Chicago

Capítulo 28

Jay

Debía ser un gran día. El mejor día para Emma. Y terminó secuestrada... por mi culpa. Mi mente todavía no lo acepta, pero mi cuerpo ya siente los estragos.

—La vamos a encontrar, Jay. Adam y Kevin lograron atrapar a Joaquín —Voight me habló con tono firme, pero su mirada reflejaba preocupación. Asentí sin muchas ganas, mientras a mi alrededor todos se movían rápido, organizando la información.

—Ve a casa, tómate unos días.

—No —me obligué a ponerme de pie, sintiendo la pesadez en cada músculo. Desde que llegamos a la oficina no me había movido del escritorio—. Debo ayudar.

—Jay, no estás bien —su voz se endureció, pero no con dureza sino con el intento de hacerme entrar en razón—. Ve a descansar.

—Sargento... por favor —mi voz salió temblorosa, apenas un susurro. Lo miré directo a los ojos. Él suspiró con resignación y asintió. Me dejó quedarme.

El día se hizo eterno. Y no avanzamos mucho. Joaquín no dijo nada útil, solo repitió lo que ya sabíamos y se cerró en banda en cuanto llegó su abogado. El reloj parecía no moverse, la frustración crecía, y la impotencia me estaba matando.

Cuando por fin llegué a casa, encontré a Will y a Connor esperándome en la puerta. Ambos tenían turno durante el evento, pero habíamos quedado en vernos después. Al verme llegar solo, con la cara hecha pedazos, su expresión cambió al instante. Entramos sin decir palabra. Se sentaron en el sofá, y yo me quedé de pie frente a ellos.

—Se la llevaron... secuestraron a Emma.

—¿Qué? —Will se levantó de inmediato, incrédulo.

—Es mi culpa, Will. Todo esto es culpa mía.

—¿Cómo que se la llevaron? —preguntó Connor. Su voz sonaba tensa, y vi cómo se le nublaban los ojos de miedo.

—Explícate bien, Jay —Will se acercó, revisándome con la mirada como si esperara encontrar rastros de pelea.

—Estaba de encubierto. El caso se complicó. Uno de los tipos me reconoció... y hoy apareció en el evento. La secuestraron. Frente a todos.

Sentí las lágrimas amenazar con salir. Me frustraba no poder hacer más.

—¿Ya la están buscando? —Connor se inclinó hacia adelante, con el cuerpo tenso.

—Sí. Todo el equipo ha estado en eso desde el primer minuto, pero Joaquín no ha dicho nada nuevo.

—No puede ser... —Connor bajó la mirada, su voz teñida de rabia—. Sabía que tu trabajo la pondría en riesgo, tarde o temprano.

—Connor, no es el momento —intervino Will, intentando mantener la calma.

—Tiene razón —murmuré—. Es mi culpa.

—La vamos a encontrar, Jay. Solo tienes que mantenerte firme. No es momento de venirse abajo —Will me sujetó de los hombros para que lo mirara.

—¿Mantenerme firme? ¡Will, por Dios! ¡Es culpa mía! —me solté con brusquedad. Vi en su cara que no esperaba esa reacción.

—Jay...

—¡Se suponía que debía protegerla! Era su día especial y lo arruiné todo. Todo se vino abajo por mí.

—Jay, basta —insistió.

—¡No lo entiendes! Si le pasa algo, no me lo voy a perdonar nunca.

—La vamos a encontrar —repitió Will, tratando de sonar convencido.

—¿Y si no? ¿Y si ya es tarde? ¡No puedes decir nada porque tú no sabes lo que es esto!

—¡También es mi amiga, Jay! —gritó, dolido. Respiró hondo y bajó el tono—. Es como una hermana para mí. Y claro que tengo miedo... pero no me voy a volver loco. Tengo que pensar con la cabeza fría.

—De lo contrario, todos van a terminar señalándome a mí —dije, más para mí que para ellos.

—Deja de hablar así. Es tu novia. Tienes que pelear por ella, no rendirte —me miró fijo.

—Cierra la boca, Will —solté entre dientes.

—¿Qué, ahora te vas a descargar conmigo?

—Tú no lo entiendes. Nunca lo vas a entender. No es April la que fue secuestrada, ¿verdad? Ella está segura, trabajando en el hospital. Tú estás tranquilo. Qué suerte la tuya.

Will frunció el ceño. Me miró largo rato antes de hablar.

—Ya está. Me voy. No voy a seguir escuchando esto.

—Perfecto. Vete.

—Solo espero que pienses bien lo que vas a hacer —se fue, cerrando la puerta con fuerza.

Quedé en silencio. Connor no se movía. Su mirada era oscura, letal.

—Solo voy a decirte una cosa, Halstead: si mi hermana no aparece con vida... te juro que te voy a partir la cara.

No dije nada. Lo vi alejarse. Y, cuando la puerta se cerró, me senté en el suelo, de espaldas a la pared.

Quería gritar. Quería llorar. Quería romper algo.

Quería tenerla a ella... y no sabía cómo traerla de vuelta.

Imaginaba lo que podían estar haciéndole. Y dolía. Dolía como si me arrancaran el alma. Solo habían pasado unas horas, pero ya me sentía quebrado. Sabía que podrían pasar días antes de encontrarla. Y lo único que pedía era que no fuera demasiado tarde.

Tal vez... tal vez debería alejarme de ella. Tal vez sea lo mejor. Siempre estaría en peligro mientras esté a mi lado. No se merece esto. Se merece una vida tranquila. Se merece ser feliz. No vivir con miedo por lo que hago.

Tal vez ahora esté sufriendo. Por mi culpa. Todo esto es por mi culpa.

Y nada ni nadie me va a hacer pensar lo contrario.

Lo único que me queda... es encontrarla. Y asegurarme de que vuelva con vida.



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En el texto hay: amor, chicago, chicagopd

Editado: 27.07.2025

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