Chicago

Capítulo 25

Jay

Había pasado una semana desde que llegué al nuevo departamento y empecé con el trabajo encubierto. Me habían aceptado y pude camuflarme bien entre los demás. Cada dos días me las arreglaba para ver a Emma; notaba que se tranquilizaba al comprobar que estaba bien. Hablábamos por mensajes y llamadas siempre que podíamos, y aprovechábamos cada minuto juntos antes de volver a separarnos. Dolía, pero sabíamos a lo que nos enfrentábamos.

Mi nombre encubierto era Robert Dawson y me hacía pasar por distribuidor de heroína. Las cosas avanzaban y pronto tendría la oportunidad de ver al líder de la organización, conocido como Corve. Mientras tanto, seguía reuniendo información y se la enviaba directamente a Adam.

—Hey, Robert, tenemos que ir a la reunión —anunció Joaquín mientras yo terminaba de vestirme. Era la mano derecha del líder, y había logrado ganarme su confianza.

—Listo, vamos.

—¿Terminaste de maquillarte? —bromeó, soltando una risa burlona mientras salíamos.

—Qué gracioso —repliqué con una sonrisa seca.

Al llegar al almacén, noté un cambio inmediato: había más seguridad de lo habitual, y varias caras desconocidas rodeaban la mesa principal. Algo no encajaba.

—Miren quién llegó, qué sorpresa —dijo una voz con tono burlón. Caminaba detrás de Joaquín, así que no alcanzaba a ver quién hablaba.

—Quería supervisar el cargamento... y escuché que tenemos un nuevo integrante —me detuve en seco al oír esa voz. Me sonaba demasiado familiar, y si era quien sospechaba, todo el operativo podría venirse abajo.

—Así es. ¡Robert! Ven, quiero que lo conozcas —me llamó Joaquín. Di pasos lentos y precavidos hasta quedar frente al hombre.

Lo vi. Su voz me recordaba a alguien que conocí meses atrás, pero no era él. Aun así, los ojos verdes que compartía con Corve me dejaron claro el parentesco.

—Tú debes ser el nuevo distribuidor. Han hablado bien de ti. Corve está ansioso por conocerte —dijo mientras señalaba unos planos y bolsas con heroína en la mesa.

—También estoy ansioso por trabajar para él. Es un honor —respondí con tono firme, sin quitarle la vista de encima.

—Robert, él es James, el padre de Corve. Estuvo al mando hasta hace poco, pero ahora solo supervisa mientras su hijo termina de consolidar la red —me explicó Joaquín.

Asentí, sin añadir más. Mientras continuaban con los detalles del plan —que ya conocía—, mi mente trabajaba a mil por hora. Quizás solo era una coincidencia... o tal vez no. No podía bajar la guardia.

Entonces, mi móvil vibró con un mensaje de Adam. Me envió la ficha de James... y lo que vi me heló la sangre. No podía quedarme.

—Lo siento, tengo que salir. Es urgente —le dije a Joaquín antes de salir con rapidez.

Antes de irme, lancé una última mirada a James. Algo no estaba bien. Fui directo a la estación.

Emma

Después de una semana, el miedo y la ansiedad habían disminuido un poco. Jay venía seguido a verme, y poder comprobar que estaba bien era un alivio. La última vez que hablamos me prometió que vendría para cenar, así que cociné su plato favorito... pero no apareció.

—Me estoy empezando a preocupar, ¿y si algo salió mal? ¿Si lo descubrieron? —dije mientras caminaba de un lado a otro, con el celular en la mano.

—Tranquila, seguro se retrasó o surgió una reunión improvisada —intentó calmarme Anny por teléfono.

—¿Se reportó? ¿Dijo algo?

—Sí, como siempre. Lo último que supimos fue que tenía una reu... —su voz se cortó. Al fondo escuché a Antonio gritar.

—¿Anny?

—Debo irme. Tranquila, ¿sí?

—Gracias, Anny.

—Cuídate, pequeña.

Colgué con el corazón apretado. Algo me ocultaban. El tono de Antonio, la forma en que Anny cortó la frase... no era buena señal. Intenté llamar a Jay una y otra vez, pero no contestaba. Perdí el apetito, así que guardé la comida y me fui a la cama con el celular en la mano, esperando... rogando que aún estuviera con vida.

Jay

Al llegar a la unidad, el ambiente era tenso. Todos sabían lo que había pasado, sabían que el caso estaba en riesgo. El operativo entero pendía de un hilo.

—Bien —Voight empezó, serio, con los ojos clavados en el tablero—. Tenemos bastante información gracias a Halstead, pero desde ahora estamos sin conexión. No podemos perder más tiempo.

Se notaba frustrado, pero mantuvo el control.

—Un cargamento llega en dos días —dijo Atwater, directo.

—Crove no estará ahí —intervine de inmediato—. Nunca va a las entregas, solo supervisa los cargamentos una vez llegan al centro de operaciones.

—¿Sabes dónde queda ahora? —preguntó Antonio.

—La última ubicación confirmada es en las afueras, al norte. Un almacén aislado.

—Bien —Voight asintió con firmeza—. Tracen un plan. No tenemos margen de error.

Todos se pusieron en marcha de inmediato. Algo dentro de mí me decía que estaba olvidando algo importante... pero ya lo recordaría. Ahora, había que actuar.



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En el texto hay: amor, chicago, chicagopd

Editado: 27.07.2025

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