Chatarra

72

El transporte se deslizaba en silencio por el enorme túnel de energia dimensional que se formaba durante el salto FOLD. Virya contemplaba el familiar espectáculo sin ningun interes particular, pensando intensamente en lo que les esperaba allá delante, donde los colores se fundían en una especie de luz blanquecina que parpadeaba intermitentemente.
Llevaban casi una hora de salto, muy probablemente Kreegan ya hubiese comenzado el ataque suicida a la retaguardia del Ejército de Supervisión. Según había entendido, el ataque de Dortrad-Jen no se produciría hasta varias horas después, cuando el grueso de las tropas enemigas se encontrasen dentro del espacio dimensional y sus superfortalezas sean un blanco fácil para el ataque de pinzas de las dos flotas Zentradi.
Semejante nivel de coordinación entre tantos millones de naves la fascinaba, aunque sabia que esa clase de pensamientos no venían de la Virya original; ahora eran varias versiones de si misma quienes habitaban su cuerpo, cada una con una voz particular que podía sobreponerse a las demás según la situación lo requiriese. Ahora que estaba inmóvil en su armadura a merced de las sacudidas que el viaje FOLD le propinaba, solo podía pensar en estrategias o recursos, lo que sea que le proporcionara una ventaja táctica sobre el combate por venir, un combate donde las superarian numéricamente y que para colmo de males encontraba al escuadrón con sus capacidades mermadas por la falta de una guerrera experimentada.
Maya, era buena si, pero no estaba lista.
El primer combate de una guerrera era una experiencia que se recordaba para toda la vida. Era una lástima que Maya hubiese aparecido justo en ese momento, sus chances de sobrevivir eran…. 
—Cercanas a cero. —susurró en su cabeza la voz de la Virya Archivista.  
Exacto, era virtualmente imposible que sobreviviera. ¿Debería incluir la muerte prematura de Maya en sus planes de batalla? Todo dependia que que tan lejos estuviesen los Archivistas de ambos grupos rivales. Si Maya se separaba del grupo y se alejaba del combate principal tal vez podría sobrevivir lo suficiente como para que los números se balancearan a su favor. 

Un sutil cambio a su alrededor la trajo de vuelta. Virya comprendió inmediatamente que el FOLD llegaba a su fin. La burbuja que los rodeaba había empezado a perder la energía que los mantenía aislados de lo que sea que habia ahi afuera.
La guerrera miró hacia delante, hacia la luz blanca que se acercaba.
Podía ver algo allá, una serie de puntos luminosos al final del túnel, pálidos aun, pero haciéndose más brillantes a medida que se acercaban.
Virya levantó el puño cerrado y luego de mantenerlo un par de segundos en alto lo abrió , agitando los dedos de la armadura. Sabía perfectamente que el resto del escuadrón había comprendido la orden y más valía que Maya también o no sobreviviría ni un segundo en el campo de batalla.
Las distorsiones visuales temblaron y comenzaron a converger sobre si mismas. Virya respiró profundamente y se inclinó hacia adelante… tres, dos, uno… ¡Ya!

El transporte atravesó la estela de energía que marcaba el sitio donde el Espacio-Tiempo había sido rasgado por la salida del FOLD, inmediatamente fué recibido por media docena de descargas de energía. 
El escuadrón de Virya se desplegó en todas direcciones, esquivando fácilmente los disparos enemigos, protegidas por las ondas FOLD que aún permanecían brillando contra la negrura del espacio.
Tal y como lo había predicho, los dos escuadrones de Raus se lanzaron a la persecución de las recién llegadas.
Incluso con toda la experiencia de Virya en combate, luchar contra otro escuadrón de élite era algo completamente diferente. Las reglas del combate normal no se aplicaban, cada guerrera era una máquina mortífera, sin puntos flojos que explotar, sin posibilidad de subestimar, cada movimiento debía ser contrarrestado al instante o la muerte sobrevendría al siguiente segundo.
Las dos Capitanes se lanzaron contra ella, acelerando al máximo los propulsores de sus armaduras, Azul y Verde brillante, como dos relámpagos que danzaban a su alrededor.
Virya aceptó el baile y entró al abrazo mortal que los giros cerrados y fintas certeras requerían.
Las fuerzas G eran terribles, aplastaban a las guerreras contra el fondo y los lados de sus armaduras, hacían que sus cuerpos se estirasen y contrajeran de forma que los trajes de soporte vital apenas podían mantener la circulación de la sangre en los niveles apenas tolerables para el poderoso cuerpo Meltran.
Las vueltas eran cada vez más cerradas, era imposible mantener a una de sus rivales sobre la mira de las armas sin descuidar exponer una mínima parte de su propia armadura al fuego de su compañera. Virya se sentía viva, mas viva que nunca. Era el combate que habia estado esperando desde siempre.
Una dos, tres veces vió los disparos pasar a escasos centímetros de su Rau. Las velocidades que las tres guerreras estaban experimentado desafiaban toda experiencia o conocimiento previo. Se trataba de un combate único e irrepetible y por eso Virya lo disfrutaba. Sintió el calor subiendo por su cuerpo, su corazón latiendo furioso en el pecho, la respiración intensa, su cuerpo era una máquina perfecta, estaba haciendo exactamente lo que tenía que hacer, lo que estaba diseñada para hacer.
La batalla.
No lo vió, pero lo sientió. Rika
Habia sido la primera en morir. ¿Como? Simplemente sintió, o mejor dicho, dejó de sentir su presencia. El espacio giraba a su alrededor tan rápido que era imposible saber cual de las decenas de explosiones que las rodeaban eran la del Rau de la chica muerta. 
¿Habría podido abatir alguno de los enemigos? ¿Estaria alguna de las otras chicas luchando contra dos enemigos extra? La respuesta vino demasiado pronto en forma de rafagas de proyectiles en dos direcciones diferentes al mismo tiempo. Ahora eran cuatro los enemigos tras ella.
Bien.
Virya siguió moviéndose, más rápido, más violentamente que antes. Sus ojos se movían frenéticamente en busca de los vectores de las armas que rasgaban el espacio alrededor de ella. Cada rayo de energía que erraba el blanco le daba a Virya  la posición exacta del enemigo, pero esa información solo era útil por unas centésimas de segundos.
Abatió a uno de los Raus de un disparo en la cabeza mientras esquivaba otros tres dirigidos a su pecho. Varias marcas negras aparecieron en el rojo brillante del blindaje, había estado demasiado cerca.
Todo el frente de su visión se llenó de puntos rojos. Misiles.
No la preocupaban los misiles, eran armas muy previsibles, una vez que sabias como volaba uno, los conocías a todos. No importaba si eran diez o veinte, o más de cincuenta como parecían ser los que venían hacia ella desde todas direcciones. 
Virya se pasó la lengua por los labios y cargó hacia los misiles.
Las espirales verdes se contrajeron sobre ella. Su velocidad era tan alta que los propulsores de esas armas simples no podían corregir sus vectores de velocidad lo suficientemente rápido. Para compensar eso, solían explotar antes de tiempo con la esperanza de impactar algo con la metralla producida.
Aún estaba recibiendo disparos de sus tres perseguidores, pero incluso ellas debían compensar el movimiento salvaje del Rau que zigzagueaba erráticamente entre el enjambre de misiles. La velocidad del Rau de Virya era tal que su estela parecía otro misil más, salvo que sus giros eran más cerrados, casi formando esquinas y ángulos extraños en medio del pandemonio de explosiones, estelas y rayos de energía.
El Rau que se había unido a la batalla tuvo que esquivar uno de los misiles y eso le dió a Virya las décimas de segundo necesarias para partirlo en dos de un disparo de su cañón de energía. 
—Dos. —dijo Virya satisfecha. El sudor había comenzado a sobrepasar la capacidad de su casco de mantenerla fresca y decenas de gotitas perlaban su rostro, pero Virya no se sentía cansada en absoluto. Parecía que su cuerpo recién estaba entrando en calor.
Reanudó el combate con los dos Raus, Azul y verde, giraban tan rápido que a veces los colores se confundian los unos con los otros.
Captó una imagen fugaz en su ojo derecho: el transporte donde Exsedol permanecía encerrado aun estaba intacto, ningún enemigo lo había considerado como algo que valiese la pena. ¿Habría Maya destruido a los dos Archivistas enemigos?  
Más explosiones, decenas. A su alrededor volaban los misiles ¿Serían de Tyna? Ella solía disparar sus misiles en el medio del combate, como forma de distracción.
Volvió su atención hacia el Rau Verde, sus movimientos eran sutilmente diferentes de los de su compañera Azul. Era evidente que sólo se habían puesto de acuerdo en abatirla de cualquier forma y no estaban coordinando sus ataques… lo que era una suerte. Si realmente fueran una pareja de su escuadrón su coordinación sería perfecta, tan perfecta que podrian…
Fanra acababa de morir. Virya se atrevió a mirar en la dirección de la explosión, arriesgándose a recibir un disparo por la espalda. Ahí estaba el Queadluun gris de Fanra, o lo que quedaba de él.  
—Dos. —dijo apretando los dientes. Había perdido dos camaradas en un mismo dia. Inconcebible.
Se obligó a concentrarse en su batalla, a esquivar el fuego enemigo. Algo algo estaba cambiando, algo había cambiado.
Tyna dió un grito al morir. La pobre chica no pudo mantener el silencio de radio que Virya había impuesto para la misión. Si hubiese sido en otra ocasión se habría molestado mucho. Esta vez no. Su grito fue como si uno de los cientos de rayos que pasaban a su alrededor le hubiese impactado en el pecho. Pero no, Virya seguía combatiendo, seguía viva. Rika no, ya no podría luchar nunca más, solo quedaban tres miembros de su escuadrón.
—Y sin embargo lo sabías. —Dijo una voz en su cabeza, era la voz de Virya, la estratega, la Meltran Comandante que creaba planes en su cerebro. —Sabias que habría bajas.
—¡No así, no las tres en una sola batalla! —contestó Virya apretando los dientes.
—¿Tres? Mis registros indican que son Cuatro. —contestó la Virya Archivista al mismo tiempo que la presencia de Kiria se apagaba de su mente.
—¡No! —gritó Virya sintiendo que el universo explotaba a su alrededor. —¡No! —volvió a gritar mientras giraba furiosamente para enfrentar a los cinco enemigos que la rodeaban.
—¿Cinco contra Uno? —pareció preguntarse a sí misma la Virya Comandante. —Eso se ve muy mal. ¿Cuales son las chances…?
—Yo diría de Trescientos Cuarenta y Ocho a Uno. —respondió Virya Archivista de forma calmada. —Si, esas serian las probabilidades.. aunque deberíamos insertar algunas variables más ¿verdad? Al fin y al cabo Virya no es una Meltran común..
Una terrible sacudido la arrancó de aquella conversación sin sentido dentro de su cabeza. Su armadura estaba quieta.
Cuatro Raus enemigos la tenían inmovilizada, sujetando fuertemente cada una de sus extremidades. Frente a ella, los Rau Azul y Verde flotaban a unos escasos veinte metros de su cabina mientras apuntaban los cañones de sus brazos hacia su pecho.
—No disparan. —dijo la Virya Archivista. —¿Será que…?
—Es evidente. —respondió la Virya Comandante. —Saben que en cuanto nos destruyan ambas volverán a ser enemigos, quién dispare primero será la siguiente en morir.
—Mmm… —pareció meditar la Virya Archivista. —Sería muy simple si se pusieran de acuerdo en disparar al unísono.
—Son simples guerreras. —dijo la Virya Comandante. —No tienen esa capacidad de razonamiento. No son como nosotras.
Virya gritó y se sacudió, pero su armadura no tenía la fuerza suficiente para librarse de los cuatro Raus, era imposible.
La guerrera suspiró y se rindió, no había nada por hacer. Soltó los mandos al final de cada brazo y se inclinó hacia atrás, apartando la vista de la pantalla y los indicadores de daño que parpadeaban por toda la cabina. Ahora solo veía el techo, iluminado tenuemente por las luces rojas de las alarmas. 
Cerró los ojos.
Su cuerpo se había relajado, como si el hecho de abandonar la lucha hubiese liberado toda la presión contenida y los músculos simplemente se apagaran al unísono. Era hasta reconfortante.
—Interesante. —dijo la Virya Archivista. —Estoy segura que esta situación sería una experiencia muy interesante para el Archivista Exsedol… no debe tener ni siquiera un registro sobre algo similar a esto en todos esos datos y memorias que guarda en su cabeza.
—Es una situación muy particular. —opinó la Virya Comandante. —Una situación en que ninguna de las tres puede hacer nada. ¿No es así?
—Coincido. Ni la inteligencia de Kreegan o el conocimiento de Exsedol, ni siquiera la agilidad de Virya la Meltran puede salvarnos ahora…. pero tal vez….
—¿Tal vez?
—¿Ya lo has olvidado Virya? —dijeron las voces en su cabeza.
Si, claro que lo había olvidado. Habían pasado tantos ciclos que se había acostumbrado a esa parte desconocida y extraña. Pero era cierto, las voces tenían razón, no podía desconocer la totalidad de las partes que la formaban.
Virya la Meltran, Virya la Comandante, Virya la Archivista.
Virya la Zentran.
La presencia de Tyna se desvaneció en medio de una explosión en su cabeza y borró todo resto de dudas que podía albergar.
Abrió los ojos que ahora eran rojos como la sangre. Necesitaba ser fuerte, necesitaba superar los límites de su cuerpo y solo había una forma.
Sintió la cosa entre sus piernas, la cosa que colgaba y no tenía nombre, la cosa que ocultaba cada vez que cambiaba su traje de vuelo y había alguna compañera cerca. La parte extraña… la cosa Zentran.
Su corazón comenzó a latir diferente, lo sentía retumbar en el pecho con un sonido extraño, como si de pronto bombeara un volumen mayor de sangre.
Sintió la sangre fluyendo hacia abajo, llenado la cosa, inflandola. El traje apretaba su entrepierna, aplastando la cosa contra el tejido del traje de vuelo…. algo terrible estaba sucediendo. 
—Testosterona. —dijo Virya Archivista de pronto con una voz extraña, más gruesa. —Nuestro cuerpo está produciendo Testosterona! —repitió sin saber lo que significaba la palabra.
Su cuerpo tembló y los músculos se expandieron de pronto, violentamente, como la cosa en su entrepierna.
—!Este es el poder de los Zentran! —exclamó la Virya Comandante. —¡Ahora tienes todo el poder de los Zentradi en tus manos!



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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