Funes los despertó temprano aquel día. En realidad ninguno de los tres jóvenes tenía noción propia del tiempo ya que habían descartado sus Pads por miedo a ser descubiertos y dentro de aquel lugar cerrado no tenían forma de saber que hora era con respecto al TGE Local (Tiempo Galáctico Estándar)
El Zentran les informaba periódicamente la hora en forma de comentarios sobre “mañanas tardes y noches” a medida que hacía pausas durante la narración de su historia. Al parecer tal y como su contraparte del cuento de Borges, Funes tenía un precisa noción del tiempo sin necesidad de usar relojes u otros instrumentos de medición.
Tras un frugal desayuno a base de café y galletas secas los tres se sentaron frente al ex-archivista a escuchar las partes finales de la historia, cada vez más intrigados y asombrados por las cosas que habían llegado a saber de aquellos misteriosos personajes.
Tras un par de horas de hablar sin parar, Funes se detuvo un momento y tras beber un poco de agua miró atentamente a su público. —Haré mi último descanso ahora y terminaremos la historia por la tarde, luego podrán decidir que hacer... ah y si al volver no estoy aquí no se preocupen; seguramente volveré pronto.
Los tres jóvenes intercambiaron miradas en silencio y tras saludar al viejo Zentran salieron de la tienda con más dudas que certezas.
Decidieron ir a explorar el viejo pueblo fantasma y ver si podrían encontrar algo útil entre las ruinas. Ninguno de los tres lo había dicho en voz alta hasta entonces, pero la posibilidad de un nuevo enfrentamiento con aquellos piratas era algo que definitivamente no estaba lejos de ocurrir y tal vez estaba siendo la hora de conseguir alguna clase de arma.
Tras cargar unas pocas pertenencias y agua en sus bolsos dejaron el campamento y pusieron rumbo hacia donde se encontraba el poblado inexplorado al cual llegaron tras algo más de una hora de caminata por el ahora conocido paisaje de aquel enorme complejo llamado Módulo E.
El poblado se abría entre una especie de “cañón” artificial formado por uno de los extremos del módulo y la enorme pared curva de metal que según Funes alojaba la primera barrera de contención del escudo del Reactor. En la zona donde ambas paredes se acercaban a menos de cuarenta metros de distancia habían apilado aquel puñado de viviendas que se elevaban hasta unos seis niveles por sobre la base del suelo.
Funes había dicho que aquellas eran viviendas que los trabajadores habían dejado atrás al terminar de montar el escudo del reactor, pero al acercarse a las primeras construcciones vieron que algo no estaba del todo bien.
El dia anterior solo había visto el conjunto de casas desde lejos, ahora que se habían adentrado en aquel callejón sombrío comenzaron a notar detalles que parecían contar una historia diferente.
—Algo está mal. —dijo Mina mientras rodeaba un vehículo de transporte volcado sobre uno de sus lados. —Esto no parece un zona habitacional abandonada.
Cinthya levantó la vista inquieta. —¿A qué te refieres?
Los tres jóvenes se detuvieron en el centro del poblado y miraron a su alrededor. La calle estaba llena de basura y obstáculos. No solo un par de vehículos yacían arrojados como si un niño Zentradi los hubiera usado de juguetes adecuados para su tamaño, la disposición y tipo de basura que se encontraba dispuesta a su alrededor tenían un tipo de lógica evidente.
—Son barricadas. —dijo Mina señalando las montañas de basura. —Aqui no habia simplemente obreros que dejaron sus trabajos al terminar la tarea… aquí sucedió algo más.
Matt dió un paso al frente y de pronto su pie aplastó algo, haciendo el crujido resonara entre el angosto callejón e hiciera que Cinthya diera un respingo del susto.
—¿Que ha sido eso? —preguntó nerviosa haciendo que su linterna iluminara al joven pelirrojo.
El chico se agachó y recogió algo del piso. Tras levantarse y mirarlo detenidamente lo extendió hacia las chicas que lo miraban confundidas.
—Miren. —dijo.
Mina dirigió el haz de luz hacia el objeto y los pedazos rotos de plástico verde brillaron al ser iluminado.
—Eso es….
—Cartuchos de escopeta. —dijo Matt. —Cartuchos vacios, todo el suelo está lleno de ellos.
Las chicas bajaron sus linternas hacia el piso y descubrieron docenas de cartuchos verdes y azules diseminados por todos lados.
—¿Que… qué diablos sucedió aquí? —preguntó Mina asombrada.
Cinthya levantó una de las vainas azules y tras examinarlas la mostró a los demás. —Dice que son rondas no letales. Aparecen las siglas de algún tipo de policía local.
—Déjame ver eso. —pidió Mina.
Tras revisar atentamente las letras impresas en el plástico sacudió la cabeza. —Son de las fuerzas Policiales de Ciudad 7. —dijo arrojando la vaina al piso. —Eso quiere decir que la policía desalojó este lugar mientras la Rainbow aún estaba en la flota 37.
Cinthya y Matt se miraron confundidos.
—Nadie nunca nos contó nada semejante. —reflexionó Mina dando unos pasos alrededor de sus amigos. —¿Tu sabias algo de esto Matt?
El chico negó con la cabeza. —Yo solo sabia que la Rainbow ya había sido decomisionada hacía tiempo en cuanto la Colonia se separó de la Flota 37.
Tras pensar unos momentos Mina suspiró resignada. —Supongo que necesitamos más pistas antes de entender lo que sucedió aquí. —dijo.
Para cubrir más terreno cada uno entró a una casa diferente. Al nivel de la cubierta inferior había muchas puertas y ventanas. Incluso algunas de las viviendas habían funcionado como comercios y lugares de reunión de los habitantes de aquel pueblo. Una de las viviendas se había usado claramente como un bar o un café, todavía podía verse la barra alargada y la media docena de bancos alineados a un lado de la misma.
La primera pista fue encontrada por Cinthya, quien levantó la hoja de papel a través de una ventana sin cristales para que todos pudieran verla.
—Es una hoja de periódico. —dijo entusiasmada. —Dice Viernes 29 de Abril de 2044.
Mina y Matt se acercaron para verlo.
—Es de casi un mes antes que la Rainbow abandonara la Flota. —dijo Matt.
La chica de cabellos rubios miró la hoja de papel amarillenta. —Así que hay una relación directa entre la gente que vivía aquí y los orígenes de la Colonia. —dijo Mina pensativa.
Dejaron la hoja de papel y siguieron explorando el lugar.
Pronto encontraron más rastros de violencia: puertas derribadas, ventanas rotas y latas de lo que parecían ser gases lacrimógenos aparecieron incluso dentro de algunas casas.
No había pertenencias u objetos de valor a la vista, lo que probablemente indicaba que solo unos pocos pobladores quedaban en el pueblo en el momento de la represión policial y la mayoría había empacado sus pertenencias con bastante tiempo de anticipación.
Las escaleras que daban acceso a las casas que se encontraban sobre las cubiertas superiores estaban al final del callejón. A ambos lados de las mismas encontraron un local que había sufrido mucho más daño que las viviendas circundantes. Al parecer un incendio había destruido gran parte de los muebles del interior y casi todo estaba en ruinas y lleno de cenizas.
—Aquí parece haberse formado el núcleo de la resistencia. —dijo Cinthya mientras apartaba los trozos de madera quemada de la entrada. —Los signos de violencia son más evidentes.
Los haces de las linternas iluminaron el oscuro interior y revelaron el nivel de destrucción que reinaba por todos lados. Hacia el fondo un par de puertas dobles yacían en el piso aparentemente arrancadas de sus marcos. Hacia allí se dirigieron los jóvenes casi sin hacer ruido.
Era una habitación de forma triangular, cada una de sus paredes media unos seis metros de largo y aparentemente el vértice más alejado de la puerta era el punto exacto donde culminaba la cubierta donde se encontraban. No había ninguna clase de ventana y el techo también era bastante bajo.
—Parece ser una especie de Bunker. —dijo Matt.
Las sillas y la mesa estaban rotas en pedazos, probablemente las había utilizado para bloquear las puertas dobles. Todo lo demás yacía en ruinas: televisores, computadoras, papeles y carpetas desparramados por todo el suelo.
Un poster desgarrado colgaba de una de las paredes. Mina apuntó la linterna hacia el y lo contemplo fascinada. —¡Miren! —exclamó.
El rostro de Matt se ensombreció al ver aquello.
—Propaganda. —dijo mientras dirigía su propia linterna hacia los colores chillones y el grotesco dibujo caricaturesco de un Zentradi aplastando a una familia de humanos. —Esto es propaganda segregacionista de antes de la Colonia.
Cinthya se llevó una mano a la boca horrorizada. —Entonces… entonces esto es.
—Aquí se gestó la “Flota Pura” —dijo Mina sacudiendo la cabeza. —Los rumores eran ciertos; el movimiento si era originario de la Three Star y no de Ciudad 7.
Abandonaron en silencio el horrible lugar y salieron por las puertas derruidas que daban al callejón. Cinthya estaba desolada al ver el semblante de Mina y Matt, parecía que ambos hubieran recibido un golpe al descubrir lo que había en el interior de aquel bunker.
—Matt… —comenzó a decir la joven inspectora pero Mina la interrumpió.
—Es cierto. —dijo sin intentar negarlo. —Los orígenes de nuestra colonia están manchados en el odio y la violencia… no es de extrañar que nos suceda lo que nos está pasando ahora, nuestra Colonia estuvo maldita desde un principio.
—¡Mina! —gritó Cinthya tomando de los hombros a la joven. —¡Eso no es cierto! ¡No digas tonterías! Todos… todas las personas que conocí en esta nave son maravillosas… te equivocas ¡Te equivocas totalmente!
La joven comenzó a sollozar y se derrumbó sobre los diarios y papeles viejos que cubrían la calle frente a las escaleras. Matt también cayó sentado al lado de su amiga con el rostro repentinamente cruzado por una expresión de dolor.
Cinthya estaba destruida al ver el estado en el que habían quedado sus amigos. Sin otra cosa que hacer se sentó a su lado y los abrazó mientras aquellos dos sufrían aquella pesada carga.
Recordó lo que había leído en el informe antes de llegar a la Colonia. Discriminación, odio racial, violencia… todo aquello había ocurrido en una época donde los Zentradi que habían abrazado la Cultura humana luchaban por encontrar su propio lugar en la galaxia. No todos los guerreros pudieron incorporarse a la sociedad civil tras el armisticio y quienes no lograron frenar sus instintos más salvajes fueron los que más resistieron a abandonar sus viejos hábitos de violencia.
Primero fueron unas pocas voces las que protestaron con la asimilación de ambas culturas, luego llegaron los movimientos segregacionistas, la discriminación y finalmente, la violencia.
Lo que había sucedido en la Flota 37 era, en cierta medida, un reflejo de todo lo que estaba sucediendo a pequeña escala en todas las colonias donde Zentradis y Humanos convivian alrededor de la Galaxia.
Pero con aquella infame “Flota Pura” se había producido algo excepcional: Ni el gobierno Civil ni el Militar habían sofocado el movimiento de raíz tal cual sucedió en todas las demás revueltas de aquel tiempo. Los habían expulsado lisa y llanamente de la Flota de Inmigración, como si de alguna extraña forma legitimaran aquel odio.
No, no tenía sentido y sin embargo allí estaban ellos, en las entrañas de aquella nave que alguna vez albergó un movimiento de puro odio y resentimiento. ¿Pero quedaba algo de eso? Cinthya solo veía ruinas, desechos de un pasado que no se podía borrar, cierto, pero era una historia que habían dejado atrás.
Matt, Mina, Akemi, Manuel… hasta incluso Will, esos jóvenes no formaban parte de aquel pasado trágico, eso era lo verdaderamente importante.
—Ruinas. —dijo Cinthya abrazando a ambos. —Son solo ruinas chicos, eso quedó atrás, ustedes no van a cometer esos errores. ¿Comprenden? —casi les rogó mientras sus propias lágrimas rodaban por sus mejillas.
Mina se secó las lágrimas y asintió en silencio, entonces su expresión cambió por completo. —Cin…
El tono de voz de la chica hizo que Matt también levantara la cabeza. —¿Que..?
—Veo.. humo.
Cinthya y Matt se giraron en la dirección hacia donde Mina apuntaba su dedo índice. Sobre uno de los últimos edificios del quinto nivel por sobre sus cabezas una fina espiral blanquecina se elevaba entre los techos de metal.
Los tres jóvenes se levantaron a toda prisa y de inmediato se ocultaron bajo la escalera, como si de pronto se sintieran completamente expuestos en el medio del estrecho callejón.
—¿Crees que…? —preguntó Matt pero Mina hizo un gesto con la mano para que guardase silencio.
Nada se oía en los alrededores, lo que hacía que la propia respiración de los tres amigos sonase casi atronadora. Tras esperar varios minutos y sin que sucediese nada finalmente Mina suspiró resignada. —Hay que ir a ver que hay allá arriba. —dijo.
Matt y Cinthya se miraron confundidos. —¿Pero y si…?
—Si hay alguien, debemos ponernos en contacto de inmediato. Podría tratarse de otro de los colonos que se ocultó de los piratas como nosotros. —respondió convencida la joven.
Matt asintió en silencio pero Cinthya se abrazó con fuerza. —Tengo miedo… no se si sea una buena idea. —dijo sacudiendo la cabeza.
El joven fue el primero en ponerse de pie, mostrando una resolución que sorprendió a ambas chicas. —Mina tiene razón. —dijo. —Si hay alguien ahí tenemos que hacer saber que somos amigos.
Cinthya aún consideraba que aquello no era una buena idea, pero no iría en contra de lo que opinaba la mayoría, así que tras asegurarse que esos dos estaban realmente resueltos a hacerlo, entonces no le quedaron más dudas. —De acuerdo. —dijo.
Salieron de debajo de las escaleras y tras echar un vistazo a las cubiertas superiores comenzaron a subir uno detrás del otro, dándose vuelta cada tanto para mirar nerviosamente las cubiertas que se abrían a cada lado del callejón.
El primer nivel de construcciones se accedía mediante un par de escaleras principales, todas las demás cubiertas estaban interconectadas entre sí por escaleras ubicadas a cada lado del espacio que dividía aquella especie de cañón artificial en donde se emplazaba el pueblo. Había dos puentes o pasarelas que cruzaban el abismo en la segunda y quinta cubierta, pero parecían ser demasiado frágiles y precarios, Mina prefirió subir directamente por las cubiertas en donde se encontraba la construcción en donde habían observado la espiral de humo blanco.