—Imperfectos.
La palabra sonaba extraña, fuera de lugar. ¿Una mentira? Si, esa era la palabra, no podía ser verdad.
—Miente. —le espetó Virya al Zentran parado junto a ellas. —Nosotros somos guerreros perfectos.
Maya suspiró. A pesar de que ordenara a la guerrera que cerrase la boca cada cinco minutos, era imposible reprimir la rebeldía que brotaba con cada revelación del Archivista. Las dos Meltran habían tomado asiento frente a Exedore y escuchaban con atención el relato de los misteriosos orígenes de su raza, solo las violentas expresiones de Virya rompían el silencio que rodeaba el gigantesco hangar donde estaban confinadas a la espera del mortal destino.
—Yo no miento. —volvió a responder Exedore como por décima vez. —Solo comunico datos y hechos establecidos de nuestra base de conocimientos galácticos. ¿Quien… no, QUE es usted para cuestionar mi información?
Llegados a este punto los dientes de Virya se apretaban con tal fuerza que el sonido que hacían era audible hasta para Maya, quien preventivamente colocaba su mano sobre el hombro de su compañera para evitar que asesinara al pequeño Zentran de un golpe.
Virya en cambio golpeó el piso de metal con fuerza para descargar su ira. —Fanra, Rika, Kiria, Tyna, Melia, todas eran perfectas… Maya es perfecta. No voy a dejar que insulte nuestro orgullo con sus… datos.
Los ecos del golpe resonaron por todo el hangar y se extinguieron lentamente mientras era el turno de Exedore de suspirar. Al parecer el Zentran había tenido demasiado con las interrupciones de Virya y su paciencia se estaba agotando. Sin decir una palabra accionó el dispositivo que sobresalía del cuello de su extraña vestimenta y una pantalla holográfica se proyectó hacia delante.
—¡Eh! —exclamó Virya cuando el holograma la atravesó por completo pero Exedore ignoró a la guerrera y acomodó la imagen para que se proyectara sobre una de las piernas del Qrau. La imagen que en ese momento se proyectaba adquirió un tono rojizo similar al de la armadura de la Meltran.
—Observen. —dijo Exedore mientras señalaba la imagen.
Virya no tuvo más opción que retroceder de mala gana y ubicarse junto a su compañera.
Las dos Meltran observaron en silencio. Nunca habian visto una escritura ni una interfaz gráfica igual a esa en todas las naves de la flota. No obstante dos figuras eran claramente visibles en el centro del holograma.
—Un Meltran y un Zentran. —dijo Maya pensativa.
El archivista sacudió la cabeza. —¿Segura? —preguntó. —Observen bien.
Las dos figuras parecieron encogerse mientras Exedore alejaba la imagen para mostrar el cuadro completo. Había dos enormes seres a cada lado de las primeras siluetas, de casi diez veces su tamaño.
—Eran Micrones. —dijo Virya y su voz pareció perder fuerza por un momento. —Nosotros somos esos.
Maya observo fascinada la enorme diferencia de tamaño. De pronto comprendió realmente por lo que había pasado Virya durante su extraña misión hacía tantos cíclos atrás. —Tú… ¿Tu fuistes asi? —preguntó incrédula a su compañera. Virya asintió en silencio.
—Así eran nuestros creadores. —dijo Exedore señalando la pantalla. —Nosotros los Zentradis fuimos creados en base a esos Micrones.
—¿Por qué… por qué eran tan pequeños? —preguntó Maya.
—Eso no está en mis datos. —reconoció Exedore. —Probablemente porque no necesitaban ser grandes como nosotros, ellos no luchaban.
—¿No luchaban? —fue el turno de preguntar de Virya. —No entiendo… si no luchaban ¿Para que existían?
Maya asintió en concordancia con su compañera. —Virya tiene razón, no tiene sentido eso que dice...
—Ellos no luchaban porque nosotros lo hacíamos en su lugar. —respondió el Archivista. —Nuestra existencia se debe a que nos crearon exclusivamente para pelear sus batallas y es lo que hemos estado haciendo ininterrumpidamente a lo largo de todos estos miles de ciclos.
Las guerreras guardaron un momento de silencio mientras no dejaban de observar a las dos figuras que giraban lentamente en medio de un complicado patrón de figuras geométricas. ¿Habían sido creados para pelear las guerras de otros? ¿Que significaba?
—Usted… ¿Usted sabía esto, Archivista Exedore? —preguntó Maya girando la cabeza en dirección al Zentran.
—Solo una parte. —reconoció. —Toda esta información, incluido estos gráficos y escrituras son algo nuevo para mi. Muchos de ellos carecen incluso de sentido y debería analizarlos en profundidad para… —El Archivista se detuvo y dirigió su mirada hacia el enorme ventanal, donde se veían las luces intermitentes de las gigantescas factorías a medida que se movían y articulaban en sus nuevas posiciones de trabajo. —Oh, cierto que ya no hay tiempo para eso. —respondió suspirando. —Estaremos muertos dentro de unas horas.
Maya asintió pero Virya movió la cabeza. —Yo no moriré. —dijo. —Sea lo que sea que tenga usted en la cabeza, si lo comparte conmigo no se perderá.
Exedore abrió los ojos con un gesto de sorpresa. —¿Ahora quiere convertirse en un Archivista?
—No lo se. —reconoció la guerrera. —Pero sea lo que sea que depare el futuro de la nueva flota, tal vez el nuevo Comandante Supremo encuentre algún uso para mis… capacidades especiales.
El Zentran abrió la boca pero no supo qué decir. Simplemente se limitó a mover uno de sus tentáculos de forma nerviosa frente a su cabeza. —Es estúpido… y sin embargo no carece por completo de sentido… realmente me hubiese gustado examinarla con más detenimiento, Capitán Virya. —reconoció Exedore de mala gana. —Estoy seguro que a pesar de sus defectos, usted es un ejemplar valioso de estudio.
Maya se removió inquieta en su lugar. —Todavía no nos ha explicado el porqué de esa imperfección que tanto menciona. —preguntó intrigada.
Exedore cambió de expresión y miró seriamente a la guerrera. —Como dije antes, todo está relacionado. Observe.
El gráfico frente a ellos sufrió una actualización. Algo apareció entre los dos micrones al pié de la imagen.
Virya y Maya no entendían el significado de lo que veían.
—¿Eso es…?
—¿Que rayos es eso?
El Archivista volvió a acercar la imagen a las figuras y estas se reprodujeron con todo detalle en la pantalla. Había un Zentran y una Meltran y entre ellos, una pequeña figura de proporciones diferentes. No era ni Zentran ni Meltran era algo… desconocido.
—¿Un Micrón… de un Micrón? —preguntó Virya aun mas confundida.
Exedore sacudió la cabeza. —Eso que ven ahí al parecer es el resultado de los procesos reproductivos de los Micrones.
—¿Procesos repro…. que? —las palabras confundian a Maya.
—Los Micrones… es decir nuestros creadores, no son fabricados en centros de Protogónesis como nosotros. Ellos podían reproducirse mediante un sistema biológico de intercambio genético. Lo que ven ahí es el resultado de ese proceso de interacción entre una Meltrán y un Zentran.
Las guerreras abrieron sus bocas asombradas. Lo que escuchaban no tenía ningún sentido.
—Ellos… ¿Ellos podían crear a otro Micrón sin usar una factoría? —preguntó Virya sin salir de su asombro.
—Eso es lo que indican estos registros. —confirmó el Zentran. —Una pareja de esos Micrones podía engendrar a otro Micrón con la información genética de ambos individuos mediante un proceso de gestación y crecimiento de aproximadamente tres cuartos de cíclo.
Maya estaba aterrada. Lo que escuchaba la había dejado prácticamente sin habla. Virya notó el estado de la joven y colocó su mano sobre el hombro de la guerrera. —Maya….
—Un Zentran y una Meltrán…Deculture! —dijo la joven con un hilo de voz. —¿Por qué?
—Porque así fueron creados ellos. —respondió Exedore. —Pero por alguna razón no pasaron esa clase de “habilidad” a nuestra raza. Nosotros los Zentradi no podemos crear a otro Zentradi mediante ese proceso biológico. Necesitamos de las instalaciones adecuadas para fabricar a nuestros soldados.
—Por supuesto. —respondió Virya. —Tres cuartos de ciclo es un tiempo excesivo para crear un soldado. Nuestras factorías producen tropas mucho más rápidamente… ¿Verdad?
—Ciertamente. —contestó Exedore. —Pero a un costo.
—¿Costo? —preguntó Maya
Exedore extendió un tentáculo hacia Virya. —Usted. —dijo.
Virya guardó silencio. Sabía perfectamente a lo que se refería el Archivista.
—Defectos genéticos. —dijo Maya. —¿Ese es el costo del que habla, Exedore?
El Archivista asintió. —Nuestros creadores eran una civilización que dominó todas las ramas del saber. Desde el viaje interestelar hasta la manipulación de la vida misma. Su tecnología era la más avanzada de toda la galaxia… sin embargo no tenían el control absoluto de todo.
—¿A que se refiere? —preguntó Virya.
Exedore volvió a manipular la pantalla y la imagen se centró en los dos guerreros Zentradi. —Zentran y Meltran, nuestros guerreros están diseñados para ser máquinas de guerra perfectas. Nuestros creadores elaboraron todos los aspectos de nuestra existencia en base al propósito bélico, por eso desde que somos fabricados hasta que perecemos en la batalla, todo lo que hacemos está planificado y codificado en nuestra propia memoria genética. Un Zentradi que luchó y murió hace mil ciclos es exactamente igual a usted, Maya. —dijo señalando a la guerrera. —y eso ha sido así desde que nos crearon.
Las guerreras guardaron silencio y Exedore continuó satisfecho de no ser interrumpido nuevamente.
—Nosotros los Zentradis fuimos creados para un propósito con todo lo necesario para llevarlo a cabo de la forma más eficiente posible. Nuestra guerra es eterna y por ese motivo el ciclo de nuestra creación y muerte se repite indefinidamente a través del tiempo. Sin cambios. Nunca.
—La forma en que dijo esta última palabra sonó, de alguna forma, extraña.
—Pero hay una limitación. —dijo de pronto. —A pesar de la enorme capacidad tecnológica de nuestros creadores y el enorme cuidado que pusieron en nuestro diseño, ciertas cosas escapan de su control.
—¿Como… cuales? —preguntó Virya
—Como que somos seres vivos. —respondió Exedore. —Y la Vida tiene sus propias reglas.
Maya y Virya se miraron sin comprender.
Una sacudida los interrumpió violentamente. Los tres Zentradi levantaron las cabezas al unísono hacia el enorme ventanal. Una enorme estructura se había acoplado a la ya de por si gigantesca base en donde se encontraban, otras más se acercaban lentamente desde varias direcciones para hacer lo mismo. Al parecer la creación de una superfortaleza requería de toda la capacidad de manufactura del complejo.
La escala era apabullante. Virya sintió como si por un momento volviese a ser una indefensa Micrón.
Exedore proyectó una serie de imágenes superpuestas. Eran diferentes formas de vida, completamente desconocidas para las guerreras. Algunas parecían ser enormes, casi del tamaño de sus cruceros de asalto. Otras eran diminutas y frágiles, con tentáculos y pequeñas alas traslúcidas. Muchas de las cosas que aparecían en pantalla ni siquiera tenían nombres que Virya pudiese describir.
—La vida es casi infinita en la Galaxia. —dijo Exedore. —Y asume una casi infinita variedad de formas también, pero en toda esta diversidad se esconden una serie de reglas compartidas entre todas ellas… y nosotros no somos la excepción. —agregó volviendo a la imagen original de la pareja de micronianos. —Los seres vivos dependen de la reproducción para transmitir la información genética de una generación a otra, este mecanismo no solo asegura el crecimiento y la persistencia de la especie, es también necesario para una característica esencial de los seres vivos; la evolución.
—¿Evolución? —preguntó Maya
Exedore asintió. —Todos los seres vivos evolucionan a través del tiempo, es uno de los principales pilares de cómo están estructuradas las formas de vida en la galaxia.
—La Vida es Cambio. —dijo Virya con un tono extraño de voz. —Un cambio constante.—Exedore y Maya la miraron asombrados.
—¿Qué dijo? —preguntó el Archivista abriendo los ojos.
Virya pareció reaccionar a la voz del Zentran. —Nada. —dijo sacudiendo la cabeza. —Es algo que…. recordé.
Exedore miró a Virya pensativo. —Si… —dijo inseguro. —En efecto, la vida implica una serie de cambios dictados por el medio ambiente. Esos cambios se graban, por así decirlo, en los genes de los individuos y se reflejan en las generaciones subsiguiente en forma de características heredadas…. pero no es así con nosotros los Zentradi.
Somos una raza creada para combatir y nuestros hacedores eliminaron todo aquellos que pudiera alterar nuestra perfección para el combate. Las reglas que nos atan al cambio inevitable por el paso del tiempo no se aplican a nosotros ya que nuestros genes son reproducciones que se copian una y otra vez desde la matriz de las fábricas donde los soldados son creados. No hay transferencias de genes, nada se altera a pesar del paso del tiempo. Cualquier cambio que se produzca en un Zentradi. —Mientras decía esto señaló a Virya. —Cualquier cambio muere con el individuo. —dijo.
Las guerreras asintieron en silencio.
—Al eliminar la reproducción y la transmisión genética en nuestra raza, nuestros creadores se aseguraron que permaneceríamos sin cambios a lo largo de todo el tiempo necesario para cumplir nuestra misión. No importa cuantos miles de ciclos fueran necesarios. Pero se equivocaron.
—¿Se equivocaron? —preguntaron Maya y Virya al unísono.
Exedore asintió. —Somos una máquina de guerra autónoma. Fabricamos nuestras armas así como a nuestros propios soldados y nos expandimos por la Galaxia en busca de nuestros enemigos. Nada ha cambiado en nuestras ordenes desde que fuimos creados, pero eso no es completamente cierto, algo sí ha cambiado. —El Zentran mantuvo una tensa pausa mientras miraba los rostros asombrados de ambas guerreras. —Algo que demuestra que no somos los guerreros perfectamente diseñados que creíamos ser.
—La imperfección de la que tanto habla. —dijo Virya.
—Si, es algo que ha ocurrido a lo largo de toda la galaxia, en cada una de las miles de flotas Zentradis que recorren las estrellas en busca de la destrucción de nuestros enemigos, una especie de corrupción que genera lo que hemos visto en Virya.
—Los defectos genéticos.
—Si, esa clase de defectos no son algo aislados. Es algo que ha ocurrido en cada una de las matrices sin importar la distancia de las flotas Zentradis. Esas alteraciones suceden cada cierto tiempo y son inevitables.
—¿Porque? —preguntó Maya
—Porque es así como funciona la vida. —contestó el Zentran. —No se puede evitar el cambio y probablemente ni siquiera nuestros creadores sabían cómo hacerlo. Cada soldado creado en la Matriz es examinado minuciosamente en busca de errores y es prontamente destruido en cuanto son descubiertos, pero cada cierto tiempo las computadoras a cargo del sistema no son capaces de detectar los cambios más sutiles y Zentradis como Virya son desplegados en el campo de batalla.
Virya levantó la mano derecha y la observó atentamente mientras abría y cerraba el puño repetidamente. —No comprendo. —dijo. —¿Como algo como eso puede afectar a TODOS los Zentradis de la Galaxia..?
Exedore se encogió de hombros. —Ojalá lo supiera. —dijo. —Tal vez… tal vez no estemos tan alejados unos de otros como parece. —dijo pensativo. —Tal vez todos los seres vivos forman parte de algo más grande…. algún tipo de conexión, de vínculo. Tal vez no sea tan fácil diseñar algo como lo hicieron nuestros creadores… y esta corrupción no es más que un proceso natural inevitable. Ojalá lo supiera pero lamentablemente no me queda tiempo para investigarlo.
La pantalla se redujo y el holograma pareció desvanecerse dentro del broche del Archivista. Virya y Maya se miraron entre si sin saber que decir.
El tiempo se agotaba para todos.