Chatarra

98

La pantalla holográfica se desplegó por encima de ellos de forma tal que abarcaba una gran parte de la plataforma. La figura de Breka-Nel apareció nítidamente resaltada contra el fondo oscuro y pronto los bordes de aquel rectángulo enorme desaparecieron dejando solo la figura holográfica del gigantesco Zentran dominando todo el espacio sobre sus cabezas. Su voz sonaba extraña, artificial… era evidente que no estaba hablando al pequeño grupo de Zentradis que observaban la escena en silencio.
—Los preparativos han culminado y entramos en la última fase de configuración antes del ingreso de los datos genéticos y de memoria al núcleo de la Superfortaleza. 
Varias luces se encendieron alrededor de ellos y la estructura en el centro quedó perfectamente iluminada. Enormes venas recorrian todo el exterior de aquella especie de caparazón que envolvian al ¿Ser? que estaba destinado a convertirse en un gigantesco Comandante Supremo.
Breka-Nel movió los apéndices que salían de su cabeza y estos quedaron fuera de la pantalla, pero era evidente que había realizado una serie de conexiones físicas importantes. 
Un rugido profundo se escuchó a lo lejos, como un trueno muchos kilómetros de distancia seguido de una vibración apenas perceptible.
—El núcleo operará de forma automática hasta que el proceso de crecimiento del cuerpo principal esté lo suficientemente desarrollado para que el nuevo Comandante tome el control por cuenta propia.
Unos relámpagos restallaron sobre y por debajo de ellos.
—Removiendo anclajes de protección, liberación de las unidades gravitacionales confirmado. —la vibración iba en aumento a medida que el gigante repasaba los numerosos componentes que eran necesarios para dar vida a la instalación.—Activando reactores del núcleo… ahora.
Enormes descargas de energía dorada saltaron por las paredes a medio construir del recinto, trepando por las vigas y saltando de panel en panel hasta perderse en la negrura del abismo que se encontraba bajo de la plataforma.
Virya, Maya y Exedore contemplaban en silencio la increíble representación que era la puesta en marcha de aquella fortaleza titánica. A pesar de ser apenas un esqueleto de vigas y material biológico de refuerzo, la enorme nave había cobrado vida, alimentada por vaya a saber qué monstruoso reactor en las entrañas de la misma.
Los tres lo sintieron. No fue solo el profundo temblor que recorrió a toda la nave y retumbó en el pecho de cada uno de ellos. Era como si…
—Como si algo hubiese despertado. —exclamó Maya en voz alta ante la mirada atónita de Virya.
Exedore no dijo nada pero giró la cabeza en dirección a la enorme estructura que dominaba la plataforma y las dos Meltran hicieron lo mismo.
Lo que estaba dentro de aquel saco se estaba moviendo.
El grupo de Zentradis contempló como hipnotizado los rítmicos movimientos de la misteriosa cosa que se sacudía allí dentro, prácticamente ciegos a todo el pandemonium de actividad que se había desatado a su alrededor.
Enormes torres de metal segmentado surgieron de las profundidades todo alrededor de la gigantesca plataforma. Cables y tuberías articuladas emergieron de huecos en las paredes que aparecieron de la nada, creando una enorme red que pronto los rodeó en todas direcciones. 
Enormes descargas de energía reptaban por aquellas nuevas estructuras, alimentando ¿La construcción? ¿El crecimiento? Era difícil definir con palabras lo que estaba sucediendo. Metal y carne parecían mezclarse en una amalgama de colores y texturas a medida que los agujeros se rellenaban, las paredes eran levantadas y todo aquel recinto crecía y se transformaba en todas direcciones. 
Cables que reptaban como enormes gusanos, esqueletos de metal que se elevaban como una red por sobre sus cabezas para ser rápidamente cubiertos por un entramado de fibras de aquel material poroso que de lejos parecía roca verduzca pero en realidad estaba vivo y respiraba, cambiaba de forma, arrastrándose lentamente por todas las columnas en busca de su lugar apropiado.
Breka-Nel contemplaba su obra en silencio. Su enorme cuerpo holográfico era atravesado aquí y allá por las vigas y cables que conectaban la enorme crisálida a la nave en construcción pero el gigante guardaba silencio.
Otro cambio notable se produjo en aquel embrión amorfo que ahora latía a un ritmo cada vez más veloz. Los brillos esmeraldas habían cambiado a tonos rojizos y toda una serie de nuevas venas y tuberías habían rodeado el exterior de la membrana opaca que protegía a lo que latía dentro. Las vainas a los pies de aquella monstruosidad estaban abiertas pero ahora emitían una luz rosada y nubes de vapor surgían de las mangueras que las rodeaban.
Virya comprendió que el final había llegado.
—Es hora. —dijo Maya cerrando los ojos. 
Exedore asintió en silencio sin quitar la vista de aquellas masas palpitantes. Todos habían aceptado su destino pero nadie se movía. Sus voluntades parecían estar detenidas en el tiempo a la espera de la orden irreversible de Breka-Nel. 
Virya dió un paso hacia Maya, forzando a su cuerpo a romper aquel hechizo, solo por unos momentos.
—Maya. —dijo casi con hilo de voz. —Quiero… quiero decirte algo.
La joven guerrera dirigió la mirada hacia los ojos de su mentora y asintió en silencio. Las dos Meltran se alejaron de Exedore y este no hizo ningún ademán de seguirlas; era claro que no lo necesitaban.
Breka-Nel seguía con la mirada fija en el núcleo palpitante mientras las dos guerreras se alejaron unos pasos hasta el borde de la plataforma. Enormes bloques de metal y cables habían creado una especie de pared a su alrededor que crecía continuamente. Virya y Maya se sentaron una frente a la otra en uno de aquellos tubos que sobresalian a medias del piso de la plataforma.
—¿Como…? —Virya notaba la dificultad de hablar en aquel momento pero se obligó a decir lo que sentía. —¿Cómo te sientes? —preguntó.
Maya no contestó inmediatamente y la veterana guerrera se dió cuenta que sufría la misma presión que ella para hablar. Pero confiaba en ella, sabía que podía superar todos los obstáculos. Maya no la defraudó.
—Me siento… —Maya sacudió la cabeza como descartando palabras. —No…. no lo se. —dijo mirando fijamente a su compañera. —No encuentro las palabras. —dijo como dándose por vencida.
—Entonces no uses palabras. —respondió Virya.
La guerrera asintió y tomando una de las manos de Virya la llevó hacia su pecho izquierdo.
—Siento algo aquí. —dijo apretando fuertemente la mano sobre su pecho. —Pero no se como describirlo, es algo que no había sentido nunca.
—Virya asintió y tomando a su vez la mano libre de su compañera imitó el gesto sobre su propio pecho. —Yo también lo siento. —dijo.
Las dos Meltran sintieron simultáneamente el latir de sus corazones durante un tiempo que parecía no tener fin, como si el propio universo se hubiese detenido para presenciar la escena que se estaba desarrollando en aquel extraño lugar. Una escena que no habia ocurrido jamás y cuyas consecuencias era verdaderamente impredecibles.
—Somos iguales. —dijo Maya mirando los ojos de Virya. —Los genes, la corrupción, no importa lo que nuestros superiores o nuestros creadores digan.
Virya asintió. —Nuestros corazones laten al mismo ritmo, con la misma intensidad. —respondió. 
Maya soltó la mano de Virya y la alzó hasta el rostro de la guerrera, acariciando suavemente la mejilla mientras una lágrima rodaba por entre sus dedos.
—Estas son… ¿Lágrimas? —preguntó fascinada viendo cómo sus dedos se humedecian sobre la pálida piel de la guerrera. —Es tan… extraño.
Pero mientras lo decía ella misma había comenzado a derramar lágrimas. Virya alzó también la mano y acarició la mejilla de la joven, sintiendo como la humedad de las lágrimas bañaba sus dedos. —Extraño… no, esa palabra no es la adecuada para esto. —dijo sintiendo que algo se derramaba en su interior, como si enormes barreras y diques monumentales colapsaran bajo una fuerza incontenible.
Las dos Meltran se abrazaron envueltas en lágrimas. Aquello que las hacía ser lo que eran se había roto momentáneamente y las lágrimas fluían como un torrente por sus rostros. 



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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