Mientras salía, supe en ese momento que tendría que tener otra charla con él sobre todo porque al parecer no lo estaba consiguiendo. También me sentí horrible que fuera la causa de la tensión entre ellos. Habían sido los mejores amigos hasta que, literalmente, diez minutos después conociera a Fred. Ese incidente cambió todo.
-Hey.
-Miré hacia arriba a la voz de Fred y vi que Gran también había desaparecido. -Está siendo un idiota. Si la situación fuera al revés, no me comportaría como un imbécil con él, aunque estuviese enamorado de la chica. No sería justo para ninguno de ellos y con la impresión siendo tan fenomenal de todos modos, como es esta, no necesitaría ser un idiota.
-Lo sé. No puedo evitar sentirme mal y aunque no hay nada que podamos hacer al respecto. No puedo soportar que ustedes no sean amigos nunca más por mí.
-No es tu culpa. -Él deslizó sus dedos por mi mejilla antes de sentarse a mi lado en la tumbona. -Él lo superara algún día. Tiene que hacerlo. Y entonces, volveremos a ser amigos otra vez.
Me senté y él me llevó automáticamente a sentarme de lado en su regazo.
-Emma -suspiró. -No creo poder dejarte nunca sola. ¿Cómo vas a siquiera terminar la universidad?
Sabía que estaba bromeando, pero también en parte iba enserio. Se sentía tan enojado, tan asustado, tan culpable.
-Voy a tener que ir contigo.
Su mirada saltó a la mía.
-¿En serio? ¿Vas a ir a Tennessee conmigo en otoño?
-Bueno, todavía detesto la idea de tu familia pagando por todo, así que mirare préstamos estudiantiles o lo que sea que tenga que hacer, pero... sí. Voy contigo.
Su rostro se divide con una sonrisa y toma mi boca con fuerza y gratitud. Apreté el frente de su camisa en mis puños mientras sus brazos me rodeaban. Rogué que no tuviésemos interrupciones esta vez mientras su piel funcionaba como una esponja extrayendo todas mis preocupaciones y tristezas. Se sentía como si la habitación aumentara de temperatura, sentía demasiado calor, pero en el buen sentido.
Mi mano se desvió hacia su cabello, peludo y suave. Dejé que me devorara hasta que estuve segura de que iba a morir de no respirar adecuadamente.
Me aparté un poco, pero no me solté, solo nos dejo sentarnos muy cerca, nuestros labios casi se tocaban y lo mismo hacían nuestras frentes. Su aliento era caliente y embriagador.
-Estoy tan feliz, Emma. Espero que sepas que, a pesar de todo lo que está pasando, estoy tan feliz de haberte encontrado.
-También estoy contenta.
Se inclinó un poco hacia atrás para mirarme.
-¿De verdad vas conmigo o era sólo una distracción para dejar de pensar en Adam y Theo?
-No -me reí. -De verdad voy. Pero sería una buena idea, debería haber pensado en eso.
Él me hizo cosquillas en venganza y nos reímos. Sus labios rozaron mi sien antes de que se levantara y me estabilizara.
-¿Estás bien? Podemos esperar unos minutos más si los necesitas. Estoy seguro de que podemos encontrar algo que hacer -dijo con inflexión y clara diversión.
-Estoy bien. Me siento muy bien en realidad. Entre tú y Gran, estoy como nueva -canturree haciéndole sonreír.
-Impresionante, porque -dejó que nuestros labios se rozaran -por más bien que sepas, ojos verdes, necesito algo de comida de verdad.
-Ditto -le dije riendo ante su patética línea.
Me cogió la mano y entrelazó nuestros dedos, tirando de mí, pero luego se detuvo.
-Oh. Será mejor que llames al trabajo.
-Oh, mierda. Me había olvidado de eso. -Miré su cara.
Recordando la noche anterior haber hablado con él de que no cree que deba volver a trabajar hoy, ni nunca más, o al menos eso es lo que parecía que quería. Me miró como si pudiera rebelarme y decirle que se jodiera. Era cómico, en realidad. Me reí.
-Fred. Estoy de acuerdo contigo acerca de no trabajar hoy. No te voy a morder la cabeza.
Parecía aliviado.
-Bien. Entiendes que tengo que mantenerte a salvo, ¿verdad? Me duele pensar en ti lastimada y no estoy seguro de que pueda sentarme aquí mientras trabajas hoy, después de todo lo que pasó anoche.
-Entiendo.
-Además, no tienes que trabajar más. No sólo no es seguro, pero estoy cuidando de ti ahora. Y vamos a irnos en un par de semanas para la escuela así que de todos modos lo dejaras.
-Fred, te dije que no me siento cómodo contigo... pagando por mis cosas. No es necesario... -Él me interrumpe con un beso y luego pronunció sus palabras en contra de mi boca.
-En las palabras de una chica realmente inteligente y hermosa que conozco -sólo dame lo que quiero.
Me reí a pesar de todo.
-Ok. Pero... a pesar de que los voy a llamar y les diré que no voy a entrar hoy, no puedo renunciar sin ningún tipo de aviso. Han sido como una familia. No puedo hacerles eso a ellos.
-Ok. -Él dejo salir un largo suspiro. -Ya se nos ocurrirá algo. -Sonrió tranquilamente.
Entramos en la cocina y miré a mí alrededor a mi nueva familia. María se acercó a mí con un plato lleno de bollos de miel caseros y fresas.
-No eres alérgica, ¿verdad? -Preguntó.
-Nop. No soy alérgica a nada -le dije mientras tomaba el plato. -Gracias.
-De nada. Soy alérgica a los kiwis, pero está bien, porque no me gusta el kiwi de todos modos.
-¿En serio? -Me alejo de Fred y le di una sonrisa por encima de mi hombro.
-Me encanta el kiwi -le dije y la seguí hasta la mesa donde había ya cerca de diez mujeres sentadas.
-Oye, Emma -saludó Jen y me alegré. No quería que todo el mundo se sintiera extraño por mí, porque sabían lo que me había pasado.
Me picaba y me preguntaba si todo el mundo me había oído gritar. -¿Te sientes mejor?
-Sí. Gracias. Gran es una salvavidas.
-Y creo que Fred, también -dijo una nueva mujer riendo.
Otras risas estallaron y Rachel se tapó la boca antes de continuar.
-Ahora, ahora. Déjenlos en paz. Ha pasado tanto tiempo desde que tuvimos esa edad, nos hemos olvidado de lo que es.
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Editado: 25.11.2024