Chef Kisses

Capítulo 21 | Hazel

Hazel

Agradezco que Easton haya podido conseguir a un cerrajero para mi departamento porque papá me llama media hora después de que estoy en mi departamento. Al principio, pienso en no responder a su llamada, pero termino contestándole.

─Hazel ─dice en ese tono serio que siempre usa.

─Papá, hola.

Respondo con la misma seriedad que él, como no he sido yo quien ha llamado en primera instancia, espero a que él hable.

─Te fuiste algo temprano de la fiesta ─habla, puedo percibir la curiosidad en su voz.

─Estaba algo cansada.

─Ya veo ─dice de nuevo serio─. Deborah me ha dicho que han hablado un poco.

─Sí, nos topamos en el restaurant.

─¿Solo eso?

─¿Te dijo que hay más?

─Hazel ─suspira─. En realidad, me ha dicho que deberíamos invitarte a casa, quizás a cenar.

─¿Es por eso que llamas?

Espero a que responda.

─Si, tal vez.

—Bien, no sé si esté disponible.

—Ni siquiera te he dicho el día aún.

—Tengo una agenda ocupada.

Lo escucho suspirar, seguro se está tocando el puente de la nariz intentando contener la calma.

─¿Siempre tiene qué ser así, Hazel?

Termina preguntando y me gustaría tener el valor suficiente para decirle que sí, que las cosas seguirán de igual de complicadas porque una parte de mí se rehúsa a confiar en él y dejarlo entrar de nuevo en mi vida.

─Escucha, tengo cosas qué hacer. Debo colgar.

─Está bien ─dice en resignación─. Te veré luego.

Solo espero que ese luego no sea en el restaurant.

Cuelgo la llamada y después me quedo contemplando a la nada por unos largos minutos, el corazón se me ha a acelerado un poco y un nudo se me forma en la garganta, de pronto recuerdo a mamá y lo dulce que siempre fue conmigo, recuerdo los momentos que ella y yo compartimos y me encuentro extrañándola más de lo usual.

Termino checando la hora en el celular, aun es un poco temprano por lo que me dispongo a ir a comprar flores para ir a visitarla antes de que se haga más noche.

Odiaba los panteones, me parecían de lo más nostálgico y se me ponían los nervios de punta de tan solo pensar los cientos de insectos que rondaban entre las lapidas y el césped, pero por mamá hacia mi esfuerzo por ir a visitarla.

***

Me paso aproximadamente dos horas en el panteón poniéndola al tanto de mi vida como solía hacerlo siempre que la visitaba, decido irme poco antes de que el sol se meta, para cuando llego a mi edificio, busco en la parte trasera de mi auto una botella nueva de insecticida y decido rociar los escalones como de costumbre a medida que voy subiendo y creo tener algo de éxito con ello hasta que llego al décimo escalón y me doy cuenta de la cucaracha que parece querer bajar los escalones.

Un grito agudo se me escapa.

─Ay no, ay no, ay no, ay no.

Comienzo a decir una y otra vez sin saber qué hacer. Es como si mi mente se bloqueara automáticamente por el miedo y detesto que sea de ese modo.

No creo que todo el mundo lo entienda, entienda la ansiedad que puede producir nuestros mismos nervios, la forma en que nos cierra ante las situaciones más simples.

Continúo gritando y estoy casi segura de que solo han pasado unos segundos y la puerta de Easton se abre de inmediato y sale de su departamento hacia las escaleras como si se tratara de una emergencia, cuando me ve, se apresura a mirar a los escalones, tan pronto como sus pies descalzos se lo permiten baja un par de escalones y extiende una mano en mi dirección.

─Vamos nena, no te hará daño.

Dice de una manera dulce que me hace tranquilizar mi repentina ansiedad, puedo ver que la cucaracha sigue a un lado y está vez no está moviéndose, ¿qué si lo hace cuando yo intenté subir? Las probabilidades son grandes, pero también lo son las probabilidades de que no lo haga.

─Vamos…

Vuelve a decir en una voz baja, me quedo mirando los escalones por unos segundos y después a su mano extendida que de algún modo consigo tomar y después de hacerlo subo con cuidado el resto de los escalones con la ayuda de Easton.

Es patético, pienso. Debo verme demasiado patética necesitando ayuda para subir unos simples escalones.

El vago pensamiento de ello me hace poner una mueca en la boca.

─Gracias ─me veo diciendo cuando hemos terminado de subir los escalones, Easton asiente con la cabeza, su mano suelta la mía y se pasa una mano en el rostro, no disimula su exasperación al terminar colocando sus manos en sus caderas.

─Dios, pensé que algo malo te había pasado.

Mis gritos debieron asustarlo.

─Lo siento ─me muerdo el labio con fuerza.

─Ya está.

Intenta restarle importancia negando un poco, me permito mirarlo, no trae zapatos y lleva puestos unos vaqueros solamente porque me doy cuenta de que no trae camisa.




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