Ralph corría por los enormes pasillos sin mirar atrás.
Aquellos espacios vacíos eran los más peligrosos. No escuchaba a ningún otro Zentradi persiguiendolo pero aun asi seguia siendo vulnerable a los disparos de las armas portátiles que esos piratas llevaban consigo. Las balas de los fusiles no podían penetrar el grueso blindaje del traje, pero los lanzagranadas con cabezas de carga hueca eran una cosa completamente diferente…
Se detuvo un instante a tomar algo de aliento luego de estar cargando con ese voluminoso Drone durante la persecución. Pensándolo bien tal vez no fuera la mejor idea cargar con esa cosa por toda la Colonia.
No, algo en su interior le decia que habia hecho lo correcto. Si esos hijos de puta tomaban control de un drone cargado de misiles en el interior de la Rainbow era inimaginable lo que podían llegar a hacer.
—Me pregunto qué diablos quería hacer Amanda contigo. —dijo mirando al Drone.
El Ghost no contestó (Obviamente) pero Ralph igual sacudió la cabeza. —Si salimos de esta esa mujer va a tener que explicarme un par de cosas… VARIOS pares de cosas.
El constante revoloteo de los pequeños drones de observación hicieron que el gigante se apresurara. Había aplastado a un par de ellos que se habían acercado lo suficiente pero ahora se mantenían bien alejados del alcance de los brazos del obrero. Sea quien sea que los estaba pilotando había aprendido a mantener la distancia.
Sabian donde estaba y eso era lo que hacía que el gigante tuviera tanta prisa. Si lo interceptaban antes de llegar al acceso de su cubierta privada no podría esconderse en otro sitio.
Volvió a cargar al Ghost y avanzó a paso vivo por entre los grandes bloques de metal apilados uno sobre otros como enormes ladrillos de construcción. Más adelante el pasillo volvía a estrecharse y el techo bajaba nuevamente, aquello significaba que los malditos drones ya no podrían revolotear sobre el.
Ralph penetró en el angosto túnel mientras con una sola mano apuntaba el rifle hacia la oscuridad. Aquella vía lo llevaría directamente a uno de los enormes pozos de distribución desde donde podría elegir la ruta más directa hacia la popa de la Rainbow.
Tras varios minutos de marcha se dió la vuelta y observó fugazmente el pequeño destello de las luces de navegación de un drone mientras se ocultaba rápidamente tras una columna. Ralph gruñó una maldición y continuó avanzando por el estrecho pasillo.
unos cuatrocientos metros más adelante un poco de luz se filtraba por la boca del túnel y el gigante supo que estaba llegando a una de las partes más peligrosas de su ruta.
Los pozos eran llamados de «respiración» por casi todos los trabajadores de se movían de un lado a otro por las entrañas de tan enorme nave pero en realidad su función no tenía nada que ver con la conducción del aire. El nombre venía de las fuertes corrientes de aire que podían producirse cuando la temperatura fluctuaba en las diferentes cubiertas y las masas de aire se movían de un lado a otro a consecuencia de la compresión o dilatación de los gases.
Pero Ralph no temía a ninguna corriente de aire, lo que el temia era una emboscada. Un espacio abierto de esas caracteristicas se prestaba muy bien para que esos hijos de puta lo bañaran con fuego pesado desde todos los ángulos posibles.
Aun así el gigante no tenía ninguna otra opción. Aquella era la única ruta hacia su cubierta y hacia su seguridad. Tenía que arriesgarse.
De un salto salió al espacio iluminado y mientras dejaba caer el Ghost al piso empuñó el rifle con ambas manos y rápidamente giró sobre sí mismo mientras apuntaba a todas las cubiertas superiores que lo rodeaban.
Solo el estruendo del Drone golpeando el suelo metálico le contestó. Estaba solo.
Ralph volvió a girar sobre sí mismo en la dirección contraria. Nada.
—No han llegado hasta aquí… por fin una buena noticia. —dijo dirigiéndose hacia el aparato caído.
Apoyó el rifle contra una de las paredes y buscó a su alrededor. Una enorme plancha de metal de varias toneladas de acero captó su atención. Sin pensarlo dos veces la arrastró y tras ponerla en posición vertical la recostó contra la boca del túnel por el que había llegado.
—No podrá evitar que uno de esos Zentradi me siga, pero servirá para detener a los piratas tamaño micrón y esos diminutos drones espías. —dijo.
Tras asegurarse que ninguna rendija quedara abierta caminó hasta el fondo de aquel enorme pozo y se rascó la cabeza.
—Ahora veamos. —dijo. —El túnel que busco es… ese. —indicó señalando una boca oscura que se abría unos treinta metros por encima de su cabeza. —No creo que me sea difícil trepar hasta ahí por mi mismo… ¿Pero como rayos voy a cargar a algo tan voluminoso como tú hasta ahí arriba? Si al menos tuviera un arnés o… ¿Que rayos es eso?
El dispositivo que Ralph llevaba en su oreja derecha estaba especialmente configurado para captar la voz humana y amplificarla directamente dentro del oído del gigante. Era algo necesario para poder escuchar las pequeñas voces de sus compañeros que a veces trataban de llamar su atención desde el piso para evitar que uno de los enormes pies del gigante los aplastase.
Por eso pudo escuchar claramente los gritos que venían desde lo alto. Sus reflejos adquiridos por la tecnología de agigantamiento Zentradi hicieron el resto.
Si el gigante no hubiera escuchado aquellos gritos, muy probablemente se hubiera arrojado a un lado, pero esas voces lo paralizaron lo suficiente para que sus reflejos solo atinaran a levantar los brazos para detener aquel objeto que caía sobre su cabeza.
Ralph atrapó con sus dos manos enguantadas el enorme cilindro de metal y el peso, más la fuerza producto de la caída desde tanta altura hicieron que el gigante cayera de rodillas en el piso mientras su enorme cuerpo absorbía la energía del terrible impacto. Una lluvia de fragmentos de metal comenzó a caer alrededor de él mientras sus huesos crujían de modo alarmante.
—¡Mierda! —gritó Ralph mientras sentía que sus brazos se doblaban bajo tanto peso. Más sus huesos resistieron y de pronto el silencio volvió a envolver aquel oscuro pozo.
Con cuidado Ralph se quitó el enorme trasto de encima y entonces escuchó el quejido de dolor que venía de adentro.
—¿Quién está ahí? —gritó el gigante girando el cilindro hasta que la pequeña abertura quedó a la vista. —¿Que rayos…?
—¿Ralph? —Tass asomó la cabeza por la escotilla y se acomodó los lentes que se habían caído de su rostro. —¿Eres tu?
El gigante abrió los ojos como platos. —¿Tass? ¿Qué rayos…? ¿Como…? Oh mierda… espera.
Con todo el cuidado posible apoyó el pesado cilindro en el piso y se reclinó sobre la escotilla mientras encendía una de las luces del traje. Tass se cubrió los ojos deslumbrada por el resplandor. —Creí que íbamos a morir. —dijo con un suspiro.
Ralph ajustó la intensidad de luz y volvió a mirar a la pequeña joven aún con más incredulidad que antes — «¿Íbamos?» —preguntó desconcertado.
La joven de anteojos salió de la escotilla con evidente esfuerzo y se recostó sobre el metal mientras otro quejido de dolor se escuchaba perfectamente desde el interior. Al cabo de unos momentos la rubia cabeza de Mina asomaba por la abertura.
—¿Mina? —casi gritó Ralph fuera de sí. —¿Como….? ¿Cuando….?
—Gracias por salvarnos Ralph. —exclamó la joven mientras se sentaba junto a su casi desmayada amiga. —La maraña de cables que había en el interior del módulo nos amortiguó la caída, pero si no hubiera sido por tus brazos nos hubiéramos aplastado contra el piso.
Tass alzó el brazo derecho mientras levantaba el pulgar hacia arriba. —Buena atrapada Ralph.
—No hay de que…. pero… ¿Qué rayos…? ¿Cómo es que estaban ahí dentro…? —el gigante no sabía si estar enojado o feliz de cómo habían resultado las cosas con esas dos. —¿Y de donde…?
—Esa sangre… ¿Ralph estás herido? —exclamó Tass incorporándose de un salto, al parecer ya casi olvidando lo cerca que había estado de la muerte.
El gigante comprendió que la chica se refería a las enormes manchas de sangre que había impregnado su traje tras la batalla de las Barracas. —No es mía. —dijo simplemente.
—Eso no me tranquiliza en lo más mínimo. —respondió la joven acomodándose los lentes. —¿Zentradis…?
—Tres menos. —contestó Ralph. —Me emboscaron en las Barracas… ellos mataron a Andy.
Mina se llevó las manos para ahogar un grito de dolor, pero Tass simplemente apretó los puños. —Andy también… hijos de mil putas, nos están matando como a perros…
—Les dije a mis hombres que se rindieran… pero no nos dejaron ninguna elección, intentaron matarme y los demás hicieron lo posible por ayudarme. —El rostro del gigante estaba visiblemente alterado por la ira. —Estos tipos…
—Son asesinos. —dijo Mina.
El gigante se incorporó lentamente y levantó la cabeza hacia las tinieblas que se cerraban sobre sus cabezas. —¿A ustedes tambien…?
—Si, fueron ellos. —contestó Tass. —Intentaron matarnos arrojándose desde las cubiertas superiores… de no ser por tu intervención…
—Ralph. —la voz de Mina sonaba casi como un sollozo. —¿Que…? ¿Que vamos a hacer ahora?
El enorme obrero se rascó la cabeza. —No lo se… ¿Saben algo de Amanda?
La joven de anteojos dió una patada a un enorme tornillo y este salió volando hasta caer en el piso junto con los restos que habían caído junto con el módulo. —Según Dan iba a buscar ayuda al almacén principal... pero no he tenido noticias de ella desde entonces.
—¿Y que estaban haciendo ustedes dentro de ese módulo? —preguntó el gigante.
—Recabando información. —respondió Mina.
—¿Información…?
Tass levantó la vista en dirección de Ralph. —Han tomado por completo el sistema informático de la nave. Estaba tratando de analizar que clase de ataque habían utilizado de forma remota.
—¿Y lo descubriste…?
La joven sacudió la cabeza. —Vaya que sí… y casi nos cuesta la vida.
Ralph se rascó la barbilla. —Eso explica porqué todas las puertas se me estuvieron cerrando en las narices. Incluso han tomado el control de las maquinarias y grúas de las Barracas, si no hubiera sido por Andy y los demás muchachos…
—No podemos comunicarnos, estamos completamente aislados. —exclamó Mina agitando la cabeza. —Si esto sigue así...
—¡Ahhhhhhhh!
Ralph levantó el rifle en forma automática al escuchar el grito de Tass. El movimiento del gigante fué tan repentino que casi vuelca el enorme cilindro donde las chicas estaban aún trepadas.
—¿Qué sucede? ¿Que…?
—¡Eso! —gritó la joven señalando el piso.
El gigante bajó el rifle y miró desconcertado a la joven. —¿El Ghost?
—¡Ralph! ¡Esa cosa está armada con misiles! —gritó la joven retrocediendo asustada.
—Ya lo se.
Tass abrió la boca pero se quedó muda de repente. Tras mirar al gigante y luego volver a mirar al Drone caído en el piso sacudió la cabeza aun mas confundida. —¿Que…?
Ralph apoyó el rifle contra una de las paredes del pozo y se inclinó sobre el aparato. —Esta cosa… esta cosa disparó un misil contra uno de los Zentradi que estaba a punto de volarme la cabeza, el mismo que mató a Andy.
Tass no podía creer lo que estaba escuchando. —Ralph… esa nave… ¿Estaba conectada cuando…?
—Está conectada desde ayer. —respondió el obrero. —Creí que fué esa IA que instalaste dentro del Drone la que…
—Yo no instalé ninguna IA…
El gigante volvió la cabeza hacia la muchacha y luego hacia el aparato. —Eso…. eso no tiene sentido.
—Ralph… esa cosa está comprometida, todo sistema informático que haya estado conectada a la red central de la Rainbow está ahora bajo el completo dominio de los piratas… tenemos que destruirlo o dejarlo inutilizado.
—No. —dijo el gigante cortante. —No podemos hacer eso… yo no...no se como explicarlo, es como un presentimiento…
Tass no daba crédito a lo que estaba oyendo.—Si las computadoras de esa nave están infectadas con lo mismo que atacó a la Rainbow, es cuestión de tiempo para que nos haga volar en pedazos a todos.
—¿Entonces como explicas…?
La joven se sentó en el borde del módulo sin quitar los ojos del fuselaje amarillo que las luces del traje de Ralph iluminaban por completo. —Déjame… déjame ver eso de cerca. —dijo al cabo de un minuto.
El gigante extendió la enorme mano enguantada y Tass se dejó caer sobre ella de un salto. Luego con cuidado la bajó hasta el piso de metal justo enfrente del drone.
Tass se bajó de la mano del obrero y caminó unos pasos hacia la proa vidriada del drone. En cuanto estuvo a solo unos metros una luz roja se encendió tras el cristal facetado.
—¡Tass! —gritó Mina asomándose desde el Módulo. —¡Ten cuidado!
La joven tragó saliva y continuó avanzando. Cuando pasó junto al sensor principal de la proa pudo ver perfectamente como las múltiples cámaras que formaban parte de los instrumentos de reconocimiento del drone se movían para seguir sus movimientos.
—Nada aterrorizante con eso. —exclamó apartando la vista de las pulsantes luces rojas. —Todo está… bien. —se dijo a sí misma mientras rodeaba la nave por estribor y se dirigía hacia uno de los accesos. —Ralph… ¿Puedes…?
El gigante tomó el Drone con ambas manos y lo enderezó de forma que estuviera acostado sobre el piso.
Tras tumbarse sobre su espalda la joven accedió a uno de los paneles de mantenimiento. Estaba cerrado más en cuanto su mano se acercó al pequeño indicador de estado este se abrió de inmediato hacia fuera, desplegando una pequeña pantalla y un teclado destinado al monitoreo de los sistemas.
—Veamos qué rayos pasa aquí. —murmuró la joven mientras se sonaba los dedos de ambas manos y se ponía a trabajar.
Tanto Ralph como Mina miraban la escena desde lo alto sin entender nada de lo que sucedía.
—¿Tienes idea de que…? —preguntó el gigante mirando a la joven.
Mina sacudió la cabeza. —Tass se ha tomado como algo personal todo esto. —afirmó la muchacha. —Parece que esos piratas usaron parte de su trabajo para engañar a la Inspectora Cinthya.
—¿La inspectora…?
—Además… —Mina bajó la voz sabiendo que el gigante podía escucharla igual. —Lo que sea que entró a la red… es quien mató al Teniente Jim.
El rostro del gigante se ensombreció ante la mención de aquello. —Sabía que no fué un accidente. —dijo apretando los puños. —Esos malditos… casi aplastan a Matt y Cinthya cuando soltaron ese casco desguazado en el hangar principal.
La mención del nombre del chico hizo que Mina abriera los ojos de par en par. Ralph se dio cuenta de inmediato.
—Matt esta bien, no se cómo pero consiguió uno de esos Exo-Trajes para movilidad en gravedad cero y pudo escapar de la carnicería en el hangar.
—Pero…
—Esos tipos no podrán atraparlo en el Interior. —afirmó el obrero. —Además… creo saber a dónde se dirige él y la Inspectora…. casi con seguridad hacia el Astillero número cuatro.
Un golpe seco se escuchó debajo del Ghost cuando la cabeza de Tass golpeó el fuselaje de la nave.
—Ah… ¿Sorprendida Tass? —preguntó el gigante con una mueca. —Si, se lo de la maldita armadura que Matt y Will estaban ensamblando en el Astillero cuatro.
La joven de anteojos asomó la cabeza por debajo del drone. —¿Hace cuanto…?
—Desde hace rato. —contestó Ralph. —Estuve a punto de decírselo a Amanda, pero pasaron varias cosas estos últimos días y se me olvidó.
Mina miró al gigante. —Ese robot… es Zentradi ¿No? ¿No puedes…?
Ralph sacudió la cabeza. —No, es un Queadlunn Rau, una de esas armaduras de combate que usan las Meltran, yo no quepo en esas estrechas cabinas.
—Harmony… —dijo Tass acomodándose los anteojos sobre la pequeña nariz. —Casi me había olvidado de ella.
El gigante suspiró. —Así que hasta nombre tiene… no se que diablos intentaron hacer con esa cosa, pero a menos que Matt o Will se transformaran en gigantes, dudo mucho que sirviera mucho más que un modelo a escala real como esos model-kits de plástico que tanto te gusta coleccionar Tass.
La joven sopló ofendida y volvió a deslizarse bajo el fuselaje del Ghost.
Mina estaba confundida. —¿Matt y Will pueden usarla? ¿Pero si acabas de decir…?
—Yo soy más…. voluminoso que el Zentradi promedio. —dijo el gigante reprimiendo una carcajada. —Pero se de varios casos donde humanos de contextura más delgada han podido pilotar esas cosas una vez que se agigantan. ¿Recuerdas la película de Minmay sobre la Primera Guerra Espacial..? La del Amor y no se que...
La joven asintió. —Si… creo que Maximilian Jenius maneja una de esas al final… ¿No? Pero pensé que era algo inventado…
—Los hechos reales fueron algo diferentes. —respondió Ralph. —Pero cuando estuve en aquel instituto de acondicionamiento durante mi “aclimatación” de gigante ví con mis propios ojos un Queadlunn Rau pilotado por un Zentran, así que es técnicamente posible.
El silencio era completo a su alrededor. Solo el sonido de las teclas que Tass pulsaba frenéticamente llegaba a los oídos de aquellos dos.
—Pero no hay vainas de Macronización en la Rainbow. —dijo Mina pensativa.
Ralph se puso en cuclillas junto al enorme módulo abollado tras la violenta caída. —No, de existir una yo la usaria todo el tiempo para micronizarme y nadar en mi tanque de cerveza, desafortunadamente están prohibidas para uso civil; solo los militares y un puñado selecto de contratistas de seguridad tienen acceso a ellas. —El gigante sacudió la cabeza. —No hay forma que alguno de esos dos se vuelva gigante para pilotar ese mecha, y eso es lo que más me confunde de todo… especialmente estando Tass involucrada en esto.
La mencionada joven pareció no darse por aludida y el sonido del teclado no se interrumpió en lo más mínimo.
Ralph se rascó la cabeza. —En fin… me temo que está descartado usar esa cosa, probablemente ni siquiera está armada, Will es un idiota pero no se arriesgaría a activar un Queadlunn Rau completamente armado dentro de la Colonia.
El golpe que produjo la escotilla de mantenimiento al cerrarse hizo que ambos guardaran silencio y observaran lo que estaba sucediendo en el fondo del pozo.
Tass salió debajo del drone y se puso de pie apoyada en una de las alas plegadas con cara pensativa.
—¿Haz descubierto algo? —preguntó el gigante.
La joven de anteojos se agachó y recogió una tuerca oxidada del piso. —Si… y aun estoy procesándolo.
—¿Procesando…?
Tass tomó la tuerca y tras sopesarla en la palma de su mano la lanzó hacia arriba para después atraparla en un suave movimiento. —No encontré indicios de la presencia de Red en los logs de acceso al sistema.
—¿Red…?
—El virus que infectó el sistema. —explicó Mina. —Se llama Red.
Ralph volvió a rascarse la cabeza. —¿Es una especie de…. IA?
—Una mezcla de Virus, Troyano e Inteligencia Artificial. —explicó la joven. —La combinación más nefasta y desagradable que puedes hallar en el gremio.
—Y para colmo asesina. —agregó Mina con un escalofrío. —Parece que también le hizo algo a los operarios de la Barrow.
Ralph giró la cabeza en dirección a la joven. La sorpresa se dibujaba en su rostro. —¿La Barrow..? ¿Leo y los demás…?
—No lo sabemos con seguridad. —respondió Tass. —Pero ellos estuvieron allí y manipularon los sistemas para infiltrarse en la Río Grande, realmente temo lo peor...
—Hijos de mil putas… —gruñó el gigante apretando fuertemente el puño.
La joven volvió a lanzar la tuerca al aire. —Tenemos que encontrar la forma de inutilizar a esta IA si queremos tener alguna esperanza. —afirmó mientras volvía a atrapar el pequeño objeto. —Estoy segura que el Ghost no fué infectado por Red, encontré una especie de falso controlador de baterías emulado en el bus de datos de las comunicaciones externas y al revisarlo encontré el patrón de escaneo de Red, pero no pasó más allá de eso.
—¿Emulado…? —preguntó confundida Mina. —¿Esa no es tu especialidad…?
La joven asintió. —Yo jamás instalé nada parecido en este Drone… sea quien sea que lo hizo evidentemente sabía lo que hacía.
—¿Pero quién….?
—Solo tú y Hal tuvieron acceso directo a las entrañas de esa cosa. —respondió Ralph mirando el domo vidriado de la aeronave. —Nadie más estuvo en las barracas desde que montamos los encastres magnéticos, el acceso a las barracas está vigilado día y noche por los muchachos de seguridad.
Tass apretó el puño alrededor de la tuerca. —Hal no pudo haberlo hecho, eso está fuera de sus capacidades...déjame pensar esto un segundo. —dijo mientras acariciaba el metal amarillo del ala. —Sea quien sea que haya instalado esta protección tuvo que hacerlo antes de que Hal activase la antena de datos luego de conectarlo… de lo contrario Red hubiese infectado el sistema de forma inmediata.
Ralph sacudió la cabeza. —Imposible… eso quiere decir que fue en el intervalo de tiempo entre que tú y Hal desmontaron el Drone del contenedor y el momento en que nosotros lo subimos a la grúa para modificarlo a la mañana siguiente…
—Pasaron varias horas entonces. —respondió Tass.
—Si… pero en todo ese tiempo el Ghost estuvo en el piso de las Barracas… y a ese lugar solo se puede acceder por el elevador de la cubierta de mantenimiento… y te repito que nadie entró a ese lugar antes que nosotros.
—¿Y qué tal las puertas del dique que llevan al almacén principal…?
El gigante se cruzó de brazos. —¿Las compuertas de acero naval de quince metros de alto? Se hubiese enterado media Colonia si esas cosas se movían solo un milímetro, sólo el rugido de los motores de apertura automática ya genera un montón de ruido…
La joven de anteojos volvió a arrojar la tuerca al aire. —Esto se vuelve cada vez más misterioso. —dijo atrapando la tuerca. —Se me ocurre una explicación pero… no, es demasiado traída por los pelos.
—¿A qué te refieres? —preguntó Mina.
—A que en efecto, hay algo dentro de esta cosa. —respondió la joven golpeando el metal del ala con sus nudillos. —Y definitivamente ninguno de nosotros lo puso ahí.
—Hey hey… espera un momento —exclamó Ralph inclinándose sobre el Drone. —No me gusta la forma en que dices eso..
—Y que precisamente ese Drone se llama “Ghost” no ayuda en nada. —agregó Mina con evidente preocupación en la voz.
Tass se cruzó de brazos. —Entonces solo nos queda una explicación pero…. no, no lo creo. Es imposible.
—Dinos. —exigió Ralph.
—Green. —respondió la joven. —Es lo único que se me ocurre.
La confusión en el rostro del gigante era evidente. —¿Green…? ¿Otro color…? ¿Que diablos…?
Tass miró al gigante y su expresión se volvió casi melancólica por un momento. —Green es… solo un proyecto. —dijo sacudiendo la cabeza. —Es solo una IA en la que estaba trabajando.
Ralph no comprendía el porqué del cambio de actitud de la joven. Sin dejar de observar el rostro cansado de la chica se rascó la barbilla pensativo —Asumo que es la misma IA que iba a trabajar junto con el Ghost para capturar la armadura irregular en El Campo ¿Verdad?
Tass asintió en silencio.
—Pero… —dijo Mina asomando la cabeza por el borde del módulo. —Si tu no instalastes a Green ahí dentro... ¿Entonces quién…?
El gigante sacudió la cabeza. —Eso quiere decir que ella se metió por iniciativa propia al Dron. —afirmó.
—¡Imposible! —exclamó Tass de forma tan repentina que asustó hasta al propio Ralph. —¡Green jamás habría hecho eso!
—¿Entonces qué otra explicación puedes imaginar? —respondió el obrero. —Tuvo que haber sido eso o… ¿Tass..? ¿Que…?
La joven estaba llorando. Enormes lágrimas rodaban por sus mejillas sucias de polvo y aceite. El silencio se volvió tan pesado que hasta Mina podía escuchar los sollozos de la joven.
—Oh Tass. —exclamó compungida la joven.
El enorme obrero se rascó la cabeza. —No comprendo. —dijo confuso. —¿Por qué…?
Mina se volteó y miró con tristeza el rostro de Ralph. —¿No te das cuenta, Ralph?
Por la cara que puso el gigante, era evidente que no.
—Es Green —dijo la joven caminando lentamente hacia el gigante. —O mejor dicho es lo que hizo Green, si es verdad que es ella la que está dentro del Drone.
—¿Lo que hizo…? No comprendo a lo que te refieres Mina.
—Me refiero a que Tass jamás hubiese permitido que Green matara a nadie.
Ralph comprendió de inmediato; Los misiles que el Ghost había disparado contra aquel Zentradi que había asesinado a Andy. —Pero.. ¡Nos salvó la vida! ¡Eran ellos o nosotros!
Tass se pasó la manga de su uniforme por el rostro y limpió los últimos restos de lágrimas que quedaban en sus mejillas. —No es ese el punto Ralph. —dijo tratando de recuperarse. —Green jamas podria haber tomado una decisión semejante… ella… ella no posee la capacidad para hacerlo.
—¿Entonces quién…?
—No… tienes razón, tenemos que aceptar la realidad de lo que sucedió en las Barracas. —reconoció mientras se apoyaba en el fuselaje del Ghost. —No tiene caso negarlo, el patrón de los procesos que monitoree en la consola eran claramente compatibles con el modelo de procesamiento neural que Green utiliza para aprender.
La catarata de palabras tomaron por sorpresa al obrero. —¿Lo que…?
La mente de la joven se había calmado lo suficiente para sobreponerse al sentimiento de tristeza que la había embargado al descubrir aquello. —Green utiliza un método de aprendizaje basado en simulación de Redes Neurales. —explicó.
—¿Neurales…? ¿Como un cerebro? —preguntó confundido Ralph.
—Más o menos. —respondió Tass. —Cada vez que Green aprende algo nuevo, lo hace en base a las relaciones o conexiones que eso tiene con el resto de los conceptos que lo rodean… por ejemplo está tuerca. —dijo mostrando la pequeña pieza oxidada. —No solo su forma y función poseen relevancia a la hora de aprender a reconocer lo que es, también las cosas que están relacionadas con ella como una llave de tuercas o una arandela o incluso un motor completo que se sostiene por miles de otras tuercas semejantes a ésta… todo forma parte de una red de conexiones, links y relaciones que forman la matriz del pensamiento.
—Entiendo. —dijo el gigante. —y ese mismo patrón de aprendizaje…
—Es el mismo que ahora gobierna la lógica de los procesos del Ghost. —confirmó la joven. —Si no es la propia Green la que está dentro del Drone, entonces es alguien que piensa como ella.
Mina y Ralph se miraron confundidos.
—Tengo que investigar eso. —dijo Tass mientras volvía a lanzar la tuerca al aire. —Hay que llevar el Ghost a un lugar seguro y analizar exactamente lo que hay dentro. Definitivamente es nuestro aliado pero… ¿Que rayos…?
La tuerca que Tass había lanzado no volvió a caer hacia su mano, simplemente continuó ascendiendo cada vez más alto…
Ralph fué el primero en detectar aquel cambio, mucho más acostumbrado a experimentar la ingravidez durante su trabajo rutinario al contrario de las dos chicas que aún no comprendian que estaba pasando.
—¡Han apagado la gravedad artificial en la nave! —gritó de pronto. —¡Sujétense rápido de algo o….¡
Un proyectil salió desde una de las pasarelas que se abrían sobre las cubiertas superiores y se dirigió rápidamente hacia el gigante.
—¡OH MIERDA! —gritó Ralph mientras se arrojaba a un lado, mas no pudo esquivar por completo el misil, que impactó con una explosión en la hombrera izquierda de su traje arrancando un pedazo del mismo.
—¡PÓNGANSE A CUBIERTO! —gritó mientras el impulso de sus piernas hacía que su cuerpo flotase hacia la pared donde estaba apoyado su rifle.
Dos docenas de piratas abrieron fuego desde su ventajosa posición todo alrededor de los pisos superiores del enorme pozo. Sus armas no hacian mucha mella en el traje blindado del gigante, pero esos tipos apuntaban directamente al rostro de Ralph, tratando de herir sus ojos con su fuego cruzado.
Tass comenzó a flotar hacia arriba cuando la masa de aire que el movimiento súbito de Ralph la golpeó de lleno, casi a último momento pudo sujetarse de la antena desplegada del Ghost y permaneció firmemente agarrada mientras una lluvia de balas caia a su alrededor.
—¡Tass! —escuchó de pronto.
Mina había sido atrapada por la corriente ascendente de aire y salió disparada a toda velocidad hacia arriba, pasando ante los piratas con tal rapidez que casi no les dió tiempo a apuntarla con sus armas.
—¡Minaaaaa! —gritó la joven pero ya su amiga había desaparecido en las tinieblas sobre su cabeza.
Para aquel entonces Ralph había tomado el rifle y en medio de una desesperada voltereta descargó una andanada de balas sobre las pasarelas superiores. Al contrario que los pequeños rifles automáticos de los piratas, aquel enorme rifle disparaba proyectiles explosivos de grueso calibre. Toda una sección de las pasarelas de pronto explotó y una multitud de gritos de dolor llenaron el ambiente.
—¡Tass! ¡tenemos que salir YA! —gritó mientras se acercaba al Drone.
—¡Mina! ¡Tenemos que salvarla! —gritó la joven sin soltarse de la antena.
Otro misil salió desde la plataforma y Ralph tuvo que cubrirse con el brazo. La explosión produjo un enorme agujero que la espuma aislante del traje rellenó enseguida para prevenir filtraciones.
—Si nos quedamos aquí van a matarnos como a ratas. —gritó mientras disparaba una nueva ráfaga hacia el lugar en donde había surgido el proyectil explosivo.
—¡Ralph!
La forma en que el grito sonó hizo que el gigante se diera la vuelta de forma inmediata.
El Ghost había activado sus luces de navegación y ahora permanecía flotando a unos diez metros de altura, casi a la altura de los ojos de Ralph. El ojo de vidrio estaba completamente encendido con reflejos color sangre.
—Sal de aquí Green. —gritó de pronto el gigante. —Llévate a Tass y vayan a mi jardín, yo los alcanzaré en cuanto pueda. —Ralph no supo como aquellas palabras salieron de su garganta… simplemente era lo que tenía que hacer.
Las luces del Ghost pestañaron un segundo y los propulsores auxiliares de dispararon, haciendo que la nave girara rápidamente sobre sí misma a la vez que se dirigía al túnel que Ralph había señalado previamente. Una diminuta Tass iba colgada a horcajadas del drone, demasiado aturdida para poder decir algo.