Chica Lobo

3.

-Las normas son éstas -Donna tendió un folio hacia nosotras. Hace unos minutos nos habíamos sentado en la mesa industrial del comedor después de dejar nuestras cosas. El ambiente no era tenso, todo lo contrario. Donna hablaba con una voz neutra y con ese divertido acento, como si nos estuviera pidiendo un recado- Seremos tres las que vivamos aquí, por lo que habrá que repartirse las tareas del hogar.

No se me pasó desapercibido el suspiro de fastidio de Dory. Sonreí para mis adentros. Antes de pisar esta casa se había imaginado que tendría una chacha tras ella. Pobre ilusa.

-Me parece bien -afirmo en el nombre de las dos.

-Pondré un horario con los turnos en la pizarra de la cocina... También podéis decorar la habitación a vuestro gusto. Si queréis ir al centro comercial tenéis que ir a la ciudad en autobús o en coche. Se tarda sólo quince minutos y por la noche también hay autobuses hasta las dos de la mañana.

-¡Eso me interesa! -dijo Dory más animada. Donna y yo sonreímos divertidas.

-Pues también te interesará que nada de chicos aquí, no quiero encontrarme una escenita.

-¡¿Qué?! -Dory la mira como si viera un fantasma. Uno de los objetivos de acompañarme era por el tema de los hombres- ¿Y si pillo adónde iré?

-¡Dory!

-La playa por la noche es un sitio tanto misterioso como romántico -dijo Donna con una mirada pícara- Si vais en un coche a la colina norte podréis hacer lo que queráis sin que nadie os vea...

-¡Ay Dios! -susurré por lo bajo escondiendo mi cara en la mesa.

-Shhh...que está información es interesante -bromeó Dory. Sabía que me incomodaba aquellos temas de "intimar" y le gustaba darme esa sensación. Donna me miró con una sonrisa traviesa. Era igual que mi mejor amiga.

Estaría conviviendo con dos pervertidas bajo el mismo techo.

-¡Bueno, más cosas! -interrumpe la mujer sacando más folios de una carpeta- Aquí os detallo un poco de lo que hay del pueblo, de cómo ir a la universidad y el horario de paradas de autobús si salís. Os puedo ayudar si estáis en problemas, pero ya sois mayorcitas que os las podéis apañar, ¿verdad? -asentimos las dos- No quiero ser ni niñera ni chacha de nadie. Me encargaré de llenar la nevera y de prestaros el coche si no lo uso.

-¡Perfecto para la única que tiene el carnet! -dice Dory señalándome con el dedo.

-No creas que voy a ser tu chófer, madame -vuelvo a dirigir la mirada a Donna- Con el tema de la universidad, ¿nuestras clases y eso nos lo dan allí?

-Así es. Tenéis que ir a secretaria para solicitar los horarios y os darán un mapa, según me dijeron -cogió su móvil y deslizó el dedo por la pantalla, buscando algo- Mañana traerán vuestros libros aquí y el lunes tenéis horario de mañana, por lo que a las nueve tendréis que estar allí y despiertas a las siete.

-¡No quiero madrugar! -se quejó Dory derrumbándose teatralmente encima de la mesa. Donna iba a decirla algo, pero la corté antes de tiempo.

-No lleva bien los madrugones, así que tendrá que volver a acostumbrarse -la explico.

Donna se levanta de la mesa y yo hago lo mismo.

-¡Pues bien chicas! Lo demás está apuntado en las hojas. A partir de ahora estáis como en casa, pero no enfadéis a la casera.

-Muchas gracias por todo Donna.

Se acercó y me revolvió el pelo. Al parecer me veía como una cachorrita ante los ojos de la gente. Irónico ¿No?

-Ni lo agradezcas. Disfrutad de vuestra juventud que eso se pierde fácilmente -se dirigió a la cocina y sacó de la nevera unas pizzas- Pronto será la cena y estaréis hambrientas. Descansad por hoy y ya mañana podéis ir a la playa o ver el pueblo.

-¡Genial! -dijo una recuperada Dory.

Pasamos la noche comiendo pizzas y viendo Sabrina junto a Donna en el salón. Podía tener diez o trece años más que nosotras, pero tenía un espíritu joven y estar con ella nos hacía sentir relajadas y seguras. Charlamos de nuestras cosas, de cómo era la vida aquí. Nos habló de su novio y de su panadería, obligándonos a ir allí para verla. En un momento de la noche, nos reíamos de la idea de formar una hermandad con nuestras siglas, VDD. Cuando las cambiamos de orden a DVD, nos quedamos sin aire en los pulmones. Seríamos chicas de película.

A la mañana siguiente, después de desayunar las tres en la barra de la cocina, nos despedimos de Donna y fuimos a la playa

A la mañana siguiente, después de desayunar las tres en la barra de la cocina, nos despedimos de Donna y fuimos a la playa.

Nos encontrábamos con muchas personas características de ese pueblo. Saludamos y nos paraban para preguntarnos quienes éramos y de donde veníamos. Al parecer seríamos en nada la comidilla de todos.



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En el texto hay: hombreslobo, romance, mates

Editado: 11.10.2018

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