Chica nueva, jefe nuevo

Capítulo 11

Finalizada la visita al Times Square y de vuelta en el edificio donde funciona la empresa de Alexander Grant, estoy lista para explorar las oficinas y conocer a los empleados. Queda poco tiempo en la jornada laboral y ha sido un día atípico, pero Valerie me adelanta que el trabajo en la compañía de Grant tendría estas variables. Mientras recorremos los pasillos, me doy cuenta de que la tecnología aquí es tan avanzada que mi antigua impresora en casa parece un artefacto prehistórico.

—¡Esto es como entrar en el futuro de la producción para la industria navideña! —exclamo, mirando a mi alrededor con ojos asombrados. Es como esas publicidades de Navidad justas para cada año que llega el mes de noviembre.

Mi aspiradora en la casa de Ohio aún tiene cables, ¡y aquí están usando hologramas para presentar diseños!

Alexander se ha metido en su despacho donde le esperan unas personas trajeadas, mientras que uno de los empleados toma el cargo de recibirme.

—Bienvenida al corazón tecnológico de la navidad neoyorkina. Nuestra misión es combinar la creatividad con la innovación, y parece que estás más que lista para unirte a la revolución del diseño —comenta con una mirada cómplice—. Mi nombre es Javier. ¿Tú has de ser Estéfana?

—Yo soy… Soy Stephanie. Mi nombre es Stephanie.

—Bien, qué placer tenerte aquí. ¿Vamos a dar un tour?

Mientras nos adentramos en las oficinas, paso por escritorios que parecen naves espaciales con pantallas táctiles y sistemas de iluminación que responden a comandos de voz. Mi mente creativa está en pleno apogeo, ideando formas de incorporar toda esta tecnología futurista en mis proyectos de decoración, necesitaré capacitarme en su uso, aunque sospecho que en los cursos que he tomado me han enseñado a usar algunos de los programas con los que funcionan estos artefactos.

—Esto hace quedar a mi computador portátil barato como una reliquia antigua —bromeo, en cuanto estoy frente a una pantalla que tiene una curva visual enorme.

Javier ríe, y continuamos hacia la sala de reuniones, donde nos esperan los empleados. Me presentan a un grupo pequeño pero talentoso, cada uno inmerso en su propia pantalla de alta tecnología.

Descubro que dos personas que están aquí estaban ayer en la reunión donde me metí al equivocarme de puerta creyendo que ingresaba al despacho del señor Grant.

—¡Buenas! Realmente estoy super agradecida con la oportunidad de formar parte de este equipo—les reconozco con gratitud sincera—. Espero me tengan paciencia y quiero aprender a usar todas las máquinas que ustedes usan, ahora mismo me siento como la última reminiscencia de la Edad Media.

Las risas estallan en la sala, y me doy cuenta de que, a pesar de la tensión o competitividad que pueda haber en este lugar como en cualquier espacio de trabajo, les parezco agradable. O se están riendo de mí.

Como sea, no me siento muy paranoica con el asunto y ellos me dan un tour por sus perfiles donde tengo oportunidad de conocerles un poco mejor.

—Como ya me conoces, soy Javier. Jefe operativo de técnica en leds—advierte y me quedo sorprendida porque jamás había escuchado hablar sobre un cargo asi.

Javier, el maestro de las pantallas creativas, destaca en la empresa de decoración navideña con su apariencia diseñada para irradiar alegría y calidez. Con una estatura moderada y una complexión atlética, se presenta como una figura accesible pero llena de vitalidad, sus ojos son como cálidas avellanas radiando amabilidad y chispa juguetona. Su cabello, un tono castaño claro salpicado con destellos dorados, parece capturar la luminosidad mágica de las luces navideñas. Sin embargo, lo más destacado en él es su sonrisa, amplia y contagiosa, me hace sentir como si hubiese caído en el lugar correcto. Sus dientes blancos y perfectamente alineados complementan su expresión amable.

Pasamos a…

—Ana. Diseñadora. Especialista en árboles navideños.

Eso sí que lo había escuchado hablar antes. Existen personas especializadas únicamente en la decoración de árboles navideños para interiores y exteriores. Ella es una influencer del asunto así que la considero una experta en la materia.

Sus ojos oscuros y el cabello castaño que enmarca su rostro no se muestra como alguien que se explaye demasiado, pero tiene una sonrisa en el rostro lo cual me da cierto deje de tranquilidad. Siento que estoy buscando a quién de esta empresa le caigo realmente mal y lo cierto es que a nadie, o eso parece. Extraño, quizá todos me odian y no me di cuenta.

—Carl, arquitecto—se presenta el siguiente de gafas gruesas, piel extremadamente pálida y cabello pelirrojo en rulos.

Javier añade:

—También le llamamos “experto en saber qué hacer cuando nuestros adornos serán destrozados por nieve o tormentas”.

A Carl le hace gracia y le acompaño en el gesto.

Ya solo queda Laurie y Cata quienes están en la parte de redes sociales, también toman a cargo aspectos de venta de contenidos con el trabajo asiduo de la compañía. Básicamente las genias responsables del prestigio de las comunicaciones que le han dado a esta compañía. No puedo creer que dos chicas tan jovencitas sean las jefazas de todo esto.

Es decir, yo tengo veintiuno, pero ellas creo que apenas llegan a dieciocho. Me siento demasiado vieja a su lado, son muy buenas para hacer lo que hacen con los celulares y el WiFi.

Luego de las presentaciones en el momento de esta reunión distendida, me regreso donde se supone que es mi cubículo y confronto el desafío de analizar cómo funciona el dispositivo Mac que tengo en frente. Estoy demasiado acostumbrada a usar Android en todo este tiempo, a decir verdad.

Una vez que todos salen, entrego a Valerie lo que me pide y ella aclara:

—Ven con uno de tus nuevos atuendos mañana. Habrá coctel de negocios al finalizar el horario de oficina—me garantiza y quedo de piedra.




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