Chica nueva, jefe nuevo

Capítulo 1

—¿Taylor?

Soy una chica responsable, emprendedora, con ganas de crecer, tomé muchos cursos online y ahora llegó la oportunidad de demostrar todo lo que he aprendido.

—¿Stephanie?

Parpadeo, cayendo en la cuenta de la realidad que tengo a mi alrededor. He llegado a este edificio en plena ciudad de Nueva York después de un viaje desde Ohio hasta acá con todos los sueños pendiendo de mis manos.

Es la primera vez que tengo la oportunidad de pasar los filtros de currículums online hasta dar con una entrevista presencial.

La secretaria en la entrada me sorprende mientras me habla. Estoy en el juego de sillones en el ingreso al despacho, pero ella acaba de salir del lugar en cuestión con una tableta en manos.

—¿S-sí?—le pregunto, volviéndome a ella.

Su gesto es serio, pero eso no le quita atractivo. Si bien, no es una mujer típica veinteañera de esas que una cree que serían la asistente personal de un megaempresario, sí es elegante, bella, podría tener unos cuarenta. Su cabello está cortado en regla a la altura de los hombros, sus gafas sobre el puente de la nariz son curvas como si pareciera enojada y su nariz puntiaguda le añade detalles a su expresión de mujer de carácter.

Su falda lisa y la camisa sin media arruga a la vista parecen conferirle la apariencia de ser quien tendría la capacidad de organizar una fila india de patos y hacerlo parecer al mismo tiempo una operación militar.

—Stephanie Taylor, ¿verdad?

—Steph está bien, gracias.

—Okay, el señor Grant podrá recibirla ahora.

—¿Qué?

¿Cómo que “el señor Grant”?

Me pongo de pie, intento impostar una sonrisa para que mi intento de corregirla no me haga parecer pedante:

—Debe haber un error, ¿señorita…?

—Valerie. Valerie Henderson, señorita Taylor.

—Debe haber un error, Val. —Parece que le entra ácido en los oídos cuando le llamo “Val”, pero es la primera estrategia de la que puedo echar mano en cuanto me siento desafiada a responder a su gesto intimidante—. Digo, Valerie… Yo tendría una entrevista con el CEO de esta empresa, no con el propietario.

—Alexander Grant es el CEO y owner de Grant Enterprises.

—¿Qué? Madre mía.

Creo que nada me preparó para este momento.

Admiro a Alexander Grant y he escuchado hablar de él desde que compré mi primer curso online en Decoración de Exteriores y luego me metí en Decoración navideña única y exclusivamente por la fama de guapo, hábil y severo que tiene una persona como Grant. Estar acá es un sueño cumplido, además de la envidia de muchas de las profes que tuve en mis capacitaciones, sin embargo ¿entrevistarme con él en persona?

He visto noticias de él con más fascinación que la última temporada de mi serie favorita antes de llegar a este lugar. Estoy empapada inclusive de los chismes de cómo le gusta el café o por qué se dedica a decoración navideña: es un líder indiscutido en el área en Nueva York.

¿Puedo hacerlo?

Caramba, creo que sí. No me queda opción.

O sí que me queda.

Tomar mis cosas y salir corriendo hasta el ascensor, escapando sin retorno, pero eso solo me dejaría muy mal parada y conceptuada ante posibles próximas oportunidades.

—Si quiere cancelar la entrevista, puedo hacerlo, pero el señor Grant detesta que le hagan perder el tiempo—me advierte.

Asiento.

Y trago con tanta dificultad que sus ojos se dirigen a mi garganta por un segundo en cuanto hago el inconsciente gesto.

—N-no es necesario—digo, armándome de valor, a sabiendas de que estoy sudando la gota gorda—. ¿Dónde está su oficina?

Me señala con una de sus puntiagudas uñas exactamente la puerta entreabierta que dejó al salir el cual reza “DIRECCIÓN”.

Okay, este es el momento donde puedo poner en práctica todos los podcasts de empoderamiento que llevo escuchando a lo largo de todo este tiempo y una vida lista para que un hombre poderoso no me haga sentir poca cosa.

Quizá sea alguien bueno, después de todo.

Y esas fotos donde se lo ve con semblante tan indescifrable como si guardase el secreto para resolver el cubo Rubik solo sean parte de su fachada de hombre de negocios.

Me armo de valor y empujo la puerta, lista para ese encuentro.

—¡Por ahí no!

—¿Qué?

Al abrir, veo a una mujer en una reunión con otros dos hombres.

—¡OH! ¡Lo…lo siento!

Valerie viene a mi encuentro, pide disculpas y cierra la puerta para abrir la que está al lado. ¡Cielos, creí que eran dos puertas de un mismo despacho!

No me había percatado de que la puerta siguiente reza “CEO A. GRANT”.

Le sonrío con dificultad y empuja para hacerme entrar.

—Aquí sí—determina y le agradezco para hacer mi entrada triunfal llevando mi corazón apretujado entre las manos. 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.