Jay
Después de lo que pareció una eternidad, disparé.
Jared había empezado a disparar, errático y desesperado. Su puntería era tan mala como su lógica, porque no alcanzó a ninguno. Cuando cayó al suelo, herido, todos corrieron hacia el borde de la azotea. Yo no. Me quedé donde estaba, paralizado. No tenía el valor de mirar.
—¡Cayó en el colchón de aire! —gritó Adam.
Sentí como si el alma me regresara al cuerpo de golpe. Me moví. Me acerqué al borde y la vi. Emma ya estaba siendo colocada en una camilla. Los paramédicos la subían a la ambulancia.
—¡Jay, corre! —la voz del sargento me sacó del trance.
No lo pensé. Bajé las escaleras a toda prisa. Escuchaba las botas de mis compañeros detrás, pero yo solo podía pensar en una cosa: llegar con Emma.
Apenas puse un pie fuera del edificio, salté a la camioneta y arranqué. Activé las sirenas. El motor rugía, pero ni eso opacaba el ruido de mi corazón golpeando con fuerza. Iba por ella. Y no iba a dejarla sola.
Al llegar al hospital, vi a Will a punto de entrar a Trauma.
—¡Will!
—¡Haré todo lo que pueda, te lo juro! —me gritó, ya corriendo detrás de la camilla. Detrás de él, vi a April, seria, enfocada... y asustada.
Connor estaba ahí, congelado. Lo vi pálido, la expresión de su rostro decía todo. Cuando vio a Emma, su cuerpo reaccionó antes que su mente.
Y de pronto, el golpe.
No lo vi venir.
El primer puñetazo me hizo caer. Connor se me lanzó encima con una fuerza que no le conocía.
—¡ES TU CULPA! ¡TE VOY A MATAR! ¡MIRA CÓMO ESTÁ MI HERMANA! ¡IMBÉCIL!
No me defendí. No levanté los brazos. Lo merecía.
Los gritos, los insultos, los golpes... no los sentía. No como debería. Mi cuerpo se desconectó. Estaba demasiado concentrado en el dolor emocional como para sentir el físico.
—¡Connor! —escuché la voz de Anny justo antes de que Kevin y Adam lo sacaran de encima.
—¡Suéltame, Dawson!
Con ayuda, me puse de pie. Me dolía el rostro, podía sentir la sangre bajando por mi labio.
—Cálmate, Connor —Anny trató de frenarlo, pero él no escuchaba razones.
—¿¡Que me calme!? ¿¡Anny, viste cómo está mi hermana!? Por su culpa... por su maldito trabajo, ¡está entre la vida y la muerte! —su voz quebrada fue lo último que dijo antes de romper en llanto. Nadie lo culpaba.
—Todos fallamos —habló Antonio, tranquilo, serio—. Fue un descuido, nadie pensó que llegaría tan lejos.
—No, él tiene razón —dije sin titubear—. Fue mi error. Yo la puse en peligro. Ustedes no tienen la culpa.
—Jay... —Voight intervino—. Esto es culpa de todo el equipo. Supimos quién era Crove y no protegimos a Emma. Eso fue un error táctico. Lo sentimos, doctor Rhodes.
Connor no dijo nada. Solo nos miró como si eso no cambiara nada. Y, para él, no lo hacía. Luego se fue a esperar información médica.
Nos quedamos en la sala de espera, todos. El silencio hablaba más que cualquier palabra. Kevin, Adam, Anny, Antonio... todos estaban ahí. Y aunque su presencia me reconfortaba, mis pensamientos giraban en bucle: la puse en peligro, casi la mato... ¿cómo se repara algo así?
Horas después, Will salió. Todos nos levantamos como si nos hubieran dado una descarga.
—¿Cómo está? —mi voz salió más rápido que mi mente.
—La estabilizamos. Tenía una hemorragia interna, costillas rotas, la pierna también. Pero la cirugía fue bien. Está en cuidados intensivos —Will hablaba con precisión médica, pero yo lo conocía. Estaba al borde.
—¿Sigue en riesgo? —Adam preguntó en voz baja.
—Responde bien. Pero tenemos que monitorearla. Las próximas horas son claves.
—¿Puedo verla? —pregunté.
Will asintió. No dijo nada más. Me llevó hasta la UCI.
Entré y... me rompí.
Emma estaba cubierta de vendas, yeso, cables, tubos. Tenía un collarín y el rostro hinchado. Verla así... me destruyó. Mis piernas no me sostuvieron y me caí de rodillas. Lloré como no lloraba desde que perdí a mi madre.
Will me atrapó antes de que tocara el suelo.
—Se va a recuperar, Jay. Es fuerte —me sujetaba con firmeza—. Si aguantó todo eso, puede con esto.
No podía hablar. Me acerqué a ella, y con ayuda de Will, me incliné para abrazarla con cuidado.
—Perdóname... por favor, amor... perdóname —le acaricié el rostro, apenas rozando su piel—. Te fallé. No debí exponerte. Casi te pierdo.
Recordé todo. Sus risas. Su forma de mirarme. Cada conversación. Cada instante.
—Tienes que despertar. Todos te estamos esperando. Yo... te necesito.
Le dejé un beso en la frente. Will me pasó una silla y me senté a su lado, tomándole la mano. No pensaba moverme de ahí.
Un rato después entraron los demás. Nadie dijo nada al principio. Todos miraban en silencio. Las chicas se abrazaron. Kevin puso una mano en mi hombro.
—Va a salir de esta, Jay. Tiene con qué —me dijo.
—La encontramos con vida. Eso es lo que importa —agregó Anny, dejando un beso suave en la frente de Emma.
—Ánimo, hermano. No estás solo —Adam tenía a su novia entre brazos, ambos visiblemente conmovidos.
—Gracias... a todos —susurré.
—No vamos a dejarte solo —dijo Antonio, y los demás asintieron.
Después de un rato, salieron. Me quedé solo con Emma.
Al otro lado del vidrio, Connor me observaba. Su mirada era una daga clavada en el pecho. No necesitaba decir nada. Lo entendía.
Y aun así, no podía irme.
Sabía que a su lado corría peligro. Que si seguía conmigo, podía pasarle algo peor. Pero no tenía fuerzas para alejarme. No quería.
Soy egoísta. Lo sé. Pero no puedo soltarla. No quiero soltarla. A menos que me lo pida, no voy a irme. Aunque no me lo merezca.
Las horas pasaron. Finalmente, la movieron a una habitación normal. El peligro había pasado. Will dijo que despertaría pronto. Los demás se fueron a casa. Yo me quedé.
Noté cómo su respiración empezaba a cambiar. Sus párpados se movían. Mi corazón se aceleró.
Editado: 27.07.2025