Chispas

Capítulo 23

Sentí frio. Estaba temblando y mis dientes castañeaban. Me encontré todavía en la cama de Harry pero no estaba conmigo. Sentí ese silbido de ansiedad elevarse con ese pensamiento. Escuché a la puerta crepitar detrás mio. Me rodé lentamente para ver una silueta de alguien en el marco de la puerta. Entrecerré los ojos para ver quien era.

-¿Fred?

-Eso desearías, -me respondió una profunda voz y me congelé.

-Theo, -susurré -. Cómo hiciste...

-Pobre pequeña Emma. Estás agotada, ¿cierto? ¿Fred te mantiene despierta hasta tarde?

-¿Cómo?

-¿Cómo estoy aquí? Bueno, te dormiste. Y tu caballero de brillante armadura está aporreando el piano, obviamente.

-¿Qué quieres?

-A ti.

-Fred. ¡Fred! -grité -. ¡Fred!

-No puede oírte, -cantó.

-Oh, sí, sí puede.

Me concentré como había hecho antes, así podría leer mis pensamientos. Los puse juntos y los empuje hacia Fred.

¡Fred!

Theo me miró furioso al instante,

-No sé como puedes hacer eso, pero, está bien. No va a estar a tu lado por siempre, pequeña humana.

Sentí manos calientes en mis mejillas y me desperté con un grito ahogado para ver un preocupado rostro sobre el mio. Jadeé mientras mi corazón se tranquilizaba por su toque.

-Emma. ¿Estás bien?

-Era él.

-Lo sé. Me enviaste tus pensamientos. Lo vi. ¿Estás segura de que estás bien?

-Si, lo siento, me quedé dormida. Estabas tocando y estaba tan cansada y...

-Está bien. No te hizo daño, ¿cierto? -dijo y acarició mis pómulos con sus pulgares.

-No, no aún. -estaba tranquila en su mayoría, excepto que Fred seguía sobre mí. Sus piernas estaban a horcajadas sobre mí y se apoyó en sus codos mientras sus manos calentaban mis mejillas. Ahora estaba sin aliento por otra razón -. Estoy bien, -respiré.

Frunció el ceño y suspiró.

-No puedo protegerte, incluso estando en la misma habitación que tú, -suspiró de nuevo fuertemente y trató de levantarse pero agarré su camisa para detenerlo.

-No. Fue mi culpa. Me quedé dormida.

-No, no lo fue. -dejó que su nariz tocara la mía y respiré profundamente -. No hiciste nada malo. Lo siento. Sólo no te voy a dejar de nuevo hasta que resolvamos esto.

Asentí lo cual hizo que nuestras narices chocharan. Sus ojos se cerraron y también cerré los míos. Esto es todo, pensé. Finalmente va a besarme... pero sólo se quedó cerca, luego la puerta de su dormitorio se abrió.

-Fred, tu padre dijo... ¡Ah!¡Oh! -dijo Rachel sorprendida y empezó a cerrar la puerta.

-Mamá, espera, -dijo Harry luchando por salirse de la cama para ayudarme a sentar -. No es eso. Ella tuvo un ataque de un eco.

-¿Un ecoling? -abrió la puerta de un golpe hasta el final golpeándola contra la pared -. Oh, no, -respiró y se cubrió la boca con las manos.

-Papá está trabajando en esto.

-Bueno, él dijo que estaban aquí y que se iban a quedar para la cena pero no dijo nada sobre un ecoling. -sacudió la cabeza e hizo una mueca -. ¿Estas bien, Emma?

-Sí. Estoy bien, -insistí, pero ya no estaba segura.

-De acuerdo. Voy a empezar a hacer algo de comer.

-Puedo ayudar...

-No, cariño. Gracias, te lo agradezco, pero necesitas quedarte con Fred, ¿de acuerdo? Sólo quédense juntos tanto como sea posible.

Salió y cerró la puerta de nuevo. Me dejé caer en la cama y cerré los ojos al palpitar detrás de ellos. Estaba cansada de preocuparme tanto. Fred se recostó a mi lado e instintivamente me moví a mi costado para recostarme contra él. Al principio estuve un poco sorprendida conmigo misma pero su brazo me rodeó para abrazarme igual de instintivamente.

Se sintió perfecto, como si fuera justamente donde estaba destinada a estar.

-Siempre estás tan caliente, -murmuré somnolienta y coloqué una de mis piernas debajo de las suyas.

Lo oí reírse entre dientes mientras colocaba una manta sobre nosotros desde el final de su cama. Luego se volteó a su costado quedando frente a mí y envolvió su otro brazo a mí alrededor.

-Sólo descansa un poco, dormilona. Esta vez estoy aquí. Nada te va a pasar.

-Gracias. -moví mi mano para que descansara sobre su cuello y sentí como se aliviaba mi dolor de cabeza -. Tal vez sólo por un minuto.

-Sí.

Besó mi frente y sentí su sonrisa contra mi piel. También sonreí mientras me dejaba a la deriva de un sueño completamente de descanso.

Me desperté más tarde, quien sabe que tan tarde, por las voces en la habitación. Eran silenciosas pero preocupadas y miré a hurtadillas para ver que Fred seguía durmiendo a mi lado. Nuestros brazos estaban alrededor del otro y su rostro estaba junto al mio.

-Sé todo eso, Peter, sólo estoy preocupado, eso es todo, -escuché decir a Rachel -. Ella es tan joven, pero no es como si pudiéramos detenerlos. Sólo no sé como controlarlo.

-Sabes que Fred tiene una buena cabeza sobre sus hombros. Es responsable, confiable, y más cuidadoso, considerado y atento con su chica de lo que alguna vez lo vi con nadie.

-Bueno, por supuesto que lo es. Pero de todas formas nunca le importó esa regla de las citas...

-Es un universitario de diecinueve años, Rachel. Te lo garantizo, le importa, -dijo secamente -. Él sólo lo entiende. Vio el mérito en ello. Si alguien de nuestro clan merece ser el que reciba este regalo, es él. Y no sólo estoy siendo parcial porque es nuestro hijo.

-Lo sé, lo sé. Sólo recuerdo haber sido marcada por ti. -se rió suavemente y me sorprendió cuan joven y femenina sonó -. No podías mantener tus manos alejadas de mí.

-Sí, lo recuerdo, -dijo Peter y pude oír la sonrisa en su voz -. Pero ellos son diferentes. No sabían nada sobre el otro de antemano como nosotros. Los he visto juntos. A pesar de sentir la atracción, no están cediendo ante ella. Ambos tienen un control increíble. No te preocupes por ellos.

-Pero cuando vine más temprano... y ahora.

-Cariño, -le oí evasivo. Supuse que la estaba abrazando -. Él tiene que consolarla. Tienen que tocarse, tienen que estar juntos y después de la situación del ecoling, tendrá que dormir con ella y estar con ella aún más. Aún no he encontrado una solución sin hacer enojar a su padre, ya pensaremos en algo. Pero, amor, son almas gemelas. Eventualmente van a consumarse con el otro y no hay nada que podamos hacer.




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