Chatarra

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—¡Imbécil!
El disparo atravesó la cabeza del desgraciado que ya estaba muerto cuando su cuerpo cayó al piso mientras un chorro de sangre brotaba violentamente por encima de la oreja. El resto de la tripulación del puente no quitó los ojos de las pantallas mientras los guardias arrastraron el cadáver fuera del lugar.
—Eh Jefe… no tenemos muchos técnicos disponibles. —dijo el Segundo al mando mirando el rastro de sangre que había quedado en medio del puente.—La próxima vez no se extralimite tanto con los castigos.
Greg enfundó la pistola y se volvió hacia el hombre que había hablado. —Ese incompetente sobrecalentó todo el sistema secundario… si Red no nos hubiera advertido todo el maldito reactor podría haber estallado en nuestras narices. Ahora tenemos que evaluar los daños y detener la carga hasta saber con que nos enfrentamos.
Uno de los hombres que supervisaba las pantallas de monitoreo levantó la mano desde su rincón para llamar la atención del Jefe.
—¿Que sucede Otako?
—No hace falta interrumpir la carga de Trinity. —aseguró el joven de anteojos. —El sistema Secundario es solo un sistema de respaldo, si no sobrecargamos el sistema Primario y mantenemos un ritmo de salida conservado no es necesario perder tiempo en…
—¿Es que son todos idiotas o que? —gritó el hombre en dirección al asustado joven. —¡Planeo usar esta chatarra el mayor tiempo que pueda! ¡Si ese Sistema Secundario es parte del Reactor lo quiero funcionando y en perfectas condiciones TODO EL MALDITO TIEMPO!
El muchacho volvió a sentarse y ocultó su rostro entre la media docena de pantallas holográficas de su estación de trabajo. Greg suspiró y caminó hasta el centro del puente de mando de la Rainbow, ahora convertido en el centro de operaciones de los Piratas.
El enorme globo holográfico mostraba la incesante actividad alrededor de la nave. Las patrullas de reconocimiento orbitaban la Colonia en anillos que iban desde un centenar de metros hasta varios cientos de kilómetros de distancia. Todo el sistema de satélites de rastreo estaba a máxima capacidad de operación. Greg no quería que nada ni nadie se escabullera bajo sus narices.
—¿Cuánto tiempo nos queda hasta que Trinity esté cargada al 100%? —preguntó.
—Setenta y tres horas, Veintidós Minutos y Catorce Segundos. —respondió Red materializando su cuerpo exactamente en el centro de la esfera de vigilancia. —Al menos ese es el tiempo estimado si se mantiene el actual ritmo de salida del Reactor.
Desde su terminal de monitoreo Otako tragó saliva. Todavía no se había acostumbrado a que Red apareciera por su cuenta en el Puente y hablara primero con Greg. Era como si lo estuviese ignorando por completo a él, su creador.
—¿Cual es el principal impedimento para acelerar el proceso? —preguntó el líder Pirata.
Red movió sus manos y una representación tridimensional de la Rainbow y su reactor apareció en el centro de la estancia. —El cable por supuesto. —Aseguró la IA. —Si usamos un cable más reforzado podríamos aumentar el caudal de energía y…
—Agradece que conseguimos ese que tenemos. —contestó molesto el hombre. —Esas cosas no son material que se pueda comprar en cualquier ferretería… 
Red asintió. —Entonces el ritmo de carga actual es el más adecuado para garantizar la preservación del equipamiento y evitar su degradación a causa de la sobrecarga térmica.
Quien estaba Segundo al mando se rascó la cabeza. —¿Y si hacemos que esos obreros nos fabriquen uno a medida? Se supone que estas factorías pueden construir cualquier cosa… ¿Que es para ellos hacernos un puto cable nuevo?
Greg escupió en el piso sobre las manchas de sangre. —Que buena idea…—masculló socarronamente. — ¿Por qué no vas tu a pedirle a uno de esos amables ingenieros y obreros para que empiecen a fabricarlo en su tiempo libre? 
Ante el silencio del otro Greg hizo un gesto con la mano. —Ya es suficiente de estupideces. Salgan todos y déjenme solo con Red, tengo cosas que discutir.
Todos se levantaron de inmediato y salieron del Puente de Mando sin decir una palabra. Otako y el Segundo Oficial fueron los últimos en salir. Cuando el joven de anteojos atravesaba la puerta no pudo dejar de observar como el holograma de Red había convertido el interior de la esfera del radar en una especie de acuario lleno de peces donde flotaba relajadamente.
No pudo ver más porque en ese momento fue empujado por su superior y ambos salieron al pasillo en medio de las maldiciones del Jefe, que se acallaron al cerrarse la puerta a sus espaldas.
—Mierda que está susceptible. —exclamó suspirando. —Hey Otako…
El joven se detuvo a mitad del pasillo y lentamente se dió vuelta. —¿S-sí señor Lee?
El hombre se acercó y tras poner su enorme brazo alrededor del cuello del asustado joven le habló al oído. —Ven muchacho… necesito hablar un poco contigo a solas.

Los dos piratas caminaron por el pasillo y tras entrar al túnel de comunicación desistieron de la invitación del personal restante de viajar con ellos en el transporte.
—Necesito caminar. —dijo el Segundo oficial mientras señalaba a su compañero. —Y a Otako también le vendrá bien mover un poco las piernas.
El transporte partió en dirección al elevador y pronto quedaron solos.
—¿Dices que en este túnel no hay cámaras ni sensores de vigilancia? —preguntó el hombre.
Otako asintió en silencio y el hombre llamado Lee lo palmeó en la espalda. —Genial. ¡En marcha entonces!
Caminaron una veintena de metros sin apuro mientras el joven se sentía cada vez más nervioso. Tras perder de vista las luces del Puente de mando el oficial se inclinó sobre Otako. —Se te nota muchacho. —dijo.
El pálido joven se volvió confundido. —¿Como….? ¿Como dice?
Su compañero suspiró y tras sujetarlo nuevamente con el brazo lo atrajo aún más cerca. El aliento rancio del hombre casi hizo llorar al asustado joven. —No soy ciego ¿Sabes? Vi como mirabas a esa… cosa que llamas Red, no lo niegues.
Otako trató de forcejear para alejarse del hombre pero el grueso brazo lo atenazaba como si fuera una trampa para osos. —No.. no se de qué habla señor… yo no…
El hombre clavó sus oscuros ojos en la temblorosa mirada del joven. —¡Y una mierda! —escupió. —¿Así que a ti tampoco te gusta la forma en la que nuestro jefe ha empezado a tratarnos a todos? Si… ya veo. —dijo con una sonrisa. —¿Celos…? ¿Es eso? —exclamó soltando una carcajada.
El rostro de Otako se puso casi de color violeta y una gruesa vena se marcó en su cuello mientras el otro hombre lo miraba divertido. —Feo ¿No? Eso de sentirse desplazado… que tu lugar ha sido suplantado por un programa… seguro que sientes una furia incontrolable, incluso en ese cuerpo de pacotilla que tienes. —dijo el Segundo oficial con tono complaciente.
Otako no respondió pero bajó la vista hacia el suelo de metal. Había verdad en aquellas palabras.
El brazo se soltó y Lee puso su mano en la espalda del joven. —Hey Otako… yo sé lo que se siente.. no olvides que soy el maldito SEGUNDO al mando aquí. ¿Entiendes? ¡Estoy de tu lado, maldita sea!
Aquello fue una sorpresa para el confundido joven. Otako levantó la mirada y se encontró con el rostro de aquel hombre que lo miraba desde casi sus dos metros de altura. —¿De… de mi lado? —preguntó tragando saliva.
—De tu lado. —repitió. —Ven, caminemos un poco más.
Recorrieron casi la mitad de la extensión del túnel antes que Lee comenzara a hablar denuevo. —El plan de Greg es una puta genialidad, eso nadie lo duda. —dijo de pronto mientras detenía su marcha. —Pero algunos muchachos están empezando a tener unas cuentas dudas sobre la forma en que está llevando a cabo la operación… especialmente desde que ese maldito programa tuyo empezó a meterse en el plan original
Otako tragó saliva. —Red… Red no es.
—Déjame terminar. —dijo cortante el hombre. —Desde que las… “complicaciones” empezaron a aparecer aquí y allá, los murmullos de los muchachos no han dejado de aumentar… y sabes que los rumores se esparcen rápido. ¿Verdad?



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En el texto hay: drama, mechas, macross

Editado: 01.03.2021

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