Chef Kisses

Capítulo 20 | Easton

Easton

Por mucho que el deseo que siento por ella sea grande, jamás presionaría a una chica a tener sexo, ni siquiera a Hazel.

Suelto un bufido cuando por fin me encuentro en mi habitación y me acuesto en la cama con un poco de frustración y cansancio, ha sido un día largo y extraño en algunos sentidos. Poco antes de que me quede dormido, tengo una llamada entrante y me levanto de golpe para responder pensando que puede tratarse de mamá.

Por desgracia o fortuna por el hecho de que no es una llamada del hospital, siento un pequeño alivio al ver el número de papá, sin embargo, cuelgo la llamada y apago el teléfono no deseando hablar con él.

Me quedo mirando al techo en la oscuridad por unos largos minutos hasta que el sueño me vence y me quedo dormido de nuevo. A la mañana siguiente, lo primero que hago es llevarle una de mis playeras a Hazel a su habitación, me aseguro de no hacerle ruido ya que sigue dormida y después salgo en dirección a la cocina para preparar el desayuno para ambos.

Pancakes son siempre una buena opción así que los preparo y además preparo huevos benedict esperando a que a Hazel le gusten.

─Buenos días ─su dulce voz suena a mis espaldas y me volteo al tiempo en que se está estirando. Mi playera se le levanta un poco y tengo que decir que con su cabello un poco enredado y una vaga expresión somnolienta en ella la hace lucir hermosa.

─Buenos días.

─¿Qué hora es? ─Pregunta buscando la hora en la habitación.

─Diez y media.

Me limito a responder.

─Dios, ¿he dormido demasiado?

Hay cierta preocupación en su voz.

─Un poco, sí ─me encojo de hombros, no creo que sea algo malo que haya dormida hasta tarde, sin embargo, me da la impresión de que a Hazel le preocupa despertar tarde, aunque desconozco si es una persona mañanera, me da la impresión de que la es.

─Vaya, creo que perdí la noción del tiempo ─se apresura a decir soltando un bostezo─. Anoche…

Hazel no termina sus palabras, las deja en el aire de una manera suspensiva.

Tampoco tengo el valor suficiente para hablar sobre ello de inmediato, termino aclarándome la garganta antes de responderle.

─Fue una larga noche.

Es lo mejor que se me ocurre decir, Hazel aprieta los labios.

─Sí, lo fue. ─Me parece que ella tampoco está lista como para tocar el tema y me desagrada el hecho de que las cosas de pronto se sientan así de incomodas entre los dos─. ¿Has averiguado sobre el cerrajero?

Me alegro que cambie de tema.

─Llamaré después de que desayunemos ─respondo y hago un gesto hacia los platos que tomo de la barra─. He preparado huevos benedict y pancakes, no sabía qué preferirías.

Noto que se sonroja.

─Gracias ─responde y coloco los platos en la mesa, después saco la leche y el jugo de naranja del refrigerador porque de nuevo no sé cuál sea su preferencia.

Cuando la mesa está lista, Hazel se sienta frente a mí, los dos comemos en silencio, de vez en cuando compartimos una mirada y una extraña sonrisa, al terminar, los dos limpiamos la cocina.

─Llamaré al cerrajero ahora ─digo y ella da un leve asentimiento. Voy a mi habitación por mi celular, por suerte, el señor Márquez me contesta la llamada, le explico la situación y me informa que estará en nuestro edificio aproximadamente en una hora.

Una hora, pienso.

Solo espero que no se haga eterna.

No es que me moleste tener a Hazel en mi departamento, sino que es demasiado incómodo para ambos después de lo que sucedió anoche.

O lo que casi sucedió.

***

Ambos conseguimos sobrevivir a la hora para la que llega el cerrajero, me aseguro de pagarle y espero a que se vaya para decirle a Hazel que puede ir a su departamento.

─Gracias, por favor pasa.

Insiste cuando me acerco a la puerta, dudoso, entro y veo a Hazel desaparecer hacia su habitación, tomo asiento en el sofá, regresa unos minutos después y me doy cuenta que se ha cambiado.

─¿Cuánto me dijiste que fue lo del cerrajero?

Frunzo el ceño.

─No te he dicho.

─¿Ah no? ─Pregunta un poco confundida y después niega─. Bueno, ¿te importa decirme? Voy a pagarte lo que te debo y…

─No, no ha sido nada ─me apresuro a decirle y Hazel abre la boca de nuevo para contradecirme, pero niego─. En serio, no te preocupes por ello.

En rendición, asiente y no dice más. En la habitación se suma un pequeño silencio, me aclaro la garganta antes de hablar.

─Bueno, creo que yo me iré, tengo cosas qué hacer.

Y no miento, aprovechando que es nuestro día libre, tengo pensado en ir a ver a mamá ya que anoche no pude ir a verla.

─Está bien, gracias ─habla─. Gracias por ayudarme y también dejarme dormir en tu casa.




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