Chispas

Capítulo 12

Mi respiración comenzó a ser fuerte y errática, mis manos temblaban. Cerré los ojos y entrelacé mis manos frente a mi cara. Oí a alguien decirle a Fred que me ayudara, dijo que lo hacía. Me dejaba trabajarlo a través de él. Estaba agradecida de que pareciese saber exactamente lo que necesitaba pero no me calmaba de todas formas.

Sentí el impulso hormigueante de su cabeza en la mia, comprobando para asegurarse de que estaba bien. Sabía que estaba escuchándome pero no pude detener la cadena de pensamientos que siguieron.

¿Esto significaba que nunca tendría ninguna privacidad en mi cabeza? Fred me dijo que aprendería a controlarlo. ¿Le quería? ¿Eso era lo que era esto? ¿Le querría si no nos hubiéramos imprimado? Sí, sabía que lo haría, ¿pero se hubiese convertido en mucho más?¿Qué pasaría si no hubiese estado en esa luz? ¿Qué pasaría conmigo ahora?

¿Estábamos saliendo ahora? ¿Acabábamos de saltar justo a lo de besarnos y lo que sea que la gente hacía en las citas porque sabíamos que éramos almas gemelas? No tenía ni idea de cómo proceder con él. Me sentí avergonzada e ingenua de repente. Todo era demasiado, demasiado rápido. Oí una conmoción frente a mi pero no podía liberarme del pánico. Adam.

-¿Qué estás haciendo? No te sientes ahí. ¡Ayúdala!

-Se alejó de mi. Necesita trabajar a través de todo esto, Adam. Si no lo hace ahora, lo hará esta noche o mañana cuando no esté con ella y será mucho peor. Sabe qué necesita. Nunca le haría daño.

-Tonterías. Simplemente quieres actuar como si la conocieras tan bien, bueno. No lo haces. Sólo porque puedes meterte en su cabeza y leer sus sentimientos no significa que lo hagas.

-Sí, estoy en su mente y haré lo mejor para ella. Siempre. Márchate, Adam, si no puedes manejarlo. Es mi responsabilidad.

-¡Era mi amiga antes de que fuese tu responsabilidad!

Oí pies arrastrándose y finalmente una atronadora voz, el padre de Adam, diciendo el nombre de Adam y empjuando su voz más lejos.

Sentí la histeria disminuir. Finalmente extinguiéndose mientras notaba el empujón y el tirón de Fred en mis pensamientos y mente y un firme pulso recorría mi cuerpo. Era ruidoso y un poquito bastante rápido pero constante. Me di cuenta de lo que era. El latido de Fred.

No pude negarlo. Por muy confundida que estuviese con todo esto, tenía curiosidad. Por muchas dudas que tuviese sobre cómo proceder, estaba emocionada ante la perspectiva de ser importante para alguien. Por mucho miedo que sintiese sobre lo que estaba por venir, dependía y apoyaba en alguien que tenía todas las respuestas. Sus latidos pulsaban en mis venas. ¿Cómo podría negar eso?

Le sentí rozar mi brazo dulcemente y mi mente inmediatamente se aclaró con su toque. Abrí los ojos y estábamos solos. Sólo nosotros. Su familia se había ido.

Me miraba con cautela, esperando mi reacción. Entrecerró los ojos y parecía culpable. Sus dedos se acercaron para cepillar una lágrima, apenas rozando mi piel. No me había dado cuenta de que estaba llorando. Su culpa me inundó. Le preocupaba que me hubiera dejado ir demasiado lejos y que me hubiese dañado, que estuviese lista para huir. Que no quisiera ser parte de esto. Parte de él.

Dolía por calmarlo. Mi mano se movió, casi por iniciativa, para tocar su mejilla.

-No me hiciste daño.

Parecía sorprendido.

-Lo hiciste. ¿Puedes leerme?

-Sí. Pude anoche también.

-Increíble, Emma. -Susurró mientras dejaba caer mi mano de vuelta en su regazo. -Por lo general toma un tiempo ajustarse, tener algún control. Especialmente humanos.

-Creo que hemos establecido que no soy una humana normal. -Bromeé.

-No, no lo eres. -Sonrió pero luego se puso serio. - Emma, no espero nada aquí. Quiero decir, sé que es incómodo. Fue incluso incómodo para Aces cuando se imprimaron entre sí, simplemente despertar un día y tener todos estos sentimientos por alguien que antes no sentías. Vamos a tomárnoslo con calma. Puedes establecer el ritmo, ¿vale? No te precipitaré a nada. Sólo quiero... pasar tiempo contigo y llegar a conocerte. Todo lo demás caerá en su lugar cuando sea el momento adecuado, ¿de acuerdo?

Podría haber llorado de alivio.

-Suena perfecto.

-¿Estás bien? -Se acercó tanto que nuestras piernas se tocaban. -Sé que es mucho para asimilar. Debe sonar muy loco.

-Estoy... bien. Quiero decir, debería estar enloqueciendo. Esto es de locos. Supongi que lo estaría si no te encontrases aquí. Pero lo haces. Así que supongo que no importa. -Dije en voz baja.

Sonrió lentamente y le di paso al impulso innato que tenía desde que abrí los ojos. Necesitaba tocarle. Me mordí el labio inferior con los dientes, luego tímidamente alcé los brazos alrededor de su cuello para abrazarle. Los suyos me rodearon y suspiró en mi pelo. Una de sus manos se movió para sostener mi nuca. Su cuello, donde mi cara estaba apretada, olía celestial. El calor que sentía por su tacto habitual me calentó aún más. Nos sentí tan juntos, tan satisfechos. Él era como un bálsamo para cada herida.

-Ejem -Dijo una voz molesta interrumpiendo.

Adam.

Nos separamos a regañadientes pero Fred seguía sujetando mis muñecas.

-¿Qué, Adam? -Preguntó mirándome.

-Sólo revisaba a Emma.

-Estoy bien. -Dije, todavía sin ser capaz de apartar la mirada de Fred tampoco.

-Por supuesto que sí. Dejas que todo el mundo corra sobre ti y el chico amante aquí presente no es la excepción. -Dijo sarcásticamente.

-Adam, suficiente de eso, hijo. -Dijo una voz barítono bajo que jamás había escuchado detrás de Adam. Todos alzamos la vista para ver a un hombre del que sólo pude asumir sería el padre de Fred. Era alto y ancho, con el pelo rubio. Pordía ver a Fred en él. -Hay que darles un respiro, ¿por qué no ya, Adam? Lo siento, Fred, me he retrasado. -Rodeó a Adam para sentarse frente a nosotros. -Hola Emma, soy Peter, el padre de Fred. -Sonrió. -¿Cómo estás esta mañana?

-Bien en su mayor parte. ¿Cómo estás?




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