Chispas

Capítulo 21

-Pero estaba soñando. ¿Cómo es posible?

-Tenemos que ver a mi padre. Desearía que pudieras mostrarme lo que pasó -él murmuró.

-Pero, ¿yo puedo hacerlo? ¿Cómo tú lo hiciste?

Él negó con su cabeza.

-Puedes intentarlo pero todo es más difícil para los humanos.

Me volví hacia él, poniendo mi rodilla en su pierna. Tiré de su cara más cerca y vi el destello de un beso. Me di cuenta de que era él que se imaginaba que lo estaba besando. Sostuve mi aliento y lo empujé a un lado. Era bueno saber que por lo menos él lo quería a pesar de que aún no lo había hecho, estaba curiosa acerca de eso. Pero ahora que podía ver lo que había en su mente, quería sonreír pero no era el momento. Presioné mi frente con la suya, como él lo había hecho en el restaurante, inmediatamente sentí su corazón inestable y más rápido, y recordé el sueño.

Era tan real. A diferencia de cualquier recuerdo que he tenido y supuse que era tan real para Fred como si fuera un trasplante de memoria. Escuché su respiración rápida y sabía lo que estaba viendo, ahora, así que dejé que todo fluyera entre nosotros.

Su respiración aumentó cuando vio mi dolor, levantándome de la cama. Luego cuando abrí la puerta para encontrar a Adam en lugar de él, él gruñó con irritación. Y luego cuando Adam me dijo que él era mi Pareja y que Fred no existía, tuve que agarrar fuerte la cabeza de Fred para mantenerlo en su lugar.

Entonces llegamos a la parte de Theo, él gruñó y resopló en todo lo que vio. Cuando aterricé con fuerza en mi cama al final del sueño, me aparté y lo miré expectante. Pero me sorprendió que no hablara del sueño de inmediato.

-Emma, estoy tan orgulloso de que pudieras hacer eso. Todo el mundo me dijo que tenía que advertirte, para asegurarte que entendieras lo difícil que iba a ser y que es una lucha para los humanos, pero has tirado todas esas teorías al agua. Eres asombrosa.

Florecí bajo su alabanza. Intenté sonreír pero fallé. Él sonrió también y tomó mi mejilla, acercando su cara a la mía, nuestras narices tocándose, nuestros labios tan, tan cerca.

Pero no hubo beso.

Nos sentamos así, compartiendo el aire y escuchando nuestros pensamientos a medida que pude estar abierta y tangible para que viera el sueño, todo. Podía sentir lo que él sentía en sus pensamientos, como si fueran míos. Era increíble e impresionante.

Muy pronto, se apartó y suspiró con fuerza.

-No podemos posponerlo más tiempo. Vamos a ver a mi padre.

-Bien -dije ansiosamente y prácticamente salté de la cama.

Quería saber que había pasado tanto o más que él. Casi olvidaba que Fred seguía aquí cuando comencé a poner mi blusa sobre mi cabeza. Cuando el dobladillo iba al borde de mi sujetador me detuve, dándome cuenta de lo que estaba haciendo, lo miré de reojo y él me miraba con una especie de mirada que no había visto antes. Lo cual es triste ya que tuve novio por tres años.

Como ves, soy virgen. Si, Daniel y yo salimos por tres años y si, lo amaba, de alguna manera, pero ahora todo había sido cuestionado. Nunca deseé verlo sin camisa, nunca me senté en la cama por la noche pensando en cómo sería besarlo, y nunca sentí mariposas o la piel de gallina, nunca en mis recuerdos de Daniel. Estar juntos era como un arreglo o acuerdo desde el primer día de la secundaría y sólo siguió a partir de entonces. Nos besamos, peleamos, jugamos como cualquier otra pareja, tuvimos citas, nos acurrucamos para ver películas. Pero creo que fue sólo por comodidad.

Se sentía más como un buen amigo que alguien con quien me sentía cómoda al estar enamorada. Era alguien que siempre había conocido. No tenía que dejarlo ver algo de mí que ya no supiera. Él estaba a salvo.

Al igual que mi padre había dicho, él tenía razón. No había manera de que habría ido más lejos con Daniel porque él siempre tenía un pie en la puerta y yo estaba muy satisfecha con estar atrapados en primera base. Y ninguno de nosotros tenía la intención de cambiar eso, antes de que él decidiera terminar todo.

¿Cómo no había visto eso?

Amaba a Daniel pero no estaba enamorada de él. Lo extrañaba porque podía hablar con él de cualquier cosa porque me abrazaba y me decía que todo estaría bien aunque no fuera cierto. Lo quería porque él era mi hogar, mi zona segura, mi constante. Y ahora, nunca podría volver a eso. No después de tener pasión por alguien, después de ver lo que se siente el querer y sentir algo en tus huesos, después de cómo me ruborizo cuando alguien me mira, como si estuviera sonrojada por la mirada caliente de Fred, como ahora mismo.

Tiré mi blusa abajo rápidamente pero sus ojos se quedaron fijos en mi estómago.

-Lo siento -él dijo y se sacudió.

Quería reírme de él pero todavía estaba demasiado agitada. Nunca había tenido una mirada tan fija en mí antes. Era fascinante y emocionante y aterrador, en ese orden.

-Está bien. Lo siento. Casi olvidé que estabas aquí.

-Esperaré abajo mientras te vistes. Y trataré de evitar a tu padre y su ira -bromeó antes de frotar su barba cuando se iba, cerrando la puerta.

Me senté en mi cama, aturdida. Fred había estado en mi habitación. Me preguntaba que pensaba de eso.

Me sentí como si estuviera hacinada. Mucho había pasado en los últimos par de días, más que nunca, para cambiar mi vida. Tomé aire y fui a mi armario para recoger algo, preferentemente algo con mangas para cubrir la marca. Estaba contenta de que papá no la hubiera visto. Él nunca creería que no fue Fred quien lo hizo.

Me coloqué un jeans y una chaqueta blanca de punto. Entonces me deslicé en mis sandalias y fui al baño a hacer el resto.

Cuando hice crujir las escaleras unos minutos después, escuché a Fred y a papá hablando en la cocina. Así que me detuve y escuché.

-Si, señor. Entiendo todo eso pero no soy un chico de fraternidad intentando tomar ventaja de su hija. Sí, estoy en la universidad y vivo en otra ciudad pero vamos a hacer que funcione.




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