BESO
Cuando despertó a la mañana siguiente, se sorprendió al ver la conocida figura de Nathan en el incómodo sofá frente a su cama, él, dormía, apenas y cabía en el sofá de dos asientos, su pies sobresalían, era una escena bastante divertida de ver.
Su estómago gruño por alimento, fue entonces cuando recordó las palabras de su nueva madrastra, otra vez estaba embarazada, pero ese bebé ahora era de Nathan, no había nadie más, justo ahora que Austin sabía de Justin ella se enteraba del nuevo bebé en camino.
¿Cómo lo tomaría Nathan? ¿Actuaría igual que Austin?
Serena no quería pensar en eso, pensar solamente que Nathan fuera actuar de la misma manera que Austin le revolvía el estómago, sentía náuseas de sólo pensarlo porque su metiche profesor nunca le dio motivos para actuar igual a su ex, sin embargo Austin fue tan buen actor en los 6 meses que tuvieron de noviazgo, le demostró que la quería pero no podía evitar serle infiel cada vez que podía y cada vez que ella lo descubría él siempre se excusaba en que ella no quería tener relaciones con él.
Menuda estúpida había sido.
Si estuviera frente a su yo de trece años la hubiera golpeado por tonta, más no podía remediar el pasado, pero sí que podía con el presente, ese que tenía frente a ella durmiendo en un incómodo sofá esperando pacientemente por ella. Él que la aceptaba con todo su paquete incluido, ese que nunca la juzgo, la aceptó y que ahora quiere gritar a los cuatro vientos que la ama. Él papá del niño que lleva en su vientre. Ese que es tan bueno, incluso para ella. Porque así lo siente, Nathan es tanto que tiene miedo, miedo de volver a salir lastimada. Miedo de admitir lo que siente.
Nathan se removió en el sofá cayendo al suelo pero así como cayó se levantó y sus penetrantes ojos marrones se clavaron en los grises de ella.
- Buenos días - susurro él con una voz ronca.
Coloco la mano en su cuello moviéndolo a los lados haciendo gesto de dolor cada vez que lo movía.
- ¿Cómo dormiste?
- Mejor que usted, ¿qué hace aquí?
- Tu padre y Ryan discutieron ayer y los echaron del hospital, alguien debía de quedarse contigo.
- No te estoy enferma - apretó las manos - lo que pasó ayer...
- Fue algo muy bajo por parte de Austin, tanto tu padre como tío Ryan están tomando cartas en el asunto - él se acercó, se sentó en la cama enredando su mano con la de ella - nadie va a quitarte a Justin, nadie va a separarlos inclusive si se trata de su padre biológico.
- Pero...
- No hay peros, esta vez no estás sola, esta vez estoy yo para cuidarlos - le dio un beso en la frente - lo prometo.
Serena soltó su mano y lo abrazo, se sentía tan mal, él era demasiado tierno para ella, Nathan era demasiado para alguien como ella.
- Lamentó interrumpir, pero puedo atender a Serena - Eugenia estaba en la puerta con una sonrisa.
- No hay problema - Nathan se separó de Serena y decidió levantarse de la cama a regañadientes.
- Puedes dejarme a solas unos momentos, luego puedes entrar, además hay alguien muy ansioso por verlos, esta fuera.
Nathan asintió y se marchó.
- ¿Cómo te sientes?
- Con náuseas, nada de qué preocuparse.
- Serena hay hematomas en algunas partes de tu cuerpos que no coincide con lo de ayer - Ella se mordió el labio.
- Fue por la práctica en el gimnasio - Eugenia negó.
- Tu profesor de deporte afirma que no recibes golpes durante la práctica, eres demasiado ágil.
- Tal vez me caí, no recuerdo - Eugenia suspiro.
- Tengo algo que proponerte - la morena levantó una ceja - guardaré el secreto de tu embarazo con tal de que asista a la boda.