—¿Otro mas? —exclamó el facultativo mientras miraba un grupo de gente que llevaba algo en andas pasar rápidamente por el pequeño espacio de la puerta entreabierta del quirófano.
La queja de David solo provocó un suspiro y una mirada resignada en semblante perlado de sudor del Doctor Evans.
Ambos profesionales volvieron a concentrarse en la lesión y tras aplicar abundantes vueltas de gasa, aseguraron el vendaje con un adhesivo especial.
—Llevenselo. —ordenó el médico mientras se quitaba los guantes llenos de sangre. El Doctor David lo imitó unos segundos más tarde.
Los hombres que estaban callados a un lado del instrumental quirúrgico retiraron la camilla con el Pirata y salieron por la puerta en dirección a la sala de recibimiento de la Clínica. Los dos hombres armados que estaban apostados de guardia frente a las puertas del quirófano se apartaron justo lo suficiente para no estorbar el paso del herido.
Antes que la puerta se volviera a cerrar por completo otro hombre armado entró de improviso. —Hay otro más afuera, es grave. —dijo de mala gana mientras se colgaba el enorme rifle de asalto al hombro.
Evans se limpió el sudor de la frente mientras se quitaba el barbijo. —¿Otro mas? ¿Qué le pasa a este…?
Sin que pudiera emitir otra queja más un nuevo grupo de hombres penetró en el quirófano llevando en andas a otro herido aparentemente desmayado. Por el reguero de sangre que dejó tras sí la cosa era realmente grave.
—Una cañería explotó justo donde estaba parado, tiene las piernas destrozadas. —respondió el Pirata chasqueando la lengua. —Arreglelo lo mejor que pueda o se las verá conmigo. —exclamó mientras golpeaba el costado del rifle.
Los dos médicos se miraron y suspiraron al unísono. —Bien, ahora salgan todos —exclamó Evans tajante. El matón le dirigió una mirada de odio pero obedeció la orden.
Sin siquiera poder cambiar las ropas sucias con la sangre del anterior paciente, ambos médicos se pusieron inmediatamente manos a la obra. Tras ponerse guantes nuevos y despejar una nueva camilla, comenzaron a examinar al desgraciado.
—Trae sangre. —dijo Evans mientras utilizaba una tijera para cortar los restos de ropa que cubrían al malherido Pirata. —Cuatro unidades, no creo que le quede mucha a este.
Mientras David preparaba la bomba y los equipos de transfusión Evans comenzó a evaluar el daño que había sufrido el cuerpo del herido.
—Politraumatismos en la zona abdominal, trauma generalizado en ambos miembros inferiores, laceraciones varias y amputación parcial de la pierna derecha, pierna izquierda con fractura expuesta. Hemorragia generalizada clase 3.
—¿Seguro que no se paró sobre una Mina Antipersonal? —preguntó el otro médico preparando las vías en los brazos del Pirata.
Evans ignoró el comentario y aplicó una inyección de tranquilizante en el abdomen del hombre, tras lo cual dirigió su atención hacia lo que quedaba de la pierna derecha y comenzó a cortar el improvisado torniquete que los piratas habían hecho para detener la hemorragia. —Pinzas.
Tras quitar los cables que envolvían la pierna del hombre, la sangre arterial brotó roja y brillante siguiendo los compases acelerados del corazón. Evans utilizó las pinzas para taponar la arteria seccionada e indicó a su colega que iniciara la transfusión.
Mientras la bomba introducía la sangre en las venas del paciente comenzaron a trabajar en la pierna izquierda, retirando fragmentos de metal que habían penetrado en la carne y el hueso y limpiando la zona para una posterior cirugía reconstructiva.
La pierna derecha era insalvable y tuvieron que terminar de amputarla ante la masividad del trauma. Una vez que el tejido dañado estuvo removido Evans limpió la zona y emparejó el corte de la forma más prolija posible. Tras taponar la arteria con un apósito especial de material biosintético, quitó las pinzas y vendó el muñón lo más firmemente que pudo.
—Listo. —exclamó agotado el hombre mientras hacía una seña hacia los que esperaban en la entrada. —Llévenselo de aquí, iré a ver como está mas tarde.
Dos Piratas entraron y se llevaron al herido rápidamente. Por suerte nadie más apareció tras la puerta y los dos médicos suspiraron aliviados.
—Es una locura. —dijo David arrojando el barbijo al cesto para la ropa sucia. —¿Qué carajo está pasando ahí afuera? Parece…
—Una guerra. —dijo Evans quitándose los guantes. —Tu lo has dicho.
Se cambiaron en silencio y tras llamar a la enfermera para que comenzara con la limpieza del lugar y el instrumental, ambos hombres salieron del quirófano y se encaminaron a la pequeña salita donde intentaron descansar un momento.
—Café. —dijo Evans al entrar. Inmediatamente la pequeña cafetera automática emitió un pitido y se escuchó correr el agua por los filtros y mangueras del aparato.
David cerró la puerta tras sí y se arrojó sobre el sillón que estaba en el centro del cuarto frente a una mesita baja. —Yo no me enlisté para esto. —dijo con evidente sarcasmo mientras se masajeaba las sienes.
Evans abrió la nevera y extrajo un pequeño cartón de leche. —¿Querías prácticas médicas? Espero que esté aprendiendo suficiente. —respondió el médico señalando la puerta. —Y lo que nos espera todavía.
Los ruidos de la clínica no se escuchaban desde allí, si había otra emergencia los Piratas tendría que sacarlos de allí a la rastra.
David se incorporó en el sillón mientra cruzaba sus manos bajo el mentón en actitud pensativa. —¿Que mierda pasa? Hoy solo ya fueron…
—Tres. —respondió Evans. —Ayer fueron cuatro y desde que estos tipos empezaron a jugar con las instalaciones de la Rainbow ya pasaron la docena.
El compañero de Evans sacudió la cabeza. —No lo comprendo. —dijo. —¿Se supone que la Rainbow sea tan peligrosa? Entiendo que esos Piratas no sean obreros o personal calificado pero… una docena de accidentes de trabajo en apenas cinco días… cuatro fatalidades, miembros amputados, craneos aplastados, quemaduras de tercer grado… Dime que esto no pasaba cuando yo no estaba aquí.
El Doctor Evans abrió el pequeño recipiente y lo agitó lentamente. —La Rainbow tenía un récord de seguridad laboral impecable. —dijo pensativo. —En todos estos años nunca hubo una fatalidad dentro de esta nave, hubo un par de accidentes relacionados a las operaciones de explotación del Campo…pero eso cambió por completo con la llegada de Ralph.
Mientras David reflexionaba aquella información Evans se dirigió a la cafetera y se quedó observando el recipiente de cristal unos momentos.
—¿Pero qué diablos?
Su colega se volteó por sobre el sillón. —¿Pasa algo? —preguntó viendo el rostro consternado del facultativo.
—La cafetera se ha descompuesto.
—No puede ser… esta mañana funcionaba perfectamente. —exclamó David rascándose la cabeza. —Prueba desenchufando y enchufando nuevamente.
El hombre suspiró y se agachó para desconectar el cable de la pared, tras esperar unos momentos volvió a conectarlo y se incorporó mientras se frotaba la espalda. —Café. —dijo en dirección al aparato.
Una luz parpadeó en la parte superior del filtro, tras lo cual volvió a apagarse.
—Creo que tenemos otro deceso confirmado. —dijo Evans pulsando los botones del pequeño indicador manual, pero nada sucedió.
—Okey déjalo.. beberé una lata de energizante. —dijo David suspirando.
Evans golpeó el aparato una última vez y se dirigió hacia la nevera en busca del refresco. —¿Sabes? —dijo mientras volvía a abrir la puerta. —Creo que estas cosas no son una casualidad.
—¿Te refieres a los accidentes o a la cafetera?
—Es posible… si, creo que esa podría ser la respuesta. —murmuró el hombre mientras revolvía el interior y tomaba una lata fría. —Creo que es la Rainbow.
Davido atrapó con ambas manos la lata que su colega le arrojó con cuidado, pero pareció no entender a lo que se refería. —¿La Rainbow?
Evans tomó una pajilla de un recipiente que estaba junto a la inútil cafetera y tras colocarla dentro del cartón de leche que ya había abierto, sorbió un poco de su contenido. —La Rainbow se está defendiendo. —dijo.
—Doctor… ¿Está insinuando que es la propia nave la que está matando a esos Piratas?
El hombre asintió en silencio mientras bebía del cartón de leche.
—Es una broma… ¿Verdad?
—¿Tienes una teoría mejor?
David abrió la boca pero tras pensarlo mejor se dedicó a abrir la lata y tomar un largo sorbo del oscuro líquido recargado de cafeína. Al cabo de unos segundos depositó la lata en la pequeña mesita y se acurrucó en el mullido sillón. —Tonterías. —dijo mirando de reojo a su compañero.
—¿Y como lo explicas tú entonces? —preguntó Evans.
—Desidia, falta de organización, desconocimiento de los procedimientos básicos de seguridad… tal vez un poco de mala suerte… ¡Por dios Evans, no puedes decirlo en serio! —exclamó con los ojos cerrados, como si quisiera dormirse ahí mismo. —Ya de por si las leyendas urbanas que hay sobre el interior de la Rainbow son lo bastante escalofriantes como para que una persona de ciencia como usted se ponga a hablar de Naves con Voluntad Propia…. ¿Que sigue? ¿Que existen los Vampiros que chupan Energía Vital? ¿Que Funes es real?
—Te sorprenderias la verdad que se esconde detrás de las leyendas Urbanas. —respondió el hombre con una sonrisa. —Pero al margen de todo eso, creo que últimamente hay algo que hasta tu mismo creo que has sentido.
Evans suspiró y arrojó el envase vacío al contenedor de reciclaje, tras lo cual tomó asiento junto a su compañero.
El otro hombre abrió solo un ojo. —No, pero he escuchado rumores de los residentes más veteranos… los que conocen la nave desde que fué construida. Ellos sienten… algo.
El Doctor Evans se cruzó de brazos. —Energía Dimensional. —dijo. —Desde hace varios días el espacio alrededor del reactor se ha estado cargando de energía como consecuencia de su funcionamiento prolongado…. los que estamos acostumbrados a trabajar con ella la reconocemos de inmediato.
—¿Están intentando hacer que toda la Rainbow entre en FOLD? —preguntó preocupado David.
—No… no, claro que no… el procedimiento FOLD no requiere más energía que la que se usa para crear la burbuja WARP… esto es diferente.
—¿Diferente? —el semblante del hombre más joven mostraba perplejidad.
—¿Recuerda lo que sucede al entrar en un procedimiento FOLD? —preguntó Evans tras reflexionar un momento.
—¿Se refiere a la distorsión del campo visual?
—Eso mismo.
—Es alguna especie de espejismo relacionado con el espacio dimensional si no me equivoco. —explicó David.
—Más precisamente es un tipo de energía residual. —corrigió Evans. —Cuando la burbuja WARP se consolida alrededor de la nave que está por entrar en FOLD, el interior de la misma queda vacío de Energía Dimensional, solo queda un pequeño remanente en forma de fotones “perdidos” que permanecen dentro de la burbuja y viajan junto con la nave por el medio dimensional. Son partículas muy inestables ya que tienen propiedades interdimensionales y solo permanecen en nuestro universo mientras la burbuja WARP las mantiene aprisionadas.
—Pero usted ha dicho que esos Piratas no quieren hacer FOLD… ¿Verdad?
El hombre mayor asintió. —Correcto.
—Entonces si no hay una burbuja WARP que mantenga esos residuos contenidos… oh mierda. —dijo de pronto incorporándose con evidente preocupación en el rostro. —¿Esa radiación es peligrosa? —preguntó alarmado.
—No que yo sepa. —respondió Evans encogiéndose de hombros. —No parece interactuar con ninguna materia de nuestro universo… salvo con los fotones claro, pero como estos tienen una masa casi nula, sus efectos físicos son inexistentes en escalas que no sean las cuánticas.
—Y sin embargo sentimos su presencia… la luz se dobla y los espejismos aparecen durante los saltos FOLD ¿Cómo se explica eso?
—Es exactamente igual que con la Sound Energy. —explicó el hombre. —Es medible, detectable, sabemos cómo se propaga y sin embargo se comporta de una forma completamente diferente según la dimensión en donde se encuentra el observador. Los mismos Zentradi reaccionan de forma diferente a ella y en cierta medida, a los humanos les sucede algo parecido.
David se rascó la cabeza confundido. —No entiendo una mierda. —dijo.
—Bienvenido a mi Campo de investigación entonces. —dijo Evans entre risas.
Ambos hombres estallaron en carcajadas pero fueron interrumpidos bruscamente cuando la puerta de la sala de descanso se abrió de golpe con violencia. Un hombre armado irrumpió en la misma mientras los dos médicos se incorporaban de un salto.
—¡Eh! ¿Que rayos…? —comenzó a decir David cuando Evans lo tomó del brazo.
—¿Dan?
El recién llegado bajó el arma y se quitó la máscara antigás del rostro. Aquella barba negra era inconfundible.
—¡Evans! ¡David! ¿Están bien?
Los dos hombres se quedaron paralizados en sus sitios. No podían creer lo que estaban viendo. Tras unos segundos de incertidumbre Evans se adelantó y tomó por las ropas al sorprendido hombre. —¿Que rayos esta pasando Dan? ¿Que…?
—Estamos rescatando a los Colonos, Amanda inició una orden de evacuación inmediata.
—Por todos los cielos… ¡Van a matar a los rehenes! ¿No sabes que…?
Dan apoyó su mano sobre el brazo del médico y lo miró al rostro. —Lo sabemos… mientras nosotros hablamos otros se están encargando de eso.
Evans y David se miraron sin saber qué decir. —Mierda… mierda mierda MIERDA! —gritó el médico más joven mientras se dirigía a la puerta.
Los tres hombres salieron de la salita y atravesaron el quirófano corriendo. Del otro lado del hall de recibimiento se encontraron con una imagen dantesca.
Media docena de piratas yacían muertos en la entrada de la clínica. Una veintena de hombres armados, casi todos ellos obreros de la Colonia patrullaban los alrededores portando toda clase de armas, aunque la mayoría ya había tomado los rifles y chalecos blindados de los muertos.
—Mierda. —exclamó David pasando por arriba del cadáver de quien unas horas antes los había tratado con tanto desprecio. —¿Como….?
—Dan. —Evans encaró al obrero mientras señalaba el interior de la Clínica. —Tengo a más de veinte pacientes en cuidados intensivos, cuatro en estado crítico, si piensas que voy a dejarlos…
—Amanda ya pensó en eso. —dijo el hombre levantando el rifle en dirección a la cubierta. —Mira.
En ese momento cinco vehículos eléctricos llegaban en fila por el acceso principal y se detenían a escasos metros de las puertas.
De cada transporte bajaron dos hombres y comenzaron a dar órdenes al resto de los presentes.
—Las órdenes de nuestra Capitán es evacuar A TODOS. —dijo Dan. —Busquen todo lo necesario para llevarse, nos vamos en treinta minutos.
No había más que discutir. Mientras David recogía todo lo necesario para llevarse con ellos, Evans fué a supervisar la evacuación de los heridos que estaban en las salas de tratamiento.
Todos trabajaban lo más aprisa que podía y casi sin hablar. El Doctor Evans asumió la dirección de la operación y supervisó uno a uno a los heridos mientras eran trasladados desde la Clínica hasta los vehículos. Cuando llegó el turno de mover a los Piratas que estaban en condición crítica, un grupo de hombres se opuso rotundamente.
—Esos son Piratas. —dijo uno de ellos, un Técnico llamado Taro. —Déjenlos aquí y que ellos se hagan cargo de sus propios heridos.
Evans se plantó frente al hombre en posición desafiante. —Esos hombres estan a mi cuidado y si se quedan aquí sin atención médica morirán.
—Ya matamos a muchos hoy. —respondió Taro levantando el arma. —¿Acaso le molesta que muera uno o dos más?
—Si ese hombre se queda aquí, yo también lo haré. —respondió el hombre seriamente señalando la camilla más cercana. —Ahora decidanse rápido, no podemos perder más tiempo con estos debates morales.