Con los últimos ecos que retumbaron como truenos dentro del enorme Sector Dos contiguo al escudo del Reactor Principal, Matt, Cinthya y Mina corrieron los últimos metros del laberinto que los separaban de la choza que se había convertido en su hogar en los últimos días.
Funes no estaba allí para recibirlos y eso los puso aún más nerviosos. Se arrojaron de cabeza bajo las frazadas del enorme colchón y allí, como niños escondidos de una tormenta, esperaron a que volviese el silencio.
Aquellos golpes habían comenzado luego de la violenta explosión de vapor que sacudiera todo el Pueblo Fantasma del que habían escapado a toda velocidad. Si eran explosiones o enormes martilleos, ninguno de los tres podía saberlo. Aquellos golpes sonaban como enormes tambores de guerra Zentradi, una especie de advertencia a una inevitable invasión de las gigantescas criaturas.
Tras varios minutos los golpes cesaron y una tensa calma cubrió el enorme espacio vacío que se abría sobre sus cabezas. Solo el goteo del agua que provenía de la pequeña granja hidropónica se escuchaba ahora.
Cinthya fue la primera en asomar la cabeza fuera de las cobijas, mirando nerviosa las sombras del techo. —Esos golpes… ¿Creen que están tratando de entrar a este lugar? Si esos son Zentradis…
Mina sacudió la cabeza. —No, no creo que están intentando entrar… no desde el lado del reactor al menos, no tendría sentido hacerlo por donde las paredes son más gruesas.
Matt permaneció en silencio tapado por las cobijas. Desde que habían vuelto del Pueblo Fantasma había estado muy callado.
—Me pregunto qué estará sucediendo allá arriba. —dijo Cinthya preocupada.
—Nada bueno, te lo aseguro. —respondió la joven. —Aunque también podría existir la remota posibilidad que esos golpes sean de Ralph pero… no lo se. —dijo encogiéndose de hombros.
Cinthya suspiró. —Y Funes aún no ha llegado… será mejor que nosotras prepararemos la comida para cuando vuelva. —dijo.
Mina asintió y se bajó del colchón junto a la inspectora. —Iré a buscar algunas verduras a la huerta. ¿Vienes Matt?
El chico sacudió la cabeza y se volvió a meter bajo las mantas.
—De acuerdo. —dijo Mina suspirando. —Volveré en un rato.
—Yo prepararé el arroz. —se ofreció Cinthya. —Dejemos descansar a Matt y si Funes va a culminar hoy su historia, más vale que tengamos el estómago lleno. Algo me dice que tendremos que tomar una decisión importante en cuanto termine.
Mientras Mina se encaminaba hacia el invernadero Cinthya se dedicó a preparar la improvisada cocina. Con un palo removió las cenizas de la hoguera hasta que unas pequeñas brazas brillaron rojas y tras agregar algo de madera de la pila que Matt había recolectado el día anterior, avivó el pequeño fuego soplando intensamente.
Al cabo de unos minutos la hoguera crepitaba alegremente y la inspectora continuó preparando los utensilios. Para cuando la olla con el agua estuvo puesta sobre el fuego Mina llegó con los pocos vegetales frescos que se había atrevido a recolectar. —Estamos liquidando la huerta del pobre Funes, somos demasiados para vivir de las pocas plantas que tiene.
Cinthya la miró intrigada. —Oye Mina...
—¿Qué sucede Cin? —preguntó la muchacha mientras colocaba la tabla de picar en la mesa.
—¿Crees que..? Es decir… ¿Podría Matt hacer crecer las plantas de Funes como hizo crecer las rosas del jardín de Ralph?
Aquella pregunta la tomó por sorpresa. Sin soltar los vegetales hizo un gesto de asentimiento. —Es posible. —reconoció. —Aunque… ¿Has visto un piano en medio de toda esta chatarra…?
—Oh… —exclamó la inspectora entendiendo de pronto.
Mina tomó uno de los cuchillos y tras limpiarlo con una servilleta comenzó a cortar las verduras en pequeños trozos. —La música de Matt tiene ese poder regenerativo pero solo si toca el piano desde el salón de actos, al parecer el Doctor Evans instaló alguna especie de amplificador de energía musical, de otra forma Matt no podría hacerlo por sí solo.
—Comprendo. —dijo desilusionada mientras introducía una lata en la bolsa de arroz y tras llenarla por completo la volcó en un improvisado tamiz. —Me sorprendió mucho cuando vi lo que podía hacer con su música aquella vez en el Onsen… fue como… mágico.
El sonido del cuchillo contra la tabla de madera al cortar las verduras era como una especie de ritmo relajante. Pronto el burbujeo del agua hirviendo se sumó a aquella melodía.
—La Sound Energy es fascinante. —explicó la joven mientras colocaba los trozos recién cortados en un tazón. —Incluso hoy en dia no se conoce todo sobre ella y sus misterios. Evans no es el único interesado en las propiedades desconocidas de la música claro… pero al menos sus investigaciones se centran en la rama civil del misterio.
Cinthya giró la cabeza en dirección a la joven. —Quieres decir… ¿Quieres decir que han intentado darle un uso militar a la música?
Mina asintió. —Son solo rumores claro… pero la Flota 37 tenía toda una división de pilotos relacionados con la Song Energy y sus aplicaciones en el campo de batalla. Eso fué un tiempo después que la Rainbow se separó de la Flota 37, pero hay muchos detalles de esa época que siguen estando clasificados y solo se conocen unos pocos rumores.
La inspectora sacudió la cabeza. —Eso… eso suena terrible. —dijo. —La música no debería usarse como un arma, es algo mucho más importante y profundo que eso, es algo como… —La joven no podía encontrar las palabras adecuadas. Se limitó a poner el arroz dentro de la olla con el agua hirviendo en forma de una lluvia constante de granos blancos.
—Te entiendo. —dijo Mina tomando otro manojo de verduras. —Mi madre aceptó que Evans continuara con sus investigaciones dado que las habilidades de Matt podían ayudar a mucha gente.
Cuando los últimos granos de arroz desaparecieron en el agua Cinthya colocó la improvisada tapa y volvió hacia donde estaba su compañera. —Todos en la Colonia deben estar orgullosos de Matt… es un joven de un corazón inmenso, ojalá pueda cumplir todos sus sueños, es una persona maravillosa.
El sonido del cuchillo contra la madera se detuvo. Mina se quedó un momento en silencio mientras contemplaba los ingredientes en la tabla. —Hey Cin…
—¿Si? —preguntó la Inspectora mientras volvía a llenar la lata con más arroz.
—¿Puedo preguntarte algo? —el tono de voz de la joven sonó algo tenso. Cinthya volteó la cabeza y miró intrigada la espalda de la joven. —Claro, pregúntame lo que quieras.
Tras unos breves segundos de silencio, la muchacha respiró profundamente. —¿Te gusta Matt? —preguntó sin quitar los ojos de la tabla de picar.
Cinthya quedó petrificada ante la pregunta. Aún tenía la lata en la mano y el arroz seguía cayendo en la bolsa en una fina lluvia blanca.
El aire a su alrededor pareció congelarse. Ahora solo el burbujeo de la olla se escuchaba de fondo en aquel lugar.
—Mina…
—Por favor responde mi pregunta. —contestó la joven.
Cinthya dejó caer la lata dentro de la bolsa y se dió vuelta. ——Te lo diré, pero mírame a los ojos primero.
Mina se dió la vuelta y ambas mujeres se miraron a los ojos como nunca se habían visto antes.
—¿Tu lo amas? —preguntó la inspectora.
—Desde hace años, y tu lo sabes muy bien. —respondió Mina.
Cinthya sacudió la cabeza. —Mina… esto… esto está mal.. no soy tu rival, yo solo..
—¿Entonces no lo amas? —preguntó la joven.
Cinthya no respondió y supo de inmediato que ese silencio había lastimado aún más a su amiga, mucho mas aun que si hubiese respondido directamente.
—Lo amas. —dijo Mina mientras un temblor claramente visible recorría todo su cuerpo. —Lo sabía, lo sabía desde la primera vez que vi a Matt mirarte en la escuela… aquella vez en el jardín de Ralph… cuando te vio desnuda allá en el pueblo.
La inspectora se llevó una mano al rostro mientras sentía que el mundo daba vueltas a su alrededor. —Mina… por favor para ya, no es el momento…
—Lo amo, amo a Matt desde hace mucho, siempre lo amé. —dijo la joven mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. —Esperé, esperé y esperé… porque quería que él se diera cuenta, que fuera él mismo quien correspondiera mis sentimientos… ¿Era lo correcto verdad? ¿Eso es lo que tenía que hacer? —Las lágrimas caían sin cesar por sus mejillas mientras las palabras salían una tras otra como liberadas de un gigantesco dique. —Y entonces llegaste tu…
—Mina…
—¿Por qué? —gritó la joven llevándose una mano al pecho. —¿Porque tuvo que pasar así? ¡Cinthya respondeme! ¿Lo amas? ¿Lo amas tanto como yo? ¡Responde!