Chica nueva, jefe nuevo

Capítulo 31

Narrado por ALEXANDER GRANT

 

Mi gesto al pasar por el salón principal no es el mejor y Valerie se percata de ello al verme.

—Señor, ¿va todo bien?

No. No va todo bien. De hecho, quisiera preguntarle por qué no se encargó ella misma de que Stephanie no termine rondando donde no debe, solo tenía la misión de preparar la reunión y ya. Ahora se han arruinado todos los planes.

Adentro de la oficina, el murmullo de la reunión con Kaneki y los otros inversores se convierte en un abrupto silencio al instante que entro.

Mi presencia en la sala anuncia la llegada de una revelación que cambiará el curso de las cosas.

Ellos miran en mi dirección y Jael, uno de los inversores en este plan se vuelve a mí llamando también la atención de los agentes gubernamentales que están en la reunión de hoy:

—¿Dónde está George?

—¿Pasó algo con Sir Winston? Le escuché ladrar—acota Kaneki.

La solemnidad en mi voz refleja la carga emocional que estoy a punto de compartir sintiendo el peso de cada una de mis palabras:

—Debemos detener ahora esta reunión porque ha sucedido un imprevisto.

 

Narrado por STEPHANIE TAYLOR

—Escuché claramente lo que dijeron—debo hacer un esfuerzo para que las palabras salgan de mi boca de manera legible.

No puedo romperme ahora, no puedo romperme ahora…

—¿Qué parte fue la que escuchaste, Stephanie?

El ardor que me provoca en la cabeza esas palabras me deja atolondrada. ¿Cómo se atreve a contestarme eso?

—¿Es que…va a adaptar su discurso y sus mentiras en relación a lo que yo haya escuchado, señor Grant? 

—Eres astuta, pero no. Solo quiero saber desde qué parte escuchaste para contarte absolutamente todo.

—Entonces vamos desde el principio, no pienso dejar nada resuelto al azar.

—Solo quiero que primero me contestes una cosa tú, Stephanie.

Inspiro de manera entrecortada, en silencio. Él no espera a que yo pueda responder y lo suelta sin más:

—¿Qué piensas hacer si lo dejo pasar?  Si decidía no darte ninguna explicación.

Creo que es una buena pregunta porque no sé si lo había pensado, probablemente hubiera salido corriendo de este lugar.

Pero ¿dónde iría?

—¿Ibas, acaso, a acudir a la policía? 

 

Narrado por ALEXANDER GRANT

—¿Cómo que suspender? Tenemos la presentación del árbol de Madison Square pisándonos los talones.

—Mi abuelo está ahora mismo hablando con Stephanie.

—¿Qué? ¿De qué?—salta Jael.

Pero mi semblante de preocupación y furia parece darles la respuesta mucho antes de lo que esperan.

—De esta reunión.

—¡¿Qué?!—saltan prácticamente todos al unísono.

Solo Kaneki queda manteniendo la cordura e interviene:

—Ella está a tiempo de saber la verdad.

—Es su primera semana en la empresa, apenas he podido acercarme a ella, no confía en mí—le suelto, cuando en verdad mis palabras ocultan un “nunca creí que ella fuese la correcta para esto”.

—La subestimas, Alexander—añade Kaneki—. Y a tu abuelo también. Si él cree que es tiempo de que ella sea consciente de lo que está pasando, hay que hacerlo sin más.

“No lo merecía” afloran las palabras dentro de mí, las mismas que le dije a Valerie en cuanto Stephanie salió de la oficina tras la primera entrevista de trabajo que pude hacerle. “Ella no merecía lo que está sucediendo, yo no quería meterla en esto porque tiene un…corazón muy noble. Y necesitamos un alma más sucia, más corrompida para hacer esto bien”.

“Insisto, señor Grant” destacó los puntos para luego mantener a flote su decisión “que ella es la correcta”.

 

Narrado por STEPHANIE TAYLOR

¿Qué garantía tendría yo de que la policía realmente podría protegerme de ellos, ante una situación así?

George extiende sus manos ante mí y añade:

—Mostrar las palmas de las manos siempre ha sido en el lenguaje no verbal un gesto de honestidad. Esta vez yo lo estoy haciendo de manera consciente y destaco que estoy siendo completamente honesto al confesarte que no hay nada que la policía pueda hacer por ti.

Y no.

Si los mismísimos jefes de las secciones estatales se encuentran en un par de oficinas contiguas a esta.

—No puedo no…pensar eso como una amenaza, señor Grant.

—Está bien que lo pienses así, pero eres astuta y comprenderás el plan, Stephanie. Podría haberte dejado ir a expensas de tu suerte, pero decido apostar por ti. No hagas que me arrepienta.

¿Dónde quedó ese abuelito de buen corazón y gesto de oro? ¿Dónde quedó el agradable viejecillo Grant?

—Entonces suéltalo de una vez—le contesto con agriedad—. Diga la verdad, señor. ¿Qué hago acá? ¿Para qué me quieren? ¿Qué…qué clase de persona estaban buscando cuando dieron conmigo en la entrevista a la que acudí?

Siempre lo sospeché y siempre me arrepentiré por haber seguido más mi necesidad que el criterio del uso de la razón. Siempre me arrepentiré de no haber escuchado el consejo de mi papá.

—Stephanie—suelta George sin tapujos de por medio—. Las personas que acabas de ver son inversores. Pero no necesariamente en esta empresa, sino en la figura de mi nieto como un candidato a las próximas elecciones por la gobernación de Nueva York. Están apostando a él como alcalde y es requisito para la figura de mi nieto contar con una esposa.

—¿Una…qué…? ¿Candi…dato a qué…? Por todos los cielos. —Rayos, rayos, rayos, qué clase de bomba acaba de soltarme este hombre.

—Es una pieza fundamental en la campaña de cualquier político contar con una esposa que lo acompañe e identifique. Una con la que comparta muchas cosas en común y destaque la notoriedad del candidato. Una que tenga sentido del humor, sencillez y humildad. Una esposa como tu para mi nieto.

—¿Q-qué…?—parpadeo tratando de digerir sus palabras, pero la realidad va más rápido de lo que realmente soy capaz de entender.




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