Chico de Renta

Capítulo 27

Necesitaba darme una ducha y salir a correr, llevaba tiempo que no lo hacía, pero ahora me sentía con más energía de lo normal.

Me di un baño rápido, me puse unas mallas, top, tenis cómodos y salí de la habitación.

Llegué a la calle y hacía un día genial, el sol brillaba con más intensidad, el aire se sentía más fresco, el día parecía ser alentador.

Sonreí y comencé con mi rutina yendo al parque cerca de la residencia.

Tras veinte minutos de correr, andaba hiperventilando como loca.

Necesitaba un café, me arrastré hasta el Starbucks más cercano y me compré un café helado. No eran de mis favoritos, pero al menos me refrescaría.

Saqué mi teléfono del protector que llevaba en el brazo, encontrándome con un mensaje de Alma:

Esta noche te recojo a las 8. Espero no se te haya olvidado nuestra salida.

Maldición, cierto, Alma me dijo que iríamos el sábado al club y… hoy es sábado.

¡Oh no!

Lo siento, more, pero he quedado con Eros después de su noche en el club, así que me quedaré en la habitación.

Ok, pues mejor amiga, así le das la sorpresa, tengo mucha curiosidad por ir, ¿sabes?

Alma estaba encaprichada con ir a ese lugar y con que lo conociéramos.

No acepto un no por respuesta.

Fue su último mensaje.

Suspiré yendo a la residencia, mi día había empezado bien, pero de a poco se fue yendo al carajo.

Me puse los audífonos y comencé a caminar por la acera.

¿Y si le digo a Eros que iré?

No, de seguro se enfada, siempre ha dicho que no quiere que vaya.

¿Y si no voy?

Alma se enfadará conmigo por no ir.

Ahhhh, esto es una maldita locura. Una canción que reconocí al instante comenzó a sonar y, más que nunca, le presté toda mi atención.

La misma canción que Eros me había cantado en la fiesta, o sea, ayer. Sonreí dejándome llevar por la música. Todas las personas que caminaban a mi alrededor me ignoraban y los que me miraban me sonreían con amabilidad.

Creo que mejor le daré la sorpresa al pelinegro, de todas formas era un plan que ya había tenido con Alma, solo que se me olvidó a mí y por eso no le dije.

Eran las ocho de la noche y ya estaba lista, sí, desde las siete ya lo estaba. Alma venía en camino a recogerme, Scooth nos llevaría y luego él iría a algún lugar con sus amigos, pero prefirió primero dejarnos en el club.

Mis nervios parecían devorarme desde dentro, la boca la sentía reseca en gran medida, por más agua que tomara no aliviaba la falta de saliva en ella.

No sé cuántas veces me miré al espejo, me retoqué el maquillaje, incluso me puse mis gafas nuevas que aún no estrenaba.

Pero aun así la inseguridad vivía dentro de mí y me recordaba cada dos por tres que todo sería un desastre.

Me sobresalté al recibir el sonido de un mensaje.

Así andaban mis nervios, cualquier cosa y ya me estremecía.

Baja, estamos aquí.

Voy.

Salí cerrando la puerta, bajando a toda prisa. Mi cuerpo se movía solo y, aunque tembloroso, traté de disimular el frío interno que sentía.

—Hola, Scooth —saludé a mi amigo con un beso en la mejilla.

—Hola, Kris, estás hermosa —miró a Alma coqueto—, igual que mi chiqui —habló para luego besarla con descaro.

Ya empezábamos.

—Awww, son hermosos, pero ¿pueden dejar su acto de demostración para cuando no esté, por favor? —ironicé.

—Uffff, creo que alguien está de mal humor —se burló mi amiga.

—No estoy de mal humor, solo pido un poco de respeto.

Los dos comenzaron a reírse mientras que yo opté por bajar la ventanilla y centrarme en las personas que caminaban en la calle, las luces y los edificios.

Quizás sí estaba un poco de mal humor, pero es que todo me daba mala espina y no quería arruinar lo que había comenzado con Eros, pero ahí iba directo al cagadero.

No sé cuánto tiempo pasó cuando Scooth detuvo el auto. Miré hacia afuera y la fila era gigante, muchas chicas e incluso chicos estaban esperando para poder entrar.

La fachada era como vintage, de ladrillos marrón, con luces amarillas iluminando sus paredes. Arriba, unas luces de neón creaban tres palabras: Nights Club Eclipse Tragué grueso al salir del auto, encaminándome hacia la fila con mi amiga.

—Alma, deberíamos irnos —le dije bajito a mi amiga.

—No, Kris, ya estamos aquí y vamos a entrar.

Quizás debería decirle lo sucedido con Eros, así ella desistía. Moría de vergüenza, solo esperaba que no me viera.

La fila comenzó a moverse y con ella mis nervios aumentaron.

La ansiedad se estaba apoderando de mí, me ajusté las gafas y luego llevé mi pulgar a la boca mordiendo mi uña.

—Kris, relájate —Alma se retocaba los labios frente a su mini espejo.

Un grupo de chicas adelante reían y me miraban, y luego cuchicheaban entre ellas.

Miré mi atuendo y, la verdad, comparada con ellas y mi amiga, me veía demasiado sosa.

—Alma, yo me voy —avisé dando media vuelta, pero lo que vi hizo que me quedara en mi lugar.

No podía creer lo que estaba viendo. Maldita perra, es que me sale hasta en la sopa.

Mónica con sus dos amigas entraron como perro por su casa tras hablar con el seguridad. Alma lo notó y debo decir que se volvió loca cuando las vio.

Se ajustó el vestido y se encaminó hacia el guardia también, las chicas en la fila comenzaron a gritarle y pedirle que no se colara, pero ella solo hizo caso omiso y continuó.

—Venimos a ver a Eros Smith —le dijo al de seguridad.

—Nombre —preguntó el tipo de dos metros.

—Kristal Bennett —respondió Alma. La miré con ganas de arrancarle el cabello.

—Pues no hay nadie con ese nombre —dijo tras buscar en un tablón que tenía con papeles en la mano— así que les pediré que regresen a la fila.

—Vamos, Alma —volví a pedir.

—Pues debería buscar, es la novia de mi amigo y dice que no está, debe haber un error —como que la novia… Alma estaba como loca.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.