Chicago

Capítulo 13

Jay

El ambiente había cambiado luego de tres rondas de cerveza. Nos encontrábamos animados cuando vimos a dos sujetos junto a las chicas. A Antonio y Adam no les gustó nada.

—¿Y esos qué? ¿Los galanes del bar? —Antonio, siempre impulsivo, fue el primero en reaccionar. Su novia es coqueta por naturaleza, pero jamás cruzaría la línea.

—Relájense, hermanos. Seguro están ayudando a Emma —Kevin, como siempre, el más tranquilo del grupo, trataba de calmar las aguas.

—Es verdad, probablemente le están buscando una cita —intenté sonar igual de relajado que él, pero ni yo me creí mi tono.

—Ni tú te crees ese cuento, Jay. Todos sabemos que Anny y Kim quieren conseguirle un novio, pero ninguno de esos tipos es su estilo —Antonio cruzó los brazos con gesto tenso. Ya no quedaba ni rastro de la charla animada de antes.

—¿Y tú sabes cuál es su estilo, acaso? —comentó Adam desde su sitio, sin ocultar su molestia. De todos, era el que más confiaba en su relación, pero los celos seguían ahí.

—Chicos, no empecemos —intervine. No quería que esto escalara a una escena en Molly's.

—Bien, pero no pienso quedarme sentado —Antonio se levantó con rapidez y se dirigió a la mesa. Los demás lo seguimos, casi por inercia.

Al acercarnos, escuchamos que hablaban de trabajo. Miré a Emma. Apenas hablaba; sólo observaba. Estaba incómoda.

—Hola, cariño —Antonio se acercó a Anny y la besó. Adam hizo lo mismo con Kim, aunque con menos énfasis.

—Hola, chicas. Emma, cuánto tiempo. Te ves genial —sonreí cuando su mirada se encontró con la mía.

Kevin saludó de inmediato. Desde que conoció a Emma en el torneo de softbol del distrito, la trata como una hermana pequeña.

—¡Kevin! —Emma se levantó de inmediato y lo abrazó con fuerza. Siempre decía que él era como un oso de peluche.

—Hola, pequeña —Kevin le devolvió el gesto con ternura. Sus abrazos eran auténticos.

Emma se ganó nuestro cariño desde el primer día. Aunque tenía a Connor, se volvió parte de nuestra familia. La cuidábamos, y ella nos valoraba a todos.

—Chicos, ellos son Jared y Warren —Kim nos presentó a los dos. Saludamos con un leve movimiento de cabeza, al que respondieron con cortesía.

—Un gusto —dijo el castaño, Jared.

Emma

Me sentía intimidada. Ahora que los chicos se habían unido, el ambiente era distinto. Anny y Kim llevaban la conversación con naturalidad, pero yo apenas hablaba. Nunca fui buena con los chicos. Las citas que tuve fueron un desastre, y mi única relación, aunque empezó bien, terminó mal.

Sabía que Antonio y Adam se acercaron por celos, y aunque agradecía la presencia de Jay y Kev, no entendía por qué se habían unido también. Aun así, era reconfortante tenerlos cerca.

Cuando por fin parecía que el ambiente se relajaba, cierto bombero entró al cuadro.

Kelly Severide.

No dijo nada. Simplemente se acercó y me abrazó sin previo aviso, provocando un silencio incómodo. La tensión volvió al instante.

—Severide —Jay fue el primero en hablar. Su tono fue seco, tenso. Me provocó un escalofrío.

—Halstead. Qué gusto verte. Muchachos —Kelly sonrió como si nada, pero yo sentía la firmeza en su brazo rodeando mi cintura.

—Kelly, cuánto tiempo —dijo Antonio, intentando romper el hielo—. No sabía que tú y Emma eran... algo.

Olvídenlo.

Kelly no respondió. Sólo besó mi mejilla, y entonces su mirada se clavó en Jared.

Los ojos verdes de Jared seguían fijos en mí. Había una tensión casi animal en ellos, como si estuviera evaluando al rival.

¿En qué momento me vi atrapada entre tres hombres midiéndose con la mirada?

—Creo que ya es hora de irnos. Mañana es día largo —Kim, bendita sea, cortó la tensión con su comentario sensato.

—Sí, el sargento quiere a todos temprano —Kevin asintió, siempre responsable. Todos se pusieron de pie.

Me solté con algo de dificultad del agarre de Kelly y me acerqué al grupo.

—Fue un día increíble —sonreí mientras me despedía. Al llegar a Jared, él me habló:

—¿Te acompaño a casa? —su sonrisa era encantadora. Los hoyuelos lo hacían parecer menos intimidante.

—No es necesario. Yo la llevo —Jay apareció detrás de mí, serio, con voz baja y cargada.

—Sólo estaba siendo amable. No hay necesidad de tomárselo mal —la voz de Jared seguía siendo aterciopelada, y todas notamos su efecto. La tensión aumentó.

—No necesito que le seas amable. ¿Vamos, Emma? —Jay insistió.

Retrocedí un poco, confundida. Todos miraban expectantes.

Entonces sentí una mano recorrer mi espalda lentamente hasta posar con familiaridad en mi cintura.

—Yo la llevo. No se preocupen —Kelly. Otra vez él.

Mi atención fue de Kelly a Jay, luego a Jared. Los tres se habían plantado como si estuvieran en una escena de interrogatorio.

—Mi oferta sigue en pie, si lo deseas —Jared volvió a hablar, extendiendo su mano con una sonrisa sincera.

—Y-yo...

Mi voz tembló. Me sentía ridícula por los nervios. Vi a Jay y noté cómo su expresión se relajaba, pero había tristeza en su mirada. Como si entendiera que algo se le había escapado.

—Recordé que tengo algo pendiente. Nos vemos mañana —tomó su chaqueta y me miró—. Adiós, Emma.

Y salió del bar. Mi pecho se encogió.

—¿Nos vamos? —Jared volvió a hablar. La confusión en mi pecho no se iba, pero asentí.

Me solté del agarre de Kelly, me acerqué a Jared.

—Claro. Adiós, chicos.

—Me escribes cuando llegues —pidió Kelly. Asentí, y ambos salimos del bar.

La noche era fría. Caminamos en silencio.

—Jay y ese otro... son muy...

Tras varios minutos, Jared habló al fin. Lo notaba debatiéndose por dentro.

—¿Protectores? Sí, lo son —respondí con una sonrisa. Lo miré y vi que estaba pensativo—. ¿Pasa algo?

—No, tranquila. Sólo me sorprendió un poco.

—Lo entiendo. Son impulsivos —hice una mueca. Es parte del combo Halstead-Severide.



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En el texto hay: amor, chicago, chicagopd

Editado: 27.07.2025

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