sorpresa de todos (Y más de Cinthya) la joven extrajo una botella de vidrio de su mochila
—Tada! —exclamó sonriente
—Eso es… ¿Alcohol? —preguntó Cinthya alarmada.
—Sidra —dijo Akemi señalando la etiqueta. —¿Qué les parece?
Mina, Matt y Manuel se miraron. —Yo diria que si. —dijo Manuel con seguridad.
Akemi quitó el envoltorio metálico del corcho y comenzó a forcejear con el dispositivo de apertura mientras la joven inspectora miraba nerviosa a ambos lados del camino —Chicos no se si esto sea una buena idea… —dijo nerviosa. —Los menores de edad no deberían beber alcohol.
Como única respuesta recibió el “Plop” del corcho al salir disparado de la botella, perdiéndose entre las ramas del árbol.
—¿Quien quiere proponer un brindis? —exclamó Mina poniéndose de pie.
—¿Por mis zapatillas nuevas? —Bromeó Akemi mientras servía la bebida en los vasos de metal.
—¿Por la independencia de la Rainbow? —Propuso Manuel
—¿Que tal por nuestra visitante?
Los amigos miraron con asombro a Matt, que había estado muy callado durante la comida y ahora había hablado de repente.
—Claro que si— dijo Mina. —Brindemos por Cinthya.
—Por Cinthya! —exclamaron los cuatro amigos mientras la joven inspectora se ponía colorada de vergüenza. No obstante alzó su vaso y brindaron por esa y varias razones más que Manuel y Akemi empezaron a proponer a medida que bebían su sidra.
Estaban tan concentrados en la celebración que Manuel no se dió cuenta de la presencia de la pareja hasta que alguien tomó con fuerza la botella de sidra y se la quitó de las manos con una fuerza irresistible.
—Vaya vaya vaya. —repitió una voz con sorna. —¿Que tenemos aqui?
El grupo entero dirigió la mirada a los recién llegados con sorpresa. —¡Rebecca! ¡Gray! —exclamó Mina de pronto poniéndose de pie. —¿Que sorpresa!
La mujer morena saludó con la mano a todos los presentes. —Hola chicos. —¿Interrumpimos…?
Manuel fue el siguiente en ponerse de pie mientras echaba una mirada de odio al hombre —Viejo devolveme esa botella
El viejo piloto soltó una carcajada. —¡Por La inspectora! —exclamó y se llevó la botella a los labios tan repentinamente que sobresaltó a Cinthya.
—¡Hey! —Protestó el joven pero el hombre ya había bajado todo el contenido de la botella de un solo trago.
Rebecca suspiró profundamente. —Oye Gray, ya basta de alcohol, mañana tienes que pilotar tu nave.
—Bah! —exclamó el aludido limpiándose la barba con la manga del uniforme de vuelo. —Esta porqueria es muy suave… les estaba haciendo un favor, además de paso borraba evidencia. —agregó mientras hacía un guiño a la joven inspectora.
La mujer morena volvió a suspirar dándose por vencida. —En fin— dijo. —Es un gusto conocerte en persona Cinthya.
—El gusto es mío. Siento profundamente haberles causados tantos problemas a los de la Torre de Control.
Gray estalló en carcajadas al oír a la inspectora y abrazó fuertemente a Rebecca. —¿Así que tu y ese piloto hicieron transpirar a mi chica? Mal mal… ella ya no es tan joven como para… ¡Auch!
El pisotón que la mujer propinó al veterano piloto fue audible para todos, quienes rompieron a reir de inmediato.
—Sigo siendo lo suficientemente joven como para tirarte por la cubierta, viejo maleducado. —contestó Rebeca mientras se liberaba del brazo de Gray.
—¿Ven? Eso es lo que obtengo por preocuparme por su trabajo! —exclamó el hombre suspirando. —Pero bueno… ahora hablando en serio señorita Cinthya… —y mientras decia esto miraba con seriedad a la inspectora. —Ha tenido usted una suerte enorme en tener al Teniente Glenn como su piloto.
Cinthya se sorprendió al escuchar el nombre de Jim y devolvió una mirada de curiosidad al piloto. —¿Suerte? —preguntó.
—Y mucha… pilotos natos como Jim se cuentan con los dedos de una mano. Te lo dice un veterano de la NUNS.
Manuel dejó escapar un silbido de asombro mientras volvía a sentarse en el suelo —¿En serio? ¿Tan bueno es?
El hombre devolvió la botella vacía al sorprendido Manuel e hizo un gesto de asentimiento. —No se que rayos hace un piloto como el Teniente Glenn sirviendo como chofer de una Inspectora civil, pero por los siete infiernos, me alegro que haya sido así… otro piloto no habría salido vivo de aquel infierno.
Matt miró con incredulidad al piloto. —¿Se refiere al Campo?
Gray observó con atención al joven pelirrojo y pareció que iba a decir algo pero se contuvo. El gesto no pasó desapercibido para Mina, quien supo de inmediato que el viejo piloto se estaba guardando algo que solo le concernia a Matt y a sí mismo.
—Si, El Campo— dijo el hombre con voz grave. —Si hubieran visto cómo quedó el avión… si, por suerte era Jim el que pilotaba y no uno de esos cabezas huecas que vuelan solo bajo la dirección de su computadora.
Fue el turno de Cinthya en asentir. —Jim también se la pasa hablando de eso… bueno, cuando habla, quiero decir. —dijo sonrojandose. —Parece que los pilotos ya no vuelan sus aviones si no es a través de la asistencia de una computadora.
—¿Lo ven? —exclamó Gray cruzándose de brazos. —Ya no hay pilotos como antes, ahora son apenas “Intermediarios” entre el avión y la computadora.
—Podría ser peor Gray— dijo Rebecca con una sonrisa. —Podrían reemplazar a todos los pilotos por computadoras si quisieran.
—¿Y perder la oportunidad de echar la culpa al piloto si algo sale mal? —contestó riendo. —No Rebbie… ya lo intentaron hacer una vez y cuando se vió que las responsabilidades por las malas decisiones de una computadora caían directamente entre los oficiales tras los escritorios, inmediatamente cambiaron de idea. Los pilotos somos necesarios, hasta como Chivos Expiatorios!!! —exclamó a carcajadas.
—Además. —agregó Rebecca. —El universo no podría soportar la pérdida de estas insufribles criaturas
—Por supuesto que no! —Dijo Gray mientras pasaba un brazo por la cintura de la mujer morena. —¿El universo despojado del Sex-Appeal de los pilotos de combate? ¡Inaudito! Incluso apuesto a que Cinthya ya está loca de amor por nuestro Teniente Glenn!
Los rostros de todos se giraron en dirección a la inspectora que enseguida se puso roja como un tomate.
—¿Que? ¿Y-yo? —exclamó aturdida.
—¿Enserio te gusta Jim? —preguntó Akemi entusiasmadisima.
Cinthya se había quedado sin palabras. Mina le dirigió una mirada a Matt y constató que el joven tenía los ojos desmesuradamente abiertos.
—Yo… nosotros solo somos colegas… —balbuceó la joven inspectora mientras movía nerviosamente las manos.
—No me extrañaría— dijo Manuel sumándose a la chanza. —pasar tanto tiempo adentro de esa cabina tan chiquita… los dos solos… seguro que hasta sorprendiste a Jim con una muñequita de Minmay en el bolsillo!
De los presentes, sólo Gray y su pareja parecieron entender la broma. Rebecca puso cara de escandalizada y le echo a Manuel una mirada fulminante.
—Manuel! —exclamó. —No seas grosero!
Gray por otro lado soltó la cintura de la mujer morena y como quien no quiere la cosa sujeto al joven por cuello del traje de mantenimiento y lo levantó sin esfuerzo hasta que sus pies quedaron sacudiéndose en el aire.
—Eso fue inapropiado jovencito. —dijo acercando su rostro al confundido jóven. —Discúlpate ahora.
—Pero tu..
—¡Ahora!
Si había habido algún rastro de borrachera en la voz de Gray, esta había desaparecido por completo. El rostro de Manuel se puso blanco al mirar los ojos del piloto. Estaba hablando en serio.
—Yo…. lo… lo siento— dijo apenas con un hilo de voz.
—!Más fuerte! —exclamó el hombre levantando al joven diez centímetros más
—¡Lo siento! —grito Manuel —¡Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento! —repitió cada vez con la voz mas chillona.
Gray bajó el brazo de golpe pero no arrojó al joven, lo depositó gentilmente sobre sus pies y lo sostuvo mientras las piernas dejaban de temblar.
—Eso está mucho mejor. —dijo sin sacarle los ojos de encima. —Estoy seguro que ese comentario fue un efecto de la fuerte sidra que estuvieron bebiendo y que no tuviste verdadera intención de decirlo —agregó. —Procura no volver a decir esas cosas. ¿Entendido?
—S-sí señor— dijo tembloroso el joven mientras caía de rodillas sobre el mantel.
Todo el grupo se había quedado callado, incluso el parque había perdido sus característicos sonidos y una atmósfera algo fría se había instalado en el solitario prado.
—Bueno… será mejor que olvidemos este mal momento. —dijo Gray rascándose la cabeza. —Además tengo hambre y mi chica me prometió algo delicioso para esta noche.
El suspiro de Rebecca fue audible para todos. —Después de todo lo que comiste y bebiste aun te queda sitio… ¿Acaso tienes un agujero negro ahí adentro? —preguntó señalando el estómago del hombre.
Gray soltó una carcajada y volvió a pasar el brazo por la cintura de su pareja —Adios amigos, salgo temprano por la mañana así que no nos veremos por un tiempo me temo… ¡Vigilen que Manuel tenga la boca cerrada cuando estén cerca de Jim!
Dicho esto último levantó la mano libre a modo de saludo (Mientras su compañera hacía lo mismo) y ambos se fueron caminando hacia la escalera principal que descendía a la cubierta base.
Los cinco amigos observaron en silencio como la pareja se retiraba y desaparecía por la escalera. Entonces Akemi se levantó de pronto y tomó a Manuel de la misma forma que Gray había hecho unos minutos antes, aunque sin levantarlo del sitio.
—¿Que rayos fue eso que dijiste!!! —exclamó a los gritos mientras sacudía a su amigo hacia delante y hacia atrás violentamente,
Matt y Cinthya se habían recuperado del shock y miraban a Manuel con curiosidad.
—Fue un comentario racista— dijo Mina de pronto y sus palabras sorprendieron al resto. Había vuelto el silencio y todas las miradas se habían dirigido a la joven.
—¿Ra-Racista? —preguntó Cinthya insegura.
—¿Cómo es eso? —exclamó Akemi mirando a Mina y luego a Matt, quien seguía con los ojos bien abiertos.
Mina se pasó la mano por el cabello y se acomodó en su sitio. —Manuel debe haber creído que se trataba de un comentario… picante. —dijo mirando el rostro pálido de su amigo. —Pero en realidad se trata de una expresión despectiva sobre la… bueno. —dijo algo incómoda mientras trataba de encontrar las palabras adecuada. —Sobre la sexualidad de los Zentradis….