Hazel
Consigo sobrevivir cuatro días más en el restaurant de mi padre y consigo seguir ignorando sus mensajes o al menos, algunos de ellos excusándome con que estoy muy ocupada en el trabajo para hablar, para el sábado, mi día de descanso, hago el quehacer en casa y como siempre, me lleno de inseguridad cuando sé que debo bajar la basura. Ya casi estoy quedándome sin insecticida, necesito comprar más botellas solo que he llevado al auto al servicio en la agencia que no me queda de otra más que esperar a que mis botellas duren hasta mañana en la tarde.
Saco las dos bolsas de basura hacia afuera de casa y tiro las botellas de Raid que ya están vacías junto a la entrada de la puerta, para mi mala suerte, solo me queda una botella casi vacía.
─Vamos, Hazel, tú puedes.
Me digo en voz alta cuando me coloco frente a las escaleras, tomo una respiración profunda y después agarro las bolsas de basura y comienzo a bajar escalones, no sin antes ingeniármelas para rociar con Raid. Consigo tirarla con éxito y subir, pero lamentablemente casi me acabo la botella cosa que me hace sentirme insegura.
Lo sé, cualquiera encuentra ridículo mi obsesión con el insecticida, pero realmente no soporto a los insectos, me ponen los nervios de punta. Cuando por fin me encuentro en el interior de mi departamento, pienso en relajarme un rato, pero también pienso en que debería de ir al supermercado a comprar nuevos insecticidas, podría pedir un uber de ser así.
Es una mala idea, Hazel.
Me digo a mí misma cuando se me ocurre preguntarle a Easton si podría llevarme al supermercado, podría pagarle a él, resulta más seguro que andar en uber por la noche sola.
No, es una pésima idea.
Termino repitiéndome, pero de verdad me urgen los insecticidas que no me será posible bajar las escaleras por mi cuenta, la botella que me queda solo me alcanza para rociar tres escalones.
Me detengo frente a la puerta vecina una vez que estoy afuera y la observo con atención, no consigo tocar de inmediato, juego con mis manos nerviosamente y después me ánimo a tocar. Solo basta tocar tres veces para que Easton de inmediato aparezca en la puerta.
Debo decir que me tenso cuando lo veo, su cabello luce húmedo lo que me dice que recién a salido de la ducha.
—Hola —me apresuro a saludarlo en vez de prever una boba observándolo.
—Hola —repite de nuevo in ningún interés.
—Oye, me preguntaba si... podrías hacerme un pequeño favor.
Digo jugando un poco con mis jumamos, algo nerviosa.
—¿Qué favor? —Pregunto dando un paso al frente, su mirada se posa por encima de mi hombro como si creyera qué hay alguien más posiblemente molestándome.
—Me preguntaba si era posible que me hicieras el favor de llevarme al supermercado... —digo con el ceño un poco fruncido.
Una mueca se posa sobre su boca y se pasa una mano por su cabello húmedo, alborotándolo un poco.
─Sí, claro. Justo iba a ir al supermercado, puedo llevarte. ─Responde sin más y tengo que apretar los labios en una pequeña sonrisa que no le deja ver mis dientes, es un alivio─. ¿Quieres pasar?
Sugiere y mi boca se abre, no esperaba una invitación al interior de su departamento.
─Uh, yo uh ─señalo a mis espaldas─. Creo que será mejor que vaya por mi bolso, así… ya sabes.
Me encojo de hombros y él asiente.
─Bien, te veo en cinco aquí.
Dice con un leve asentimiento, me alejo en cuanto comienza a cerrar la puerta, busco mi bolso y monedero el cual los he dejado en dos lugares distintos, mi bolso está en la barra de la cocina y mi monedero en la mesita de noche de mi habitación.
Cuando creo tener todo listo y revisar mi refrigerador en caso de que necesite comprar más provisiones, salgo de nuevo a llamar la puerta de Easton, pero nunca llego a tocarla porque el chico abre antes de que lo haga.
Con la mirada, me escanea de arriba abajo.
─¿Lista?
─Sí.
Respondo con seguridad y él asiente levemente antes de cerrar la puerta de su departamento con llave. Cuando los dos nos acercamos a las escaleras, siento el impulso de tomarlo por el codo y evitar que baje el primer escalón.
─¿Sucede algo? ─Pregunta por encima de su hombro cuando suelto un chillido.
─Me he quedado sin insecticida.
Comento y él enarca las cejas.
Por supuesto, Easton no lo entiende.
─No puedo bajar las escaleras, podría salirme algún insecto y… ─me estremezco de tan solo pensar que algún grillo, cucaracha o araña podría salir mientras intento bajar los escalones y el pensamiento produce una mala sensación en mi interior.
Una risita corta sale de él, puedo ver que encuentra divertido mi miedo a los insectos.
─Las escaleras están limpias.
─No lo creo.
─¿Acaso quieres que te cargue y te lleve hasta abajo? ─Enarco una ceja en mi dirección, alzo mi mirada para toparme con sus ojos oscuros, los cuales me miran divertidos y curiosos.