Rebecca se dejó caer rendida junto a Tass. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que Amanda saliera por la salida de escape del elevador? La espera la estaba poniendo muy nerviosa.
Había intentado usar su Pad para comunicarse con el exterior pero la señal estaba muerta, como si todas las redes y frecuencias de comunicación de la Colonia hubiesen sucumbido simultáneamente.
No podía dejar de pensar en la muerte del piloto y como Tass se había derrumbado en el piso tras aquel desgarrador grito. Ella sabía lo que era perder a un ser amado.
Gray. Ojalá aquel viejo piloto esté bien ahí fuera, sea lo que sea lo que estuviese sucediendo en la Rainbow, de seguro estaba relacionado con el accidente. Amanda temía lo peor pero lo que estaban experimentado… era más terrible que una pesadilla.
La Capitán confiaba en su tripulación y en su personal. Aún estando aislados del resto de la Colonia estaba segura que todos habían actuado en base a su riguroso entrenamiento y, especialmente, con buen juicio.
Volvió a extraer su Pad y acedió a su carpeta personal de fotografías. Una de ellas estaba resaltada sobre la pila de documentos recientes y pendientes a etiquetar. Rebecca organizaba todas sus fotos con etiquetas y en carpetas cuidadosamente ordenadas por fecha y por lugar, era su pequeña obsesión.
La fotografía había sido tomada en la escuela por el grupo de chicos mayores. La profesora Silvia se la había enviado a la Capitán, quien a su vez la compartió con Rebecca sabiendo como la mujer morena amaba las fotos de sus amigos.
Mina se había convertido en toda una señorita, Rebbie estaba segura que aquella fotografía había resultado ser una especie de shock para Amanda ¿Estaría ella orgullosa de la joven? De seguro que sí, aunque conociendo a su Capitán, ella dudaba que alguna vez se tomase el tiempo para disfrutar de ver crecer a su hija.
Rebecca no tenía hijos propios, aun asi habia crecido rodeada de sus colegas de la Fundación Unity en la Flota 37 y había aprendido a considerarlos como de su propia familia. jóvenes como Mina, Tass o incluso Will eran para ella sus protegidos, la siguiente generación que continuaria la dura meta que ellos se habían impuesto.
Incluso cuando se produjo el éxodo y se vió obligada a separarse de la poca familia biológica que le quedaba, sus lazos con el plan eran tan fuertes que no lo dudó un segundo y fué una de las primeras personas en poner pie en aquella enorme nave, justo detrás de la Capitán Kyle… y de la Directora M.
La mujer cabeceó y abrió los ojos. ¿Cuando se había quedado dormida? Era tan difícil llevar la cuenta del tiempo ahí dentro. El Pad parecía haberse caído de las manos en algún momento de su pequeña siesta, Rebecca giró la cabeza en su búsqueda y se encontró a Tass despierta mientras observaba las fotografías que habían quedado abiertas en la pantalla con la mirada perdida.
—¡Tass!
La joven escuchó su nombre y levantó la vista. Tenía el rostro cansado y los ojos enrojecidos, pero ya no lloraba.
Rebecca la abrazó con fuerza y dejó la joven recostara su cabeza contra su pecho, era lo unico que podia hacer en aquel momento. —¡Mi niña! —dijo casi al borde de las lágrimas mientras sostenía con fuerza el cuerpo de la joven. —¡Lo siento tanto…!
Tass se apartó lentamente de la mujer y con gentileza apartó los brazos de su amiga. —Estoy bien Rebbie, no te preocupes.
La mujer retrocedió un poco y miró a la joven a la escasa luz del elevador. —Tass… yo…
—Esta bien… solo dime dónde está Amanda.
Rebecca abrió la boca sorprendida. —¿Amanda?
—Por favor Rebbie… tengo… no, necesito saber qué pasó, quién fue. —Los ojos de Tass relampagueaban en la oscuridad. —Quiero saber quien fue el hijo de puta que le hizo eso a Jim.
La mujer tragó saliva. —Amanda tampoco cree que fue un accidente. —dijo. —Fué a buscar ayuda.
Acto seguido Rebecca le contó a Tass todo lo que había sucedido desde que huyeron de la Torre de Control hasta que quedaron atrapadas dentro del elevador. Tass escuchó todo en silencio, evaluando cada palabra como si fuese un nuevo dato que clasificar y almacenar.
—Sin más información no es mucho lo que podíamos hacer. —dijo la mujer suspirando —Amanda fué en busca de esa tal Quinn y por lo que escuché en la Torre de Control, se encontraba en algún lugar del depósito central, es probable que la Capitán ya esté allí.
Tass se puso de pie lentamente mientras se apoyaba con una mano en el espejo de la pared. Pareció que se vacilaba, pero de pronto separó las piernas y miró fijamente el techo del elevador. —Dame tu pistola Rebbie.
La mujer no pareció entender lo que decía la joven por lo que Tass repitió más despacio. —Tu pistola, la necesito.
—¡Tass! ¿Estas loca? Yo..
—Confía en mi Rebbie. —dijo la joven mirando a su amiga desde arriba. —¿Lo harás?
Rebecca supo que Tass hablaba en serio y supo también que podía confiar en ella. Abrió la chaqueta y extrajo el arma de la pistolera lentamente, como si se resistiera a hacerlo.
—¿Segura que sabes como…?
La joven asintió mientras extendía la mano abierta. La mujer giró el arma y se la extendió a Tass con el mango extendido. —Ten cuidado. —dijo.
Tass tomó el arma y separando aún más las piernas se acomodó lo mejor que pudo en medio del reducido espacio. luego aspiró hondo y quitó el seguro del arma mientras levantaba los brazos y apuntaba el cañón hacia arriba.
—Tápate los oídos. —dijo.
Rebecca le hizo caso y el estampido resonó ensordecedor en el interior del elevador. Una lluvia de cristales cayó desde donde estaba la pequeña cámara de seguridad sobre las aturdidas mujeres.
—¿No podías simplemente tirarle con un zapato o algo? —la recriminó su amiga mientras se sacudía los cristales de la cabeza. Tass bajó el arma y se golpeó los oídos con la mano libre. —¿¿¿Que???
La mujer suspiró. —Nada chica, no dije nada.
La sordera de la joven duró varios minutos más, pero mientras tanto se puso manos a la obra. Utilizando un destornillador que llevaba en uno de los bolsillos del uniforme quitó la tapa del panel de control del elevador y utilizando la luz del Pad comenzó a revisar el cableado en busca de una conexión particular.
—¿Que haces? —quiso saber Rebecca asomando la cabeza entre los manojos de cables que Tass había sacado del compartimento.
—Los elevadores pueden funcionar de forma autónoma cuando se pierde la conexión de datos con el sistema primario y secundario. —respondió la joven. —Ahora que destruimos esa cámara de vigilancia podemos movernos sin que ese maldito sepa a dónde vamos.
La mujer se puso de pie y se recostó sobre una de las paredes. —¿Puedes activar el elevador desde dentro?
—Si, pero primero necesito cortar las conexiones primarias y secundarias con la red principal… aquí está una.
Tass tiró con fuerza y un cable blanco se desprendió con un chasquido. —Ahora el secundario.
El cable del enlace secundario estaba protegido por un grueso cable de seguridad y Tass tuvo que recurrir a su cortaplumas para cortarlo. Al momento de romperse las luces del elevador pasaron del rojo al blanco y un zumbido se escuchó en el techo.
—Ahora estamos en automático. —dijo Tass mientras extraía dos cables de su Pad. —Solo queda elegir un piso en donde bajarnos.
—Amanda me dió órdenes estrictas de que me quedara contigo hasta que llegara la ayuda. —dijo Rebecca mirando el panel donde indicaba los pisos de La Torre. —Tal vez deberíamos ir a la Oficina y esperar a la Capitán allí tal y como ordenó.
Tass pensó detenidamente en lo que decía su amiga y finalmente negó con la cabeza. —No. —dijo mientras quitaba el aislante de un par de cables con su cortaplumas. —Si la Torre de Control está comprometida no creo que la Oficina de Amanda sea diferente… creo que tendríamos que ir hacia un sitio más seguro.
—Aun así… —Rebecca suspiró preocupada. —Las órdenes de la Capitán…
—Estoy segura que entenderá la situación. —dijo la joven mientras con cuidado realizaba un puente entre su Pad y los controles del ascensor. —¡Ya está! —exclamó.
Hubo una sacudida y el elevador comenzó a descender lentamente.
—¿Bajamos en la plaza principal? —preguntó Rebecca mientras miraba las luces titilantes del indicador de los pisos. En esos momentos estaban unos tres pisos por debajo de las Oficinas de Amanda.
Tass miró la pantalla de su pad y sacudió la cabeza
—No… será mejor elegir un piso intermedio… algo al azar…¡Aquí!
Tass activó un comando y el ascensor se detuvo de pronto. De inmediato las puertas se abrieron, dejando ver un oscuro pasillo y unas confusas sombras apenas iluminadas por las luces del interior.
Entonces una linterna los encandiló con su poderoso brillo.
Tass cruzó los brazos sobre su rostro para protegerse mientras Rebecca metia la mano bajo su chaqueta para extraer la pistola, pero una voz conocida la detuvo.
—¡Rebecca! ¡Tass!
La linterna rodó por el piso y alguien se arrojó dentro del pequeño ascensor.
—¡Mina!
La joven de cabellos rubios abrazó a la mujer morena con tanto ímpetu que ambas cayeron sentadas en el suelo.
—¡Están bien! ¡Me alegro tanto!
—¡Mina! ¿Que ha sucedido? ¿Que…? ¡Por todos los cielos…!
El grito de Tass hizo que ambas mujeres se separasen de inmediato.
—¿Estás herida Mina? ¿Que rayos…?
La joven retrocedió y tanto Rebecca como Tass pudieron ver las manchas de sangre sobre el uniforme de mantenimiento. La mujer se llevó una mano a la boca asustada.
—¿Rebecca? ¿Tass? —dijo una voz grave por detrás de Mina. —¿Están bien?
—¡Dan! —gritó Tass saliendo del elevador. —¿Como…?
El robusto obrero abrazó con fuerza a la muchacha. —¡Me alegro que esten bien! ¡Casi me da un ataque al corazón en cuanto las puertas se abrieron de repente!
Tass reparó entonces en que el obrero había desmontado uno de los paneles del control del ascensor y estaba tratando de tomar el control del mismo desde aquel piso. —Gracias Dan, pero no hubieses podido hacer nada desde ahí, el sistema central está totalmente cautivo.
—¡Por Dios Mina! ¿Esa sangre es tuya? —exclamó Rebecca recuperando el habla.
Mina se puso de pie y se alejó unos pasos. —No… no es mia, es de uno de los chicos de seguridad que pudimos auxiliar en los pisos inferiores. —dijo la joven mirándose las ropas ensangrentadas. —¡Oh Rebecca no puedo creer lo que está pasando!
—Los malditos han tomado el hangar principal… ejecutaron al personal de seguridad y de emergencia que había ido a combatir el incendio. —exclamó Dan mientras apretaba los puños.
Tass tomó una de las manos del Técnico con fuerza. —¿Que sucede Dan? ¿Quién está matando a nuestra gente…?
—Piratas. —el semblante del hombre estaba pálido a la tenues luz del pasillo.
—Por todos los cielos… es una invasión. —dijo Rebecca horrorizada.
Mina los miró boquiabiertos. —¿Ustedes no sabían…?
Rebecca negó con la cabeza. —Nos aislaron en la torre justo después de la explosión y solo pudimos escapar más tarde.
—Ellos… ellos mataron a Jim. —dijo Tass soltando la mano de Dan. —Voy a hacerlos pagar… lo juro.
Mina se llevó las manos a la boca. —¿El Teniente Jim…? ¿Muerto..? ¡Oh Dios…!
—¡Hijos de puta!. —gritó Dan golpeando con fuerza una de las pasarelas. —Amanda tenía razón en temer lo peor.
Tass levantó la vista. —¿Haz visto a Amanda?
El técnico asintió. —hace unas horas, me la crucé camino al almacén principal y me avisó que ustedes estaban atrapadas en el elevador principal, le dije que vendría a sacarlas tan pronto como fuera posible pero entonces los piratas cayeron sobre nosotros…
—Por Dios… ¿La Capitán está bien?
Dan puso una de sus manos sobre el hombro de Tass. —Si, pudimos escapar por una de las escotillas y sellar manualmente los pasillos a nuestras espaldas. Luego nos separamos y al venir hacia aquí me encontré con Mina y un pequeño grupo de refugiados.
—Hay muchos heridos de bala. —dijo la joven de cabellos rubios visiblemente apesadumbrada. —Llevamos a los más malheridos a la clínica pero los Piratas han tomado toda la plaza y cubiertas principales, tuvimos que huir por el acceso periférico.
—Disparan a matar a cualquiera que tenga uniforme. —dijo Dan. —Al resto de los Colonos los están reuniendo en la cubierta principal… me temo lo peor.
Las tres mujeres y el hombre guardaron silencio mientras procesaban todas aquellas malas noticias.
—Tenemos que hacer algo. —dijo Tass apretando los puños. —Esos hijos de puta no se pueden salir con la suya.
—¿Qué podemos hacer? —preguntó Mina. —Estamos atrapados aquí dentro… y ademas no puedo encontrar a Matt por ninguna parte… estoy muy preocupada por el.
Al escuchar el nombre del joven, tanto Tass como Rebecca levantaron simultáneamente la cabeza.
—¿Que…? ¿Qué sucede con Matt..? —preguntó asustada MIna.
—Matt esta bien. —le aseguró Rebecca tomándole la mano. —Estaba en el Hangar Principal durante la explosión, pero pudo escapar junto con la Inspectora Cinthya, de seguro ya están a salvo.
—Si ese idiota y la inspectora se esconden en el Interior podrán ponerse a salvo hasta que las cosas se calmen un poco. —dijo Tass. —Pero yo no me puedo esconder, tengo que recuperar el sistema.
—No podrás tú sola. —dijo Dan sacudiendo la cabeza. —Hay cientos de esos bastardos patrullando las partes habitables de la Colonia.
—Entonces iremos por el Interior. ¿Qué hay de las escaleras de La Torre?
Dan se rascó la cabeza. —Con el elevador inutilizado solo hay dos accesos a las partes superiores… las escaleras de emergencia y el túnel superior que lleva al reactor…
—Si bloqueamos las escaleras podremos evitar que esos hijos de puta lleguen a las Oficinas y a la Torre de Control. —dijo Rebecca. —No pueden entrar desde el reactor.
Tass se tomó unos momentos para analizar la información mientras caminaba de un lado a otro. —Recuperar el control de la red es prioritario. —dijo. —Pero también tenemos que mantenerlos fuera de la Torre de Control el mayor tiempo posible.
—Yo puedo encargarme de bloquear las escaleras. —dijo Dan. —Pero eso me dejaría atrapado en las cubiertas superiores…
—Hay armas en la Oficina de Amanda. —dijo Rebecca. —Y raciones de emergencia también.
Mina sufrió un temblor al escuchar la palabra “armas”.
El técnico sacudió la cabeza. —No podremos resistir mucho tiempo ahí arriba… son demasiados, además..
Una serie de detonaciones a la distancia hizo que todos callaran.
—No hay tiempo. —dijo Tass… —Amanda fue a buscar ayuda… yo digo que le demos todo el tiempo y apoyo que necesita.
—¿Ayuda? —Dan parecía perplejo. —¿En el Almacén principal…?
—Confía en la Capitán. —lo tranquilizó Rebecca. —Ella sabe lo que hace.
El hombre guardó silencio y asintió finalmente. —De acuerdo. —contestó.
—Ven conmigo Mina. —dijo Tass tomando la mano de la joven.
Rebecca y Dan se miraron confundidos. —No creo que sea una buena idea que ustedes dos vayan solas al Interior. —dijo la mujer morena.
—Tu tienes que ir con Dan, eres la única que conoce los niveles superiores, yo tengo que encontrar una forma de analizar la red y ver que clase de ataque nuestros invasores han realizado a nuestros sistemas… además, hay una chance de encontrar a Matt ahí dentro.
La mención del nombre de su amigo hizo que Mina apretase con fuerza la mano de la joven programadora. —Por favor. —dijo suplicante.
—Esta bien… vale, nosotros aseguraremos los niveles superiores. —dijo Dan. —Pero no hagan ninguna locura, si se ven rodeadas rindanse de inmediato, esos monstruos disparan a cualquiera que intente escapar o resistirse.
Las dos jóvenes asintieron y se lanzaron a correr hacia el final del pasillo, donde desaparecieron entre las sombras.
—Buena suerte. —dijo Rebecca en voz baja mientras veia a las jovenes desaparecer a lo lejos.
Dan suspiró y comenzó a recoger las herramientas que había utilizado para, inutilmente, desmontar la consola de servicio del elevador.
—¿Crees que puedas bloquear las escaleras tú solo? —preguntó la mujer.
El hombre cerró el bolso y se lo puso al hombro. —Si te refieres a usar explosivos o esas cosas… olvidalo, yo no soy Will, pero tengo una idea.
Rebecca asintió y extrajo el arma de su pistolera, inmediatamente quitó el seguro y se colocó tras Dan.
—Espero que no tengas que usar esa cosa. —dijo el hombre mirando nervioso la pistola.
—Tu ocupate de lo tuyo, yo me ocupo de lo mio. —contestó la mujer guiñando un ojo.