Chatarra

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—No….  no ahora.
Las palabras se le atravesaron en la garganta mientras sentía el cuerpo temblar de una forma extraña. Era algo que no había sentido nunca, una sensación de parálisis que parecía haber transformado todas las extremidades de su cuerpo en partes independientes cuyas conexiones hubiesen sido cortadas en el momento.
Seguramente existía una palabra para describir ese estado, pero ninguna de las voces en su cabeza la conocía.
—No… —repitió sin saber que otra cosa decir o hacer.
Los primeros cruceros emergieron a su alrededor simplemente pasaron a su lado en silencio. Virya había visto aquellas naves de cascos violáceos miles de veces… incluso había atacado y destruido a varias decenas de ellos, descargando sus misiles contra los puntos débiles conocidos de aquellas gigantescas naves… pero aquellos parecían ser recuerdos lejanos. Las miles…. no, cientos de miles de naves que habían aparecido (y seguian apareciendo ininterrumpidamente) a su alrededor no parecían prestarle atención…. no lucían como los enemigos conocidos, era algo más… irreal.
Vió las enormes naves de batalla, las gigantescas naves de tipo capital cuyos cañones de energía había visto destruir alas enteras de formaciones Zentradi de un solo disparo, cada una de ellas rodeada por un enjambre de cruceros y cañoneros que formaban una cortina de fuego protector a su alrededor. Cruceros, corbetas, naves de asalto y bombardeos… era una flota completa del Ejército de Supervisión haciendo Defold alrededor de su Rau rojo.
¿Alguna vez algun Zentradi había experimentado algo como aquello? Estar rodeado de centenares de miles enemigos y sin embargo ser ignorado por completo por todos ellos…  no, probablemente había alguna explicación lógica… ¿La burbuja de energía warp la había ocultado a los sensores enemigos? ¿Sería acaso una especie de interferencia irreconocible en los radares? 
La respuesta no tardó demasiado en llegar.
—Almirante… ¿Órd…?
La oficial no pudo terminar la frase. En cuanto la comunicación de radio hubo perforado aquel velo de incertidumbre que los rodeaba, todo el ejército enemigo reaccionó al unísono. En un santiamén decenas de descargas de energía atravesaron la fragata como si realmente no estuviera ahí, unos segundos más tarde la explosión iluminó el espacio y la masacre dió comienzo.
Las siguientes en morir fueron las novatas en sus armaduras relucientes. Las chicas no comprendían del todo lo que estaba pasando y la mayoría de ellas murió sin descubrirlo, pero las que reaccionaron con algo de rapidez a la explosión de lo que había sido su primera y única nave nodriza, no tuvieron tampoco ninguna oportunidad.
Los gritos a través de las comunicaciones llegaron simultáneamente a la pequeña cabina del inmóvil Rau rojo.
Virya las escuchó morir una a una, los gritos de rabia, de impotencia, de sorpresa ante lo fácil que llegaba la muerte en todas direcciones… no era justo.
No, no era justo. Virya escuchaba todas las voces en su cabeza repetir lo mismo: No era justo, nunca lo había sido.
Una cosa era segura en medio de aquel caos de destrucción y muerte; Virya había vuelto a quedar sola. A decir verdad aquel hecho no la sorprendió.
Lo que la había sorprendido era la velocidad con la que había sucedido todo.
La armadura roja continuaba siendo ignorada por las hordas enemigas en cuanto la respuesta de las fuerzas de defensa finalmente llegó en forma de una lluvia de descargas de energía que barrieron y diezmaron las primeras líneas de aquella monumental marea de enemigos. 
Casi un centenar de naves explotaron simultáneamente al recibir el impactos de aquellos terribles cañones de energía, pero eran solo unas pocas naves de la vanguardia. Tras ellas el grueso de la flota del Ejército de Supervisión dejó finalmente de emerger del espacio dimensional y se arrojó sobre la jugosa presa.

El espacio si iluminó de una forma tal que la pequeña estrella en el medio de aquel sistema vió opacado su brillo por unos instantes.
Todo el frente del ejército enemigo se desplegó en dos alas enormes, como si quisiera envolver al cinturón de asteroides con un abrazo mortal de fuego de artillería concentrado. Casi sin descanso, las enormes andanadas de descargas de energía abrían brechas enormes entre los defensores quienes habían comenzado a formar varios anillos defensivos en torno a las factorías que rodeaban al núcleo del complejo.
Virya comprendió de inmediato que los defensores no tenían ninguna posibilidad contra aquel ataque envolvente. Si las fuerzas enemigas lograban cerrar los flancos… sería sin ninguna duda una verdadera masacre.
Sin moverse de su sitio consultó la interfaz táctica de su armadura. A pesar de las interferencias enemigas podía ver en su pantalla una representación bastante exacta de la distribución de las fuerzas de defensa alrededor de las instalaciones. 
Eran pocos, muy pocos.
El resto de las flotas de defensa estarían en esos momentos preparándose para volver de inmediato a reforzar el contraataque, pero era evidente que no llegarian a tiempo…. y eso si habían recibido la advertencia del ataque. Podían pasar horas antes que el primer grupo de refuerzo llegara hasta allí ¿Y que encontrarian?
Ruinas, cadáveres, chatarra… o tal vez una emboscada y una muerte segura si aquella maldita flota se fortificaba allí entre los restos de la abortada nueva flota.

Virya podía escuchar todas las frecuencias de radio de los diferentes escuadrones de defensa que trataban de ofrecer una resistencia organizada. Ordenes y contraordenes rugían en el auricular a medida que los Comandantes movían las tropas de reserva y las posicionaban lo mejor que podían para soportar el fuego enemigo. 
La guerrera movió la cabeza de un lado a otro sabiendo que todo aquello era un error. 
Un error fatal.
¿Estaba todo realmente perdido? ¿No había nada que ella pudiese hacer para cambiar el resultado? 
Mientras miles de ideas daban vueltas en su cabeza una solitaria armadura del Ejército de Supervisión pasó lo suficientemente cerca del Rau de Virya para distinguir algo fuera de normal en aquella forma que se destacaba inerte contra la negrura del espacio.
¿Qué habrá pensado aquel soldado mientras detenía su avance hacia el frente de combate y se dirigía hacia aquella cosa que no aparecía en su radar? ¿Era curiosidad? ¿O acaso la obligación de destruir sea lo que sea que no perteneciera a su flota? El caso es que tras acercarse lo suficiente no le fue difícil identificar la silueta reconocible del Queadlunn.
El soldado levantó su arma de forma automática y apuntó al centro de aquel extraño enemigo color rojo sangre, estaba tan cerca que no podía fallar el disparo.



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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