Chatarra

96

No tenían forma de medir el paso del tiempo en aquel enorme espacio. Exedore había vuelto a adentrarse en un mutismo impropio del otrora verborrágico Archivista ¿Estaría poniendo en orden sus ideas? ¿Se estaba preparando para el final? Al menos las enormes venas y protuberancias de su cabeza no se movían con la violencia característica, así que sea lo que sea que estuviese pensando, no parecía ser algo urgente.
Maya y Virya también habían usado el tiempo ocioso para asimilar (o al menos intentarlo) toda la información que el Archivista les había revelado de repente. Sus orígenes, los de sus creadores, su papel en la Galaxia y acaso el futuro de su propia raza… si, Virya lo había entendido demasiado bien; no eran ideas o conceptos que cualquier soldado de infantería  pudiera saber a la ligera. 
Y luego estaba aquella corrupción, aquella falla que se cernía sobre los Zentradi como una amenaza constante. El sentirse víctima de aquel error de diseño la hacía sentir sucia. Había tardado decenas de ciclos en controlar su cambiante cuerpo, en adaptarse a las ventajas y desventajas que esa amalgama de partes Zentradi que formaban su cuerpo. Finalmente había alcanzado un equilibrio, un dominio perfecto entre su fuerza, agilidad e inteligencia… y ahora todo se venía abajo.
Su flota había sido destruida, su escuadrón diezmado. Maya moriría en cualquier momento y su Archivista…. bueno, todavía le resultaba extraño contar a Exedore como miembro de su escuadrón… pero lo era, y el hecho que su destino también estuviera ligado al de Maya la hacía sentir exactamente lo mismo por ambos.
Pero lo que más extraño le resultaba era la idea que ambos terminarían formando parte de algo…. ¿Único? Francamente Virya encontraba la perspectiva de ver a esos dos individuos completamente diferentes uno del otro amalgamados en uno solo como algo completamente imposible.
¿O no?
Había tantas cosas que no sabia… eso la ponía furiosa. Ojalá tuviera uno de esos apéndices grises de los Archivistas… estaba segura que podría extraer hasta la última gota de información de Exedore si tuviera uno de esos…. 
Una idea cruzó por su mente ¿Acaso no tenía un apéndice extra en su cuerpo? Al fin y al cabo esa cosa que colgaba en su entrepierna era un misterio para ella. Incluso durante el combate había notado como crecía y se hinchaba ¿Acaso podría servir para extraer información? ¿Como podria hacer que se extendiera por fuera de su traje de vuelo?
Virya estaba perdida en sus pensamientos y no notó que el Archivista se había alejado del grupo.


Exedore no había estado justamente ocioso. No solo había asimilado y ordenado toda la nueva información que el enlace de Breka-Nel había suministrado a su ya de por sí extensa base de datos, también había meditado profundamente sobre las implicancias de lo sucedido en los últimos días.
¿Que haría el nuevo Comandante Supremo con la información que su propia cabeza le proporcionaria? La existencia de los errores en la replicación del acervo genético Zentradi era conocida hacia varios miles de ciclos por los altos mandos y la información de Breka-Nel lo corroboraba. Pero lo particularmente alarmante era el aumento de los casos que se había registrado en los últimos centenares de ciclos: aproximadamente uno de cada mil soldados era purgado de la matriz por defectos en su estructura genética, uno de cada cien mil llegaba a desarrollarse en las cámaras de crecimiento con errores y era rápidamente esterilizado durante los controles previos al acondicionamiento. Pero al menos uno por cada millón de individuos podía pasar sin ser detectado por las computadoras y entrar al servicio activo portando genes defectuosos sin manifestaciones visibles que despertaran sospechas entre sus superiores o camaradas de armas. El caso de Virya era algo novedoso ya que sus cambios se habían producido tras un procedimiento de Micronización, algo muy poco común de realizar en las flotas Zentradis. 
Exedore abrió los ojos y miró hacia el techo del enorme hangar. ¿Esa era la respuestas? ¿Obligaría el próximo Comandante Supremo micronizar a todos sus soldados para detectar a los individuos defectuosos?
No, logísticamente hablando era una locura. Tenía que haber otra respuesta. ¿Pero qué pasaría si el problema continuaba extendiéndose? ¿Qué pasaría si de pronto un Comandante desarrollaba genes defectuosos…?  El solo pensar en ello hizo temblar violentamente las protuberancias de Exedore.
Entonces una idea se iluminó en su cabeza. Una idea aterradora.
«—No puede ser» —pensó mientras bajaba la mirada hasta el piso.  «—¿Pero y si es verdad…?»
Solo había una forma de averiguarlo. 
Virya y Maya notaron el movimiento extraño del Archivista y se pusieron de pie en un instante. Cuando la túnica del Zentran cayó al piso sus bocas prácticamente hicieron lo mismo.
—De-Deculture…! —Exclamaron al unísono.
Exedore había quedado completamente desnudo mientras les daba la espalda a las guerreras. Su cuerpo era extremadamente deforme, con la columna vertebral visiblemente expuesta y cruzada de miles de terminaciones nerviosas que parecían cubrir la verdosa piel del individuo. Era un cuerpo frágil, protegido únicamente por la envoltura negra que hacía a la vez de armadura y vestimenta del Archivista.
Los apéndices largos y grises se movieron en todas direcciones. Virya observó que se extendían desde la nuca del Zentran, algo asi como si fueran extensiones de su cabello, pero esas cosas definitivamente no eran pelos.
Los tentáculos rodearon el cuerpo de Exedore y sus extremos se tornaron luminosos.
—¿Que… qué está haciendo? —preguntó Maya asombrada. 
Virya lo sabía demasiado bien.
—Se está examinando a sí mismo. —respondió señalando. —Observa.


Y eso hicieron, miraron en silencio como los finos apéndices grises tocaban cada palmo del cuerpo deforme y encorvado del Archivista. Cada tanto un espasmo recorria la figura enclenque pero los movimientos lentos y seguros de los tentáculos no se interrumpian ni por un segundo. 
Le llevó casi media hora al Zentran examinar detenida y exhaustivamente su cuerpo. Entonces repentinamente, tal y como había comenzado los apéndices se contrajeron y el Archivista quedó silencioso a la espera de los resultados.
Las dos Meltran se acercaron en silencio mientras la cabeza del Zentran se convulsionaba al ritmo de sus pensamientos.
Entonces todos los movimientos se detuvieron.
Exedore se dió la vuelta lentamente y miró a las guerreras directamente a los ojos.
—¿Archivista…? —preguntó la joven Maya deteniéndose junto a su compañera. —¿Está bien?
El Zentran no respondió y Virya asintió.
—Este es uno de esos momentos donde las palabras no son necesarias. —dijo mientras se ponía de rodillas. Su rostro estaba ahora a la altura del de Exedore y sus ojos se encontraron frente a frente.
—¿Que…? —comenzó a preguntar Maya pero Virya levantó su mano para hacerla callar.
—Usted también. —dijo Virya. No era una pregunta.
Exedore asintió con la cabeza y maya comprendió finalmente.
—Defectos genéticos… ¿Él también…? —los ojos de Maya se abrieron como platos. —De-Deculture!
Exedore suspiró. —Asi que asi es como usted se siente. —dijo desviando la mirada de la guerrera. 
—¿Que tan malo es? —preguntó Virya.
El Zentran sacudió la cabeza. —No tanto como su caso, Capitán. —respondió. —Pero la evidencia es incuestionable. Mi cuerpo está comprometido con la corrupción genética que amenaza a nuestra raza. 
—¿Desde….?
—¿Desde cuando? —Exedore cerró los ojos. —Soy viejo, casi tan viejo como el propio Dortrad-Jen… así que no, no lo sé. ¿Cómo pude haber estado tan…. ciego? —Exedore volvió a mirar a Virya a los ojos. —La misión ha fracasado. —dijo.
—No.
Virya reprimió el impulso de sujetar por el cuello al diminuto Zentran. Se había dado cuenta que si ponía un dedo en ese escuálido cuerpo, mataría al débil Archivista sin lugar a dudas.
—No es cierto. —exclamó en cambio dando un paso hacia atrás. —No puede ser
—Virya… tiene razón. —dijo Maya poniendo una mano sobre su hombro. —Si Exedore está corrupto no puede aportar sus genes al…
La guerrera se incorporó y miró al desgraciado Zentran desde arriba. Sin el traje protector parecia aun mas pequeño e indefenso que antes.
—Breka-Nel no tiene porque saberlo. —dijo.
Maya puso cara de asombro. —¿Saberlo…? —preguntó sin poder creer lo que estaba oyendo.
Exedore sufrió un escalofrío al oír las palabras de Virya. Lentamente giró su cabeza y cruzo miradas con la guerrera.
—N-No. —dijo temblando. —tengo que informar a su Excelencia ahora mismo.
Sin esperar una respuesta el maltrecho Archivista extendió el brazo hacia las ropas que habían quedado a sus pies. El enorme broche anaranjado que formaba el cuello de la túnica contenía los dispositivos de comunicaciones y pantallas holográficas que el Zentran usaba para comunicarse.
Lentamente sus dedos se acercaron al broche..
Virya aplastó el aparato de un pisotón sin siquiera mirar hacia abajo.
—Ups. —exclamó.
Exedore tembló violentamente y dirigió una mirada de puro odio a la guerrera.
—¿Que cree que está haciendo, Capitán?
—Lo correcto. —respondió la guerrera. 
Había dicho eso, pero en su interior lo dudaba. ¿Valía la pena tomar semejante riesgo? Había una violenta lucha de voluntades en el interior de la cabeza de Virya. Por un lado la férrea disciplina que la impulsaba a cumplir su misión de cualquier forma posible, seguida por la total obediencia y lealtad a la armada Zentradi y por último, mas no por ello relegada de ninguna forma, la esperanza de salvar a su camarada Maya.
Exedore se incorporó y apuntó con uno de sus huesudos dedos al pecho de Virya. —Tu… tu no sabes lo que estás haciendo. —dijo. —Si me procesan junto con la Almirante Maya los resultados podrían ser… imprevisibles.
—Una flota imprevisible es mejor que ninguna flota.
Ahora fue el turno del Archivista de abrir grandes los ojos. —Tu…
—Quiero terminar esta misión. —respondió la guerrera. —Quiero que Maya cumpla su deber y esta es la única forma. —dijo. —Así que cierre la boca y cumpla usted también con su cometido.
Exedore abrió la boca para responder pero finalmente optó por no decir nada. Maya se agachó y tomó la túnica mientras pedazos del broche se desprendían y caían al suelo.
—Gracias. —exclamó al recibir las ropas de manos de la Meltran.
Virya sacudió la cabeza. —No se que vaya a pasar de ahora en más. —dijo mirando a sus dos compañeros. —Pero no lograremos nada si simplemente nos rendimos. Maya asintió en silencio.
El Archivista contempló en silencio el broche destruido y seguidamente se envolvió con el tejido. Por suerte, sea cual sea el dispositivo que controlaba la extraña túnica, al parecer no estaba en el broche y la prenda se volvió rígida alrededor del menudo cuerpo del Zentran, haciendo que la figura del Zentran recuperarse algo de rigidez.
—Estoy de acuerdo con Virya. —dijo Maya cruzándose de brazos. —Toda esa información y datos que usted tiene en esa cabeza. —y mientras decía esto señaló con el dedo los bultos palpitantes del Zentran —Si simplemente se perdieran seria…. algo malo.
Exedore levantó la vista hacia el techo y contempló impasible las enormes vigas que atravesaban el hangar de lado a lado. —Ciertamente. —dijo luego de una pausa. —Despues de todo lo que hemos pasado sería un despropósito si-
Una voz atronadora interrumpió la débil voz del Archivista, parecía provenir de todos lados simultáneamente.
—Archivista Exedore, Almirante Maya, los preparativos están completos. Procedan hacia el elevador central para iniciar el proceso de conversión de inmediato.
Era la voz de Breka-Nel y el sonido que anunciaba el fin del escuadrón de Virya.
Maya suspiró y puso una mano sobre el hombro de Exedore. —Es hora. —dijo.
El Archivista asintió y se puso en marcha tras la guerrera.
Virya permaneció de pie sin poder moverse. Sabía que era el final, pero su cuerpo se negaba a dar el primer paso hacia la muerte de Maya. —¡Debura! —exclamó y se obligó a caminar tras sus camaradas mientras apretaba los puños.



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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