Chicago

Capítulo 27

Jay

Habían pasado dos días desde aquello y ya teníamos un plan. Pero ahora tenía otro problema: no había hablado con mi novia. Y, conociendo a Emma, estaba seguro de que a estas alturas estaría molesta... o preocupada. Hoy era un día importante para ella, y no quería fallarle otra vez. Por eso me encontraba llamando a su puerta, esperando que no fuera demasiado tarde.

Cuando abrió, se quedó paralizada. Me miraba como si no creyera que fuera real. Se veía hermosa, y supe en ese instante que, pase lo que pase, haría todo por protegerla.

—Lo siento —dije con sinceridad—. Sé que desaparecí sin decir nada... y te dejé plantada. De verdad, Emma, lo siento mucho.

Ella seguía sin moverse. Su expresión era indescifrable.

—¿Emma?

Tardó unos segundos en reaccionar. Cerré los ojos esperando que me gritara... o peor, que me golpeara. En cambio, me abrazó con fuerza. Un nudo se formó en mi garganta mientras la rodeaba con mis brazos.

—Me tenías preocupada, pensé que te había pasado algo —susurró contra mi pecho.

—Lo sé. Perdón. No quise asustarte —le dejé un beso en la coronilla y me separé un poco para mirarla mejor.

—Pensé que no vendrías —dijo, mientras me hacía pasar. Ya tenía todo listo para el evento.

—¿En serio creíste que te dejaría sola en un día tan importante para ti?

—Tenía la esperanza de que no fuera así —nuestras miradas se cruzaron, y ya no pude resistirme. La besé. Fue lento, sincero, lleno de todo lo que no había podido decirle.

Sabía que debía compensarla por esos dos días de silencio. Para ella fueron una eternidad. Y lo entendía.

—Debemos irnos o llegaremos tarde —le recordé cuando nos separamos.

—Tienes razón... pero antes —sacó un papel de su bolso y lo pasó por mis labios—. Te manchaste con mi labial.

—¿Ya está?

—Sí. Ahora sí, vámonos.

Salimos tomados de la mano y fuimos en mi camioneta hasta el lugar del evento: una librería cerca al Parque del Milenio. El sitio era perfecto.

Cuando entramos, me impresionó la decoración. Había globos, flores, paneles con la imagen del libro, ilustraciones... El lugar estaba lleno de gente. Me sentí orgulloso. Ver a Emma cumplir uno de sus sueños me llenaba de felicidad.

Ella fue directo con su editor. Yo me quedé a un lado, atento. Sabía que los demás vendrían también, aunque no los veía. Me perdí viéndola, tan segura, tan feliz... hasta que una mano en mi hombro me sacó del trance.

—¡Robert! —la sangre se me fue del rostro al ver a Joaquín—. ¿Qué haces aquí? Dijiste que acompañarías a tu novia.

—Así es, pero la perdí de vista. ¿Tú qué haces aquí?

—Vine con Crove. Dijo que una amiga lo invitó —se giró buscando al tipo, pero no lo encontró—. Seguro recibió una llamada.

Asentí con la mandíbula apretada. Mis ojos volvieron a buscar a Emma. Mantenía la calma, pero sabía que algo andaba mal. No podía bajar la guardia. El evento terminó, y Joaquín no se despegó de mí en ningún momento.

—¿Crove también me vio? —pregunté, con la voz tensa.

—Sí. Me dijo que me acercara a ti —respondió con naturalidad.

Antes de que pudiera responderle, su teléfono sonó. Contestó y se alejó rápidamente.

Mi instinto gritaba. Tenía que encontrar a Emma.

—¿Vieron a Emma? —pregunté en voz alta al encontrarme con Kevin, Antonio y Ruzek.

—No... ¿qué pasa, Jay? —Antonio se tensó al notar mi expresión.

—Crove está aquí. Me vio. Y ahora sabe quién soy... y quiénes somos.

—Mierda —murmuró Atwater, compartiendo mi preocupación.

—¡Jay! No encuentro a Emma —el editor se acercó a nosotros con el rostro pálido.

No lo pensé. Eché a correr.

Corrí entre los estantes, por todo el local. Pensaba en los lugares donde podría estar, en las salidas... hasta que llegué a la puerta trasera de la librería, justo cuando una camioneta negra salía a toda velocidad por el callejón.

—¡No, no, no...! —corrí tras ella, pero fue inútil. Se perdió entre el tráfico.

—¡Jay! —gritó Antonio al llegar hasta mí.

—Se la llevaron —dije, sin aire, sin voz—. Se la llevaron... por mi culpa.

Emma

Durante la presentación, me sentí nerviosa al principio, pero poco a poco me fui soltando. Estaba feliz. Ver a mis amigos, a Jay... todo había salido mejor de lo que imaginaba. Estaba firmando los libros cuando dejé de verlos entre la multitud, pero seguí concentrada en los lectores. La emoción me mantenía flotando.

—Emma —escuché la voz de Jared y lo vi acercarse.

—Viniste —sonreí con alivio—. ¿Disfrutaste la presentación?

—Fue increíble. Me alegro mucho por ti —sus ojos estaban brillantes, más verdes que de costumbre.

—Me alegra que te haya gustado.

—Tengo algo para ti —dijo de pronto, tomando mi mano con suavidad—. Pero me gustaría que estuviéramos en un lugar más tranquilo.

—¿Por qué no aquí?

—No quiero que nos interrumpan —insistió. Su voz era suave, casi suplicante.

—Está bien... podemos ir a la parte de atrás —acepté con cierta duda.

Me guio por la librería, observando los libros con aparente interés. Yo también me dejé llevar por mi fascinación, olvidando por un momento la incomodidad.

—¿Qué es lo que tienes para mí? —pregunté, acercándome mientras él miraba una sección de misterio.

—Es algo que te va a gustar —respondió, pero su voz cambió. Algo en su tono me alertó.

Empezó a acercarse más. Yo retrocedí instintivamente. Algo no estaba bien. Busqué con la mirada alguna salida, un rostro conocido... hasta que sentí un golpe seco en la cabeza.

Y todo se volvió negro.



#17970 en Otros
#2927 en Acción
#27987 en Novela romántica

En el texto hay: amor, chicago, chicagopd

Editado: 27.07.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.