El ícono estaba en verde. Cinthya acercó el dedo al pequeño cuadrado que indicaba que uno de sus contactos estaba disponible en la pantalla de su Pad pero no se atrevió a tocarlo. ¿No era muy temprano aún? El reloj marcaba las 4:12 de la mañana pero apenas había podido pegar un ojo en toda la noche.
Hizo una leve presión en el cristal y el icono se convirtió en una pequeña ventana de video donde el símbolo de la NUNS giraba lentamente.
—¿Estás despierto? —preguntó susurrando desde debajo de las sabanas.
—Si. —respondió la voz del piloto. —¿Vos tampoco pudiste dormir?
La voz familiar la tranquilizó. —No. —dijo cerrando los ojos.
Del otro lado del teléfono Jim guardó silencio. Se había quitado el traje de vuelo y solo vestía el uniforme de Marine, sin las botas ni la chaqueta. El resplandor de la pantalla del Pad era la única fuente de luz del camarote y daba al rostro del piloto un tinte azulado.
—Si te hace sentir mejor, yo tampoco nunca había visto nada como eso. —dijo.
Cinthya se dió la vuelta, quedando boca abajo mientras sostenía el aparato contra el colchón. —¿Crees que nos haya afectado a nosotros también?
—¿La música?
Cinthya asintió. —Claro… osea… estabamos todos juntos en el baño termal con el señor Ralph.
—¿Tienes todavia ese chichón en la frente...?
Cinthya recordó de pronto su herida y el feo aspecto que había tenido el dia que llegaron. Deslizó el dedo por la pantalla y activó la cámara frontal del Pad. Una ventana de video se superpuso a la que ya estaba abierta mostrando el rostro de Cinthya bajo las sábanas.
—La marca ya no está. —dijo Cinthya con voz de asombro. —Es como si nunca me hubiese golpeado la frente. —agregó mientras se pasaba la mano por donde estuviera la herida.
Jim tragó saliva nervioso. Desde su propio Pad podía ver la misma ventana de video que estaba usando Cinthya como si fuera un espejo y por ende veía a la perfección como el sujetador de la joven se asomaba entre los pliegues de las sabanas.
—Hay muchas leyendas y rumores sobre el poder de la música. —dijo Jim desviando la mirada de la pantalla.
—Es como si fuera magia. —contestó la joven apagando la cámara para alivio de Jim. —Me pregunto si Matt sabe lo que su música es capaz de hacer…
Manuel y Akemi habían explicado a grandes rasgos como la investigación de Evans había logrado transformar la música de Matt en una especie de energía regeneradora. Cinthya estaba maravillada por supuesto, pero Jim sabía que había algo más.
Mina había estado silenciosa durante todo el viaje de regreso. Desde aquel grito en el baño termal no había dicho una sola palabra. Se preguntó si las heridas de Matt tambien habian sanado de la misma forma. Estaba preocupada por las manos del chico pero al escuchar el piano en el Onsen se sintió mucho más aliviada.
—¿Sentistes algo? —preguntó Jim.
La pregunta tomó por sorpresa a Cinthya. —¿Yo? Bueno… era una sensación extraña estar en el agua con todo ese vapor y el aroma a rosas… recuerdo que cuando cerré los ojos sentí una gran paz.
—Una gran paz. —repitió Jim como examinando las palabras.
—A veces, cuando era apenas una niña, mi padre me llevaba al mar, a una pequeña playa a unas pocas horas de auto de Ciudad Macross… ¿Conoces el mar, Jim?
—Desde la base New Dallas se pueden ver los mares de Edén. —respondió el piloto.
Cinthya suspiró. —Me refiero a nivel del mar Jim, no desde la órbita baja de un planeta.
—¿Meter los pies en el agua y todo eso..? —Contestó divertido Jim. —No, nunca hice eso.
—Como te decía, cuando era pequeña íbamos al mar… y cuando a veces recorría la playa desierta de noche, especialmente las noches sin luna, cuando el mar y el cielo estaban completamente negros, entonces podía escuchar la voz del viento… algo así sentí con la música de Matt.
—La voz del viento… eso suena muy cursi Cin.
—No te burles. —lo amonestó la joven. —A veces se pueden escuchar voces en el viento. ¿Sabias?
El piloto apoyó el Pad entre sus piernas y cruzó los brazos tras la cabeza para descansar mejor. —Deben ser cosas de Terráqueos… en el espacio exterior no tenemos cosas tan frívolas como vientos y olas… pero te creo Cin, algo en tu voz me dice que estas diciendo la verdad.
—¿Enserio?
—Si… en cuanto volvamos a New Dallas pienso pedir bajar a Eden para mi siguiente permiso. Eso del mar suena bien.
Las palabras de Jim reconfortaron profundamente a Cinthya. Ella también estaba segura que su camarada estaba siendo sincero con ella. —Hablando de volver —dijo Cinthya bajando la voz. —No podemos usar tu caza ¿Verdad?
—No, la vaina FOLD quedó flotando en algún lugar del Campo… estamos varados aquí hasta que el Comando Central envíe a un transporte a buscarte.
—¿Voy a irme sin ti? —La voz de Cinthya sonó apesadumbrada.
—Me temo que si. Yo debo permanecer junto a mi nave hasta que lleguen los técnicos y evaluen mas a fondo el estado general. Si dan el OK podre instalar otra vaina FOLD y volver por mis propios medios.
—¿Y cuanto demorará eso? —preguntó la joven.
—Una semana siendo optimistas, dos siendo realistas. —respondió Jim. —Para ti serán como unas vacaciones pagas Cin.
La joven suspiró profundamente. Dos semanas de espera más otra semana más de viaje… prácticamente perdería un mes entero de un trabajo que pensaba liquidar en no más de diez días. Por suerte había dejado a su gato al cuidado de una vecina.
—Menudas vacaciones. —suspiró.
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El sonido de la puerta automática al abrirse devolvió momentáneamente a Amanda al presente. La mujer giró la cabeza y observó como su colega Rebecca entraba al puente.
—Buenos días Amanda. —saludó la mujer con un gesto de la mano. —¿Ya se fue Tass?
—Está indispuesta. —dijo la Capitán volviendo su vista a la pantalla principal.
Rebecca miró también la pantalla. Aunque las luces estaban apagadas, gracias al filtro de amplificación de luz se podía ver perfectamente el avión del Teniente Jim aparcado en el hangar principal, rodeado de las partes dañadas que el joven había retirado el dia anterior.
—¿Sucede algo en el hangar principal, Amanda?
La mujer suspiró y movió la palma de la mano sobre el panel de control que extendía frente a su sillón de mando. En la pantalla la cámara cambió de posición y enfocó a la Río Grande, que se destacaba perfectamente en la oscuridad del hangar iluminada por los reflectores de dos vehículos de mantenimiento que en esos momentos ayudaban al alistamiento de la nave.
—Nada por suerte. —contestó. —Es solo que…
Rebecca colocó la mano sobre el hombro de su Capitana. —Todo va a salir bien Amanda. Ya lo veras.
La Capitán Amanda Kyle sonrió y colocó su mano sobre la de su amiga. —Si no te conociera desde hace tantos años diría que tratas de levantarme el ánimo….
—¿Café?
—Otra pregunta innecesaria como esa y te quedas doble turno.
Rebecca se rió con una carcajada y se encaminó hacia la pequeña cocina de la torre de control. La cafetera estaba casi vacía así que quitó el contenedor del café, reemplazó el filtro por uno nuevo y colocó una nueva cápsula con la mezcla especial que Brad preparaba para “Las Chicas del Puente”.
—¿Cómo estuvo tu cena con Gray? —preguntó Amanda sin dejar de ver la pantalla.
Rebecca presionó el botón del aparato y el agua caliente comenzó a recorrer el recipiente. —Bien, al menos esta vez no se quedó dormido en mi regazo luego de la quinta cerveza. —dijo mientras limpiaba la taza usada por su Capitana. —Siento pena por su pobre hígado, un órgano no debería sufrir tanto abuso.
Pronto el aroma del café comenzó a sentirse por todo el puente de mando. Amanda estiró los brazos en un ademán de cansancio y movió su silla hacia atrás, hasta la posición de observación en el centro de la estancia.
—Es increible como siempre termina teniendo razón. —dijo
—¿La Directora? —respondió Rebecca sirviendo el café.
—Desde antes de iniciar todo esto. —y con la mano abierta señaló la extensión del puente. —Ya desde entonces me advirtió que nunca confiara en seguir los planes al pie de la letra, porque hasta el más detallado y conservador de ellos podía fracasar irremediablemente ante el más mínimo cambio inesperado.
Su compañera se acercó llevando las dos tazas en una bandeja junto con unos sobres de azúcar y un plato con galletas. —Por si tienes ganas de masticar algo. —dijo colocando la bandeja sobre la consola ubicada a la derecha de la Capitana.—Y las últimas cuarenta y ocho horas no han sido más que una sucesión de cosas imprevistas e inesperadas una tras otra. ¿Verdad?
—Te faltó catastróficas— dijo la mujer tomando una de las tazas. —Casi perdemos a todos los Recolectores ahí afuera.
—Y al equipo de Inspección de la NUNS.
Amanda cerró los ojos mientras aspiraba el aroma a café que subia desde su taza. —El solo pensarlo me da escalofríos. —dijo. —Un equipo de investigación de la junta de accidentes de la NUNS podría quedarse aquí meses enteros para recabar información.
Rebecca sonrió mientras se apoyaba en la consola. —Aun así estoy segura que lo arreglarias. Haz resuelto situaciones aún más delicadas que ésta ¿O no?
—No a estas alturas. —afirmó con seriedad Amanda. —No podemos cambiar los planes ahora, sería contraproducente, las cosas ya están en movimiento desde hace demasiado tiempo.
—Desde el momento que esa armadura roja quedó abandonada ahi afuera ¿Verdad? —dijo Rebecca mirando hacia el cristal que daba al campo de estrellas.
—Si.
—Por eso quieres recuperarla a toda costa. —suspiró la mujer con resignación —Por ella.
—Fue Virya quien dió el puntapié a todo esto. Fué su sacrificio el que inició a la esperanza que esta Colonia representa.
Amanda. —la voz de Rebecca había perdido el rastro de jovialidad habitual. —No creas que si recuperas ese pedazo de chatarra la Directora va a…
—Lo se, lo se. —suspiró la Capitán. —No está en mis planes fallarle a ella... o al Plan. —mientras decía esto no dejaba de mirar las estrellas a través del cristal. —Pero quieras o no esa armadura es un simbolo, uno por el que vale la pena arriesgarse.
Rebecca bebió su café lentamente, mientras sus pensamientos viajaban mas allá de la Colonia, hacia los recuerdos de la flota 37 y todo lo que habia pasado junto a su amiga. —Es una historia muy triste. —dijo dejando la taza sobre la bandeja. —La de Virya.
La Capitana asintió. —Es triste porque nos recuerda que tan similares y patéticas somos todas las razas creadas por la Protocultura, sin importar donde o cuando nos encontremos. Por eso es tan importante lo que estamos a punto de hacer.
—Romper el ciclo de sufrimiento. —dijo Rebecca.
—Quizás sea el destino de la humanidad. —contestó Amanda. —Corregir los errores de la Protocultura.
—¿Y eso no es querer sobrepasar a nuestros creadores?
Amanda miró a su amiga directamente a los ojos. —Tal vez sea necesario. —dijo. —Por nuestra supervivencia en la Vía Láctea.
Una serie de pitidos provenientes de la terminal de Rebecca dieron fin a la discusión filosófica de las dos mujeres.