Chatarra

126

Lo primero que sintió Cinthya fué que su cuerpo volvía a tener peso nuevamente. Tardó varios segundos en darse cuenta de ello, pero definitivamente nada la estaba empujando contra el suelo, era su propio peso lo que la mantenia en su sitio.
Todo estaba bastante oscuro alrededor, mas deberia haber una fuente de luz relativamente cerca ya que los contornos de varios objetos se distinguían contra la oscuridad del techo. Cajas, latas, probablemente enormes rollos de algo formaban unas extrañas columnas a su alrededor. Cinthya se giró lentamente hacia donde había más claridad.
La cabeza todavía le daba vueltas luego de todos los golpes que había sufrido tras el violento aterrizaje de Matt, incluso los oídos le zumbaban ahora… ¿O era otra cosa?
Aquel sonido… no venía de dentro de su cabeza. Alguien estaba.. ¿Cantando?
Las sombras borrosas comenzaron de a poco a tomar forma. Ahora podía distinguir una serie de cables o cadenas que colgaban del techo. Sobre esa especie de telaraña de formas grises parecía estar descansando un enorme muñeco articulado con sus miembros enganchados a cada uno de los finos cables.
«Matt» —pensó la joven, pero eso no podía ser… ¿No?
El resplandor púrpura del colgante del chico iluminaba la zona del pecho del traje de vuelo, justo en el lugar de donde venía aquel tarareo extraño, como si alguien tratara de recordar una canción olvidada a base de repetir una y otra vez un estribillo de unas pocas notas musicales.
Entonces lo vió.
Algo estaba trepando por los cables hacia la armadura de Matt. Al principio Cinthya creyó que era algún pedazo de tela agitada por alguna corriente de viento, pero evidentemente esa cosa se movía por voluntad propia. Y tarareaba.
El miedo invadió el corazón de la joven. Estaba dolorida y aturdida y no sentía las piernas, sin tan solo… 
Un movimiento a su lado la distrajo un segundo. Girando lentamente la cabeza pudo ver el dorado cabello de Mina sobre el piso metálico a tan solo unos pocos pasos de donde estaba ella. Parecía estar dolorida y en el mismo estado de shock, pero al menos estaba viva.
Aguantando las ganas de gritar de dolor se volteó boca abajo e intentó arrastrarse sobre su vientre hacia donde colgaba el muchacho.
Una serie de rasguños y golpes hizo que levantara la cabeza. La figura oscura estaba justo sobre el pecho de Matt haciendo algo. Cinthya contuvo la respiración.
Con un soplido de aire comprimido (Que en aquel silencio sepulcral casi que pareció un rugido ensordecedor) la armadura se abrió de pronto y el cuerpo de Matt se deslizó fuera de la armadura hasta caer en el piso a unos pocos metros de donde estaba ella.
La joven inspectora comprendió de inmediato que aquella presencia había accionado el dispositivo de apertura manual del Ex-Gear y liberado a su amigo, quien ahora estaba exánime recostado boca arriba en el piso.
Reanudó lentamente el avance, arrastrándose sobre los trozos de cristales rotos  y esquirlas de metal que habían entrado junto a ellos en el momento en que los drones habían abierto fuego contra ellos. De pronto hubo un revoloteo de telas y algo (o alguien) aterrizó justo frente a ella (aunque dándole la espalda) Aquella cosa había quedado colgada de uno de los cables luego de abrir la armadura y ahora había descendido de golpe. 
Sin poder hacer algo más que observar, vió como la pequeña figura (Porque ahora que la tenía cerca podía ver que se trataba de algo del tamaño de un niño) avanzaba hasta donde yacía inconsciente su amigo y se subía a su pecho con total naturalidad.
Cinthya quería gritar, pero su garganta estaba seca y ardía como si tuviera un fuego en su interior. Aquella cosa estaba sobre el pecho de Matt y la luz púrpura del cristal iluminaba tenuemente una cara extraña de ojos grandes y brillantes que apenas se mostraba de perfil a los ojos de la inspectora. 
El ser se inclinó sobre el rostro de Matt y una mano huesuda se acercó al cuello mientras siseos inteligibles parecían brotar de aquel rostro lleno de arrugas.
—Tesssssoro —siseó la criatura.
—¡Matt! —gritó Cinthya reuniendo todas sus fuerzas.
El brillo del cristal se apagó lentamente y la criatura giró la cabeza en dirección a la inspectora. Los últimos destellos púrpura se apagaron en los profundos ojos brillantes que se clavaron de repente en el rostro de la aterrada inspectora.
—Ah.. ¿Está despierta? Perdón por no atenderla antes, de ustedes tres me pareció que el joven de la armadura era el que necesitaba ayuda de forma más prioritaria..
El torrente de palabras cayó como un balde de agua sobre la cabeza de Cinthya.
—Que…¿Que? —solo atinó a preguntar la joven.
El extraño personaje abrió la boca pero tras pensarlo mejor sacudió la cabeza y se puso a buscar algo entre los andrajos que componían la vestimenta que llevaba puesta. Tras revolver unos segundos extrajo una pequeña esfera de cristal y tras apretarla fuertemente con ambas manos la lanzó hacia el techo.
La esfera se iluminó con un poderoso brillo en cuanto golpeó contra el techo y ahí permaneció pegada, como si de una bola de chicle se tratara.
—Ahora… está algo mejor. —dijo metiéndose ambas manos en los bolsillos (o tal vez eran verdaderos agujeros en las raídas telas).
Cinthya se cubrió los ojos mientras se esforzaba por adaptarse al repentino cambio de iluminación. Estaban en alguna especie de sala de mantenimiento o tal vez era una sección del mismo túnel que estaba repleta de basura o restos de equipo. Cinthya pudo ver la enorme compuerta por la que habían entrado, ahora cerrada herméticamente y parcialmente sepultada tras una pila de chatarra.
En aquel momento Mina gimió y se volvió hacia ella.
—¿Ma-Matt? ¿Cinthya…? ¿Donde?
La inspectora Ross se incorporó lentamente y tras sujetarse de una tubería cercana caminó despacio hasta la joven y la ayudó a sentarse sobre el piso de metal.
—¿Estas bien Mina? —preguntó mientras se arrodillaba a su lado.
Ella asintió con la cabeza mientras se protegía los ojos de la intensa luz. —¿Donde…?
—¿Dónde estamos? —preguntó Cinthya girando la cabeza en ambas direcciones. —No lo se… alguna especie de bodega o algo… creo.
Mientras ambas chicas hablaban, el extraño personaje continuaba subido arriba del desvanecido chico como si nada. Aquella extraña actitud fué la que casi saca de las casillas a Cinthya. —Oiga… —dijo señalandolo con el dedo índice extendido. —¿Va a ayudarnos o no?
En ese momento Mina tomó conocimiento de la presencia extraña y abrió los ojos asombrada de lo que veía.
El pequeño personaje se encogió de hombros. —La vida es demasiado importante como para tomarla en serio. —dijo bajando de un salto. —Parece que Matt está agotado y golpeado… deberíamos llevarlo a un lugar seguro para que se reponga.
Ambas jóvenes se pusieron de pie y se acercaron cautelosamente. —¿Como sabes su nombre? —preguntó temerosa Cinthya.
—¿Como no voy a conocer al único músico de esta cafetera? —preguntó el hombrecillo volviéndose a encoger de hombros. —Bueno basta de charla y ayudenme a cargarlo, de lo contrario…
Como recalcando las palabras del extraño, una serie de golpes y arañazos se escuchó claramente tras la enorme compuerta de metal que estaba a sus espaldas.
—La crisis de hoy es el chiste de mañana. —agregó señalando la compuerta. —Salgamos de aquí o me temo que no tendremos un mañana…
Mina y Cinthya se miraron confundidas pero ninguna de las dos dijo nada. La inspectora sostuvo al chico de los pies y Mina hizo lo mismo por los hombros. Si bien Matt no era muy pesado, les costó algo de trabajo a ambas jóvenes transportarlo de esa manera a través de todo ese laberinto de túneles y pasillos por el que aquel extraño personajillo las conducía sin dejar de tararear canciones de todo tipo. Cada tanto Cinthya creía reconocer algunos viejas canciones de Minmay, pero la mayoría del tiempo eran melodías extrañas y antiguas.
—¿A dónde vamos? —preguntó Mina tras hacer una breve pausa para tomar aliento. —Dimos tantas vueltas que ya no sé en qué dirección vamos… ¿Seguimos en las cubierta de estribor o…?
El desconocido se había sentado en un tambor de aceite y miró a la joven con aquellos profundos ojos oscuros. —Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.
Ahora fue el turno de Cinthya de levantar la cabeza. ¿En donde había escuchado algo como eso..? 
—No estamos lejos. —afirmó el hombrecito. —¡Hagamos un último esfuerzo!
—Como si fueras tu el que lleva la carga pesada. —se quejó Mina resoplando mientras volvía a levantar a Matt.
Recorrieron los últimos cien metros de aquel pasillo y tras cruzar una compuerta entraron a un oscuro depósito de enormes proporciones. Era tan grande que no se veía el techo, sumido en la total oscuridad. Había pilas de basura, cajas y otras cosas desparramadas por todos lados, pero la poca luz que entraba por la puerta abierta desde el pasillo no los dejaba ver muy lejos.
—Bienvenidos a mi humilde hogar. —dijo el personaje mientras cerraba la puerta con dificultad. —pueden ponerse cómodos que enseguida estaré con ustedes.
La puerta se cerró con un estampido y la oscuridad los envolvió. 
Mina y Cinthya se pusieron espalda con espalda junto al desvanecido Matt. —¿Sabes tu donde estamos? —preguntó la inspectora.
—No realmente… creo que seguimos a estribor pero hemos descendido bastante desde que dejamos la estación de transferencia… además este sitio… jamás había visto una parte de la nave que estuviese en semejantes condiciones de abandono. Creo que…
Una serie de golpes interrumpió a la joven. De pronto las luces comenzaron a encenderse alrededor de ellas.
Llamarlo un basurero era ser bastante halagador.
Lo que veían les recordaba a esas fotografías de los campos de refugiados de finales del siglo XX, donde la gente vivía en medio de pilas y montones de basura en condiciones más que infrahumanas… al menos en ese lugar no parecía haber gente, solo los desechos de lo que parecía un campamento abandonado a las corridas.
Una veintena de luces colocadas precariamente sobre postes de metal iluminaban el paisaje compuesto por filas e hileras de estanterías, paredes formadas por cajas y contenedores y todo tipo y clase de máquinas industriales formando una especie de laberinto de estructuras que, en varios lugares habían colapsado sobre sí mismas.
—Por todos los…. —comenzó a decir Mina.
—¿Tu madre sabe que hay algo así dentro de su nave? —preguntó Cinthya mirando incrédula la escena. 
—Si lo supiera hace rato que hubiese abierto una brecha en el casco y ventilado todo esto al espacio exterior. —afirmó la joven.
Vieron que el extraño se acercaba a ellas mientras se sacudía el polvo de óxido de los harapos con ambas manos. —Por aquí. —dijo señalando un pasillo que se abría entre dos grandes prensas hidráulicas.
Las chicas volvieron a cargar a Matt y avanzaron tras el hombrecillo, esquivando como podian las latas vacías, cartones y pedazos de plástico y metal desparramados por todo el piso.
—Hay muchas partes de la Rainbow que no fueron reconvertidas por Unity desde que esta nave abandonó la flota 37 en el año 2044. —explicó Mina mirando las cajas apiladas una sobre otra que colmaban los espacios de los estantes que se elevaban a cada lado del pasillo. —Esta debe ser una de ellas.
—Esta nave fué comisionada en el año 2035. —explicó el hombrecito sin dejar de avanzar frente a ellas. —En realidad es una de las dos primeras three Star que se construyeron en órbita del planeta Tierra específicamente para la construcción de la Flota 37 que partió en el año 2038.
Cinthya asintió. —Ya me parecía que toda esta basura tiene más que un par de décadas. —dijo pensativa. —¿Y usted vive solo y perdido en este horrible lugar? ¿En medio de toda esta basura? 
—No todo lo que es de oro reluce, ni toda la gente errante anda perdida. —respondió el extraño personaje. —Es aquí, ya llegamos.
En realidad era el fin del camino. Una de las enormes estanterías había caído sobre el pasillo formando una especie de cueva que alguien (Probablemente el mismo hombrecito) había cubierto con plásticos y acondicionado como una precaria tienda de campaña.
Apenas una pequeña lamparita que colgaba precariamente del “techo” iluminaba aquel sombrío interior. No vieron muebles, apenas un enorme colchón bastante roto (Aunque por suerte limpio) y lo que parecían ser pilas y pilas de libros por todos lados.
Recostaron al chico en el colchón y Cinthya revisó el pulso y la respiración con el rostro preocupado. Mina se arrodilló a un lado y sostuvo la mano de Matt mientras esperaba el diagnóstico.
—Su pulso está algo débil. —dijo la muchacha mientras abría la camisa de Matt y dejaba al descubierto su blanca piel. Luego colocó su oído sobre el pecho y escuchó atentamente el latir del corazón. Tras unos minutos suspiró aliviada. —Su respiración es normal por suerte. ¿Dices que lo viste escupir sangre?
Mina asintió.
Matt tenía la boca entreabierta así que Cinthya utilizó su pañuelo para limpiar un poco la saliva y examinó el interior utilizando la luz auxiliar de su Pad.
—Parece… parece que se ha mordido un poco la lengua durante el aterrizaje. —dijo sin estar muy segura. 
Mina suspiró aliviada. 
Cubrieron a Matt con una raída manta y salieron fuera de la tienda, donde su extraño anfitrión había montado una pequeña cocina a unos pocos metros de la entrada.
Era apenas un viejo calentador de combustible líquido, probablemente alcohol o algún tipo de combustible antiguo a base de petróleo, ni Mina ni Cinthya habían visto uno de esos en sus vidas, solo a través de fotografías o documentales.
—Esas cosas están totalmente prohibidas en la Colonia. —dijo Mina señalando la llama naranja que asomaba por debajo de la cacerola que el hombrecito revolvia constantemente con un cucharón de metal.
—Al menos eso huele bien. —respondió Cinthya señalando la comida. —Me pregunto qué será… no como nada desde ayer por la tarde.
Había un par de latas vacías que parecían haber sido abiertas recientemente. Mina tomó una de ellas y examinó la etiqueta. —MRE’s… osea Raciones militares. —dijo mientras daba vueltas el envase. —Fecha de caducidad… 15 de Enero de 2049.—leyó en voz alta.
Cinthya se sentó a un lado sobre un bloque de cemento. —Creo que se me ha ido el apetito. —dijo suspirando.
—Toda sociedad está a tres comidas del caos. —dijo el extraño personaje sin dejar de revolver el contenido de la olla.
—No me cabe la menor duda que todo tu sistema digestivo entrará en caos si comes tres de estas latas seguidas. —comentó Mina arrojándola a un lado. —¿Haz sobrevivido todo este tiempo en base a raciones militares que quedaron de la Flota 37? —preguntó.
—Todavía están buenas. —respondió el extraño mientras retiraba una cucharada humeante de líquido cremoso y soplaba insistentemente para enfriarlo. —¿Quieres probar…?
—Yo paso. —contestó Mina.
—Yo también. —dijo Cinthya haciendo un gesto con ambas manos. 
—Ustedes se lo pierden. —dijo mientras sorbía ruidosamente el contenido de la cuchara.
Mina tomó asiento junto a Cinthya y ambas observaron las sombras danzantes que el pequeño fuego proyectaba alrededor. Cada tanto el hombrecito tarareaba una melodía o simplemente revolvía la olla en silencio, al parecer totalmente concentrado en la tarea.
Al cabo de unos minutos bajó la intensidad el fuego y tras retirar la olla se puso a comer ávidamente usando el mismo cucharón. 
Ambas chicas contemplaron en silencio al intrigante sujeto. Había algo extraño en todo su ser, no solamente en la forma de hablar, también en la forma en la que se movía… era algo extraño.
—¿Quien eres? —preguntó Cinthya fascinada por el aspecto del hombrecito.
Su anfitrión dejó la cuchara dentro de la cacerola y usando las mangas andrajosas de su vestimenta se limpió la sopa que tenía pegada al rostro. —Se quien era esta mañana cuando me levanté, pero creo que he debido cambiar varias veces desde entonces. —respondió pensativo.
—Alicia en el País de las Maravillas. —dijo de pronto Mina.
Cinthya la miró confundida. —¿Que? —¿Alicia…? 
Mina se dio vuelta y miró a Cinthya con satisfacción en el rostro. —¿No te habías dado cuenta? Habla todo el tiempo citando libros clásicos o personajes famosos… esta última frase es de Alicia en el País de las Maravillas… cuando Alicia habla con la Oruga.
La joven inspectora se rascó la cabeza confundida. —Creo… creo que tienes razón. —dijo sin estar muy segura. —Aunque me parece yo recuerdo mejor la película de Disney que el libro…para serte sincera— reconoció sonrojandose un poco. —Aún así creo que él no ha respondido a mi pregunta. —dijo señalando al hombrecito.
El aludido no respondió, solo se quedó mirando a las jóvenes en silencio.
Mina se puso de pie de forma repentina y se cruzó de brazos. —Me parece que ya se quien es. —dijo segura de sí misma.
—¿Quien? —preguntó curiosa Cinthya.
La joven permaneció unos segundos en silencio y luego señaló con el dedo la figura del hombrecito. —Eres una especie de Leyenda Urbana de la Colonia Rainbow. —dijo. —Pero supongo que hay algo de verdad en todas las leyendas después de todo.
—Las únicas verdades que sirven son instrumentos que luego hay que tirar. —respondió el extraño con un brillo en la mirada.
Ok, no se de quien es esa última frase. —reconoció la joven bajando los brazos. —Pero estoy segura que tu eres Funes… ¿Verdad?
—¿Barco?(1) —preguntó confundida Cinthya.
Funes asintió satisfecho. —Umberto Eco, de él es la frase que cité antes. —dijo mientras se ponía de pie. —Permítanme presentarme de forma apropiada; me llamo Funes y les doy la bienvenida a mi pequeño reino, sepan disculpar el desorden, eso sí…
Cinthya se puso de pie y luego hizo una pequeña reverencia. —Yo me llamo Cinthya, Cinthya Ross, encantada de conocerlo y… gracias por salvarnos allá atrás.
—No hay de que… y tu eres Mina por supuesto, la hija de la Capitán Kyle ¿Verdad?
La joven hizo también una saludo. —Es un gusto conocerlo. —dijo.
—El gusto es mío… por cierto ¿Como esta tu madre? Ya ni recuerdo la última vez que la vi… oh, espera ¿A quién quiero engañar? ¡Si yo lo recuerdo todo! —dijo con una carcajada. Mina y Cinthya se miraron confundidas.
El hombrecito se rió un buen rato y luego volvió a sentarse delante de la olla. 
—Mi madre me contaba historias sobre el loco ermitaño que vivía entre libros antiguos en las entrañas del laberinto del interior . —dijo Mina dirigiéndose a su compañera. —Pero siempre creí que lo hacía para asustarme y disuadirme de entrar a los lugares prohibidos de la nave.
—Cuando todo el mundo está loco, estar cuerdo es una locura. —citó Funes mientras se metía otra cucharada de sopa en la boca.
Mina señaló las pilas de libros que crecían aquí y allá en los alrededores del “campamento” —Al menos la parte de los libros es real. —dijo. —¿Así que es cierto que usted es un ávido lector?
Funes uso la cuchara para raspar los últimos grumos que quedaban en la cacerola.—Al menos lo fuí una vez. —dijo con un tono melancólico que sorprendió a las jóvenes. —Ya no me quedan libros por leer así que… simplemente sigo viviendo. —agregó mientras se tragaba la última cucharada.
Cinthya caminó alrededor del campamento mirando todas las pilas de libros. Algunas de ellas casi llegaban a la altura de la cabeza de la joven.—Debe haber miles y miles de libros aquí. ¿Haz leido todos y cada uno de ellos?
—Una mente necesita un libro como una espada necesita su piedra de afilar. —Respondió el hombrecito.
Uno de los libros que estaba sobre una alta pila cayó en cuanto Cinthya lo empujó sin querer con el codo. La joven lo recogió del piso y tras quitar el polvo de la tapa lo ojeó rápidamente. —Algunos están en otros idiomas incluso. —exclamó sorprendida.
Mina se acercó a otra de las pilas y comenzó a revisar los libros que tenía cerca. —Chino, Alemán… ¿Esto es…. Latín?
—Cotidie morimur, cotidie conmutamur et tamen aeternos esse nos credimus(2) —recitó Funes sin pestañear.
La joven de cabello rubio casi dejó caer el libro que tenía en las manos. —¡Deculture…! No solo ha leído todos estos libros… también los has memorizado..?—exclamó sorprendida.
Cinthya se acercó nuevamente a la pequeña cocina y observó el perfil del hombrecito iluminado por el diminuto fuego. —Eso es… imposible. —dijo.
—No me llaman «Funes» por nada. —respondió el aludido. —En realidad no es un mal nombre… o eso pensaba la persona que me lo puso.
Mina tomó asiento junto al fuego mientras parecía ordenar sus ideas. —Recuerdo…. recuerdo haber leído algo sobre un tal Funes en algún lado. ¿Es un personaje de una historia..?
—Es una historia de Borges. —respondió Funes. —Funes el Memorioso.
Cinthya se sentó junto a su amiga. —¿Borges? ¿El escritor Sudamericano?
El hombrecito extendió el brazo y un dedo fino y huesudo señaló un punto oscuro más allá de la improvisada tienda. —En la decimocuarta pila de libros de la izquierda, el cuarto libro contando desde abajo, tapa azul con una fotografía del autor en blanco y negro, es un compilado de cuentos de Borges, pueden leerlo allí si quieren.
Las dos jóvenes intercambiaron miradas de asombro. 
—Es un lindo cuento. —continuó hablando Funes. —Borges fué un gran escritor y erudito de su tiempo y sus escritos poseen una cualidad atemporal increíble ¿O acaso no les parece maravilloso que estemos hablando de su obra desde casi el otro extremo de la Galaxia?
—Lo que a mi me parece increíble es que la humanidad haya sobrevivido lo suficiente para lograr llegar al otro extremo de la Galaxia. —reconoció Cinthya.
—El misterio de la vida no es un problema a resolver, sino una realidad a experimentar, —citó Funes.
Mina se llevó un momento la mano a la cabeza. —Creo que tantas citas me han mareado un poco… además estoy agotada. Cinthya asintió. —Yo también estoy cansada… hemos estado escapando desde hace horas de esos piratas.
—¿Piratas? —preguntó Funes intrigado.
—La Colonia Rainbow ha sido invadida por Piratas. —dijo Mina reprimiendo un bostezo. —Si no fuera por Matt y su armadura ahora mismo estaríamos muertas.
Funes se rascó la barbilla interesado. —Parece que ustedes tienen una buena historia que contarme. —dijo. —Me gustan las historias.
—De acuerdo pero… ¿Podría ser mañana? —suplicó Cinthya poniéndose de pie con evidente dificultad. —Ahora lo que necesitamos es descansar un poco.
El hombrecito se encogió de hombros y recogió los utensilios de cocina que había utilizado. —Con su permiso voy a apagar esto. —dijo mientras extinguia la llamita. —No quiero atraer la ira de Amanda Kyle sobre mi pequeño reino.



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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