Emma
Dejamos de lado esa conversación y empezamos a acomodar todo para ver películas. Anny escogió una de terror, Kim una de romance y yo una de comedia. Luego de verlas, nos pusimos a arreglarnos las uñas y aplicar mascarillas faciales.
—Necesitaba esto después de tanto trabajo —comentó la morena mientras cerraba los ojos, disfrutando del ambiente relajado.
—Concuerdo, esos casos nos dejaron muertas —añadió Kim.
Observé con atención a mis amigas mientras ambas se sumergían en la calma. Las dos eran muy diferentes. Kim era bajita y su rostro reflejaba una inocencia casi infantil, pero cuando se ponía seria, sus facciones se endurecían y sus ojos marrones podían intimidar a cualquiera. Anny, en cambio, aunque encajaba en el perfil de chica ruda, también tenía un aire elegante. Transmitía poder; podrías confundirla con una abogada o una ejecutiva, y si la veías molesta, sabías que estabas en problemas. Aun así, por dentro era una persona gentil y protectora.
Los que nos conocen dicen que yo soy una mezcla de ambas. Me hace gracia pensarlo, pero es cierto, y probablemente por eso logramos un equilibrio tan bueno entre las tres.
—Deja de escribir historias en tu cabeza, Emma —parpadeé al salir de mis pensamientos y vi a Anny chasqueando los dedos frente a mis ojos.
—Lo siento, sabes que no puedo evitarlo —sonreí con inocencia. Ambas ya se habían limpiado el rostro.
—Los chicos están escribiendo al grupo, preguntando si necesitamos algo —anunció Kim, sin apartar la vista de su celular.
—Diles a esos dos que dejen de molestar, ¡es noche de chicas! —respondió Anny, provocando mi risa.
—No es necesario ser tan agresiva —replicó Kim mientras empezaba a escribir la respuesta. Anny, por su parte, ya estaba encendiendo mis bocinas para poner música.
—Sabemos que Anny no es muy cariñosa... al menos no con Jay —ambas la miramos con sonrisas cómplices. Ella nos devolvió una mirada de reproche que pronto se transformó en una sonrisa igual de traviesa.
Cantamos y bailamos durante un par de horas antes de dormir. Hacía mucho que no tenía una pijamada como esta, y me alegraba poder compartirla con mis amigas.
Jay
Hoy fue un día tranquilo, al menos comparado con el anterior. Pasó volando y cuando me di cuenta ya estaba acostado, revisando mensajes en WhatsApp. Las chicas seguían con su pijamada y yo solo preguntaba si necesitaban algo. Antonio y Adam me habían escrito también, querían saber si sabía algo de sus novias. Se notaba que estaban aburridos sin ellas y que sus planes se habían arruinado por la dichosa noche de chicas.
Desperté al día siguiente con el sonido de la alarma. Me levanté con pereza. Estaba acostumbrado a madrugar, pero eso no lo hacía más agradable. Me di una ducha, me vestí abrigado —el frío se hacía más notorio con la llegada de noviembre—, y me serví una gran taza de café con unas tostadas. No tenía apuro, así que me tomé el tiempo para disfrutar el desayuno mientras revisaba el correo electrónico.
Un gran trago de café casi se me atora en la garganta al leer el primer mensaje. Me forcé a mantener la compostura y evitar manchar la camisa que llevaba puesta. El nombre del remitente trajo consigo una oleada de recuerdos... algunos buenos, otros no tanto. No pensé que volvería a saber de ella, al menos no tan pronto.
Recordé el día que la conocí, un par de meses después de haber entrado a la unidad. Ella había llegado gracias a Voight y se convirtió en mi compañera. Al principio hubo distancia, pero con el tiempo nos acercamos. Lo que sentíamos se volvió intenso. Empezamos una relación complicada. Ambos teníamos nuestros propios demonios. Ella solía alejarse, pero siempre volvía. Yo estaba convencido de que la amaba. Al punto de pedirle a Will el anillo de compromiso de nuestra madre. Iba a pedírselo... pero antes de que pudiera hacerlo, ella se fue. A Nueva York. Sin despedirse.
Para: Jay
De: Erin
Hola, Jay.
Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. En ese momento estaba atravesando una situación complicada y tomé la decisión de irme sin decir adiós. Lo siento. Sé que fue egoísta, pero necesitaba pensar en mí... y en mi madre. Acepté la oferta del FBI.
Espero que puedas perdonarme y que podamos volver a estar en contacto. Mis sentimientos no han cambiado. Tal vez los tuyos sí, pero tengo la esperanza de que aún me quieras.
Espero que estés bien.
Erin
Editado: 27.07.2025