Chatarra

111

—¡Maya!
La enorme estructura que se asemejaba a un gigantesco ojo pareció absorber en rayo como si nada hubiera pasado, más fue solo una ilusión temporaria. La explosión posterior fue enorme, toda la armazón de metal exterior que estaba a medio construir quedó vaporizada al instante por la fuerza destructiva del rayo de energía dimensional. 
Virya se lanzó en picada entre aliados y enemigos, esquivando misiles y disparos como si no importara otra cosa más que llegar hasta aquella nube de humo rodeada de desperdicios y trozos de roca.
—¡Virya! —gritó Breka-Nel por la radio pero la guerrera no pareció escucharlo, toda su atención estaba centrada en aquella nube de humo que habia sido lanzada hacia atras por la fuerza de la explosión.
El Comandante Supremo tomó momentáneamente el control de la interfaz del QRau e hizo que su imagen holográfica se proyectase por todo el frente de la cabina. De pronto Virya se encontró al gigantesco Zentran frente a su nariz.
—¡Comandante Virya! ¡Vuelva a la batalla de inmediato!
—¡Han destruido el Núcleo! ¡Maya está….!
—El núcleo está intacto, solo han destruido el blindaje externo, regrese al combate o el próximo disparo si será el último.
La imagen desapareció y la interfaz de la cabina volvió a la normalidad. Virya se obligó a detener su alocada carrera antes de volver a echar un vistazo al lugar donde maya y Exedore continuaban encerrados.
A través del humo y los fragmentos de chatarra el ojo pareció emerger frente a ella. Un enorme hueco se había abierto allí donde la terrible arma había impactado pero por lo demas parecía estar intacto. Rayos y chispas saltaban en todas direcciones sobre la superficie escamada de aquel blindaje biológico que parecía latir y sufrir con dolor la terrible herida sufrida.
Pero algo más preocupante que aquella cicatriz había ocupado la totalidad de la mente de la guerrera. Había dejado de percibir aquellas presencias globulares, ya no podía saber si quedaba alguien vivo dentro del núcleo. ¿Y si Maya había sido destruida? 
Virya quería gritar, quería golpearse la cabeza contra la pantalla de su panel de mandos, pero sus otras personalidades no se lo permitieron.
—Debo luchar. —se repitió a si misma mientras daba vuelta su armadura y se lanzaba por donde había venido.
—Debo… continuar.
Se arrojó hacia delante, zambulléndose entre los enemigos que apenas si podían reparar en el vertiginoso rayo rojo que precedía a sus violentas muertes. Toda su capacidad destructiva se había desplegado en el campo de batalla y en ese momento Virya era pura violencia, una fuerza de aniquilación avasalladora que no se detenía ante nada ni nadie.

El campo de batalla había vuelto a cambiar de forma. El Ejército de Supervisión había reaccionado tarde a la nueva amenaza que, poco a poco, había ido escurriendose tras esas pequeñas grietas que Virya había descubierto entre la incesante marea enemiga. Varios cruceros de batalla fueron removidos del frente y posicionados en una doble o incluso triple fila para reforzar los sectores vulnerables a aquella filtración de enemigos que se comportaba de forma extraña, desafiando toda clase de táctica conocida de la interminable guerra galáctica.
Virya estaba en medio del frenesí de la batalla y sus otras personalidades ya no tenían forma de tomar control del cuerpo de la guerrera simultaneamente, asi que simplemente observaban como la batalla progresaba.
Todos los caminos que la Virya estratega había trazado sobre la interfaz táctica estaban ahora completos, todas las posiciones habían sido ocupadas por las fuerzas a la espera del empuje definitivo, el plan estaba tendido pero el momento no llegaba, se requería que una serie de condiciones se cumplieran y todo dependía de la furia y desesperación de los millones de soldado que peleaban y morían en aquel momento.
Era una carrera contra reloj y los Zentradi la estaban perdiendo. Cada minuto que pasaba las fuerzas enemigas se reforzaban, los caminos se cerraban y las opciones se agotaban.
Se acercaba el momento decisivo y ambos bandos lo sabían. El combate se volvió más cruento, más salvaje.
Cientos de naves enemigas se lanzaron en un ataque suicida para intentar quebrar a los defensores, pero los pelotones de artilleria habilmente situados por Breka-Nel lograron diezmar las filas de los atacantes antes que pudieran causar un daño significativo a los defensores.
Habian detenido el ataque momentaneamente pero otro grupo volvió a cargar por el mismo sitio y luego otro más… y otro más.
Hubo un resplandor, un fogonazo blanco y Virya comprendió que el momento había llegado.
—¡Ahora!
Habian llegado refuerzos, una de las flotas de defensa que patrullaba el enorme perímetro de la base-factoría había hecho Defold a unos pocos kilómetros de distancia. Virya no se molestó en ver que clase de naves u zentrans se trataba… en ese momento eran solo una distracción, un recurso.
Breka-Nel tomó de inmediato el control de aquella flota y los envió a toda velocidad contra el flanco derecho de las tropas enemigas. El espectáculo de esos miles de motores acelerando al máximo dejando tras sí una estela de luces verdes fué avasallador.
Los recién llegados se lanzaron sobre los enemigos en medio de un caos de sangre y fuego. Las armas principales abrieron fuego casi a quemarropa sobre las naves enemigas y miles de explosiones se sucedieron simultáneamente.
En medio de aquel caos, un oasis de claridad se formó en la mente de Virya.
—¡Es todo tuyo! —exclamó la guerrera dejando que su contraparte estratega tomara el control.
—¡Lo veo! —Exclamó a su vez en cuanto sus ojos barrieron el desorden de puntos rojos y verdes que flotaban por todo el campo de batalla. —¡Allí!
Era lo que estaba esperando ver, la bisagra donde todo el flanco de la formación del Ejército de Supervisión se articulaba. De pronto todo fue claro y el verdadero ataque comenzó.
—¡Adelante! —gritaron todas las Viryas al unísono y las enormes factorías, aquellos planetoides de roca transformados en fábricas autopropulsadas comenzaron a avanzar a toda potencia.
Cuarenta y cinco minutos, eso era todo el tiempo que tenían para atravesar aquella pared de enemigos y escapar al Espacio FOLD.
Entonces el enemigo pareció dudar. ¿Quién era la voluntad que los gobernaba? ¿Era un mando de un solos er? ¿O una inteligencia colectiva? Como sea, aquella inteligencia que comandaba las tropas pareció dudar un momento… pero fue solo un momento.
La bisagra se cerró, el flanco derecho se cerró sobre las enormes factorías que habían avanzado sobre las líneas enemigas, como una enorme mandíbula a punto de morder a su presa.
Virya apretó los dientes. Había esperado que el contraataque de los refuerzos demoraran aquella maniobra, pero se había equivocado. Ahora estaban dentro de una trampa mortal que los aplastaria en menos de veinte minutos.
Breka-Nel también advirtió el peligro y lanzó a todas sus tropas en un ataque final. Los defensores se convirtieron en atacantes, el campo de batalla perdió su forma y todo se volvió un todos contra todos.
—No lo lograremos. —Se dijo Virya a sí misma al mirar el mapa donde los puntos rojos habían comenzado a rodear a sus tropas. 
La guerrera volvió al combate de forma aún más violenta que antes. Sabía que sus minutos estaban contados, pero no se rendiría, no sin haber derramado hasta la última gota de su sangre.
Cargó contra las líneas enemigas allí donde creía identificar concentraciones de fuego que pusieran en peligro el avance de sus gigantescos arietes, porque en definitiva había convertido a aquellos enormes asteroides en improvisadas máquinas de asedio.
Debían penetrar aquel cerco de alguna forma, costase lo que costase.
Uno de las enormes factorías recibió de lleno el impacto de varios cañones de energía. La estructura de roca se resquebrajó y Virya dió la orden que estaba esperando. Tres de los cruceros que aún le quedaban dispararon sus cañones hacia el enorme asteroide que avanzaba al frente de sus tropas y la explosión resultante fué monstruosa.
Millones de fragmentos salieron despedidos hacia delante como la metralla de una granada monumental, destruyendo a su paso a toda nave o armadura más pequeña que una corbeta de ataque.
Quince minutos, el tiempo corría lentamente y las fuerzas de Virya empezaban a menguar. Un mensaje de Breka-Nel apareció en la pantalla de su cabina pero la guerrera no le dió importancia; sabía perfectamente lo que el Comandante Suprema iba a decirle.
—Cinco minutos. —dijo el Zentran. —Cinco minutos es todo el tiempo que aguantarán nuestras fuerzas.
En esos momentos otra de las enormes factorías fue alcanzada por las terribles armas de energía, pero esta vez los Zentradi no pudieron utilizarla contra los enemigos, antes que pudieran apuntar sus armas otra andanada de disparos la hizo volar en pedazos, haciendo que una lluvia de fragmentos perforase a atacantes y defensores, sin importar quién estuviera delante.
El Ejército de Supervisión se estaba arrojando de cabeza contra las defensas de Breka-Nel, ya no había estrategia u orden predefinido, todos atacaban al mismo tiempo con la esperanza de aniquilar las fuerzas remanentes y ganar aquel combate de una vez.
En cuanto la tercera y última fábrica explotó en una masiva bola de fuego, Virya supo que todo se había perdido.
—Se acabó. —dijo mientras la luz de las explosiones teñían su rostro del color de la sangre.



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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