El resto del viaje fue frío pero podía sentir su calor a través de su camisa. Apoyé mi mejilla en su espalda y me agarré mientras trataba de relajarme y no ponerme nerviosa de nuevo por todo. No funcionó un par de veces. Los pensamientos se arrastraban en sobre cuán imposible parecía todo. Quiero decir, no puedo ir a dormir. ¿Qué se supone que voy a hacer? Y qué acerca de este asunto de la reunificación. No me gustaban las multitudes y él estaba hablando sobre una multitud de trescientos todos mirándome como si yo soy de alguna manera la respuesta a todos sus problemas.
Pero él tocaba mi mano, frotando mis nudillos con los suyos, cuando estos pensamientos tomaron el control y estaría al instante de vuelta abajo. Una vez incluso llevó su mano sobre su hombro para acariciar mi cuello. No recordaba a Daniel nunca siendo así.
Daniel me besaba, sí, pero no besos hambrientos. Nunca usamos lenguas, eran más como besitos. Me tocaba pero sólo fue tomarse de la mano. Nunca acarició mi rostro, nunca trató de subir mi camisa o bajar mi falda, nunca trató de tener sexo conmigo. Nunca incluso besó mi cuello; nunca. Y me di cuenta que debería estar agradecida de esas cosas, por no empujarme demasiado lejos pero debió haber querido hacer esas cosas, ¿cierto? Quiero decir él ni siquiera lo intentó, nunca habló de ello, y nunca vi pasión en sus ojos cuando me miraba.
No me había dado cuenta de qué era lo que me estaba perdiendo hasta Fred.
Así que cuando nos detuvimos en frente de mi casa para ver a Daniel sentado en los escalones de mi entrada, estaba más que un poco sorprendida.
Fred se tensó cuando lo vio, luego empujó hacia abajo el pie de apoyo. Me bajé y dejé que me ayudara a sacarme el casco pero me quedé con la chaqueta.
-No tengo ni idea de qué está haciendo aquí -susurré.
-Estoy seguro de que tengo una idea bastante buena -murmuró mientras se quitaba el casco -. ¿Quieres que me vaya?
-No -dije rápidamente y luego sonreí a su sonrisa de suficiencia.
-Bueno, al menos hay eso.
Caminamos hasta la calzada. Agarré la mano de Fred como si estuviera dándome espacio. Él no quería parecer como si estuviera reclamándome u ostentando que estábamos juntos ahora, aunque, en sus pensamientos, eso es exactamente lo que quería hacer.
-Daniel.
-Emma -dijo y miró a Fred.
Me quedé sorprendida. Daniel nunca fue agresivo. Él era amable con todos y nunca pensó dos veces cuando alguien me miró antes. ¿Por qué ahora?
-¿Qué pasa? -pregunté y me miró, su expresión suavizándose un poco -¿Qué estás haciendo aquí? -pregunté, no sin amabilidad.
-Quería venir a verte antes de irme a instalar mi apartamento en Gainesville -indicó y miró a Fred nerviosamente. Luego suspiró -. Esperaba que pudiéramos hablar.
-Bueno -dije y no sabía que más decir.
-Mi papá me está dejando ir solo por dos semanas para establecerme y luego vendré de vuelta a empacar. Me voy en unos pocos días -chasqueó la lengua -. ¿Tal vez podamos ir a conseguir algo de comer?
-Ya comí en la casa de Fred.
Se mofó.
-Así que, primero Adam, ¿ahora este tipo? ¿Qué estás haciendo, Emma? -preguntó dulcemente, como si fuera una intervención o algo así.
-Daniel, este es Fred. Fred, Daniel.
-Hola -dijo Fred con suavidad pero Daniel lo ignoró.
-Fred es primo de Adam. No estaba en una cita con Adam esa noche.
-Seguro que se parecía a una para mí.
-Bueno, no fue así. Siempre ha sido Fred.
-Podemos hablar -dijo exasperado y miró a Fred de nuevo -. Solos.
-Preferiría que no.
-Emma -dijo Fred y me llevó un poco lejos -. Tal vez deberías hablar con él.
-¿Qué? -me burlé -. ¿Por qué?
-Porque necesitas arreglar lo que sea que está mal con ustedes y de esta manera, se irá a la escuela y no sentirá como que necesita pedir disculpas nunca más. Se siente culpable.
-Debería -insistí y sentí mi corazón clavar.
-Lo sé -canturreó y enmarcó mi rostro con sus manos. Suspiré. -. No estoy diciendo que debes perdonarlo y salir corriendo hacia el atardecer -se rió entre dientes -. Estoy diciendo que sería mejor para ambos si tú tienes alguna -con el riesgo de sonar cursi- conclusión.
-Supongo -concedí -. Pero no quiero que te vayas.
-Voy a esperar a Adam. Dejaré que hablen por un rato. Luego volveré tan pronto como él se haya ido. Dame tu celular.
Se lo entregué y sacó el suyo también. Después de unos pocos segundos de presionar botones me lo devolvió.
-Ahí, ahora estoy en el tuyo y tú en el mío. No puedo creer que no tenga los números de teléfono de mis compañeros del alma -dijo en tono de broma.
-Sí, bastante loco -dije y quería sentirme feliz y segura como él lo hizo pero no podía.
-Emma -dijo suavemente y lo miré a la cara -. ¿Tienes miedo de estar con él?
-No. Él no me haría daño.
-Entonces, ¿estás asustada de Theo? Estaré de vuelta. No tendrás que preocuparte de quedarte dormida sin mí-
-No, no es eso. Sólo no quiero hacer esto con él ahora mismo. Se marcha y no quiere irse conmigo enojado con él pero, si no fuera por eso, no estaría pidiéndome disculpas en este momento.
-Hmm. Estoy seguro de que es más que eso -insistió -. Estaré a tres minutos de distancia. Si esto se pone muy mal sólo llámame y vendré corriendo.
Le levanté una ceja.
-¿Por qué crees que está aquí?
Me miró más de cerca.
-Creo que te vio con Liam y se asustó. Nunca te ha visto con nadie más y se puso celoso. Creo que viene a pedirte resolver esto con él, darle a la cosa de la larga distancia una oportunidad o venir a Florida con él por la escuela.
-Nohoh. No preguntaría eso.
-Ya veremos -musitó.
-¿No estás preocupado?
Negó con la cabeza.
-Nah -dijo pero me miró torcidamente -¿Debería estarlo?
Sonreí y sacudí la cabeza.
-Nohoh. De ninguna manera.
Sonrió y apretó su rostro al mío. Una vez más, narices, frentes y mejillas tocándose, labios tan cerca, ni siquiera una pulgada entre ellos. Su mano fue a mi mejilla. Inhalé y acaricié su nariz con la mía.
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Editado: 23.10.2024