Los disparos rasgaron la negrura del espacio en una perfecta seguidilla de brillantes líneas verdes. El container recibió la andanada de proyectiles y comenzó a girar lentamente con enormes agujeros humeantes en todo su exterior.
El jefe de aquella cuadrilla gruño por la radio en cuanto dos armaduras más se sumaron al juego de disparos espontáneos. Dos ráfagas después y solo quedaban jirones de metal retorcidos.
—¡Alto el fuego! —gritó por encima de las risas de los demás combatientes. —¿Son idiotas o que? ¡El que vuelva a abrir fuego va a quedar peor que esa cosa! —gritó mientras la armadura señalaba los restos del contenedor.
Cuatro de las armaduras bajaron sus armas pero quién había disparado primero adoptó una actitud desafiante.
—Son solo un par de containers vacíos. —la voz rasposa del Zentradi estaba cargada de desdén. —Deje que nos divirtamos un poco al menos…
—Dije que nada de disparos —respondió la armadura verde oscuro mientras se giraba para enfrentar al subordinado. —Hay que mantener silencio absoluto.
—De Radio. —respondió otro de los soldados. —Nadie nos dijo nada sobre disparar unos cuantos tiros.
—¡Idiota! —gritó quién estaba a cargo de la tropa señalando una región del espacio.
—Estamos en medio de una operación a cargo del mismísimo Jefe y ya saben lo detallista que es con sus órdenes. Nos arrancaría las tripas si no hacemos lo que nos dijo al pie de la letra..
La armadura que había disparado primero hizo un gesto obsceno hacia la dirección general en donde había desaparecido la flota pirata junto con la ahora rehén Río Grande. —Me cago en el Jefe y en su misión de mierda. —dijo escupiendo las palabras. —Estamos a cien años luz de la patrulla de la NUNS más cercana y nos dejan aquí parados vigilando un par de cajas vacías… ¡Nos prometieron acción!
—Nos prometieron fuegos artificiales. —dijo otro de los Zentran. —De los grandes.
—Yo les daré fuegos artificiales. —exclamó el líder mientras un compartimento se abría desde uno de los laterales de la armadura de combate. Dos misiles salieron disparados y se dirigieron a toda velocidad hacia el solitario container que se alejaba girando lentamente del grupo de piratas.
La explosión iluminó brevemente el espacio alrededor.
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Lo primero que percibió Will fué el perfume.
Había esperado encontrarse con un ambiente de aire enrarecido, incluso al olor a moho o grasa vieja que tenían a veces los equipos que pasaban mucho tiempo almacenados pero… ¿Perfume de mujer? ¿Dentro de un Contenedor de Exportación?
La oscuridad era completa y recordó que había dejado las gafas de visión nocturna junto a la mochila de Tass en la plataforma de atraque. Sin nada más que hacer suspiró resignado y sacó el Pad del bolsillo, entonces recordó las instrucciones de su amiga:
“No enciendas el Pad hasta salir de la Rainbow”
Will chasqueó la lengua y volvió a guardar el aparato. Sin luz y sin nada más que hacer se sentó junto a la pared de metal y se dejó caer de costado sobre el enorme bolso de ropa.
Era dormir entonces, otra opción no tenía.
Así que durmió.
Will no era una persona que soñara… o mejor dicho no era alguien que solía recordar lo que había soñado al despertar, pero esa vez sí lo hizo.
Estaba en un campo de flores amarillas que se mecían suavemente con la brisa. El olor de las flores llenaba por completo sus fosas nasales y amenazaba con ahogarlo. El joven se incorporó en medio de fuertes toses y miró desorientado a su alrededor.
Will nunca había estado en un planeta antes. Nacido en la flota 37, sus más lejanos recuerdos eran de un cielo abovedado, cruzado aquí y allá por los marcos de amarre de la enorme cúpula atmosférica que formaba el caparazón de Ciudad 7.
Pero lo que estaba viendo ahora… era un verdadero cielo, de un azul como nunca había visto antes. Además esas eran nubes. Will sabía el nombre de las cosas que veía, aunque era la primera vez que las contemplaba en su forma verdadera, sin tratarse de una mera proyección digital en el caparazón de la gigantesca nave colonial.
Un verdadero cielo, nubes, el horizonte infinito. Estaba en un planeta tipo terrestre… ¿En que parte de la galaxia?
Su olfato se había ido acostumbrando lentamente al perfume de las flores y ya casi no lo molestaba. El joven se cubrió los ojos con la mano para evitar que el sol lo deslumbrara y oteó el horizonte en busca de algo….
Nada, mirara hacia donde mirara el campo de flores amarillas se extendía en todas direcciones hacia lo que parecía el infinito. El terreno no era plano y podía distinguir ligeras ondulaciones en la lejanía. ¿Colinas? Si, ese era el nombre de esas cosas… colinas.
Will comenzó a caminar hacia la elevación más cercana.
Las distancias lo desorientaban, estaba tan acostumbrado a vivir en una Colonia confinada que tanto espacio abierto confundia todos sus sentidos. Lo que parecía ser solo un centenar de metros resultó en realidad ser casi un kilómetro de caminar entre las flores que llegaban hasta su cintura. Will miró hacia atrás y vió con claridad el rastro de flores pisoteadas que estaba dejando tras sí. Ojalá no fuera el campo de cultivo de alguien o estaría en problemas.
Volvió la vista al frente y siguió caminando en la misma dirección. De improviso salió a un sendero claramente trazado entre las flores. Will se rascó la cabeza y lo siguió con la mirada, al parecer trazaba una curva y se dirigía hacia la colina. Bien.
El sendero era bien definido, la tierra estaba bien prensada y no había rocas o raíces que obstaculizara la marcha, además era angosto, como si hubiera sido hecho para una sola persona. El joven comenzó a caminar sin prisa en dirección a la elevación, más para su desconcierto, la bendita colina estaba más lejos de lo que parecía.
Tras varios minutos de caminata la frustración comenzó a colmar su paciencia. El sendero trazaba una clara curva hacia la elevación cercana pero cuando el joven llegaba al sitio donde el sendero describía la curva, se encontraba con el mismo sendero recto y la curva hacia la colina al final.
—¿Pero que mierda….?
Will se lanzó a la carrera y dobló el sendero tan velozmente que cayó de bruces al suelo. La colina seguía estando al final del sendero.
—Hija de puta.
Tres veces corrió hacia el final del camino y las tres veces terminó sentado en el suelo con su cabeza a la altura de las pequeñas flores amarillas. Tras el último intento el joven se dejó caer de espaldas al piso y contempló la solitaria nube que cruzaba el cielo en ese momento.
<<Un cielo de verdad>> pensó mientras estiraba la mano como queriendo tomar la nube entre sus dedos. Cerró el puño en el aire y resignadamente dejó caer el brazo al costado de su cuerpo.
Al cabo de unos momentos se puso de pie, miró hacia la curva del camino y le dedicó un “Fuck-You” con su mano derecha, luego echó a andar en la dirección contraria al sendero.
En pocos segundos estuvo en la misma cima de la colina.
Will no se sorprendió, al fin y al cabo ya nada de lo que lo rodeaba tenía sentido y preocuparse por un problema que acababa de resolverse solo no era…. ¿Lógico? ¿Inteligente?
—Inútil. —dijo en voz alta aunque no sabía si se refería a si mismo o a la situación en la que se encontraba.
El sol estaba en su punto más alto en el cielo de modo que la sombra de Will se proyectaba apenas bajo su cuerpo. Era imposible distinguir una dirección en concreto ¿Norte? ¿Sur? Todo se veía igual…. campo hacia allí, flores en aquella dirección, más flores detrás, tetas enormes más allá y…. ¿Que?
El joven se protegió los ojos y trató de ver con más claridad aquello que asomaba entre las flores… si, no cabía la menor duda, eran un par de pechos enormes envueltos en lo que parecía ser una prenda azul. Will contuvo el aliento mientras observaba aquellas enormes masas redondeadas subir y bajar lentamente al compás de la respiración de su dueña.
El joven no lo pensó demasiado. Había recordado un refrán que venía muy bien para su situación en concreto:
“Ante la duda, la más tetuda”
Lentamente descendió de la colina en dirección a las tetas gigantes.
No había sendero por suerte, Will se dijo que en caso de dar con uno simplemente lo esquivaria, no quería saber absolutamente nada más con senderos de ninguna clase.
Para su sorpresa al descender de la elevación las flores se hicieron cada vez más altas, de modo que al cabo de unos minutos los tallos lo rodearon y las delicadas flores amarillas quedaron bien por encima de su cabeza. Aun recordaba la dirección general de aquella maravillosa visión erótica así que continuó caminando apartando los delgados tallos con las manos mientras silbaba una tonada de moda.
Al cabo de unos minutos Will salió a lo que parecía un claro en medio del bosque de flores. Había una mujer de proporciones gigantes acostada sobre una manta de colores mientras parecía leer un libro. Tenía un sombrero de ala ancha y anteojos de finos marcos dorados, unos mechones de pelo castaño caían alrededor de sus hombros pero el ala del sombrero ocultaban parte de su rostro. Vestía una remera azul eléctrico y unos jeans gastados. Al parecer estaba tan concentrada en la lectura que no había percibido la llegada del joven.
Una Meltrán, definitivamente se encontraba ante una de las Zentradi gigante que habían combatido contra los humanos allá en la primera Guerra Espacial. ¿Que hacia una de ellas en medio de ese prado de flores?
Will nunca había visto a una Meltrán en persona. Estaba acostumbrado a tratar con Ralph y sus gigantescas proporciones, pero una Mujer de ese tamaño era algo completamente diferente.
Will tragó saliva y comenzó a trepar por la remera azul.
Tras un gran esfuerzo logró encaramarse al estómago plano de la joven. Notaba el calor que desprendía el cuerpo así como un perfume agradable que le recordaba algo especial, no supo qué, pero sabía que seguramente era algo hermoso.
Will caminó sobre el cuerpo de la joven decidido a verle el rostro. Sin detenerse un segundo escaló las enormes colinas que se interponian entre él y su objetivo y se sentó despreocupadamente sobre el pecho izquierdo de la joven, justo sobre una letra “U” bordada en dorado sobre la tela azul de la prenda.
Aun con todo el ajetreo la Meltran no se había percatado de la presencia de Will sobre una de sus tetas. El joven suspiró mientras miraba desanimado el enorme libro que tapaba la visión del rostro de la joven. Algo en la portada le resultaba familiar pero el título estaba en lenguaje Zentradi.
—Hola. —Saludó el joven desde su confortable lugar.
La Meltran bajó el libro sobre su pecho y casi aplasta al pequeño Will, quien se arrojó a un lado antes que el pesado objeto cayera sobre el.
—Aquí abajo. —gritó Will.
La giganta levantó el libro y descubrió a Will que se había refugiado precariamente entre la depresión de ambos senos. —Hola. —contestó sin la menor muestra de sorpresa en su voz. —No te había visto.
Will escaló nuevamente el pecho izquierdo y volvió a sentarse sobre la “U” dorada. —Soy Will. —dijo.
—Ya lo se. —respondió la Meltran dejando el libro a un costado. —Te estaba esperando.
—¿A mi?
—¿Ves a alguien más por aquí cerca? —respondió la Meltran con una mueca. —Tienes trabajo por hacer. —dijo mirando fijamente al pequeño humano.
Will observó con atención el hermoso rostro que llenaba toda su visión. La Meltrán parecía ser más madura de lo que se había imaginado, como si recién hubiera dejado atrás los florecientes años de la juventud y ahora toda su belleza se revelara con una majestuosidad solemne.
—¿Sucede algo? —preguntó la misteriosa Meltran. ¿Tengo algo en el rostro…?
Will sacudió la cabeza para despejarse. —No no… es que… nunca había visto una Meltran en tamaño gigante y tan… hermosa. —Al decir lo ultimo se habia sonrojado tanto que parecía ser un hermano de Matt.
La Meltran sonrió y dejó escapar una pequeña risa. —Gracias por el cumplido Will… pero creo que te equivocas en una cosa.
El joven levantó la cabeza confundido. —¿Eh?
—Yo ya estoy micronizada. —contestó la mujer estirando un brazo hacia las flores que los rodeaban.
Will se rascó la cabeza y siguió con atención el movimiento de la mano de la joven, quien cortó una de las flores y la acercó hacia donde estaba el joven sentado. —Eres tu el que está más pequeño. —dijo mientras rozaba con cuidado uno de los pétalos en los cabellos del joven.
El perfume de la flor hizo que la cabeza de Will diera vueltas. ¿El estaba micronizado? Miró a su alrededor y comprendió que así era, las flores, las rocas, las mariposas que lo rodeaban… todo era gigante… no, todo era de tamaño normal, era Will el que se había encogido.
—¿Cómo es posible? —preguntó volviendo la vista hacia el rostro de la mujer.
Ella se encogió de hombros y volvió a reírse. —¿Quieres crecer? —preguntó con una sonrisa misteriosa.
Will no lo dudó un momento. —Si. —respondió. —¿Que tengo que hacer?
La mujer extendió uno de sus dedos y señaló la dorada letra bordada sobre el pecho izquierdo. —Eso. —dijo.
Will bajó la vista y se dió cuenta que no se trataba de una letra “U”, en realidad era una letra “C”, la primera letra de una palabra escrita verticalmente.
—”¿Chúpame”? —leyó confundido.
La misteriosa Meltran levantó con cuidado la remera azul y dejó al descubierto su enorme pecho izquierdo. El pezón rosado estaba visiblemente erecto y una pálida gota blanca rezumaba en la punta del mismo.
—¿Pu-Puedo? —preguntó el joven nervioso.
La mujer asintió y Will acercó su boca abierta al palpitante pezón, entonces lo rodeó con su labios y chupó con fuerza.